jueves, 30 de julio de 2020

Debate (A): El horizonte anarquista en el ahora-tiempo


Hugo M. Sandoval



“La pregunta por la actualidad de algo pone siempre en relación a un pasado con un presente, esto es, relaciona posibilidades de hoy con la memoria de un ayer. En la pregunta por la actualidad del anarquismo, la memoria del “anarquismo” que está en juego es un saber social y político, constituido por una diversidad de prácticas sociales que han surgido en la historia como respuesta a determinados problemas: la opresión social e individual, la violencia política y religiosa, la guerra, la explotación, el desempleo, la miseria, la masificación de los sujetos, etc. Las posibilidades de hoy, por su parte, se refieren a una multiplicidad de iniciativas, movimientos y experiencias sociales y culturales que han venido surgiendo en las sociedades contemporáneas.”

                                                       - Alfredo Gómez Muller



“Por anarquismo crítico un anarquismo que, sin ser escéptico, no se contente con las verdades adquiridas, con las fórmulas simplistas.”

                                                                                              - Camilo Berneri



“La historia de todos los pueblos es la historia de sus posibilidades existenciales, y la reaparición esporádica de la cuestión del anarquismo —es decir, de la pregunta por el poder jerárquico— significa, quizás, que la posibilidad radical sigue abierta, y que a través de ella retorna lo reprimido en el orden de la política.”

                                       - Christian Ferrer



La emergencia del anarquismo en la actualidad, está en la irrupción multiforme de formas de hacer política y de organización, así como de posicionamientos ético-políticos afines o situados dentro del horizonte libertario en una pluralidad de movimientos anticapitalistas. La presencia de los posicionamientos y de la elucidación crítica y cuestionadora, que históricamente se le ha atribuido al anarquismo, en el  antagonismo social del tiempo del ahora, pone en crisis las certezas desde las que se afianzaba el propio movimiento y el pensamiento anarquista entre la década de 1870 y buena parte del siglo XX.



El anarquismo ha adquirido un papel protagonista en las luchas y resistencias contra el capitalismo del presente; y ese protagonismo, en tanto proceso de actualización e innovación que ha implicado el tener que recrear su hacer y su pensar desde la cotidianidad del conflicto social, ha supuesto también que se trastoquen y pongan en duda parte de las certidumbres que en cierto momento se consideraron válidas. Se han incorporado nuevos saberes y prácticas, pero también, se han reafirmado  y fortalecido posturas ético-políticas, formas de organización y cuestionamientos que han sido instituyentes del anarquismo desde sus orígenes. [57]



En la actualidad, se han generado debates en torno a cómo pensar el horizonte ético-político libertario. En gran parte de las iniciativas libertarias existen discusiones sobre cómo  y desde dónde desplegar formas de hacer política en una perspectiva anarquista. Cabe destacar por lo menos tres posturas relevantes en los debates dentro del movimiento anarquista; en la primera se encuentran los que reproducen, consciente o inconscientemente, las mismas formas organizativas, discursivas y de hacer política que caracterizaron al anarquismo desde sus primeras décadas de existencia; [58]  en la segunda, están los que, ya sea por una política de alianzas o por un intento de reinterpretar a autores como Mijail Bakunin y seguir la tradición del plataformismo, [59] plantean formas de organización que exigen una sólo línea política, asimismo, se proponen construir poder popular “insertándose” en los movimientos y resisten-cias; [60] y la tercera, quizás la más grande y la que se extiende por todo el mundo, son los tal vez miles de colectivos que con una sensibilidad libertaria o tratando de vivir explícitamente desde el horizonte ético-político anarquista de la autogestión, la acción directa y la afinidad, despliegan una gran variedad de iniciativas —centro sociales, ocupas, actividades contraculturales, cooperativas, medios independientes— a la par que se encuentran y disuelven, en el día a día, en las experiencias de lucha y resistencia con otros colectivos, comunidades, barrios  y organizaciones, bajo los principios de la horizontalidad y el apoyo mutuo. [61]



