miércoles, 4 de junio de 2014

España: Un compañero ibérico nos cuenta sobre el movimiento 15M


El Libertario

Debido al interés suscitado en Venezuela por el movimiento del 15M, debido a las movilizaciones recientes en donde algunos veían algunas coincidencias, decidimos hacerle algunas preguntas a Carlos Barranco, miembro del Movimiento de Objeción de Conciencia de Valencia, España, quien participó muy de cerca en esos acontecimientos.

1) ¿Cuáles eran las demandas del 15M? ¿Algunas de ellas se cumplieron?

La convocatoria inicial de las manifestaciones que tuvieron lugar el 15 de mayo de 2011 en diferentes ciudades españolas se había gestado a través de las redes sociales por parte de gente procedente movimientos sociales de nuevo cuño, como "Juventud sin futuro", "V de Vivienda" o los que se oponían a las leyes antidescarga en Internet. Bajo el paraguas de "Democracia Real Ya", convocaron unas manifestaciones al margen de las organizaciones políticas y movimientos sociales tradicionales que desbordaron las previsiones de asistencia más optimistas. Una semana antes de las elecciones municipales y autonómicas de 2011, cientos de miles de personas salieron a las calles de más de 50 ciudades apoyando una convocatoria muy difusa que sobre todo expresaba el rechazo a la subordinación de la vida al poder del dinero y señalaba las vergüenzas de un sistema político rebosante de corrupción y que no merecía el nombre de democracia: "No somos mercancías en manos de políticos y banqueros", o "Lo llaman democracia y no lo es", "No nos representan", "No hay pan para tanto chorizo", eran algunos de los lemas de las manifestaciones.

Las propias manifestaciones fueron desbordadas a su vez por las acampadas que se establecieron en las plazas de hasta 57 ciudades, primero en solidaridad con los detenidos en la manifestación de Madrid y por el intento de desalojo de los que acamparon en la Puerta del Sol la misma noche del 15 de mayo. La participación en las acampadas creció exponencialmente y se convirtieron con el paso de los días en acciones directas noviolentas permanentes y verdaderas comunidades "autónomas". A partir de este momento es cuando empieza a hablarse de "movimiento 15M" (el nombre que se dio a si mismo el propio movimiento) o de los "indignados" (que fue la denominación preferida por los medios).


Cuando los medios y las organizaciones políticas tradicionales constataron que el movimiento "iba en serio", empezó una sutil presión sobre éste para que formulara claramente cuáles eran sus reivindicaciones. Hay que tener en cuenta que solamente habían pasado unos días desde el 15 de mayo y el movimiento era enormemente heterogéneo y formado en una gran parte por personas que nunca antes habían participado en ninguna organización o movimiento, por lo que era imposible formular a esas alturas unas demandas que representaran realmente al movimiento, y además esto podía ser contraproducente y recortar sus potencialidades. El resultado de esta presión fue un decálogo de demandas que incidían en la reforma del sistema electoral que favorecía el bipartidismo para lograr una democracia más participativa, la lucha contra la corrupción, el acceso a una vivienda digna, el control público del sistema financiero, etc. Sin embargo, las acampadas siguieron trabajando en las siguientes semanas en definir realmente qué era el 15M y qué quería.

Hoy, justo tres años después de aquellos días, el movimiento ha sufrido una evolución que le ha llevado primero a levantar las acampadas y descentralizarse en asambleas de barrios y pueblos, para luego prácticamente explotar y dar vida a multitud de colectivos, movimientos (como por ejemplos  las “mareas ciudadanas” contra los recortes en educación, sanidad, etc)  y proyectos diversos autoorganizados y asamblearios (http://autoconsulta.org/mutaciones.php)

Actualmente se podría decir que entre los logros del 15M está en primer lugar que ha alcanzado un apoyo social tan fuerte que prácticamente ha conseguido confundirse con la propia sociedad española, que ha asumido como propios muchos de los puntos de vista del movimiento y sus puntos  reivindicativos fuertes, aunque el aparato político parece estar en plena huida hacia delante, perdiendo día a día cada vez más legitimidad.

