Jesús Alexis González
Como introito, hemos de expresar nuestra estupefacción sobre la
profundidad de la “charla económica”
recibida: la inflación se combate con producción, y esta última mejora con la
eficiencia.
Las medidas tomadas, se originan fundamentalmente por tres razones:
(1) Depreciación del bolívar, sobrevaluado en más de un 80% con respecto al
dólar USA; (2) Necesidad de mantener el elevado nivel de gasto público
(clientelar y electoral); (3) El tamaño de la deuda pública (y el déficit
fiscal).
La disyuntiva era sólo en cuanto
devaluar, por ello haremos referencia a dos criterios técnicos: (A) La
sobrevaluación de un 80% de nuestro signo monetario, implica una paridad
correctiva de aproximadamente 8,00 Bs/$; (B) La relación entre la Base
Monetaria (BM) y la Liquidez Monetaria (LM) con respecto al nivel de Reservas
Internacionales (RI). En el primer caso, y con una paridad de 4,30 Bs/$ se
respaldaba un 50% de la BM, y un 20% de
la LM. Para cubrir el 100% de la BM, se requiere una paridad de 8,00 Bs/$; y al
haber quedado la nueva paridad en 6.30Bs/$ con la aplicación de éstas medidas,
se respalda un 78% aproximadamente de dicha BM, y un 29% de la LM.
Es de resaltar, que la LM se incrementó durante el lapso 2003-2012 en
un 6.700%, al pasar de Bs. 10.600 millones a Bs. 678.000 millones. Parece que
entendieron, que continuar con esa indeseable política de emisión de dinero
inorgánico, generaría, sin duda, un mayor desequilibrio entre la LM y las RI;
es decir, el bolívar contaría cada día
con menos respaldo, manteniendo una
sobrevaluación en ambiente inflacionario. Al mismo tiempo, en la actualidad
no es factible incurrir en nuevo endeudamiento externo (ello implicaría pagar
una altísima tasa de riesgo), tampoco es prudente el endeudamiento interno, ya
que generaría un impacto adicional sobre el exceso de LM (con su obvio efecto
inflacionario).
Desde otra perspectiva complementaria, el “nuevo” organismo superior
de administración de divisas, será equivalente al recordado Recadi, con todas
las oportunidades indeseables que generará, en complemento a un amplio espíritu
de policía cambiaria. La finalidad ulterior, será instrumentar una restricción
mayor en el otorgamiento de divisas, magnificando el cerco ideológico económico
que en el año 2012 se estructuró con una
autorización diaria por parte de Cadivi de unos $147 millones diarios, mientras
que Sitme (creado hace 2 años 7 meses) liquidó unos $42 millones diarios.
De los $58 millardos que se destinaron a importaciones en 2012, $10
millardos se liquidaron a través de Sitme (17%); mientras que Cadivi asignó
$33.500 millardos (58%). Tal situación permite inferir que la
eliminación del Sitme (básicamente por la imposibilidad de emitir nuevos bonos
de deuda pública) no representa mayor trascendencia como medida económica.
¿Será entonces un apolítica encubierta para propiciar la repatriación
obligatoria de divisa?
Las importaciones `por habitante, durante el lapso 2003-2012,
crecieron en un 175%, al pasar de $13 millardos a más de $56.3 millardos; y en
lo específico del año 2012 las autorizaciones de Cadivi clasificadas por
sectores económicos: Alimentos representó
un 28%; Salud un 16%; y Automotriz un 11%; es decir, que a esos
tres sectores Cadivi autorizó el 55% del
total. Cabe preguntarnos: ¿es posible
revertir esta tendencia a corto `plazo sin la aplicación de una coherente
política económica?
En esta apretada visión escrita la misma noche del superficial
anuncio, asumimos que la inflación
(que ya mostró sus garras en este Enero 2013), pudiere aproximarse en un
acumulado 2013 entre un 23% a un 30%, mientras que la escasez pudiera ubicarse entre 22 y 33 puntos, y el desabastecimiento entre un 24% a 25%.
Finalmente, nos anticipamos en señalar que el mundo financiero internacional debe haberse alegrado sobremanera
con estas escuálidas medidas, ya que el sólo indicio de que no habrá nueva
emisión de deuda (externa fundamentalmente), les inducirá pensar que tendrán
mayor seguridad para cobrar la existente, en el entendido que muy poco les importa los desequilibrios macroeconómicos de
Venezuela y su impacto sobre la calidad de vida de los ciudadanos.
Jesús Alexis González
Economista 08/02/2013
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