viernes, 15 de febrero de 2019

El anarquismo en las artes, la literatura y la estética



Norman Baillargeon



“El anarquismo ha sufrido punzantes fracasos en el plano polí­tico y social, pero al menos hay un campo en el que no deja de llevarse brillantes victorias, es el de las artes y las letras

          Henri Arvon


¿Existe un arte y una literatura propiamente anarquistas? ¿Existe una estética, es decir, una teoría del arte que pudie­ran reclamar uno y otra? Algunos lo piensan y han intenta­do demostrarlo. Pero para mí no han sido muy convincen­tes.
 


Lo que no es sorprendente si pensamos que un arte que fuera anarquista perdería por definición casi todo su interés y dejaría de ser vivo e innovador en proporción a su sumi­sión a los dictados en los que se dejara encerrar.


Muchos anarquistas se han interesado en el arte y han escri­to sobre él, empezando por Proudhon y Kropotkin. Aunque sus escritos sobre el arte son poco conocidos (y a decir ver­dad poco interesantes), otros escritos libertarios sobre el arte son famosos y conservan cierto interés -los de Tolstoi por ejemplo (¿Qué es el arte?- Pero nada de todo eso permite delimitar una estética específicamente anarquista en la que se expondrían posiciones libertarias sobre problemas como la naturaleza de lo bello, el significado del arte y otras cues­tiones relevantes de la teoría del arte.

Dicho esto, también hay que convenir que ha habido ligámenes ricos y fecundos que han unido, con una constancia destacable, el mundo del arte y de la literatura al de los anarquistas. De hecho, la simple enumeración de todos los escritores, pintores y artistas que se han inspirado en el anarquismo o simplemente, que han sido ellos mismos anarquistas, ocuparía todo el espacio que puedo dedicar aquí a ese tema. Desde Shelley, Courbet, Pissarro, Ibsen y Signac, a Duchamp (que se llama “anartista”), John Cage, los surrealistas, la lista es enorme.

Anotemos sin embargo que los lazos entre el anarquismo y el mundo del arte no fueron nunca tan numerosos y ricos como a finales del siglo XIX a través del simbolismo y el impresionismo.

Buscando las razones que expliquen la abundancia y cons­tancia de estos ligámenes, podemos pensar que los creado­res no son insensibles respecto al lugar que ocupa la liber­tad para los anarquistas, así como el individualismo, la revuelta y la ruptura con las tradiciones. El pintor Signac describía su trabajo como “un esfuerzo personal de toda su individualidad contra las convenciones burguesas oficiales”.

Además, es destacable que su amor apasionado por la liber­tad haya hecho presentir a los anarquistas el gran peligro que corría el arte auténtico si era controlado políticamente. Por eso no hay apenas, en las diferentes corrientes anar­quistas, un programa que asignara al arte una función de propaganda o que intentara ceñirlo a la defensa y a la pro­moción de un determinado programa político. Lejos de intentar dominar el arte, el anarquismo prefiere girarse hacia el acto creador más que hacia el creador, evitando así cualquier culto a la personalidad y su cortejo de mitologías.

En fin, que de la misma manera que se negó a suscribir el reduccionismo económico e histórico que desarrollaría la estética marxista hasta la caricatura en el realismo socialis­ta (un programa del que Marx tenía una muy pobre opi­nión), el anarquismo siempre ha querido que miremos hacia el futuro y lo desconocido.

[Texto extraído del libro El orden sin el poder. Ayer y hoy del anarquismo, que en versión digital completa es accesible en https://ia800602.us.archive.org/35/items/00015ElOrdenSinPoder/00015%20El%20Orden%20Sin%20Poder.pdf.]


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