El Percal
y Grupo Ruptura
A continuación van algunos consejos
prácticos, siempre al alcance de todos, trabajadores o no, que nos pueden
ayudar actualmente a plantar cara a la explotación asalariada. Muchas de ellas
no son aplicables en todos los curros, pero sí en todos los curros hay una forma
de generar solidaridad, bloquear la producción y reivindicar de manera práctica
nuestras exigencias.
Las prácticas más extendidas dentro del
movimiento obrero a lo largo de su historia, aparte de informar con propaganda
a la gente que tiene a su alrededor, han sido: la huelga, el sabotaje o el boicot.
Cualquiera de ellas, es una acción deliberada dirigida a debilitar a un enemigo
mediante la subversión, la obstrucción, la interrupción o la destrucción de
material. En ocasiones, es utilizado como una forma de ineficiencia, organizada
por los propios trabajadores, para influir de manera negativa al empresario o
para desviar responsabilidades de daños ocurridos a terceros.
La mayoría de las veces estas prácticas van
asociadas, según los niveles de conflicto, con actos puramente violentos,
peligrosos o espectaculares, cuando no siempre es así. En muchas ocasiones, las
que nos permita la situación, tenemos a mano formas de utilizarlas que son
eficaces y menos aparatosas de lo que pensamos.
A mala paga, mala gana
Una de estas formas de entorpecer la
producción podríamos llamarla
«No os canséis». Al igual que una empresa
ofrece unos servicios de una calidad a un determinado precio, el trabajador ha
de marcar el precio al que vende sus servicios. Lo único que tiene cualquier
proletario para ofertar es su tiempo y una capacidad o fuerza de trabajo. Es
decir, su cuerpo y/o su mente, durante un tiempo establecido. Y esa mercancía
ha de tener un precio. Si buscas una cierta calidad al adquirir un producto
deberás pagar un precio. Por un precio menor encontraras menor calidad. Sobre
esa base capitalista del precio y la calidad descansa esta forma de sabotaje que
se resumiría en: a mala paga, menos trabajo. Si el empresario quiere mayor
volumen de producción, lo cual requiere mas esfuerzo, deberá subir los
salarios.
Sin prisas y con pausa
Esta tendencia de restricción de la labor
se presenta espontáneamente
en la mente de cualquier trabajador: «el
ritmo de trabajo lento». Esta forma de sabotaje es practicable para los obreros
a jornal. Es evidente que los que trabajan a destajo, si disminuyeran el ritmo
de su producción, serían las primeras víctimas de su sublevación pasiva, pues
sabotearían su propio salario. Deben pues recurrir a otros medios, y su
preocupación debe ser disminuir la calidad y no la cantidad de su producción.
Lo contamos todo
Otra forma de sabotaje, tanto para
trabajadores a jornal como a destajo, es el método de la «boca abierta». La
expresión es explicativa por si misma. Y es que resulta muy cierto que muchas
fortunas no se han amasado más que gracias al silencio que guardaron sobre las
piraterías patronales los explotados que en ellas colaboraron. Todos conocemos
los desmanes que se producen en las empresas (en todas hay trampa y cartón), es
necesario hacerlos del dominio público para poner en un compromiso al
empresario.
Más gastos, menos beneficios
Del mismo modo, utilizar la «mano ancha» a
la hora de producir, también es una forma de sabotear al empresario. Cocineros
preparando platos elaborados y bien condimentados, albañiles gastando cemento a
espuertas, tinta a chorros en la fotocopiadora, etc., eso reduce el margen de
beneficios de una empresa. Pero también tiene el inconveniente de generar más
producción, y sobreexplotación
de las materias primas, a todos los
niveles.
No funciona, no trabajo
Las «averías» son también una forma muy
recurrente de obstruir la producción y reducir los beneficios para el
empresario. Cada uno en su puesto de trabajo sabe cómo producirlas. Azúcar o
limadura de hierro en el depósito de combustible, arena en los engranajes, ventilaciones
obturadas, cables pelados que hacen conexión, hielo que se derrite sobre un
aparato eléctrico, por ejemplo. El mundo de los accidentes y las averías está
plagado de posibilidades.
Buscar las cosquillas al jefe
El sabotaje por exceso de celo, es llamado
también «obstruccionismo
». El obstruccionismo consiste en aplicar
al detalle las normas laborales. Actualmente muchas empresas se rigen por
normativas de calidad, que, aplicadas con suma fidelidad, harían imposible la
realización del trabajo dentro de los plazos y con la premura que gusta a las
empresas. Se trata simplemente de ceñirse a la legalidad hasta el mínimo
detalle. Esto combinado con algo de «no os canséis», provocará un colapso
seguro.
Acabamos de examinar algunos de los
procesos de sabotaje que pueden ser realizados por cualquier trabajador sin
suspensión de su «actividad laboral», sin que exista abandono de la obra,
almacén o cadena de montaje. Pero el sabotaje no se limita a esta acción
restringida y puede convertirse en una potente ayuda en caso de huelga. Los
esquiroles van a trabajar encontrando en perfecto estado los medios de
producción (ordenadores, redes eléctricas, maquinaria…) y es así como la
empresa consigue reventar las huelgas. Si una empresa sigue funcionando gracias
a los esquiroles, verdadera lacra del movimiento obrero organizado, la
respuesta de éste debería ser paralizar los medios de producción.
[Párrafos tomados del folleto Manual práctico de autodefensa proletaria, que en versión completa es accesible en https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=sites&srcid=ZGVmYXVsdGRvbWFpbnxncnVwb3BlbnNhbWllbnRvY3JpdGljfGd4OjdjNzY0ZThlNTIzZjU5YmU.]
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