Pensar la emergencia del anarquismo conlleva reconocer las actualizaciones y los cambios, la irrupción del anarquismo representa una ruptura de la repetición, “se puede decir que existe un surgir de, pero no una continuidad, porque la continuidad es continuidad de una estructura temporal. El surgir se propone algo nuevo, un salto, que es un cambio de la estructura de la temporalidad” (Tischler, 2009: 79). Además, el surgir del anarquismo a partir de 1968 particularmente en Europa y en 1990 en Latinoamérica, ha sacado al horizonte libertario del olvido producto del desprecio que se “silencio en cuestión, que no era otra cosa que el silencio del olvido, era silenciamiento, esto es, política del olvido” (Gómez Muller, 2009: 9).



El ocultamiento de las prácticas libertarias y sus posicionamientos no es casualidad, pues sus nociones, la irreductibilidad ética que mostró el movimiento en cada momento de lucha, increpa, descubre que parte de los discursos que se presentan como radicales, revolucionarios y contestatarios “en realidad no son más que liberales: están interesados en el ensanchamiento de las libertades individuales y en la consecución de la justicia social” (Graeber, 2002: 139). Mientras que en el mejor de los casos, se le ubica como “el pariente pobre del marxismo, teóricamente un poco cojo pero compensando ideológicamente, quizás, con pasión y sinceridad” (Graeber y Grubacic, 2012).



Romper con el silenciamiento político, sacar del olvido al horizonte y a las prácticas libertarias, necesita de una mirada a contrapelo del antagonismo social. Una historia a contrapelo del anarquismo no es tratar de descubrir sus grandes hazañas del pasado, no es hacer biografía de los militantes más entregados a la causa libertaria, no es un esfuerzo por encontrar en el pensamiento anarquista de la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, las respuestas para enfrentar la dominación y la explotación en el presente. Una historia a contrapelo del anarquismo es fijar la mirada en lo que está siendo hoy el horizonte libertario y a partir de esa imagen crear una constelación con las experiencias, sujetos e ideas del pasado; labor centrada en darle vitalidad, actualidad y movimiento a los tiempos vividos de lucha e insubordinación, al convertir estos momentos de ruptura y conflicto en astillas que se incrusten en la memoria rebelde de los movimientos anticapitalistas del tiempo del ahora, en sus formas de hacer política y en sus proyectos de creación de mundos otros.



Así, lo que irrumpe en el hoy, en el hacer pensante de las colectividades en ruptura, no es lo que dijo Bakunin o Malatesta, no es la tradición organizativa que instituyó el anarquismo mediante el sindicalismo revolucionario y el anarcosindicalismo, no es el intento de imitar los procesos insurreccionales y revolucionarios que se desplegaron con una perspectiva anarquista en distintos momentos de la historia. Aquello que hoy irrumpe del anarquismo es parte de sus nociones-prácticas, resignificadas y situadas de acuerdo al contexto de conflicto de cada sujeto social. En las colectividades en ruptura ha adquirido centralidad la congruencia entre medios y fines, algo sobre lo que el movimiento anarquista siempre se ha mantenido irreductible; en lo organizativo se ha contrapuesto la afinidad, la confianza y la solidaridad a las formas instrumentales y verticales, como señala John Holloway, la amistad o el compañerismo “es un concepto con profundas y poderosas raíces en toda la tradición comunista, socialista, anarquista y anticapitalista: un concepto crucial, aunque frecuentemente se ha subordinado u olvidado” (Holloway, 2011: 47); al mismo tiempo, dichas colectividades están recurriendo a la acción directa y a proyectos basados en la perspectiva de la autogestión de la vida, como cuestionamiento de la representación y la heteronomía.