Las demandas de mayor democracia puede que estén en vías de materializarse en el plano electoral por la vía de los hechos, porque las próximas elecciones al parlamento europeo son las primeras en la historia española reciente en que el bipartidismo va a sufrir un fuerte descalabro, con ambos partidos de bipartito, Partido Popular (PP) y Partido Socialista Obrero Español (PSOE) perdiendo una enorme cantidad de representación. Pero la mayor aportación democrática del 15M se produjo ya en la plazas durante las acampadas, con la pedagogía enorme que supuso que decenas de miles de personas participaran en procesos asamblearios horizontales, o la popularización de la desobediencia civil como herramienta legítima de radicalización democrática.

Se podría decir que las demandas del 15M fueron el catalizador del afloramiento de cada vez más casos de corrupción política, la evidente pérdida de aceptación de la institución de la monarquía, o el impresionante movimiento de desobediencia civil de la Plataforma de Afectados y Afectadas por las Hipotecas (PAH), que ha puesto contra las cuerdas a los bancos revelando el coste humano de su implicación en la estafa inmobiliaria de los años 2000 en la que cayeron millones de familias.

Otros logros pueden encontrarse aquí (http://wiki.15m.cc/wiki/Lista_de_logros). Todo parece indicar que nuevos cambios más profundos todavía están por llegar.


2) ¿Quiénes eran los que participaban en el 15M? ¿Pudieron vincularse después con otras luchas?

Lo más significativo de la composición del movimiento 15M es que ha desbordado prácticamente todas las redes de la izquierda y los movimientos sociales tradicionales porque ha estado formado sobre todo por personas totalmente ajenas a estos que han usado las redes sociales para constituirse, para organizarse, debatir y convocar con un éxito sorprendente. Esta autoconvocatoria consiguió despertar la suficiente confianza mutua como para que mucha gente que no habría seguido el llamamiento de las organizaciones tradiciones si que diera el paso en este caso no sólo de responder a una convocatoria de manifestación, sino también de vincularse y comprometerse de manera sólida con las siguientes actividades que se lanzaron con la etiqueta “15M”.

Creo que es importante para entender esto el hecho que desde los primeros momentos, el movimiento rechazó ser encajado en las categorías políticas tradicionales, rechazando incluso el definirse como un movimiento de “izquierdas”, aunque en el terreno de los hechos pudiera ser considerado así fácilmente. “El movimiento 15M es un movimiento apartidista” o “No somos ni de izquierdas ni de derechas: somos los abajo y vamos a por los de arriba”, fueron algunos de los lemas utilizados para expresarlo. En la práctica cotidiana de las acampadas, todas las personas que querían participar eran bienvenidas a hacer su aportación y a nadie se le preguntaba sobre sus creencias ideológicas o su filiación política. De hecho la expresión de estas ideas, por ejemplo mediante símbolos, siglas o banderas, no era bien visto en el ámbito de las actividades del 15M, llegando hasta el punto de darse discusiones bastante ásperas al respecto, sobre todo cuando vista la solidez y la amplitud del movimiento, muchas organizaciones políticas y sociales se fueron sumando al movimiento con mejores o peores intenciones, para aportar su experiencia y puntos de vista como unos participantes más, o para intentar “pescar” votos o intentar llevar por el “buen camino” al movimiento.

Gracias a esta falta de una identidad política cerrada, el movimiento pudo conservar una enorme pluralidad interna (pluralidad que no estuvo exenta de conflictos, como el caso de los ataques antifeministas en la acampada de Madrid) que hizo posible que se convirtiera en prácticamente un reflejo de la sociedad española, cosa que sin duda explica las altísimas cotas de apoyo social que recibió desde los primeros momentos, llegando en algunas encuestas hasta cifras cercanas al 80% de simpatías y aceptación de sus propuestas. Esta enorme pluralidad interna también dio lugar a uno de los rasgos más fascinante, que fue su creatividad, reflejada por ejemplo en los lemas dibujados sobre las pancartas hechas a mano: "Pienso luego estorbo", “¿Dónde está la izquierda ? Al fondo a la derecha", "Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir", “Mis sueños no caben en sus urnas”, "No tenemos casa, nos quedamos en la plaza", “No podemos apretarnos el cinturón y bajarnos los pantalones al mismo tiempo”, “¿Por qué manda el mercado, si yo no lo he votado?”, “Me sobra mes a final de sueldo”, “Manos arriba, esto es un contrato”, “Vamos despacio porque vamos lejos”,  como algunos de los más populares.

