miércoles, 9 de agosto de 2017

Lotería de animalitos en auge por desesperación de los pobres ante la crisis



Raúl Vejar (Correo del Caroní)

En la agencia de lotería improvisada frente a la plaza Guillermo Gil de Barrio Guayana, en Puerto Ordaz, empezaron a llegar los jugadores a primeras horas de la mañana. Un mural con los apellidos “Rangel” y “Chávez” se llena de maleza, se corroe la pintura, mientras el descuido toca los bancos y escalones.

Pero el entusiasmo de Petra Rivas, de 61 años, pinta otros matices: jugó y ganó “la ardilla”, el animal que más le gusta; la recompensa fue de 9 mil bolívares y con ellos fue a comprar pan para la cena de este martes.

Así se muestra un nuevo auge en las calles de Guayana. En cada acera, esquina, centro comercial, casa, barrio… los ciudadanos compran un ticket con el animalito de su preferencia, de 36 que hay en la lotería, a cualquier hora establecida para el juego. Por cada 100 bolívares que apuestan pueden ganar 3 mil.

A Petra le cuesta estirar lo que le toca de pensión cada mes. Así que inicia agosto con la lotería de los “animalitos”: ardilla, ciempiés, cebra, elefante, león... Si pueden o no comprar otros alimentos como harina de maíz precocida o arroz (rubros que en la calle pueden pasar los 10 mil bolívares), algunos guayaneses lo resuelven con el nombre de un animal y con el escaso efectivo que carguen en el bolsillo.La emoción por los “animalitos” está fundamentada en el desespero de conseguir ingresos extra que alivien la crisis en las familias.

Así la suerte en tiempos de inflación parece una nueva aliada. Más aun cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) calculó para 2018 una cifra que superará el 2000%. Y en lo que va de 2017 el incremento de agencias de lotería, donde miles de jugadores se acercan a diario para apostar sus bolívares a los “animalitos”, se ha disparado agresivamente. Los ciudadanos lo notan, lo aceptan y aplauden esta arriesgada alternativa para generar ingresos en un desespero por conseguir dinero en efectivo (que sorprendentemente también escasea en la ciudad) y llenar las alacenas.

“Yo creo que esto es bueno. Esto resuelve. Mientras llegan los realitos de la pensioncita. Juego en la mañana, en la noche, al mediodía… y me ayuda, ve que hoy amaneció el arroz a 10 mil y según que viene a 20 mil”, explicaba Rivas, quien participa desde hace dos meses en el juego, mientras recibía su recompensa de 9 mil bolívares en efectivo por apostar 300.

Arriesgado rebusque en la fortuna

De esta manera, Petra y otros ciudadanos se rebuscan con juegos de azar, mientras la inflación aumenta y carece de cifras actualizadas por el Gobierno. El último registro que proporcionó el Banco Central de Venezuela (BCV) data de 2015. En este, Ciudad Guayana había tocado el 212%, por encima de la media nacional que fue de 180,9%, lo que la hace una de las ciudades más caras de Venezuela.

Entonces la apuesta se vuelve un alivio fugaz para la señora, también tras la ausencia de la caja de alimentos subsidiados de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) (maniobra del Ejecutivo, que usa desde el año pasado como maquinaria política, en un intento de acabar con la escasez de productos), la que asegura no aparece en su comunidad desde hace cinco meses.

José López, de Unare, con su dinero en la mano, frente a esa plaza ignorada y en decadencia, jugó su animalito por 200 bolívares aunque a veces se arriesga y saca mil del bolsillo: “Esto es bueno. En estos tiempos de crisis esta es una ayuda”. Pero no ganó. El guayacitano tiene que contar con más de 10 mil bolívares para comprar 1 kilo de arroz. Casi lo que gana un trabajador con salario mínimo al día, según el último aumento salarial decretado el 1 de julio por Maduro. Así que este padre se fue a casa con las manos vacías.

No son solo los planes fallidos del gobierno de Maduro los que empujan este nuevo modo de sobrevivir. Este año continúan las malas noticias para la economía y los bolsillos venezolanos. El FMI en su informe de Perspectivas Políticas Mundiales, expuesto en abril de 2017, alerta sobre las condiciones precarias de la nación: “Venezuela sigue sumida en una profunda crisis económica; se prevé que el producto se contraerá 7,4% en 2017 y más de 4,1% en 2018, ya que la monetización de los déficits fiscales, las amplias distorsiones económicas y las graves restricciones a las importaciones de bienes intermedios alimentan una inflación en rápido aumento”, refleja el texto.