Los saberes que aporta el anarquismo, a partir de sus historias y del trabajo reflexivo de los militantes, [62] es una crítica  radical a la dominación, los cuestionamientos que desarrolla contra el capitalismo y el Estado, contra la explotación, la democracia representativa, la idea de Patria, el patriarcado y la crítica de los modos de vida parten de la negación de la división social entre unos que mandan y otros que obedecen; desde la crítica de la dominación se pone en duda toda forma extra-social, cualquier sujeto, cosa o idea que se ponga por encima de la sociedad, además, se trata de “auscultar —y eventualmente tensar— el malestar de una época” (Ferrer, 2006: 11-12), se pretende una lucha “en el interior de la totalidad de las relaciones constitutivas” (Colson, 2003: 33).



La impugnación de la dominación se acompaña de una serie de nociones-prácticas que sobre todo están dirigidas a tras-tocar e increpar la vida cotidiana, son nociones-prácticas que constituyen formas de hacer política y de organización, que configuran relaciones sociales y significaciones no-estatales y no capitalistas; son nociones-prácticas porque al mismo tiempo se instituyen como un hacer y un pensar, simultáneamente son una ruptura de la dominación y una “política prefigurativa (es decir, modos de organización que conscientemente se asemejan al mundo que queremos crear” (Graeber y Grubacic, 2012).



En términos generales, podemos entender que para el movimiento anarquista la crítica de la dominación expresa “la negación central de la filosofía anarquista […] y por tanto la afirmación central de su valor fundante: la libertad” (Bertolo, 2005: 96). De ello podemos inferir que el horizonte libertario abarca la “rebeldía visceral […] rechazo de la democracia burguesa (representativa) […] una concepción de la historia diferente […] la indisociabilidad entre individualismo y solidaridad […] federalismo y autogestión […] educación integral […] revolución integral […] ética vitalista sin sanciones […] coherencia entre los medios y los fines” (D´Auria, 2007: 13).



Para pensar el horizonte ético-político anarquista desde los que está siendo en el tiempo del ahora, hay que partir de que “no es un sistema ideológico cerrado y bien delimitado,  sino un conjunto abierto y en permanente cambio de ideas y, sobre todo, de prácticas cuyo objeto es erradicar o limitar al máximo posible las relaciones de dominación” (Roca Martínez, 2008: 11). Aunque exista el supuesto riesgo señalado por Aníbal D´Auria, de que el anarquismo pueda “desdibujarse como un collage de ideas inconexas” (D´Auria, 2007: 11), es pertinente reconocer que si históricamente ha significado “más una forma de ser que un discurso teórico, que consistía en unas vivencias y en un compromiso existencial y ético más que en una doctrina sabiamente construida” (Ibáñez, 2006: 176), con más razón es útil la noción de collage para crear una imagen del horizonte libertario del ahora-tiempo.



Pues ahora el movimiento libertario es un rizoma de colectivos, militantes e iniciativas dispersas por todo el mundo, que se encuentran en una relación de afinidad y complementariedad con otro rizoma de colectivos, barrios y comunidades en lucha, organizaciones y proyectos que no se nombran anarquistas pero que también se sitúan desde el anticapitalismo y la autonomía como proyecto,

         «se puede en efecto observar hoy en día el desarrollo de una serie de movimientos, asociaciones y comportamientos individuales que, sin referirse necesariamente a la etiqueta o identidad anarquista, promueven a nivel mundial una nueva crítica del capitalismo y de las formas centralistas, verticales y burocráticas de ejercicio de la política» (Gómez Muller, 2009: 15).



Esto fuerza a ver que para

         «pensar en el movimiento libertario hoy significa también esos colectivos como parte integrante de ese movimiento y el sólo substancial en la composición y en la características del movimiento libertario actual» (Ibáñez, 2006: 173).



Cuestión que hace visible que el horizonte libertario del tiempo actual está incorporando saberes y experiencias que las colectividades han creado en el presente desde sus instantes de lucha; por ejemplo, se están integrando las “ideas y prácticas aprendidas de los aliados indígenas a sus modos de organización o comunidades alternativas” (Graeber y Grubacic, 2012).



