miércoles, 9 de enero de 2019

Las anarcofeministas luchamos por un mundo sin miedo


Vanessa Casado

Un mundo ideal, en equidad, adaptando las reglas para que todo fuera más justo. Ojalá fuera posible, pero sabemos que estamos muy lejos de ello. No solo porque cada una se enfrenta en su día a día ante cientos de dificultades, penas y alegrías. Sino porque por desgracia, no paran de repetirse dramáticos hechos, y la justicia no duda en regalarnos a los oídos con sentencias sin escrúpulos y totalmente surrealistas.

Y es que somos mujeres... y por ello, se ven con la potestad de poder amenazarnos, acosarnos, agredirnos, maltratarnos, juzgarnos, violarnos, matarnos...
 
Vivimos en un sistema patriarcal a manos de políticos hipócritas, mentirosos y manipuladores, así como de jueces que dictan sentencias que no nos dejan de sorprender y decepcionar. Poderes públicos que ante tales crímenes atroces viven en la pasividad, mirando hacia otro lado, sin ser capaces de dar respuestas con sentido común; sin olvidarnos de muchos medios de comunicación que intentan normalizar tan dramáticos sucesos.

Y a toda esta gente, yo les pregunto: Y si fueran sus hijas, nietas, esposas las que sufren este tipo de acosos y violencias ¿pensarían igual?

Desde luego que mi intención no es que me respondan, ya que supongo que tienen agendas repletas de importantes asuntos y no tendrían tiempo para tan vanas cuestiones.

Me bastaría con que lo pensaran y reflexionaran por un momento. Imagínense que un día cualquiera su hija, su esposa... sale de casa, como cualquier otro día. Se dirige al instituto, a trabajar, a correr, de fiesta..., eso es que menos importa. Pero por desgracia ya no podrán volver a verlas, nunca más. Bueno, quizás sí puedan pero ya será tarde. Yacerá sin vida, en una fría sala tapada por una sábana.

Espeluznante, ¿verdad? Ojalá nunca les pase, ni a ustedes ni a nadie. Pero por desgracia sucede con demasiada frecuencia, arruinando la vida de las víctimas y de sus familias, que se ven obligadas a aceptar que les han arrebatado parte de sus vidas.

Pues este, aunque ustedes no quieran verlo, es uno de los mayores miedos que tiene cualquier padre o madre cada vez que sus hijas salen de casa. Ese miedo que inconscientemente ya está interiorizado dentro de cada una de nosotras, por el simple hecho de ser mujeres y tocarnos vivir en una sociedad llena de gente enferma.

Tenemos un grave problema, del que no podemos huir. Ya no nos basta con simples lamentos y minutos de silencio. Exigimos una respuesta integral y efectiva desde todos los escalafones de la sociedad. No podemos permitir que esto siga pasando como si nada. Es hora de erradicar de raíz todo tipo de violencias hacia las mujeres, niños y niñas; acabar de una vez por todas con las desigualdades existentes en todos los ámbitos de nuestras vidas con el fin de desterrar todas estas situaciones y comportamientos dañinos.

¡Las calles también son nuestras!

[Publicado originalmente en el periódico Rojo y Negro # 330, Madrid, enero 2019. Número completo accesible en http://rojoynegro.info/sites/default/files/rojoynegro%20330%20enero.pdf.]


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.