miércoles, 23 de noviembre de 2016

El anarquismo en la revolución mexicana



Pier Francesco Zarcone

* El siguiente texto es parte de un ensayo mucho más extenso sobre el tema, que está disponible en http://rupturacolectiva.com/anarquismo-en-la-revolucion-mexicana-asi-es-sobre-la-historia-jamas-contada-por-los-libros.

El 20 de noviembre de 1910 estalló la Revolución contra Díaz, y después de la batalla de Ciudad Juárez vencida por las fuerzas revolucionarias de Pancho Villa y las dimissiones/fuga del dictador el 25 de mayo de 1911, Madero se convirtió en Presidente de la República por las elecciones presidenciales del 1° de octubre.

Por cuánto concierne a los magonistas – aunque la represión USA paralizó la dirección del PLM en destierro – los revolucionarios del PLM fueron protagonistas de la liberación de la Baja California, dirigidos por Ricardo Flores Magón, momentáneamente en libertad en los Estados Unidos. El 29 de enero de 1911, conducidos por José María Leyva y Simón Berthold, guerrilleros del PLM conquistaron la ciudad de Mexcali, contando con una fuerza de solos 18 hombres, que subieron rápidamente a 500, de que acerca de 100 (ejemplo de verdadero internacionalismo revolucionario) fueron norteamericanos wobblies del sindicado Industrial Workers of the World (IWW): entre ellos Frank Little y Joe Hill. Jack London escribió un cartel en favor de estes revolucionarios, en cuyo les se garantizó el apoyo del corazón y el alma de “socialistas, anarquistas, vagabundos, ladrones de pollos, proscritos y ciudadanos indeseables de los Estados Unidos de América “. Las tentativas de las tropas federales de reconquistar Mexcali fracasaron.

Los magonistas, además, consiguieron victorias en otras localidades de Nuevo León, Chihuahua, Sonora, y en el marzo del 1911 Prisciliano Silva del PLM conquistó Guadalupe en el estado de Chihuahua, y en junio Casas Grandes, en la misma región. En el verano, en cambio, Madero mandó sus armados a retomar con la fuerza el control de la Baja California, y los revolucionarios anarquistas del PLM padecieron una dura derrota militar.

Madero vuelto Presidente formó un gobierno burgués que no tuvo alguna intención (ni podía ser de otra manera por la formación de sus miembros) de ir más allá del liberalismo democrático en política. Los magonistas desterrados en los EE.UU. lanzaron un cartel al pueblo mexicano para que abrazara la causa anarquistas, no propusieron a ningún candidato por la Presidencia ni un nuevo tipo de gobierno: sencillamente llamaron a luchar por la emancipación económica de las clases trabajadoras, por la expropiación de las tierras de los latifundistas y por la colectivización de los otros medios de producción industrial y de toda la riqueza social, y a oponerse a la formación de un gobierno como condición indispensable para un sistema de auténtica libertad. Estando claro que las esperanzas suscitadas por Madero quedaban tales, ya en el 1912 estuvieron en lleno desarrollo las revueltas contra el nuevo régimen, de las cuales realmente revolucionaria era aquella conducida por Emiliano Zapata en el Sur, partiendo del Estado de Morelos. El 25 de noviembre 1911 Zapata lanzó el famoso Plan de Ayala, el documento ideológico de la revolución campesina.

Zapata no fue formalmente anarquistao, pero sus objetivos fueron los mismos de los anarquistas, empezando de la bandera de Tierra y Libertad que fue propia de los magonistas en los primero años del siglo, y que Zapata retomó. El acuerdo entre Zapata y los miembros libertarios del PLM estaba por lo tanto en el orden de las cosas, y no constituyó alguno un obstáculo la más amplia prospectiva política de Ricardo Flores Magón con respecto de la de Zapata. Además de las sangrientas represiones en el Sur contra los zapatistas hubieron en el Norte (Chihuahua) aquellas contra Pascual Orozco (que en la época se rebelada sobre posiciones de izquierda), con un papel militar creciente atribuido por Madero al general Victoriano Huerta (su futuro Pinochet), que – sin tener éxito – trató de fusilar a Villa. El 16 de octubre de 1912 en Vera Cruz fue reprimida una tentativa de revuelta conducida por el general Félix Díaz (nieto del ex dictador). Hasta que, en el febrero de 1913, después de una fracasada tentativa de golpe de estado en Ciudad de Méjico, conducida por el general porfirista Mondragón, Huerta (activamente apoyado por el embajador estadounidenses Lane Wilson, atado a los empresarios petrolíferos de su país) aprovechó la ocasión para hacer matar a Madero y tomar el poder. Estos hechos azuzaron una terrible guerra civil (cerca de 800.000 muertos) que vio luchar contra Huerta y el ejército federal varias facciones (que luego lucharán entre sí), conducidas por Pancho Villa en Chihuahua, Emiliano Zapata en Morelos, Venustiano Carranza en el centro y Álvaro Obregón en Sonora.

