sábado, 20 de febrero de 2016

Opinión: Antes que Revocatorio, debate ciudadano



Rafael Iribarren
.-I-.

 Con Revocatorio; más polarización, sin debate. Más candidaturismo más campañas.

Pese a la crisis que vive el país, a la experiencia, histórica, de las parlamentarias y el 6D; al alcance político que han tenido; al desconcierto y la desmoralización que hoy domina a los venezolanos habiendo ganado la AN, sin que suceda casi nada de lo que se esperaba y de la expectativa que se promovió y manipuló. No hay debate. Seguimos sin debate, sobre nada.  
A pesar de la circunstancia de estar viviendo la tercera experiencia en dieciocho años de polarización; las dos del 1998 y del 2002, de habernos sacudido al autoritarismo, para luego regresar a lo mismo o peor; hoy nuevamente derrotado y puesto contra la pared al autoritarismo; las burocracias partidistas oposicionistas y gubernamentales, siguen jugando a continuar y profundizar la polarización. Aunque  la deriva de ese juego es la de una nueva regresión; es que, siga sin haber un cambio real en el país; ni un verdadero impulso hacia él.
Frente a  la respuesta, previsible  del madurismo ante la pérdida de la AN, de desconocerla y anularla; de negar y trancar cualquier dinámica entre los poderes; las burocracias partidistas y candidaturales de la MUD, juegan a empujar al país a más polarización. Ahora promoviendo la revocatoria del mandato de Maduro; luego de la que, lo único seguro es que seguiremos en campaña habrá  más  electoralización y más candidaturización.
Pues, en caso de ser revocado; constitucionalmente, en un lapso determinado, habrían  nuevas elecciones presidenciales; simultáneas o sucesivas con las regionales de gobernadores, este mismo año. Para seguir el próximo 2017 con las locales, municipales; e, inmediatamente casi, con las nuevas presidenciales del 2019. O sea, seguir tres años en cada vez más polarización y partidización. Seguir en campaña continuada, sin debate y sin ni siquiera apuntar a las causas profundas, estructurales, de la crisis. Con la retórica de que la cuestión está en que el gobierno y Maduro son malos, como lo fueron Chávez el suyo; y que sacándolos, con otro gobierno y  otro presidente, esos sí, “buenos”, saldríamos adelante. Y, no solo es que no hay debate ni se promueve; sino, peor, se bloquea y descalifica como supuesta “antipolítica”, toda idea o  intento de plantear y mover la atención hacia la base estructural histórica, bicentenaria  de la crisis.

.-II-.

La crisis actual: 200 años de autoritarismo, 70 de rentismo neto, 60 de partidización.  

La crisis coyuntural que vivimos no  es sino  expresión y resultante de nuestra crisis estructural, histórica. Que hoy tengamos el gobierno de Maduro; no es ni la crisis en sí, ni su causa. Es su efecto. Como Chávez y el chavismo fueron efecto, consecuencias del hueco al que fue empujado el país en las tres últimas décadas del siglo pasado. Aunque por su parte ellos hayan sido  determinantes de su profundización y extrema perversión actuales.
El chavismo y su degradación en madurismo, han sido posibles: y han  podido llevar al país a la crisis total en que estamos; porque, en el marco de nuestra inestructura fundacional como República, en ellos se personificaron las tres perversiones en el ejercicio del Poder, que imbricaron toda nuestra historia; y que esterilizaron toda capacidad social de confrontación al Poder, siempre máximamente concentrado: el autoritarismo, el rentismo y la partidización. 

Luego de doscientos años de autoritarismo; de siete décadas largas, que hoy continúan, de rentismo neto; y de setenta años de  partidización absoluta de los poderes y la política. La estructura de Poder que  llamamos Estado y/o Gobierno; indistintamente porque realmente no se diferencian; es incapaz de asumir y menos responder a ningún problema de fondo de la sociedad venezolana; menos de ralentizar y, ni hacer nada por revertir la inercia de perversión que hoy la domina en todos los planos.  El aparato del poder en Venezuela, está agotado; atrapado en sus exigencias internas de sobrevivencia


La crisis  es política. La crisis económica, sin justificación, es causada políticamente.