Entre las luchas ya existentes que el movimiento apoyo o asumió como propias con naturalidad estaban la campaña por el cierre de los Centros de Internamiento de Inmigrantes (CIEs), las campañas de los afectados por la estafa inmobiliaria (que entonces todavía tenían muy poca incidencia social) o el rechazo a las políticas de ajuste estructural impuestas por las instituciones financieras internacionales. De hecho, la siguiente mutación del movimiento, explotando en multitud de asambleas y proyectos diferentes, alimentó decisivamente también a estas campañas


3) ¿Cuáles fueron las principales críticas en contra del 15M?

La irrupción totalmente inesperada del movimiento 15M en el panorama político español, apareciendo casi desde “ninguna parte” con su rechazo de las etiquetas políticas tradicionales y una capacidad de convocatoria desconocida en la historia española reciente, no hizo feliz a todo el mundo aunque parezca mentira. En los primeros días, el contraste entre el volumen y el impacto de la movilización, y la ausencia de una ideología “cerrada” y de organizaciones “reconocibles” detrás de las convocatorias, disparó la imaginación de sectores más conspiracionistas tanto de la extrema derecha como del entorno de los partidos comunistas o del anarquismo. Para la extrema derecha y sus medios, detrás de el 15M estaba la extrema izquierda y todo había sido organizado en la sombra por el ministro del interior del partido socialista, Javier Pérez Rubalcaba para evitar el desastre electoral que se le avecinaba a su partido en las siguientes elecciones municipales y autonómicas. Entre los sectores más conspiracionistas del comunismo y del anarquismo, había diferentes teorías para intentar entender de dónde había salido el 15M y tratar de reducirlo a categorías políticas tradicionales. Para algunos sería un movimiento de laboratorio cocinado por sectores de la nueva derecha nacionalista española  representada por el partido Unión, Progreso y Democracia (UPyD), para otros se trataba de una forma de anarquismo de derechas, de anarcocapitalismo, producto de una supuesta conspiración global imperialista para implantar un “Nuevo Orden Mundial”, inspirado nada menos que por Milton Friedman (http://old.kaosenlared.net/noticia/169379/refundacion-capitalismo-similitudes-entre-movimiento-15-m-anarcocapita).  En todo caso, si no era un directamente un instrumento al servicio de intereses ocultos, se trataría como mucho de una forma de “disidencia controlada”, una válvula de escape para evitar una verdadera revolución en la sociedad española azotada por dificultades económicas crecientes. Como era de esperar, desde estos sectores se repite hoy día una y otra vez que el 15M ha muerto hace mucho tiempo y no ha conseguido cambiar nada.

A mismo tiempo, los medios afines al partido socialista, como el diario El País o la Cadena SER, preferían buscar, identificar y tratar de cooptar a supuestos “líderes” del 15M para que formularan demandas “razonables” y “asumibles”. También trataron de alguna manera de domesticar el movimiento, criminalizando y tildando de “violentas” acciones de desobediencia civil como por ejemplo la acción de bloqueo al Parlament de Catalunya el 19 de junio, cuando se iba a aprobar los presupuestos catalanes, presupuestos que fueron pioneros en implementar las medidas de ajuste estructural que luego se aplicarían a escala estatal.

