Por Carlos Solero
La catástrofe ambiental acontecida en Japón, a partir de un terremoto inédito en su magnitud y añadido a esto un tsunami que han provocado ya miles de muertos y la devastación de una importante región ha afectado a su vez a una central nuclear.
Resulta necesario reflexionar que si bien la propia geografía de este país no es favorable el patrón de acumulación y la lógica de desarrollo af infinitun de fuerzas productivas basadas en una férrea y muchas veces cruenta metodología en el tratamiento de la fuerzas de trabajo.
Un sistema productivista exaltador de la competencia cerril entre técnicas y personas, que no repara en generar sufrimientos múltiples con tal de alcanzar exigencias de mercado.
Es una verdadera paradoja que un espacio sometido a potenciales desastres ecológicos haya sido el elegido para la instalación más de medio centenar de plantas de producción nuclear. Claro que la producción nuclear va atada casi siempre al militarismo y la ideología imperial y estatal del expansionismo japonés está cercanamente emparentada con esto.
Paroxismo productivista, ambición de predominio planetario.
Un colapso ecológico de dantescas dimensiones como consecuencia de concepciones que dejan de lado el respeto a la vida en todas sus manifestaciones en pos del culto a las mercancías.
Se impone la urgente toma de conciencia global, para comprender que por detrás de discursos eficientistas e hiperproductivistas suele estar escondida una irracionalidad destructiva de vastas consecuencias que pone en peligro la existencia de la vida y de nuestro Planeta Gaia que parece estar dando señales alarmantes.
Carlos A. Solero
casolero_1@hotmail.com
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