viernes, 20 de enero de 2017

#DesdeAbajo: “Trump, al igual que Chavéz, es un candidato que tomó control del poder estatal por presentar una alternativa a un sistema bipartidista deslegitimado”


Rodolfo Montes de Oca

Desde abajo, es una serie de entrevistas que busca abordar la inauguración presidencial de Donald Trump en USA bajo una óptica distinta, haciendo énfasis en los movimientos sociales y los grupos de base que no se ven representados en este gobierno. En esta entrega hablamos con Alexander Chaparro, venezolano radicado en Nueva York, editor de la revista superjodido.com y co-organizador de la escuela de arte anticapitalista y gratuita, Sundae School.


Como venezolano… ¿Cómo ves la elección de Donald Trump?, ¿Sientes que es un Chávez americano?

Yo soy mitad gringo, mitad criollo (mi papá es de Judibana y mi mamá de San Diego, California) así que siempre le he seguido la pista a la política estadounidense de cerca, por la pena que acarrea ser asociado con un país cuya política exterior jode a mitad del mundo. Durante la época de Bush había un intenso sentimiento anti-estadounidense alrededor del mundo, especialmente en un país como Venezuela que intentaba concientizar (así sea en discurso) contra el neocolonialismo. Esta “medio-cara-e-gringo” que heredé siempre me ha dado un poco de pena… a la gente le da arrechera a veces. George Bush representó en su momento a todo gringo, blanco, medio que por su ignorancia y prepotencia se caga sobre el resto de la humanidad. Trump sigue el legado, pero es otro tipo de monstruo. Un monstruo del mal asumido. Del racista descubierto. Del llamado “bully”, que ya no esconde su agresión tras moralismos (“batalla cotra el eje del mal”), sino que se enorgullece de ella como muestra de su brutalidad y brío (la filosofía de “siempre gano / I always win”). Creo que ahora la población mundial tiene hasta cierta simpatía con los ciudadanos estadounidenses que tienen que lidiar con Trump a diario y tan de cerca. Pero con la simpatía no se disminuye la pena, y todos saben que aunque esta presidencia de ultraderecha atenta tanto contra la infraestructura de servicios públicos y de justicia social dentro de los EEUU (derecho universal a la salud pública, acceso a educación superior, el sueño de reformar el sistema penitenciario para sacar el interés privado que oprime sistemáticamente a la gente por no ser blanca, apertura a vías de documentación para inmigrantes y defensa de sus derechos civiles), siempre los más afectados de le derecha estadounidense son los que viven fuera de sus fronteras, ahora más con un gobierno ultranacionalista que acentúa el motivo étnico/racista de la expansionismo imperialista (el enemigo no es el radicalismo islámico, sino todos los musulmanes), y que ha puesto a un petrolero expansionista como secretario de la defensa. A los gringos les toca asumir como sus principios ideológicos y sus conflictos sociales irresueltos han creado a este Frankenstein – este monstruo de la supremacía blanca colonial y el egoísmo salvaje capitalista- y les toca la difícil tarea de luchar contra este fascismo institucionalizado de frente y de dentro de los fundamentos de su propio país.

Trump, al igual que Chavéz, es un candidato que tomó control del poder estatal por presentar una alternativa a un sistema bipartidista deslegitimado. Los EEUU también tuvo su puntofijismo, y su siglo XX estuvo marcado por el intercambio de poder pacífico entre un bando y otro; creando un estatus quo político que se volvió tan obsesionado por el teatro de mantenerse en poder que se volvió inútil para hacer más nada sino eso. A mi Trump me preocupa como venezolano porque yo he visto lo vacía y triste que puede ser la formación simbólica de una “nueva república”, de un “nuevo orden político” que mantiene la misma infraestructura de privilegios y exclusiones que supuestamente vienen a desmantelar.

La historia va así: llega el demagogo populista que expone las corrupciones de la red de poder instituida, y propone que él solo por su cuenta puede arrancar un nuevo proyecto de país sobre su personalidad – no le haca falta seguir con ningún legado político. Los partidos viejos se disuelven (ciao Demócratas y Republicanos), estos son remplazados por nuevos partidos pequeños de gente joven (los derechistas racistas del alt-right (la derecha alternativaI) por un lado y los jóvenes de Bernie por el otro), y estos arrancan una batalla feroz por controlar el vacío de poder que dejó el pasado. Todo esto suena emocionante y necesario, pero ya sabemos lo vicioso que puede llegar a ser este ciclo en donde no se desmantela el sistema de dominación y exclusión que está engranado en la democracia representativa. En Venezuela vivimos como la quinta república se convirtió en el reflejo de la cuarta, como las eternas elecciones, referendums, convocatorias, lucha por gobernaciones y congreso, nos dejó con un bipartidismo tan trancado como el anterior, y una red de poder igual de corrupta. Pareciese ser que todos los recursos y los esfuerzos del proceso revolucionario se enfocaron en “controlar el poder” viejo (claro de esto también es culpable la oposición que le montó, desde el principio, una resistencia racista obsesionada en la destitución y la recuperación del poder oligarca tradiciomal) y no en crear un nuevo modelo de democracia directa que haga cada vez más innecesaria a la democracia representativa. En cada instancia de poder que asegura y controla el gobierno en nombre del pueblo, en cada uno de esos rincones se fomenta la corrupción y se estanca el poder.