En general la mayor fuente de críticas contra el movimiento 15M desde la izquierda preexistente fue la incapacidad de algunos sectores de ésta para entender que el 15M no era ni una organización ni un movimiento social al uso, sino más bien un proceso horizontal y descentralizado de concienciación y socialización política masiva, y por lo tanto tenía poco o ningún sentido pedir que formulara unas demandas y unos análisis radicales desde el primer momento. De esta incomprensión vienen sin duda las acusaciones de ser un movimiento “desorganizado” y en peligro de desaparecer “sin conseguir nada”, “manipulable”, o meramente “reformista”, ignorando el enorme potencial pedagógico y de transformación radical detrás de ese proceso asambleario y autoorganizado masivo.

Estas mismas voces también criticaban la opción del 15M por la noviolencia, una característica que formaba parte de la identidad del movimiento desde sus primeros pasos. Según ellos, esta apuesta  convertía al movimiento en contrarrevolucionario, puesto que desviaba a la gente de la verdadera lucha contra el sistema, que tiene que ser violenta. Sin embargo parece claro que el movimiento ha visto como su apoyo social no paraba de crecer gracias a que se ha negado a jugar en el terreno de los enfrentamientos con la policía, terreno al que al Estado le hubiera gustado traer al 15M puesto que es el que mejor domina sin duda y donde habría podido aislarlo y neutralizarlo.

En todo caso, es verdad que esta apuesta del movimiento por la noviolencia se puede afirmar que ha sido superficial y limitada a evitar enfrentamientos con la policía, llegando incluso a criticar en momentos iniciales hasta las acciones de desobediencia civil simplemente por ser ilegales, ya que se ignoraban las dimensiones más profundas de la noviolencia, como por ejemplo la coherencia entre fines y medios, la distinción entre rol social y persona, o el efecto “boomerang” de la represión contra la acción noviolenta. Aunque sí que empezó a hablar rápidamente de la violencia estructural infligida por las políticas económicas, el movimiento no supo o no quiso llevar un paso más allá su identidad noviolenta y demostró cierta miopía a la hora de identificar y cuestionar las instituciones de la violencia como el ejército y la policía, o todo el aparato legal en que se sustentan. Aunque en los primeros momentos mucha gente de 15M sostenía una cierta esperanza naive en que los finalmente los “compañeros” policías se quitaran los cascos y las porras y se unieran al movimiento, con el paso de los meses, éste parece haber afinado su análisis obligado por la tozudez de una realidad cotidiana saturada de brutalidad policial y leyes antiprotesta.

Uno de las mayores debilidades del movimiento sí que puede ser un cierto “adanismo”, la pretensión de venir de la nada (o como máximo ser un contagio de las revueltas populares en los países árabes) y querer inventar lo que ya llevaban practicando movimientos y organizaciones preexistentes, por rechazo o desconocimiento de las realizaciones prácticas de éstas (que a su vez, también hay que decirlo, solían relacionarse con el 15M con una actitud entre la descalificación, el paternalismo y la condescendencia). En general, el movimiento ha tenido muchos problemas en aprovechar las experiencias y las realizaciones prácticas útiles de las personas que ya estaban en marcha cuando emergió el 15M. Por ejemplo, se podría citar la ingenuidad en pretender que sólo con buena voluntad y algo de facilitación se puede garantizar unos mínimos democráticos en el desarrollo de asambleas de varios cientos de personas que acababan a menudo en medio de una inoperancia total, con la consiguiente mala prensa para el asamblearismo. Esto se producía quizás por desconocimiento de la gran cantidad de herramientas de funcionamiento de asambleas, aplicables también a reuniones de gran número de participantes.


Entre las demás críticas al 15M con algo de fundamento se pueden destacar dos. Primero, que el movimiento no consiguió conectar con el mundo del trabajo (o viceversa). Parece que efectivamente, aparte de nutrir con nueva militancia una parte del sindicalismo alternativo, en estos tres años no han aparecido nuevas organizaciones sindicales desde el movimiento. Otra crítica que se ha formulado en ocasiones, ha sido la aparente fe acrítica en las herramientas tecnopolíticas de buena parte del movimiento, llegando incluso a reducir el problema de la construcción de una verdadera democracia directa a una simple cuestión informática de referendos permanentes convocados a través de internet.

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