Por Rogelio M. Díaz Moreno
Tomado de
Ayer estaba yo en una sala de espera de mi
hospital donde hay un televisor, casualmente, a la hora que comienza el espacio
noticioso de la una pasado meridiano. El noticiero abrió, entonces, con
informaciones sobre el tema del momento en Cuba: el tratamiento contra el
cáncer que siguió, en nuestro país, el presidente venezolano Hugo Chávez Frías.
Normalmente, los pacientes en ese salón no
le suelen prestar mucha atención al aparato audiovisual, y menos al noticiero.
Yo me acerqué, entonces, con la intención de poder escuchar al locutor por
encima del murmullo subyacente, pero me percaté inmediatamente de que mi
movimiento había sido innecesario. El local enmudeció; como por encanto, todas
las personas se enfocaron en el televisor con una fijeza poco común.
Terminado el reportaje, una señora cerca de
mí rompió el silencio, diciendo algo así como pobre hombre, denotando
compasión, tristeza, duelo. Yo seguí mi camino mientras le daba vueltas a un
par de pensamientos.
Me vino a la mente, por ejemplo, la
descripción de mi padre sobre cómo se manifestaban las familias pobres del
campo, en los tiempos de su infancia, ante la muerte de un familiar, cuando
este era el que desempeñaba el papel de trabajador-productor-proveedor: una
zozobra tremenda, un llanto desesperante, un luto desmesurado en comparación
con el que causaba el fallecimiento de otro ser humano como una mujer o un niño
aunque estos también fueran llorados. Y la amarga desigualdad, aparentemente
reprochable, tenía sin embargo un profundo, innegable sentido: cuando el
fallecido era el que sostenía económicamente al resto, pésimos tiempos se
abrían por delante.
Para nadie es un secreto que la
supervivencia del sistema cubano, hasta hoy, le debe mucho a la ayuda
económica, los acuerdos firmados con la Venezuela chavista, y la posibilidad de
adquirir en aquella nación combustibles de primera necesidad a cambio de
servicios de nuestros profesionales. Por muy poco cariño que le tengan algunos
a los regímenes que enarbolan banderas socialistas, nadie puede ignorar que, en
medio de la pobreza y la incertidumbre, muchas personas sencillas se alegran y
se aferran al escaso trozo de seguridad, de oxígeno, de sostén vital, que
todavía emana de los últimos y menguantes subsidios socioeconómicos
administrados por nuestro gobierno, posibles aún en no pequeña medida gracias a
la ventajosa conexión venezolana. Cuando se considera que el proyecto bolivariano
ha descansado en exceso desde mi humilde punto de vista sobre el carisma y la
personalidad de Hugo Chávez, se comprende entonces que la desgracia que amenaza
con ocurrirle a su persona, proyecte negros nubarrones sobre el ánimo de tanta
gente.
En realidad, no es insensato que
elucubremos un poco sobre lo que se puede esperar, la influencia que tendrá
este giro en los acontecimientos por venir. Yo, particularmente, espero que
ahora las reformas económicas que aplica el gobierno cambien un poco de ritmo.
No es que vayan a acelerarse mucho, más bien que se sucedan un poco menos
lentamente. Sobre todo, aquellas que abren el espacio a los esquemas de
economías de mercado. Igualmente, no me extrañaría que se intentara reforzar el
control político y mediático sobre la población, aunque el éxito a largo plazo
de este último objetivo sea menos seguro que el anterior.
Prácticamente todos los gobiernos cubanos
ha sido criticado sobradamente por las dependencias establecidas respecto a
poderes extranjeros, ya fuera con los Estados Unidos, la Unión Soviética o, más
recientemente, Venezuela. Una vez más, la incertidumbre planea por este campo,
ante la posibilidad del fin de la última de estas etapas. Ante el país, se
cierne una etapa donde se tendrá que probar la capacidad nacional de caminar
autónomamente, por las fuerzas propias de la nación. Los decisores locales,
dirigentes y políticos que controlan el poder real, han realizado una labor de
resultados escandalosamente pobres, a la hora de convencer al resto de su
capacidad para estar a la altura de las circunstancias. Liborio tendrá sobradas
razones para desvelarse durante las próximas noches.
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