Raúl
Vejar
(Correo del Caroní)
En la agencia de lotería improvisada
frente a la plaza Guillermo Gil de Barrio Guayana, en Puerto Ordaz, empezaron a
llegar los jugadores a primeras horas de la mañana. Un mural con los apellidos
“Rangel” y “Chávez” se llena de maleza, se corroe la pintura, mientras el
descuido toca los bancos y escalones.
Pero el entusiasmo de Petra Rivas, de 61
años, pinta otros matices: jugó y ganó “la ardilla”, el animal que más le
gusta; la recompensa fue de 9 mil bolívares y con ellos fue a comprar pan para
la cena de este martes.
Así se muestra un nuevo auge en las calles
de Guayana. En cada acera, esquina, centro comercial, casa, barrio… los
ciudadanos compran un ticket con el animalito de su preferencia, de 36 que hay
en la lotería, a cualquier hora establecida para el juego. Por cada 100
bolívares que apuestan pueden ganar 3 mil.
A Petra le cuesta estirar lo que le toca
de pensión cada mes. Así que inicia agosto con la lotería de los “animalitos”:
ardilla, ciempiés, cebra, elefante, león... Si pueden o no comprar otros
alimentos como harina de maíz precocida o arroz (rubros que en la calle pueden
pasar los 10 mil bolívares), algunos guayaneses lo resuelven con el nombre de
un animal y con el escaso efectivo que carguen en el bolsillo.La emoción por
los “animalitos” está fundamentada en el desespero de conseguir ingresos extra
que alivien la crisis en las familias.
Así la suerte en tiempos de inflación
parece una nueva aliada. Más aun cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI)
calculó para 2018 una cifra que superará el 2000%. Y en lo que va de 2017 el
incremento de agencias de lotería, donde miles de jugadores se acercan a diario
para apostar sus bolívares a los “animalitos”, se ha disparado agresivamente. Los
ciudadanos lo notan, lo aceptan y aplauden esta arriesgada alternativa para
generar ingresos en un desespero por conseguir dinero en efectivo (que
sorprendentemente también escasea en la ciudad) y llenar las alacenas.
“Yo creo que esto es bueno. Esto
resuelve. Mientras llegan los realitos de la pensioncita. Juego en la mañana,
en la noche, al mediodía… y me ayuda, ve que hoy amaneció el arroz a 10 mil y
según que viene a 20 mil”, explicaba Rivas, quien participa desde hace dos
meses en el juego, mientras recibía su recompensa de 9 mil bolívares en
efectivo por apostar 300.
Arriesgado
rebusque en la fortuna
De esta manera, Petra y otros ciudadanos
se rebuscan con juegos de azar, mientras la inflación aumenta y carece de
cifras actualizadas por el Gobierno. El último registro que proporcionó el
Banco Central de Venezuela (BCV) data de 2015. En este, Ciudad Guayana había
tocado el 212%, por encima de la media nacional que fue de 180,9%, lo que la
hace una de las ciudades más caras de Venezuela.
Entonces la apuesta se vuelve un alivio
fugaz para la señora, también tras la ausencia de la caja de alimentos subsidiados
de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) (maniobra del
Ejecutivo, que usa desde el año pasado como maquinaria política, en un intento
de acabar con la escasez de productos), la que asegura no aparece en su
comunidad desde hace cinco meses.
José López, de Unare, con su dinero en
la mano, frente a esa plaza ignorada y en decadencia, jugó su animalito por 200
bolívares aunque a veces se arriesga y saca mil del bolsillo: “Esto es bueno.
En estos tiempos de crisis esta es una ayuda”. Pero no ganó. El guayacitano
tiene que contar con más de 10 mil bolívares para comprar 1 kilo de arroz. Casi
lo que gana un trabajador con salario mínimo al día, según el último aumento
salarial decretado el 1 de julio por Maduro. Así que este padre se fue a casa
con las manos vacías.
No son solo los planes fallidos del
gobierno de Maduro los que empujan este nuevo modo de sobrevivir. Este año
continúan las malas noticias para la economía y los bolsillos venezolanos. El
FMI en su informe de Perspectivas Políticas Mundiales, expuesto en abril de
2017, alerta sobre las condiciones precarias de la nación: “Venezuela sigue
sumida en una profunda crisis económica; se prevé que el producto se contraerá
7,4% en 2017 y más de 4,1% en 2018, ya que la monetización de los déficits
fiscales, las amplias distorsiones económicas y las graves restricciones a las
importaciones de bienes intermedios alimentan una inflación en rápido aumento”,
refleja el texto.