Ateniéndonos a  los factores y determinantes económicos propiamente, la crisis económica que  vivimos en Venezuela es inexplicable; no tiene justificación. Como tampoco era explicable, ni tuvo justificación, la crisis en que se metió al país y se mantuvo  desde los años setentas hasta los noventas; y que Chávez continuó y profundizó. Las crisis económicas, actual y anterior, que son la misma, secuenciales, fueron y son políticas. Causal y morfogenéticamente resultaron del manejo discrecional, corrupto y clientelar de la renta petrolera,  para las burocracias partidistas-empresariales-militares puntofijistas primero  y luego chavistas, mantenerse en el Poder.  

Con todo el potencial y la capacidad instalada que tenemos; intelectual, profesional y técnico;, hoy el país está paralizado; sin decisiones ni siquiera ante lo que parece inminente; solo por la pelea “interna” de dos grupúsculos  post-chavistas; ya sin base sociopolítica real; según por la “botella vacía” del “legado y la sucesión de Chávez. En concreto por sobrevivir como sea encastrados en el Poder.

Ante la parálisis en que los post-chavismos tienen al país; las oposiciones pese a tener la mayoría calificada de la AN; sobre los  ocho millones de votos del 6D;  no logran ir más allá del manejo político mediático  de las situaciones, del “run-runeo” y de los “confidenciales”; de esperar a que “pase algo”, a que “alguien haga algo”. Siempre, activando los protagonismos candidaturales; siempre en campaña. Todo ante el país del inmenso 6D; desmovilizado; otra vez regresado al desconcierto; a la impotencia de la dispersión total.   

-III-.

Solo con un nuevo sujeto político; con la ciudadanización de las relaciones de Poder saldremos de la crisis de fondo. 

La crisis nacional, en “causación circular acumulativa” desde hace cuatro décadas, está en su “agujero negro”. No hay institucionalidad, ni Estado; ni Gobierno. No hay ciudadanía, ni “sociedad civil”. Y ninguna de las burocracias protagonistas político-institucionales, gubernamentale y oposicionistas tiene con qué prevalecer; ni capacidad de presión para imponer un acompasamiento en las relaciones entre el Gobierno y el Parlamento Mientras la sociedad, dispersa y sin capacidad de contrapoder; está vuelta a desmovilizar, atenida solo a la TV y el Twiter, La perspectiva  hoy a  solo dos meses del 6D, es la de  continuar en la acumulación de deterioro y perversión en que estamos. 

Mientras los factores y protagonistas políticos actuales sean los únicos determinantes de la dinámica política; gobierno-PSUV, instalado en el poder fáctico;  frente a la  oposición-MUD en el Parlamento;  la crisis nacional no  tiene tangencia; más bien tiende a estabilizarse y a hacerse endémica. Cuando, como parece ser; hoy ya no son previsibles las convencionales salidas de facto, no-constitucionales; civiles y militares; ni chavistas ni no-chavistas. 
La posibilidad de alguna ralentización  inmediata de aspectos de la crisis; de la escasez en concreto; depende de que sectores del madurismo que “gobierna”;“pragmáticos”; hasta por razones de sobrevivencia, y  buscando alguna gobernabilidad; logren algunos consensos inmediatos circunscritos; básicamente sobre lo económico con los privados y la oposición. Lo que, aparte lo  racional y deseable que sería, sin embargo resultaría una acción de emergencia, de alcance circunscrito e inmediato. 

Los aspectos estructurales e históricos concretos de nuestra crisis profunda, seguirían  planteados. Mientras no se active otro sujeto político, diferente  a los dos bloques burocráticos bipartidizantes, hoy chavista y mudista; mientras no se ciudadanice la relación entre la sociedad y el Poder; el autoritarismo, el rentismo y el partidismo, con cualquier variante de gobierno seguirán determinando su ejercicio; la política y la vida nacionales. Mientras no haya en Venezuela un contrapoder ciudadano, el ejercicio de la soberanía ciudadana frente al Poder; aun en el siglo XXI  de la Sonda “Rossetta”, de nuestra visita a Plutón y de las “Ondas Gravitacionales”; seguiremos en nuestra crisis estructural bicentenaria e histórica-secular; siempre regresando. 
  
