Un lector de El Libertario desde Angostura
En la recta final de este 2016, los ataques contra la población venezolana se propician desde diversos ángulos, particularmente desde centros de servicios sustentados por el Estado venezolano, como es el caso de las concesionarias distribuidoras de gas doméstico, que son abastecidos por PDVSA, empresa propiedad del Estado venezolano, que se presume no va a propiciar escasez de ese combustibles vital en los hogares.
El caso es que en el Edo. Bolívar, el gas domestico es un suplicio de nunca acabar, porque hay comercializadoras que se empeñan en fastidiar a usuarias y usuarios. Nos referimos concretamente en este caso a Tigasco, una empresa que de manera permanente está contra la tranquilidad de su clientela, particularmente en Ciudad Bolívar, donde nos somete al suplicio de la eterna espera por la llegada del camión con el servicio de los cilindros. En el caso de mi familia, nos han tenido hasta tres meses esperando por un pedido realizado con antelación.
En la recta final de este 2016, los ataques contra la población venezolana se propician desde diversos ángulos, particularmente desde centros de servicios sustentados por el Estado venezolano, como es el caso de las concesionarias distribuidoras de gas doméstico, que son abastecidos por PDVSA, empresa propiedad del Estado venezolano, que se presume no va a propiciar escasez de ese combustibles vital en los hogares.
El caso es que en el Edo. Bolívar, el gas domestico es un suplicio de nunca acabar, porque hay comercializadoras que se empeñan en fastidiar a usuarias y usuarios. Nos referimos concretamente en este caso a Tigasco, una empresa que de manera permanente está contra la tranquilidad de su clientela, particularmente en Ciudad Bolívar, donde nos somete al suplicio de la eterna espera por la llegada del camión con el servicio de los cilindros. En el caso de mi familia, nos han tenido hasta tres meses esperando por un pedido realizado con antelación.
Cuando se dignan atender el teléfono disponible para la solicitud del servicio, al otro lado siempre la respuesta es la misma: "en el transcurso de la semana y no sabemos que día ni a que hora, pero espere". Eso implica que alguien debe permanecer en casa por si llega el camión. Esto se ha exacerbado desde que les impusieron algunas restricciones en el robo descarado a los clientes, puesto que el cilindro, regulado en 250 bolívares, lo cobraron por largo tiempo en 700 bolívares y no ha habido organismo que obligue a estos negociantes maulas a devolver el dinero robado al público consumidor, sino que por el contrario se les ha permitido imponernos un castigo, como es esperar un servicio que nunca llega.
Cansados de tanta espera, finalmente tomamos el consejo de la funcionaria de Tigasco, que nos recomendó ir a la planta y llevar los cilindros para cambiarlos. El viernes 9 de diciembre, bien temprano a las seis de la mañana nos fuimos a la famosa planta de llenado en la parroquia Sabanita. Al llegar allí un empleado nos indicó que esperáramos por orden de llegada, pues al terminar de cargar el camión que iba a la calle nos venderían el producto allí a puerta de planta. La sorpresa para los que estábamos en cola, fue cuando una señora a quien identificaron como la subgerente, dijo que si queríamos comprar deberiamos esperar, porque el camión iba a vender en el estadio y una vez concluida la jornada regresaría a atender nuestro requerimiento.
A las 10 de la mañana, se apareció con el camión y ordenó que vendieran primero a los que iban con cilindros grandes, se supone que son dueños de negocios de comida (y sospechamos que habrían pasado por la previa"bajada de la mula"). Reclamamos, argumentando que esa gente estaba llegando en ese momento. La señora prepotente respondió: "No me importa, voy a vender primero a los de cilindros grandes, después a ustedes, por ultimo a los de las bombonas chiquitas, y punto". Para remate otro mandamás de la planta salió y nos espetó: "No protesten, que estamos haciendo una excepción con ustedes, porque como anda la vaina ahora es una suerte conseguir algo". Le respondimos, que no era un favor, sino que es un deber atender al público, a lo que ripostó, que "sí nosotros queremos".
Esa empresa con esos patanes al frente termina siendo la imagen fiel de PDVSA en la actualidad, porque cuando alguien reclama la incompetencia para cumplir el servicio, la respuesta es que se quejen a PDVSA, que es quien no les suministra el gas. Pero esa empresa, si es así cómo se puede llamar a semejante pulperia de rufianes, tiene solo dos camiones y cuatro chóferes, para atender una población de más de medio millon. La pregunta es ¿Cuando la empresa del Estado da esas concesiones, no exige una mínima garantía en la prestación del servicio? ¿Los distribuidores de gas domestico, no son los responsables de la manipulación de los cilindros cargadas, que representan una amenaza al ser manejados por inexpertos, como en el caso de Tigasco, por lo cual sus clientes tienen que arreglárselas para instalarlos en sus residencias? ¿Quien responde por la vida de usuarios y vecinos, si un cilindro de estos explota y provoca una tragedia por ser mal manipulado? ¿Será que PDVSA carga con esa responsabilidad o todo quedará como un caso fortuito donde el culpable es el usuario obligado por la irresponsabilidad de Tigasco y PDVSA a instalar unos cilindros de gas en su casa, sin tener la pericia y experiencia requeridas? ¿Por qué clase de chanchullo se justifica que el Estado venezolano le de una concesión tan delicada y tan jugosas a unos malandrines que no son capaces de invertir para garantizar el servicio? Una última pregunta para concluir: ¿Es operando de ese modo como PDVSA y sus compinches -nacionales y extranjeros- pretenden crear la "Venezuela, potencia gasífera" a la que tanta propaganda han hecho?...
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