Pero a pesar de las cifras alarmantes,
este martes la ardilla hizo de las suyas. Ramón Requena, jefe de familia y
jugador desde hace meses, ganó 3 mil bolívares. Pero su botín apenas le alcanza
para comprar dos kilos de sardinas en el mercado de Unare.
“¿Qué más puedo comprar, pues? Si un
kilo de azúcar está en 11 mil bolívares”, se lamentó el señor, cansado de que
todos los días sean de supervivencia. Asegura no haber tenido siempre buenas
experiencias con los animalitos que apuesta: “Yo jugaba más. Ya no tanto, por
ejemplo me ganaba 6 mil. De esos jugaba 3 mil, en la otra jugada usaba los
otros 3 mil y quedaba mamando. Perdía todo”.
Llegadas las 10:00 de la mañana del
martes, en la agencia de lotería Klyd, frente a la Clínica Unare, no había cola
por comida o medicinas, pero sí para jugar el siguiente animalito. Kenia Medina,
encargada del local, con una sonrisa que evidenció su entusiasmo, aseguró que
su negocio ha crecido en menos de un año; e incluso contrató a dos empleadas
para que la ayudaran atender la impresionante cantidad de jugadores que se
acercan todos los días: “¡Es bien bueno que esto genere nuevos empleos!”,
celebraba.
Y en esa agencia, José Ekar se ganó 90
mil bolívares por jugarle 3 mil a la culebra. Y otros como José Blanco, padre
de una niña de 5, quien siempre juega la ballena y el carnero, aspiran ganar
algo para alimentar a su familia: “¿Qué no me hace falta a mí?”.
Se trata de dinero que llega fácil y
enamora a cualquiera. “Son 8 sorteos a partir de las 10 de la mañana, por lo
menos en el Lotto Activo (una de muchas ruletas de animalitos). El más largo es
de 1 a 4 de la tarde. Es algo sistematizado. El sistema lanza el animalito que
puedes buscar por internet (cada ruleta tiene su sitio web y redes sociales)”,
explicó una de las trabajadoras de una agencia en Alta Vista, quien aseguró:
“La gente tiene su entretenimiento y su plata”.
Pero el dinero veloz entretiene con
secuelas que pueden ser trascendentales en el ya complicado panorama
venezolano. El sociólogo y profesor de la Universidad Centroccidental Lisandro
Alvarado (UCLA), Nelson Freites, ve con suma alarma la proliferación de estas
agencias que tienen su impulso en la terrible condición económica del país.
¿A qué se
aferra el venezolano con esta tendencia?
Las sociedades mineras como la nuestra
buscan enriquecimiento de corto plazo a través de la suerte, de los juegos. Una
característica del golpe de suerte en la mina. Ante esto se crea la sensación
de riqueza y de poder. Pero en estos casos el dinero desaparece tal cual como
llega. Esto se agudiza ahora gracias al empobrecimiento acelerado de los
últimos años, como lo refleja la encuesta de Condiciones de Vida de la
Población (Encovi). La gente, con sus pocos ingresos, es arrasada por la
inflación, y tienen dificultades para acceder a alimentos y medicamentos que
los ayuden a sobrevivir en corto plazo. El elemento socioeconómico tiene un
gravísimo deterioro y los juegos de azar juegan un papel en la supervivencia,
lo que hace del golpe de suerte una vía para alcanzar recursos que no se pueden
conseguir por otros medios.
Arturo Marcano, padre desempleado,
miraba los coloridos papeles pegados en el vidrio de una de las agencias en el
centro comercial Mamy en Puerto Ordaz. Pensaba en si jugar o no… Ha jugado unas
tres o cuatro veces en circunstancias anteriores. Nunca ha ganado. “La mujer
mía me regaña, no le gusta que juegue”. Pero igual se decidió. Sacó su efectivo
y se acercó a la taquilla.
La lotería es otra esperanza. Otro pilar
inestable del cual ahora los guayaneses se aferran. Y en definitiva los
venezolanos cuando quieren resolver, lo logran. Como pasó con el aumento del
negocio informal, y el bachaqueo (reventa de productos de la canasta básica y
medicinas).
“Uno se pone a ver… esto es más pobreza,
mi hermano. Uno juega ¿Y la comida para la casa?”, señaló Marcano quien ahora
busca trabajo para subsistir y acomodar su vehículo al que le faltan repuestos.
Este martes en la mañana jugó el zorro y el mono. Su suerte, y la de muchos,
está echada…
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