El primer punto de una Agenda Ciudadana es el debate sobre si se va a lo de fondo de la crisis, con la  constituyente; o se va a lo inmediato circunstancial con el revocatorio.

En la crisis y su profundización; el desgobierno prolongado y sin señales de cambio; ante la forma como el madurismo ha asumido el impacto del 6D y la pérdida absoluta de la AN; en las oposiciones se promueven varias fórmulas para sacar a Maduro. La de una Constituyente, por una parte; y las de la renuncia y el revocatorio, y una enmienda constitucional, por la otra. Estas dos últimas, no incompatibles; y cuyo sentido lo abarcaría, la constituyente; tienen en común, lo inmediato y puntual. Que se refieren a un aspecto concreto de la crisis; a Maduro como su factor activo presente; son implementables como estrategia concreta desde la oposición. La de la renuncia  no es sino el tema de un manejo político mediático, de campaña; obviamente, su renuncia él la decidiría. La idea de convocar  una constituyente; propiamente un Proceso Ciudadano Constituyente;  es la que va al fondo de la crisis estructural e histórica y a responder, aunque, a su ritmo y tiempo; abarcando obviamente los aspectos a los que se refieren las de un revocatorio y una enmienda.  
Un Proceso Ciudadano Constituyente, es para un debate abierto, nacional; profundo  histórico; más allá de lo circunstancial coyuntural; sobre la totalidad de la sociedad nacional en una perspectiva de mediano y largo plazo. El revocatorio la enmienda y la reforma constitucional se concretan en la circunstancia que es Maduro. Y, este, específica y precisamente, es el primer punto de la agenda ciudadana para el debate necesario sobre como acometer la crisis; sobre cómo arrancar en este momento. Si yendo a lo inmediato; tras un efecto concreto, inmediato. O yendo de una vez al fondo, a lo raigal de la vida, de la historia y la crisis nacional; en el horizonte del mediano y largo plazo. No de salir de un gobierno malo; de uno más entre varios;  sino del cambio de las relaciones bicentenarias de Poder  

Si  todo se redujera a resolver la cuestión de un gobierno malo y un presidente incapaz; y, además, un supuesto negado, estuviera  garantizado que los mecanismos procedimientos y lapsos, el CNE, y demás; operarán eficiente e institucionalmente; sobre todo, institucionalmente. Entonces, sobre esa garantía de tales condiciones, procedimental y técnico-jurídicamente, aparte lo socio-político, otro tema; puede reconocersele una  lógica al darle prioridad a intentar revocar  a Maduro.  

Pero si la crisis es estructural, de fondo; como sostengo; y como nadie seriamente niega; entonces la prioridad no es cambiar el gobierno inmediatamente. Si se trata del problema del Poder; dse su estructura concreta; del presidencialismo, de eliminar la reelección y reducir el período presidencial; de la desistitucionalización y carencia de autonomía de los poderes, de impedir su partidización; de la reforma integral del sistema electoral. De desmontar el andamiaje de leyes armado durante diez años para legitimar el autoritarismo chavista, etcétera. En fin; si se trata de que no hay aspecto de la Constitución ni de la estructura político-institucional que no tenga que  revisarse y redefinirse. Entonces, si se trata de todo eso y no solo de destrancar la crisis; lo primero que toca es ir a una constituyente; un proceso constituyente.

Revocar a Maduro no puede ser cosa de una campaña electoral; de una mayoría.

La burocracias partidistas de oposición, se plantean  empujar al país en esa nueva jornada de polarización; con el argumento, solo discutiblemente aceptable; de que salir de la crisis supone sacar a Maduro. Calculando, que el rechazo nacional del 6D, es un capital político suyo, de la MUD;  a su disposición; y que, sin más, con un “clik” volvería a activarse  para un revocatorio. Un cálculo, tan discutible y cuestionable; tan aventurado e inconsistente;  como el que hicieron las cúpulas de oposición de entonces para improvisada, irresponsablemente, lanzar el paro-golpe petrolero en diciembre del 2002.

