Al aproximarse la elección legislativa del 26/9/10, indicaremos las premisas fundamentales que explican nuestra posición. Primero, por causas que derivan de nuestras convicciones anarquistas, y en segundo término, como consecuencia de la coyuntura que atraviesa Venezuela actualmente.
Razones de principio- Estos comicios, como todos los que ocurren bajo cualquier Estado contemporáneo, son una simple legitimación del espectáculo democrático representativo. Para el esquema de dominación resultante de la globalización, además de consumar el rol productivo asignado por la economía mundial es necesario cumplir con una serie de formalidades democráticas, entre las que se cuenta la realización periódica de elecciones, aunque los gobiernos que sustenten violen y acorralen escandalosamente la denominada “soberanía popular”
- Una concepción ácrata implica el rechazo y repudio del status quo establecido. El acto comicial está destinado a renovar instancias de ese orden, en este caso el parlamento, cuerpo con supuestos fines legislativos y de control, cuya situación institucional -en todas partes- es cada vez más débil y dependiente. Sus funciones contraloras tienden a desaparecer, por lo que tras un proceso de presiones y negociaciones termina convirtiéndose en apéndice del poder ejecutivo. La institución parlamentaria hoy día, actúa sujeta a la lógica y dinámica de los poderes reales en lo político y económico, para quienes es útil esa instancia de la democracia formal, escenario donde los partidos políticos necesitan estar presentes debido a las negociaciones que allí ocurren para repartir prebendas y ejercer el clientelismo.
- La electoralización permanente de las agendas políticas de los y las de abajo es una estrategia contra la expresión beligerante de las luchas colectivas. La movilización por la captura de votos funciona como espejismo para embaucar a los movimientos sociales, posponiendo sus propias dinámicas reivindicativas e hipotecando su autonomía.
- Quienes adversamos al modelo de dominación vigente nada tenemos que buscar en el circo electoral. Por principio debemos estimular la creación y desarrollo de redes sociales autónomas y fuentes alternas de democracia directa. Generar una práctica distinta significa no ceder ante el juego parlamentario instaurado por el capitalismo desde las revoluciones políticas de sus orígenes, por allá por los siglos XVII y XVIII.
- Las experiencias de organizaciones autodenominadas socialistas en todo el mundo, al insertarse en la apuesta electoral han terminado siendo un elemento más del sistema de opresión que al inicio cuestionaban. Sobran ejemplos de cómo al optar por esta vía tantos partidos e individualidades supuestamente de izquierda revolucionaria acabaron acomodándose al regateo de curules, a la negociación entreguista de las luchas sociales y a la coexistencia cómplice con los representantes tradicionales de la opresión.
- El objetivo de alcanzar el poder o de acumularlo a través de la participación en elecciones involucra inevitablemente una instrumentalización de la lucha: si el objetivo es conquistar el poder político la lucha electoral es un medio para alcanzarlo, mientras que otros elementos y valores que no contribuyen a llegar a la meta son considerados secundarios o prescindibles, estableciendo por tanto una jerarquía de las luchas. El partido y la campaña electoral son las formas que con mayor claridad expresan la anterior jerarquización.
- No puede construirse una sociedad de relaciones de libertad e igualdad por medio de la conquista del poder. Una vez que se adopta la lógica del poder, la pelea contra el poder ya está perdida.
Razones de aquí y ahora
- Los comicios parlamentarios son todo lo contrario a la pregonada “democracia participativa y protagónica”, supuesta base del “socialismo del siglo XXI”. Escoger diputados a la Asamblea Nacional, cuerpo “colegiado” que discute y aprueba leyes lejos de las personas a las cuales dichas reglamentaciones afectarán, es mera relegitimación de la democracia representativa en crisis desde 1989. La elección del 26-S es una vía para darle remozamiento a la decaída democracia formal, donde tanto chavismo como antichavismo coinciden en la búsqueda de cuotas de poder.
