Redacción
En El Libertario no tenemos un consenso acerca de la efectividad de la estrategia de la huelga de hambre. Sin embargo, cada vez más esta modalidad es utilizada por los sectores populares para protestar, como por ejemplo los trabajadores y trabajadoras. De esta manera se radicalizan ante el autismo del Estado. Por ello, lo que sí estamos tod@s de acuerdo es en suministrar la información necesaria para quien decida realizar ayunos voluntarios para exigir la satisfacción de sus derechos. Estas notas han sido extraídas del folleto “Manual para el huelguista de hambre”, del médico vasco Eneko Landaburu.
Es necesario prepararse para ayunar:
1) Mentalmente: Conociendo:
- Lo que vas a hacer
- Lo que ocurre cuando dejas de comer
- Todos los posibles síntomas que vas a experimentar
- Cuáles son las condiciones ideales y
- Los auténticos peligros del ayuno
Lo peligroso del ayuno es el miedo que acarrea la ignorancia, el hacerlo en malas condiciones y el ponerse en manos de una persona inexperta en la materia.
2) Físicamente: Dejando de consumir paulatinamente, para evitar cambios bruscos en el metabolismo. Así como al conducir un auto sincrónico es inadecuado reducirlo de tercera a primera, sin antes pasar por la segunda, o viceversa, igual de inadecuado es pasar de hacer una dieta de pesada digestión y con productos tóxicos a no comer nada. Si entras en el ayuno gradualmente, es más probable que no tengas crisis de desintoxicación muy molestas. Si piensas entrar en un ayuno, es necesario que una semana antes vayas reduciendo la cantidad de comida, y mejorando su calidad. Esto puede hacerse de la siguiente manera: Suprimiendo las sustancias tóxicas (tabaco, alcohol, café, frituras, carne de cerdo y embutidos, conservas, chocolate, etc) y comiendo más fruta y verdura cruda
¿En qué condiciones ayunar?
A veces, es difícil que las huelgas de hambre reúnan las condiciones ideales para ayunar, sobre todo si estas encarcelad@. Por eso mismo es interesante saber cuáles serían las condiciones ideales para acercarse a ellas lo más posible.
Busca por todos los medios ahorrar energía a todos los niveles, dándole al cuerpo el máximo reposo, sobre todo, cuando el cuerpo lo pide a través de la fatiga y la debilidad.
- Reposo físico: Encamad@ y relajad@ el mayor tiempo posible. Si hay ganas se puede pasear o hacer una suave gimnasia respiratoria
- Reposo climático: Habitaciones o espacios aireados, evitando temperaturas extremas. No hay que exponerse al sol fuerte.
- Reposo sensorial: Desconecta de vez en cuando tu sistema nervioso del exterior poniéndote a oscuras o en penumbra (puedes taparte los ojos con un trapo), evitando los ruidos y buscando el silencio (tapándose los oidos con tapones).
- Reposo mental: Ten seguridad de lo que haces, invítale dormir a tu cuerpo de vez en cuando, mantén la calma ante cualquier síntoma escandaloso.
- Reposo digestivo: No mascar chicle, ni fumar, ni tomar glucosa, sueros o medicamento alguno
¿Cuánta agua hay que beber?
Hay que beber el agua tibia, nunca helada. Hay que beber agua sólo cuando hay sed, nunca por rutina o porque se crea necesaria. Desde la Medicina se suele recomendar beber mucho agua, para diluir la orina y evitar la producción de cálculos renales. Sin embargo, según los higienistas tomar agua excesivamente no hace más que sobrecargar al riñón de trabajo al tener que eliminar el exceso de líquido. Es mejor escuchar la sed.
Personas muy intoxicadas nutricionalmente, que abusen de la sal en su dieta diaria, tendrán más sed ya que el cuerpo necesitará más agua para llevar a cabo el proceso de desintoxicación.
La limpieza corporal puede realizarse mojando una toalla en agua templada y friccionando toda la piel. Las duchas, incluso tibias, roban mucha energía y hay peligro de mareos. Guarda los esfuerzos para el atardecer, que es cuando se dispone de más fuerza.
¿Bajo control médico o autocontrol?
En situaciones de huelga de hambre masivas, es difícil conseguir una supervisión médica para tod@s y en todo momento. Por ello es importante contar con información para poder controlarse bien y a todas horas.