Pero a pesar de las cifras alarmantes, este martes la ardilla hizo de las suyas. Ramón Requena, jefe de familia y jugador desde hace meses, ganó 3 mil bolívares. Pero su botín apenas le alcanza para comprar dos kilos de sardinas en el mercado de Unare.

“¿Qué más puedo comprar, pues? Si un kilo de azúcar está en 11 mil bolívares”, se lamentó el señor, cansado de que todos los días sean de supervivencia. Asegura no haber tenido siempre buenas experiencias con los animalitos que apuesta: “Yo jugaba más. Ya no tanto, por ejemplo me ganaba 6 mil. De esos jugaba 3 mil, en la otra jugada usaba los otros 3 mil y quedaba mamando. Perdía todo”.

Llegadas las 10:00 de la mañana del martes, en la agencia de lotería Klyd, frente a la Clínica Unare, no había cola por comida o medicinas, pero sí para jugar el siguiente animalito. Kenia Medina, encargada del local, con una sonrisa que evidenció su entusiasmo, aseguró que su negocio ha crecido en menos de un año; e incluso contrató a dos empleadas para que la ayudaran atender la impresionante cantidad de jugadores que se acercan todos los días: “¡Es bien bueno que esto genere nuevos empleos!”, celebraba.
Y en esa agencia, José Ekar se ganó 90 mil bolívares por jugarle 3 mil a la culebra. Y otros como José Blanco, padre de una niña de 5, quien siempre juega la ballena y el carnero, aspiran ganar algo para alimentar a su familia: “¿Qué no me hace falta a mí?”.

Se trata de dinero que llega fácil y enamora a cualquiera. “Son 8 sorteos a partir de las 10 de la mañana, por lo menos en el Lotto Activo (una de muchas ruletas de animalitos). El más largo es de 1 a 4 de la tarde. Es algo sistematizado. El sistema lanza el animalito que puedes buscar por internet (cada ruleta tiene su sitio web y redes sociales)”, explicó una de las trabajadoras de una agencia en Alta Vista, quien aseguró: “La gente tiene su entretenimiento y su plata”.

Pero el dinero veloz entretiene con secuelas que pueden ser trascendentales en el ya complicado panorama venezolano. El sociólogo y profesor de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), Nelson Freites, ve con suma alarma la proliferación de estas agencias que tienen su impulso en la terrible condición económica del país.

¿A qué se aferra el venezolano con esta tendencia?

Las sociedades mineras como la nuestra buscan enriquecimiento de corto plazo a través de la suerte, de los juegos. Una característica del golpe de suerte en la mina. Ante esto se crea la sensación de riqueza y de poder. Pero en estos casos el dinero desaparece tal cual como llega. Esto se agudiza ahora gracias al empobrecimiento acelerado de los últimos años, como lo refleja la encuesta de Condiciones de Vida de la Población (Encovi). La gente, con sus pocos ingresos, es arrasada por la inflación, y tienen dificultades para acceder a alimentos y medicamentos que los ayuden a sobrevivir en corto plazo. El elemento socioeconómico tiene un gravísimo deterioro y los juegos de azar juegan un papel en la supervivencia, lo que hace del golpe de suerte una vía para alcanzar recursos que no se pueden conseguir por otros medios.

Arturo Marcano, padre desempleado, miraba los coloridos papeles pegados en el vidrio de una de las agencias en el centro comercial Mamy en Puerto Ordaz. Pensaba en si jugar o no… Ha jugado unas tres o cuatro veces en circunstancias anteriores. Nunca ha ganado. “La mujer mía me regaña, no le gusta que juegue”. Pero igual se decidió. Sacó su efectivo y se acercó a la taquilla.

La lotería es otra esperanza. Otro pilar inestable del cual ahora los guayaneses se aferran. Y en definitiva los venezolanos cuando quieren resolver, lo logran. Como pasó con el aumento del negocio informal, y el bachaqueo (reventa de productos de la canasta básica y medicinas).

“Uno se pone a ver… esto es más pobreza, mi hermano. Uno juega ¿Y la comida para la casa?”, señaló Marcano quien ahora busca trabajo para subsistir y acomodar su vehículo al que le faltan repuestos. Este martes en la mañana jugó el zorro y el mono. Su suerte, y la de muchos, está echada…



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.