- Chávez ha utilizado el camino electoral para crear una distracción ante la grave crisis económica y los problemas de todo orden que azotan al país. Ello se combina con espectáculos como exhibir la osamenta de Bolívar, agitar el discurso bélico – sea con Colombia, sea con la agresión directa de los USA -, las expropiaciones – que no son un ataque cierto a los intereses transnacionales - y cualquier excusa en consonancia con el show en escena.
- En Venezuela se ha venido creando un Estado paralelo en cuya jefatura concilian nuevos y viejos burgueses, intereses locales y globales en la economía extractivista y operadores políticos transmutados en “bolivarianos”, no sometido a ningún control. A pesar que la propuesta de reforma constitucional fue gestionada de manera “democrática” y derrotada en las urnas, la misma ha venido siendo implementada a través de una estructura jurídica que, por la vía de los hechos, ha instaurado una Constitución diferente de la de 1999. Esta realidad derrumba la estrategia del “equilibrio de poderes” a la cual apuestan parte de las personas que promueven la participación electoral. El gobierno promueve abiertamente la creación del llamado “parlamento comunal” y ha promulgado leyes como la del “Consejo Federal de Gobierno” que hacen prescindible a la Asamblea Nacional. ¿Por cuál razón esforzarse en ganar espacio en un ente que se pretende hacer desaparecer?
- El Consejo Nacional Electoral dio suficientes muestras de su “transparencia” y “respeto” a la soberanía popular al no contar un millón ochocientos mil votos en la pasada votación por la reforma constitucional, tras lo cual se hubieran modificado sensiblemente los porcentajes de los resultados finales, y cuya ausencia hoy se borró convenientemente de su sitio web. La “mora” en los resultados finales originó que el 24 de enero de 2008 dos economistas, Celina Añez y Baldomero Vásquez, introdujeran un recurso de amparo en el TSJ, que fue desestimado. Este “olvido” ha sido consentido hasta el día tanto por los voceros oficialistas como opositores, lo que nos habla de la capacidad de negociación entre estas partes a pesar de su pretendida confrontación.
- Transcurrida una década del espejismo bolivariano, la ausencia de respuestas y la merma en la calidad de vida en la población ha generado un amplio descontento entre la población, así como la modificación de la relación de acriticismo entre las masas y el “líder”. Hoy es el pueblo pobre quien protagoniza las protestas de calle, demandando servicios de todo tipo. Sin embargo, este descontento no es capitalizado mecánicamente por la oposición, la cual por sus continuos errores y su ausencia de renovación es considerada como heredera del pasado. Los dos bandos intentan estimular los votos con el chantaje de “pérdida de la revolución” o “instauración del comunismo”, ante la ausencia de proyectos y propuestas creíbles para los y las electoras. La única señal clara de rechazo a ambos, de protesta contra la demagogia y las humillaciones de diverso signo y de castigo contra su ineficacia y corrupción es la abstención.
- Por supuesto, entendemos cuan difícil es estimular la abstención que promovemos como castigo a los politiqueros, al enfrentar tantas dificultades como las que nos pone ese poder opresor hoy desdoblado en las dos caras de la polarización electoral. También comprendemos que abstenerse (o votar) por si mismo no resolverá nada si no se agudizan los conflictos y se construye un amplio movimiento social que acompañe a todos y cada uno de los excluidos, excluidas, humillados y humilladas en sus luchas concretas por una mejor calidad de vida, aquí y ahora. El mundo ni se para ni se detiene el 26S, una fecha que además significa el inicio de la contienda electoral presidencial del 2012. En el proceso de tensiones de largo alcance, necesario para crear y extender un movimiento amplio y verdaderamente nuevo que enarbole, sin claudicaciones, las banderas de la libertad y la justicia social, las comparsas electorales son un gasto inútil de esfuerzos y energías, las cuales necesitamos para reforzar cada una de los conflictos, creando lazos solidarios y horizontales entre ellos y descifrar los poderes internacionales que nos condenan a ser simples maquiladores de barriles de petróleo y gas.
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