Lo normal es que la tensión arterial baje y los latidos cardíacos se reduzcan, aunque cualquier pequeño esfuerzo puede acelerar el pulso. El pulso tomado en reposo total (por la mañana al despertarse) nos señalará la intensidad del trabajo de desintoxicación: se puede acelerar (hasta 120 p/m y más) o bien hacerse lento (hasta 40 p/m). El peso habría que registrarlo a la misma hora y con la misma ropa.
En caso de pérdida brusca de peso, estimado en medio kilo diario por varios días seguidos, o pulsaciones mayores de 90 p/m, aumenta la cantidad de tiempo que pases encamad@ y ahorra al máximo las energías.
Las tomas de sangre para analizar alteran el curso natural del ayuno. Las variaciones más frecuentes son la disminución de los glóbulos blancos y glucosa (hasta 38 mg %) y el aumento de acido úrico y cetónicos.
Síntomas que suelen acompañar el ayuno
Cuanto mejor preparad@ estés más llevadero será el ayuno. Pero suele ser inevitable algunos síntomas que no aparecen en la vida cotidiana, que se pueden explicar si entendemos lo que pasa en nuestro organismo.
1) Pérdida de peso (o renovación de los tejidos)
Se pierde peso al perder tóxicos, al perder el agua que el cuerpo retenía para disolver dichos tóxicos y al consumirse las reservas. Cuánto más se repose, menos reservas se consumirán. Al comienzo la pérdida es más rápida (unos 4 kg la primera semana), luego se pierde más lentamente. Por término medio se pierden unos 3 kg a la semana. Esta pérdida de peso es pasajera.
Fíjate en la tabla que indican los pesos de seguridad aproximados, según la altura. Cuando se alcanza el peso superior de seguridad hay que andar con precaución y andar encamad@ la mayor parte del día. Un kg antes de alcanzar el peso inferior de seguridad significa romper el ayuno, ya que en los primeros días de retroalimentación es posible perder un poco mas de peso. Aunque aún quedan reservas para más días es preferible acabar el ayuno, para que la recuperación no se haga más difícil y delicada.
2) La interiorización de las fuerzas
El cuerpo, al aumentar su trabajo de desintoxicación, deja desprovista de fuerzas a otras funciones, pudiendo aparecer: Debilidad muscular, tensión baja, sequedad de la piel, caída del cabello, falta de apetito, incapacidad digestiva, extremidades frías, falta de evacuación intestinal, frialdad general, mareos, vértigo, pérdida de conocimiento, pereza mental, vista cansada, alteraciones de vista y oído, desaparición o retraso de la menstruación, etc. Lo síntomas de debilidad suelen ser más intensos los primeros días y a primeras horas de la mañana. No asustarse pensando que con el avance de la huelga vas a ir a peor. Al atardecer puedes sentirte más fuerte que en la mañana y el décimo día más fuerte que en los primeros.
3) Aumento del trabajo del riñón y el higado
- Por el riñón: Orina oscura y dolorosa. Expulsión de arenilla y cálculo, con cólico renal (dolor en la zona lumbar hacia los genitales).
- Por el hígado: Molestias en el costado derecho, ictericia (piel y blanco del ojo amarillento), nauseas, vómitos o diarrea
4) Otros síntomas:
- Malestares estomacales: Desde la sensación del “gusanillo” hasta la sensación de vacío, acidez, eructos, dolores abdominales
- Alteraciones de carácter: Euforia, irritabilidad, nerviosismo, depresión, hipersensibilidad…
¿Cuándo romper el ayuno?
Es conveniente cortar el ayuno, aunque queden reservas: 1) Con respiración difícil prolongada, 2) Pulso irregular persistente, 3) Nerviosismo prolongado, 4) Retención de la orina, 5) Aparición de manchitas rojas en la piel, 6) Debilidad extrema, 7) Vómitos persistentes durante 10 días, 8) Malestar insoportable, 9) Limitaciones psicológicas: La persona tienen dudas y miedos a seguir ayunando.
Lo más delicado del ayuno es la vuelta a la alimentación, donde puede dañarse el organismo. Después del ayuno el aparato digestivo dispone de muy poca energía, por lo que su capacidad es mínima. Es un error pensar que se está desnutrido y tener prisa en ingerir alimentos concentrados y de mucha carga calórica. Hay que prepararse para ingerir porciones pequeñas de alimentos de fácil digestión, ricos en vitaminas y minerales.
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