Revocar o no a Maduro; no es una simple cuestión y tema de una campaña por el “sí” contra una  por el “no”; de otra polarización, luego de la que salga, o quede; porque, a favor votaran, los 8 millones del 6D; o más;  en contra, los mismos 5 millones de entonces; o al revés. Rematando  una campaña mediática de manipulación polarizante; multimillonaria, financiada por los peores factores de Poder; en que se tupa la percepción y la voluntad de la gente hasta encallejonarla y constreñirla a poner casi automáticamente una  equis en una u otra  casilla. 

Revocar a Maduro; en última instancia, al que fuera que estuviera en Miraflores; no es  cuestión de que se logre armar una mayoría por el si”; a  pesar de lo en blanco y negro como se presenta la coyuntura. Haciendo de “abogado del Diablo”; vale preguntarse, cuántos presidentes de los que tuvimos desde 1958; si Caldera o Lusinchi, digamos hubieran sobrevivido a un revocatorio a mitad de período. CAP no  hubiera sobrevivido. Lo sacó fue  la perversión de las cúpulas puntofijistas; no por el “Caracazo” ni por lo antipopular que fue su gobierno: sino por ponerle la mano al Poder. 

El revocatorio a Maduro  puede resultar en lo que el  paro.golpe  petrolero del 2002-2003.

El cuadro político actual es igual al del 2002. Entonces, en abril,  los más amplios sectores  medios del país se movilizaron masiva y espontáneamente; y sin oposición, ni popular ni militar, hicieron que Chávez saliera del Poder, que renunciara.  A las setenta y dos horas, lo regresaron. Se sabe cómo fue todo; me ahorro el cuentos. Ocho meses después, las cúpulas y burocracias partidistas-empresariales puntofijistas, montaron un paro petrolero; este sí un intento de golpe;. Y sin apoyo ni participación concreta de la gente,  ni de los trabajadores petroleros; a espaldas del país.  Un mal cálculo; según, era “un tiro al piso” sacar a Chávez. Las secuelas de aquella acción voluntariosa, irresponsable, todavía duran. Tanto que el chavismo como tal, como movimiento con verdaderas bases sociopolíticas, inexistente hasta entonces, se inició fue a raíz, ni siquiera  de la derrota,  sino del fracaso “anunciado” de ese paro; con los prolegómenos y el propio RR de agosto de 2004. Tanto que sin lugar a dudas, los doce años de chavismo-madurismo no habrían sido  tan relancinos,  tan rueda-libre como  lo fueron, sin el paro-golpe petrolero empresarial-partidista del 2002-2003. Puede pensarse que Maduro no estuviera en Miraflores si ese paro-golpe petrolero no hubiera sido lo que fue.

El tsunami humano que fue el 11A del 2002, se repitió dimensionado el 6D del 2016. El inmenso rio crecido antiautoritario de entonces, hasta ese momento, sin precedentes, se sumió por el sanjón que fue el paro-golpe petrolero de diciembre y enero.  El país, la gente, no debemos prestarnos a que  las burocracias partidistas empresariales de hoy, repitan aquello. Que sobre un cálculo tan alegre e irresponsable como aquel;  sin un verdadero y suficiente debate nacional; lancen los diez millones del 6D al sanjón en que puede resultar un revocatorio a Maduro. Un revocatorio en relación al cual, nada, ni en sí ni en nó; ni al antes ni al después; es preciso ni consistente, ni está claro ni ha sido debatido nacionamente, ni hay consenso.  

Polarizar para “revocar y después vemos”, nó. Despolarizados, debatamos y luego, en tal caso, revocamos.