Una primera aproximación al horizonte libertario actual es que las pretensiones no están en construir una Gran Teoría, sino en elucidar cualidades “para confrontar los problemas reales e inmediatos que emergen de todo proyecto de transformación” (Graeber, 2011: 15). Se trata de un hacer instituyente cualitativo [63] que va hacia la creación de una subjetividad radical, hacia la “construcción voluntaria de nuevas subjetividades” (Colson, 2003: 30), ya que “una característica histórica del anarquismo ha sido su preocupación por la cuestión de los modos de vida y, a través de esta cuestión, por el problema de las condiciones de constitución de una subjetividad libre y plena” (Gómez Muller, 2009: 21).



El compromiso ético-político del movimiento anarquista con la germinación de una subjetividad otra, nos esclarece que “el ideal libertario es el único que no pretende obligar a nadie a aceptar sus presupuestos, es el único que no pretende, para alcanzar tal o cual objetivo, incluir [a] los individuos en su seno, recurriendo a la fuerza si es necesario” (Ibáñez, 2006: 11); un mundo no-capitalista y no-estatal, la anarquía en palabras de Eduardo Colombo (2006: 36) “será posible solamente si los hombres la desean, y ponen en acción una voluntad revolucionaria”. La postura ético-política libertaria exigen ante todo congruencia entre fines y medios; una sociedad libre y autónoma no se puede imponer.



Notas:



[57] Como la pertinencia de la acción directa, la horizontalidad y la afinidad,  junto con la crítica de la representación, la jerarquía y la coerción para des-plegar formas de autogestión de la vida.



[58] Son experiencias que siguen apostando por hacer una calca de las formas clásicas de organización anarquistas, como los sindicatos, las federaciones de síntesis y los ateneos, que repiten las mismas ideas que se produjeron a principios del siglo XX. Reproducen las mismas frases y planteamientos, hablan de una realidad que pareciera ser la de 1910 o la de 1880. No obstante el aislamiento o el anacronismo que viven buena parte de estas organizaciones  y militantes no ven la necesidad de transformar o poner en duda ciertos postulados del anarquismo clásico, pues consideran que atenta contra la pureza del anarquismo.



[59] Esta corriente nace del llamado que hace el colectivo de rusos en el exilio llamado Dielo Truda, quienes a partir de la experiencia que viven durante la Revolución Rusa de 1917, reflexionan sobre las implicaciones de las estrategias de lucha y organización anarquista. Incorporando ciertos aspectos del leninismo, como la necesidad de que exista una sólo línea política en las organizaciones anarquistas y la visión del pueblo y los trabajadores como masas que necesitan una organización que traiga desde fuera la consciencia  y la cuestión de la acumulación de fuerzas, de esta forma se proponen dar un giro al movimiento anarquista.



[60] En la actualidad, las organizaciones que se dicen continuadoras de esta tradición se posicionan, como bien lo observa Luis Armando Larrevuelta (2012), desde el falso planteamiento de la inserción en los movimientos, los barrios  y comunidades en resistencia, pues se miran a sí mismos como militantes que están más allá de los social, que pueden ver lo que el pueblo no ve, y por tanto, como sujetos sociales capaces de dirigir el antagonismo social en beneficio del anarquismo llegando a hablar incluso de absurdos dentro del anarquismo como el partido anarquista, el centralismo democrático y la dictadura del proletariado.



[61] En estas experiencias y con estos militantes podemos encontrar las tentativas más importantes de resignificación, actualización y de recreación de las formas de hacer política libertarias, de cuestionamiento y crítica de la dominación actual, desde donde elucidan el horizonte ético-político anarquista. Su hacer pensante se inspira y se encuentra en una afinidad electiva con tradiciones de lucha y reflexiones críticas como la situacionista, el zapatismo del EZLN, los saberes e historias anti-coloniales de los pueblos indígenas, el feminismo radical y anticapitalista y el temperamento anti-autoritario de los jóvenes, cuestión que no es nueva, pues como señala D´Auria (2007: 11) “los anarquistas han estado siempre abiertos a la influencia de autores y corrien-tes filosóficas de las más diversas procedencias”. Lo que se está instituyendo desde estos sujetos es un anarquismo multiforme, flexible, abierto y en permanente movimiento, que camina desde la indeterminación y la incertidumbre. Y que en la mayoría de las ocasiones no necesita nombrarse anarquista para existir como proyecto autónomo en el antagonismo social.