Lo que me preocupa es que pase lo mismo que en Venezuela, que por fin se desmantele a los adecos y copeyanos de este país, tan sólo para que vuelvan a resurgir, idénticos y más putrefactos diez años después.

Trump prometió “vacilar el pantano” de Washington, romper con el balance de poder que mantiene cerrado al sistema y que no permite la entrada de voces externas ni intereses fuera de la clase dirigente. Pero si vemos su elección de gabinete: banqueros de mega instituciones de Wall Street como Goldman Sachs, billonarios religiosos obsesionados con privatizar los servicios públicos (Betsie DeVos), y el presidentes de una compañia petrolera que han destruido sistemáticamente al medio ambiente global simplemente para avanzar el lucro de su interés privado (Rex Tillerson); podemos ver claramente que el pantano va a seguir igual de espeso y apestoso. Trump, al igual que Chavéz, prometió ser la voz de los que han sido ignorados por el poder estatal, el problema es que al igual que Chavez, no pretende desmanetalar el poder del Estado, que en esencia es corrupto, representativo (alienante), y excluyente.

¿Cuáles fueron las causales que contribuyeron a la elección de Trump?

Como dije antes, logra ser elegido por presentar una alternativa a un sistema bipartidista putrefacto, pero también porque representa una reconfortante seguridad en el pasado. Ahora en los Estados Unidos hay una batalla ideológica fuerte entre dos concepciones políticas del mundo que se oponen; antes era entre la liberal y conservadora, pero las contradicciones internas de cada posición (su tibio reformismo de política representacional que cada vez más enfoca su poder sólo en perpetuarse, y no en acción colectiva) hace que se intensifique el elemento radical de cada bando: ahora, en universidades, espacios de trabajo, en el Internet, el conflicto es entre una nuevo frente joven opuesto al colonialismo del imperio (dispuesto a enfrentar -así sea en discurso- las implicaciones y agresiones que acarrea la supremacía blanca, el colonialismo, el capitalismo y el patriarcado) y una derecha racista (que bueno… es racista, y están comenzando a aceptarlo). A partir del surgir del movimiento de “Black Lives Matter” (Las Vidas Negras Importan), producto de los repetidos incidentes recientes en el que se ha documentado y hecho público el asesinato de estadounidenses negros por abuso policial (por la violencia legítima del Estado), se ha despertado un debate nacional en torno al sistema de opresión de “supremacía blanca” que sigue en pie en el país inclusive después de la supuesta abolición de la esclavitud a finales del siglo XIX y la segregación racial en los 60ta. Documentales como “The 13th” sobre el sistema penitenciario privado en los Estados Unidos, demuestran claramente y sin duda como la estructura de dominación racial nunca fue desmantelada y se ha perpetuado constantemente a través de reformas legales (a la 13ava enmienda constitucional que prohíbe la esclavitud y el trabajo contra voluntad se la agregó la cláusula de “excepto como castigo a un crimen”, lo cual ha sido explotado para crear un sistema legal que encarcela desproporcionadamente a la gente que no es blanca) . Este conocimiento de causa ha obligado a una concientización del joven estadounidense, el llamado personaje “woke” (“el que ha despertado”) que aprende a ser consciente de cómo el sistema colonial sólo acepta un modelo de subjetividad étnica cultural (el blanco occidental), al igual que el patriarcado excluye en torno a un solo tipo de subjetividad de genero (la heteronormatividad) y el capitalismo sólo defiende la libertades que perpetúan la ventaja injusta de una clase sobre otra. Es una concientización de la “política de intersecciones”  (intersectional politics) que demuestra como las injusticias sociales en torno a raza, género y clase siempre han estado entrecruzadas e implicadas entre si.

Hay una cierta línea trazada en la arena, en la que se exige reconocer y rechazar la opresión sistemática ya que se perpetúa al no denunciarla: Ya no es suficiente ser “no-racista” (“yo no soy racista”), hay que ser “anti-racista” (reconocer cómo la supremacía blanca está arraigada sistemáticamente en esta sociedad y rechazar los privilegios que nos hacen cómplices) si se aspira a una verdadera justicia social.