La profundidad y complejidad de la crisis nacional no admite el reduccionismo polarizante del “si” o “no”; que es la estrategia de los factores de Poder. Exige un debate tan de fondo y complejo como es nuestra realidad; tanto como nunca lo ha habido. Un debate constituyente, un proceso constituyente, abierto, ciudadano; ni partidizado ni electoralizado; despolarizado; luego del cual se vaya a una Constituyente, “Originaria” integrada por los voceros de la gente; no de los partidos ni los factores de Poder.  
El debate es la verdadera  emergencia. Es  la ruta hacia salir realmente de la crisis mediante la activación de los ciudadanos como un nuevo sujeto político. Es la prioridad; por encima y antes de sacar a Maduro Una enmienda, la renuncia, el revocatorio; pese a lo obvio deseable que para muchos es; a que coyunturalmente una mayoría, quizás, apoye; no garantiza resolver nada. Quizás hasta haya   algún consenso importante  en que salga. Pero no  hay, no mayoría ni consenso; ni siquiera atisbos; sobre qué hacer y debe suceder después.  Y éste es exactamente el nudo del asunto. Qué debe suceder y qué hacer, cómo y quién; después de que, en tal caso salga Maduro. Este es el primer punto de la agenda hoy de los venezolanos: ¿qué vendría después?.  Al revés de la banaildad con que  manipula el tema; de que, según,   toca revocar y “después vemos”; de que según, “nada puede ser peor”. Y “después vemos” como dijimos en 1998 y en el 2002. Todo lo contrario; veamos, debatamos, qué se haría después; y cómo y con quién; y luego, en tal caso, revoquemos.

.-IV-.

Las condiciones y determinantes coyunturales para el debate nacional ciudadano, constituyente, que toca.

En función de concretar las consideraciones que se hacen de la crisis, cuando se caracteriza de estructural, de fondo; discernimos  sus aspectos estructurantes

.- Está en crisis  la versión puntofijista de la Democracia Liberal-Burguesa; tras 58 años de implantación y 8 gestiones puntofijistas.chavistas.

.- Hay  un desfase total, histórico, creciente, entre la esfera de lo político-institucional y la dimensión  socio-político de la sociedad venezolana.

.- Hoy luego del puntofijismo y el chavismo, en la sociedad nacional se identifican dos subjetividades globalizadas claramente diferenciadas.

.- Se venía haciendo insuficiente el rentismo; la caída del precio del petróleo lo cancela definitivamente.

.- Luego del 6D, la estabilización del pulso entre el gobierno, con el poder fáctico, la ilegitimidad armada; y la AN, la legitimidad desarmada; expresa el carácter endémico del autoritarismo, el presidencialismo y la partidización sustanciales de la estructura del Poder en Venezuela.

.-   La cuestión de fondo, estructural. Un enfoque para el debate ciudadano.

.- Con el presidencialismo  se da una extrema concentración y centralización  del Poder. .

.-No hay Estado en Venezuela. Ni gobierno. Hoy un aparato burocrático que concentra el poder fáctico y lo maneja discrecionalmente.

.- Siempre ha habido la partidización general y la carencia absoluta  de autonomía de los poderes públicos.

.. Nunca ha habido institucionalidad. El país hoy está absolutamente desinstitucionalizado.

.- No hay ciudadanía; no hay “sociedad civil” No se reconoce ni ejerce la soberanía ciudadana consagrada en la Constitución. No hay contrapoder en la sociedad Venezolana. Los venezolanos carecen absolutamente de capacidad para confrontar el Poder.

.- La renta petrolera siempre ha sido manejada discrecionalmente por los factores de poder

.- Una propuesta de temática concreta para el debate ciudadano, constituyente.

.- Eliminación de la reelección presidencial y revisión del período de ejercicio 

.- Elección directa de un Vicepresidente.

.- Elección directa de todos los poderes.

.- Federalización de todos los poderes y la administración gubernamental. 

.- Reforma y regionalización del Sistema Electoral.

.- Profesionalización y desmilitarización de la Administración Pública.

.-  Implantación de un sistema Nacional de Planificación y Autogestión urbano-.ambiental

.- Municipalización y mancomunidad de la gestión local.

 Caracas febrero 2016
RI/ mls