Carlos
Crespo Flores
Que los señores del gobierno central hagan
campaña en época electoral utilizando fondos públicos a través de la entrega de
obras y actos públicos, no es novedad, es parte de la cultura política de los
creyentes y practicantes en la democracia representativa. Cuando fueron
gobernantes, lo hicieron el MNR, el MIR, ADN, y hoy lo hace el MAS, pero con un
matiz, Goni, Jaime o el General por lo menos guardaban cierto escrúpulo, pues existía
una sociedad civil que, a través de personalidades públicas, la oposición, los
medios de comunicación, u organizaciones
sociales, condenaban y criticaban tal comportamiento corrupto. Hoy, las
personalidades públicas se autocensuran, no existe oposición política, los
medios de comunicación no son independientes y las organizaciones sociales han
sido cooptadas, divididas y neutralizadas; por tanto convertir la entrega de
obras en proclamaciones al binomio “Evo-Álvaro” pasan inadvertidas, más allá de
alguna queja aislada.
Pero la película de terror es mayor; la calidad
de las obras que entrega el dúo presidencial, particularmente Evo Cumple, Mi
Agua, Mi Riego, en general tiene serios problemas de corrupción, deficiente
calidad constructiva, no coherencia planificativa y de gestión. Derrumbe de
coliseos y marcados, deterioro rápido de la infraestructura, abandono de sus
usos originales, son paisajes comunes en el territorio nacional. Pero, a quien
le interesa? Los alcaldes, concejos, organizaciones sociales, están maniatadas
y calladas, voluntaria u obligatoriamente.
Nietzsche decía “el desierto se expande”; es una buena imagen para
retratar hoy el paisaje de indiferencia, abulia de la sociedad civil frente al
comportamiento de los gobernantes, convertidos en los nuevos dueños de “vidas y
haciendas”, afirmados en una burbuja económica basada en la adicción al
petróleo y los recursos naturales.
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