Hacia el fin del 1914, Ricardo Flores Magón hizo presente en un comunicado a los trabajadores EE.UU. que “Si en la superficie de este terrible conflicto vienen los nombres de Villa, Carranza o alguna otra personalidad que, con base en lo que enseñan las acciones de ellos, no tienen otro objetivo que la toma del poder, la verdad es que estos hombres no son la revolución sino simples líderes militares que tratan de satisfacer los mismos deseos personales a gastos del movimiento popular “. Y proféticamente concluyó que “Si se pisa la revolución económica los trabajadores norteamericanos sufrirán las consecuencias, por una inmigración de trabajadores mejicanos en medida bien mayor de lo que ha ocurrido en los diez o quince años pasados, con una inevitable baja de los sueldos… La riqueza de los magnates irá hacia México, un campo ideal para todos los tipos de aventureros y explotadores; fabricantes de los Estados Unidos se trasladarán a México que se transformará en un territorio ideal para los negocios a causa de los sueldos baratos “.

En la lucha contra Huerta, Venustiano Carranza fue el hombre político de mayor relieve y aparentemente el líder de la coalición. En el 1914 la guerra civil – en la cual las exigencias de la revolución social y agraria de indios y peones se entrelazaron de nuevo con los aspectos politicos/democraticos – asumió un curso negativo para Huerta, que logró huir, y Carranza tomó el poder gracias también al prestigio nacional adquirido con su vigorosa reacción a la temporal ocupación de Vera Cruz (previo bombardeo) de parte de los marines USA el 24 de abril de 1914.

Pero la guerra civil no acabó con la entrada de Carranza en Ciudad de Méjico el 20 agosto de aquel año. Los contrastes políticos y/o personales entre las varias facciones y sus mayores exponentes llevaron a una tentativa de composición por una Convención que se reunió por la primera vez en la capital el 1° de octubre de 1914. Villa y Zapata no participaron ni tampoco enviaron a sus representantes. La Convención se trasladó a Aguascalientes (que estaba fuera de la zona de influencia de Carranza) y por mayoría se manifestó contraria al mantenimiento de Carranza como jefe del ejecutivo provisional, y asignó el encargo al general Eulalio Gutierrez, que confió a Villa el mando del ejército convencionalista. El 24 de noviembre Zapata ordenó a su ejército (que alcanzó el número de unos 25.000 hombres) de marchar sobre Ciudad de México, cosa que hizo Villa también (él habiía aceptado el Plan de Ayala) de acuerdo con Zapata: el 10 de diciembre de 1914 villistas y zapatistas ocuparon la capital. Pronto los contrastes estallaron entre Villa (más que nunca caudillo) y Gutierrez, que huyó de la capital. La situación precipitó en el caos, frustrando la conquista de Ciudad de México a toda ventaja de Carranza, cuyas tropas – conducidas por el óptimo general Obregón – en el 1915 derrotaron a las tropas de Villa en Celaya y luego, definitivamente, en la batalla de Agua Prieta.Villa logró huir de la captura con pocos hombres.

El reconocimiento USA al gobierno de Carranza hizo perder la cabeza a Villa: en el enero del 1916, durante el asalto a un tren en Sonora, Villa hizo matar a 15 técnicos mineros norteamericanos que allí viajaban, y el 9 de marzo é pasó la frontera confín con el estado norteamericano de Nuevo Méjico saqueando la ciudad de Columbus: lo que provocó la intervención en la regiones septentrionale de México de una columna militar USA que – sin embargo – ni siquiera logró verle en los prismáticos. Villa acabó luego por concordar su vuelta a la legalidad, acabando por ser asesinado en el 1923 por algunos sicarios (¿de Obregón?). Después de la derrota de Villa, Carranza convocó una Asamblea Constituyente, naturalmente sin invitar a Zapata: en aquella sede fue votada una nueva Constitución y Carranza elegido Presidente de México. Quien seguía resistiendo – aunque aislado – era Emiliano Zapata, a su vez asesinado en una trampa el 10 de diciembre de 1919.

Carranza, puesto en choque con Obregón será muerto en el 1920 y el 1° diciembre de aquel año su rival subió a la Presidencia. En el 1924 sucederá a Obregón el general Plutarco Elías Calles, cuya rígida política anticlerical llevó el 1° de agosto de 1926 a una reacción del clero católico que suspendió la celebración de funciones religiosas en todo el país. Los católicos pasaron a la revuelta armada (llamada de los cristeros), con atrocidades cometidas por ambas las partes: guerra civil acabó en el 1929 con la derrota de los católicos. En el 1928 Obregón fue reelegido a la Presidencia pero el 17 de julio fue muerto por un estudiante católico. Con su muerte puede declararse convencionalmente cerrado el período revolucionario.