[62] Es importante destacar que en el anarquismo no ha existido la figura del intelectual profesional, cuya función seria dar la línea política correcta y pretender ser la vanguardia de los movimientos revolucionarios, si bien, ello no significa que en el movimiento libertario esté ausente el pensamiento crítico y la reflexión, estos han sido creación de los propios militantes, son el resultado de una elucidación desde la propia práctica política y su visión sobre el contexto histórico-social.



[63] Entiendo lo cualitativo como “un resumen, una condensación, una comunicación directa” (Vaneigem, 1988: 207), esos gestos, palabras, actitudes, pensamientos  y prácticas radicales que manifiestan “de manera innegable la presencia de la posibilidad abierta a la poesía, es decir, a la construcción total de la vida cotidia-na, a la inversión global de perspectiva, a la revolución” (Vaneigem, 1988: 207).



Bibliografía citada



Berneri, Camilo (1998). Humanismo y anarquismo. Madrid: Los Libros de la Catarata.



Bertolo, Amedeo (2005). “Poder, autoridad, dominio: una propuesta de definición”. En Christian Ferrer (comp.). El lenguaje libertario. Antología del  pensamiento anarquista contemporáneo (81-106). Argentina: Terramar.



Colombo, Eduardo (2006). La voluntad del pueblo. Democracia y anarquía. Buenos Aires: Tupac.



Colson, Daniel (2003). Pequeño léxico filosófico del anarquismo. De Proudhon a Deleuze. Argentina: Nueva Visión.



D´Auria, Aníbal (2007). "Introducción al ideario anarquista". En Grupo de Estudios Sobre el Anarquismo. El anarquismo frente al derecho. Lecturas sobre propiedad, familia, Estado y justicia (11-49). Argentina: Terramar.



Ferrer, Christian (2006). Cabezas de tormenta. Argentina: Libros de Anarres.



Gómez Muller, Alfredo (2009). Anarquismo y anarcosindicalismo en América Latina. Colombia, Brasil, Argentina, México. Colombia: La Carreta.



Graeber, David (2002). “Los nuevos anarquistas”. New Left Review, 13, 139-151.



Graeber, David (2011). Fragmentos de antropología anarquista. Bilbao: Virus.



Graeber, David y Andrej Grubacic (2012). El anarquismo, o el movimiento revolucionario del siglo XXI. http://zinternational.zcommunications.org/Spanish/1204graeber.htm.



Holloway, John (2011). “Agrietar el capitalismo. El hacer contra el trabajo”. Argentina: Herramienta.



Ibáñez, Tomás (2006). “¿Por qué A? Fragmentos dispersos para un anarquismo sin dogmas”. España: Anthropos.



Larrevuelta, Luis Armando (2012). “La práctica anarquista”. El Surco, 34, 4



Roca Martínez, Beltrán (2008). Anarquismo y antropología. Relaciones e influencia entre la antropología social y el pensamiento libertario. Madrid: La Malatesta.



Tischler, Sergio  (2009). Imagen y dialéctica. Mario Payeras y los interiores de una constelación revolucionaria. Guatemala: F& G-BUAP-ICSH-Flacso.



Vaneigem, Raoul (1988). Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones. Barcelona: Anagrama.



[Fragmento tomado del libro Prácticas libertarias y movimientos anticapitalistas. Devenir revolucionario de las colectividades en ruptura (Guadalajara, Grietas, 2013). Texto completo accesible en https://www.academia.edu/37172925/Practicas_libertarias_-_Marcelo_Sandoval.pdf?email_work_card=view-paper.]






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