Podrá sonar ilógico, pero Trump gana la presidencia porque representa una posición mucha más “media” que la que representaba Clinton. La senadora de Nueva York representaba el linaje nepotista de poder tradicional, era la primera vez que un mismo apellido apostaba a la presidencia después de los Bush y los Kennedy; pero el empuje a la izquierda que le obligó tomar la campaña de Bernie Sanders la convirtió en un candidato en alianza con esta nueva concientización social que a muchos le cuesta aceptar.

Trump obviamente atrajo a la ultraderecha, a la base cristiana y conservadora (los que apoyan a la supremacía blanca abiertamente); pero ganó porque también atrajo al papá de clase media que todavía es incapaz de admitir que el Estado y la policía es inherentemente racista, aquellos que les parece “muy exagerado” referirse una persona que desafíe las convenciones de genero con un pronombre sin género (lo que los punks hemos hecho por años calcando la @ para hacer que los artículos sean indiferentes al género), aquellos que todavía no están listos para reconocer que el capitalismo es un sistema injusto que reproduce las mismas ventajas y desventajas históricas. Estas posturas son “muy radicales” para un estadounidense medio que todavía se beneficia del sistema de exclusión que le favorece.

Este personaje medio capaz nunca se declare como racista y capitalista, pero tampoco se va a declarar como anti-racista y anti-capitalista (lo que necesitamos en este momento). Trump es el candidato que le permite permanecer en esa ambigüedad nefasta de complicidad silenciosa.

¿Cómo se prepara la comunidad de latina para afrontar un gobierno de claro carácter xenófobo?

Es difícil agrupar a todas las comunidades latinas de los Estados Unidos en un mismo frente político; hay algunas que sufren de los sistemas de exclusión con mayor gravedad y algunos que están más conscientes de los mecanismos de opresión que otros. Ciertos Latinos, muchos en Nueva York – puertorriqueños, dominicanos- son de la segunda o tercera generación de residencia en los Estados Unidos, y su cómodo estatus legal y capaz su asentada posición económica les hace indiferente ante la presión que sienten los latinos indocumentados o con un estatus precario. Conozco muchos latinos, ricos y pobres, que votaron felizmente por Trump, porque representaba” la mano dura que hacía falta”.

Aunque yo creo que toda la comunidad latina tiene que estar clara que no encaja dentro de la concepción de “blanco” que tiene la supremacía blanca que controla a este país. Siento que cada vez más se va a hacer evidente que la exclusión de subjetividades sobre la que se fundamenta este proyecto de derecha, nos va a afectar a todos los que no reflejamos el semblante del opresor. Cada vez se va a hacer más evidente que este “Make America Great Again / Haz America Estupenda De Nuevo”, sólo se refiere a una parte de los Estados Unidos específica que no acepta diversidad ni diferencias internas, y que depende de una jerarquía estable entre una clase y otra, entre una subjetividad específica y todas las demás. el ACLU, (la “Unidad de los Derechos Civiles Americanos”, una organización sin fines de lucro y no-partidaria, que hoy cumple 97 años) ya se ha declarado tajantemente contra las políticas xenofóbicas de Donald Trump (normalmente no se declara contra un candidato de esta manera) y ha arrancado una campaña nacional en la que le piden a la gente que haga una promesa de que defenderán a todos los estadounidenses musulmanes si se llegase a implementar el registro religioso que propone Trump. Me preguntó si el ACLU, o alguna otra organización parecida, hará alguna otra campaña de solidaridad masiva para apoyar a todos los latinos que están amenazados por el plan de deportación masiva que propone Trump, especialmente por ser inmigrantes de países subdesarrollados (hay una gran diferencia entre el inmigrante europeo y el inmigrante marrón).

Ahora hay un peo armado porque Obama estableció un programa llamado DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) que le ofrecía un camino a la ciudadanía a la gente que entró al país de manera ilegal a temprana edad. Millones de inmigrantes “salieron de las sombras” y se registraron este programa gubernamental que les ofrecía permiso de trabajo temporal y la promesa de un trato digno y justo como ciudadano de este país. Pero ahora Trump está amenazando revertir el programa y utilizar la información recolectada para los fines de su plan de deportación. Hay que ver que redes de solidaridad y resistencia civil que se pueden armar para defender contra este engaño del Estado. Los inmigrantes indocumentados trabajan en casi todas las industrias de servicio de este país (los papeles falsos funcionan sin complicaciones para conseguir un trabajo en una cocina, pero no en una oficina), pagan impuestos, pero no se les permiten recolectar beneficios, servicios públicos ni seguridad social. TODO el mundo esta consciente de que esto sucede, todos los restaurantes de lujo a los que atiende Trump  (y de los que es dueño) son operados por esta población desamparada, y todos toleran la injusticia ya que este país acepta sin problema la distinción entre ciudadanos de  primera y segunda categoría.

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