Emiliano Zapata, zapatismo y anarquismo

Muerto Madero y trastornado el PLM, la bandera de Tierra y Libertad quedó en las solas manos de los zapatistas. Las reivindicaciones del Plan de Ayala en términos de radical reforma agraria no fueron vacíos “slogans” políticos para los guerrilleros de Zapata. En la redacción del famoso cartel revolucionario participaron elementos fuertemente radicales como Otilo Montaño, maestro simpatizante del PLM y el grupo femenino libertario Mujeres de Anahuac; y en el curso de la guerra civil entraron en el ejército zapatista anarcosindicalistas como Luís Méndez, Rafael Pérez Taylor, Antonio Soto y Gama, Jan Khna (suizo, sobreviviente de la Comuna de París) y Miguel Mendoza. Este último, además de desarrollar una obra de educación racionalista entre los campesinos del Morelos, fue promovedor de varios ayuntamientos libertarios en los años desde el 1915 hasta el 1917.

Cuando ocupaban un territorio los zapatistas sencillamente expropiaban a los haciendas, y daban no ya la tierra a los individuos uno por uno, sino a las comunidades de aldea en cuánto tales para que, según sus costumbres tradicionales, las pusieran a disposición de sus miembros, con base en el principio de que la tierra debe estar al servicio de la comunidad y no del interés personal individual. Los zapatistas constituían un grupo socialmente homogéneo fuertemente arraigado en las comunidades campesinas del Morelos; lo que era un obvio punto de fuerza en aquel territorio, pero también de debilidad fuera de los confines de aquel Estado, ya que los zapatistas fueron poco propensos a empeñarse a largo lejos de la misma tierra.

Emiliano Zapata, a diferencia de Villa y de Carranza, no fue un caudillo, desarrollando en la estructura de mando de las formaciones zapatistas un sustancial papel de coordinador, indudablemente favorecido por su enorme prestigio que otros habrían usado bien de otra manera. La estructura de mando zapatista fue bastante descentrada, y los comandantes de los varios grupos de guerrilla estaban acostumbrados a efectuar sus acciones en sincronía entre sí, y el básico comunalismo agrario de los zapatistas permitió que no se formaran jerarquías rígidas e institucionalizadas. También las tradicionales estructuras de las comunidades locales obraron de modo que el poder político y social obrase a nivel comunitario y fluyera hacia arriba de lo bajo.

En las zonas controladas por los zapatistas el antagonismo hacia capitalismo y propiedad privada fue muy marcado. El centro de la organización local estuvo en el consejo de aldea, para cuya función la expulsión violenta de los magistrados, de los recaudadores, de los policías, etc. era la premisa indispensable. Las decisiones se formaban en la comunidad, y por ella, no ya recurriendo a una autoridad superior o extraña. Los ideales comunitarios zapatistas fueron formalizados en un documento del 1916 llamado Ley General sobre las Libertades Municipales. El control estatal sobre los consejos de aldea fue naturalmente abolido; los consejos directamente electos por los habitantes; el límite temporal de los cargos fijado en un año, con posibilidad de reelección sólo después del curso de otros dos años; el control de la gestión económica fue prerrogativa de cada habitante. Después de la muerte de Zapata y la recuperación del control sobre el Estado de Morelos, en el diciembre del 1920 el sistema de las autonomías locales fue suprimido de autoridad y los consejos de las municipalidades fueron nombrados por el gobierno del Estado.

Mientras que entre los magonistas y anarquistas de las ciudades, de un lado, y Zapata y los zapatistas, del otro, no hubieron contactos operativos directos, queda todavía abierta la cuestión de la existencia de contactos entre Ricardo Flores Magón y Zapata. En todo caso en el 1912 Zapata, favorable al PLM, avanzó la propuesta de un traslado de Regeneración a Morelos, donde él habría puesto a disposición la Fábrica de San Rafael y los medios necesarios para hacer de ello un periodoco de nivel nacional.

Varios motivos impidieron dar continuidad a la lucha: por las recurrentes detenciones y los problemas de salud, Ricardo Flores Magón no tenía la posibilidad de moverse; él, además, estaba convencido de que el mantenimiento de la sede de la revista en los Estados Unidos habría influido mejor psicológicamente en favor de la acción que ejercía para evitar una intervención armada estadounidense en la Revolución mexicana, también teniendo en cuenta la gran popularidad de que gozaba en aquel país.

Pero Zapata no oyó sólo la influencia de Magón: un influjo directo sobre él fue ejercido por Antonio Díaz Soto y Gama, entusiasta de las ideas de Tolstoj y Kropotkin, anarcosindicalista de la capital, que se unió al ejército zapatista con otros compañeros, volviéndose pronto el ideólogo de ello. No sería en todo exacto caso definir tout court anarquista a Emiliano Zapata y su movimiento, faltando aquella clara orientación sistemática que caracterizará a Makhno o a Durruti, por ejemplo. Sin embargo está el hecho de que las influencias anárquicas fueron las más evidentes y muchas metas fueron comúnes, incluso faltando una identidad global. Además considérese que en el escenario político mexicano sólo los anarquistas podían apoyar el programa zapatista y la radicalidad de medios que ello implicaba. Lo que precisamente explica la presencia de unos anarquistas y militantes del PLM entre los zapatistas. Desgraciadamente las cosas, en términos generales, no fueron en este sentido, como se vería después.


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