sábado, 22 de marzo de 2014

Ayer, hoy y mañana


Mariana

El ser humano es social porque solamente juntos se pueden satisfacer todas las necesidades y aspirar a superar esas necesidades para alcanzar mejores niveles de vida tanto material como espiritualmente. Cuando las actividades en las colectividades alcanzaron cierto grado de complejidad y conflictividad, hace unos 7.000 años, la raza humana, por razones que no vamos a tratar aquí, optó por considerar que la fuerza y el poder eran la solución (una idea a la que el anarquismo se opone) y dio así origen al Estado en sus diferentes formas (al que también coherentemente el anarquismo se opone) como la instancia que mediante el miedo y la sumisión resolvía las diferencias.

Muchas han sido las maneras que el Estado se ha desarrollado en estos miles de años, pero en casi todos ellos se han mantenido dos características principales: el poder (especialmente la fuerza encarnada en grupos armados) concentrado en pocas manos, y segundo, lo ha hecho en propio beneficio y no en el de la gente a la que supuestamente debía servir. Así lo denunciaba Bakunin cuando decía todo gobierno tiene un doble objetivo: uno el dominio sistemático y legalizado de la clase dirigente sobre el pueblo explotado. El otro es la conservación de sus privilegios estatales exclusivos y de su personal. Como el poder no se dispersa sino que  se concentra y cuando, en ejercicio de lo que La Boetie llamó la servidumbre voluntaria, se lo entregaron al Estado no cabe esperar sino lo que Bakunin nos señaló hace un siglo y medio atrás.


Sin embargo, como consecuencia de las largas y cruentas luchas sociales de los siglos XIX y XX los estados, especialmente los de signo capitalistas, se vieron obligados a hacer concesiones a favor de los principios que guían la unión delo humanos, satisfacer necesidades y promover el bienestar en todos los órdenes. Esto se tradujo en que ciertas modalidades estatales, no todas, brindaron algunos beneficios a la población como mejoras en las retribuciones, facilitar el acceso a bienes materiales, mejoras en los servicios de salud y educación. La segunda mitad del siglo XX vio incrementar estos avances también como una manera de evitar los excesos de los intereses del Estado que habían conducido a las guerras mundiales con regímenes totalitarios como Mussolini, Stalin, Hitler. Pero estas mejoras fueron pocas en este lado del mundo, siempre oscilando entre ineficaces gobernantes carismáticos y caudillescos y gobiernos militares corruptos y autoritarios.

Lo peor de dos mundos

Venezuela, por obra de las mayorías, logró lo peor de dos mundos: líder carismático ineficiente encabezando un gobierno militar ultra corrupto, el más de la historia sin dudas. Hubo un ámbito en el que hubo logros en estos últimos 15 años de decadencia y fue la propaganda. Apoyado en la tradición judeo-cristiana que hace 20 siglos promete bienes terrenales y salvación celestial que nunca llega, pidiendo a un Dios que nada le da y esperando el cielo al que nadie sabe si alguien llega, Chávez montó el gobierno de la promesa. Como cuando termina la misa y se dice Amén, un así sea que nunca ha sido ni es ni será, así podría haber terminado Chávez sus discursos. No es la promesa de Mac Arthur en Filipinas que repetían los adecos, we will come back y volvieron. No, es la promesa que, cuando se la cree, no requiere paso ulterior y está realizada plenamente. La promesa chavista se agota totalmente en la promesa misma. Tan así que, cuando uno escucha las voces de quienes lo defienden, esgrimen como logros (participación en las decisiones, vivienda, trabajos con buenas remuneraciones, inclusión, abastecimiento, salud, educación) lo que nunca pasó de discursos y palabras al viento y que, a ojos vista y con datos en la mano, nunca llegaron a los hechos.

Pero, como el cielo cristiano al que no es necesario llegar, basta con prometerlo y que crean la promesa, así pasaba con Chávez mientras la realidad se derrumbaba. Pero como pasa que cuando la gente sabe no cree porque se cree en lo que no se sabe, entonces mantener la ignorancia, mentir, engañar, ocultar la verdad se hicieron moneda común. Por esos Chávez tuvo que popularizar como estilo político el trato chabacano de los cuarteles, el hablar golpeao sin dar razones, el no ocuparse de buscarlas y la fuerza como única ley y derecho. Lo dejó claro el actual Ministro de Educación, (ex de Deportes) cuando declaró que no iban a educar a los niños para que se hagan opositores porque el que sabe no cree, sabe.

Tan no dar razones es que el chavo-madurismo ni siquiera logró, y tampoco se preocupó, delinear una ideología que lo arropara, porque del socialismo del siglo XXI ya casi ni se habla y, cuando se hablaba, no había nada que decir. Salvo alguna izquierda caviar europea y latinoamericana (como la multimillonaria Cristina o la ultracapitalista Dilma o el olvidadizo Mujica) y cuyo símbolo es Ramonet que también buenos millones ha recibido, nadie piensa en este lado del mundo que el chavomadurismo es alguna forma de socialismo. Estos encumbrados neosocialistas como se dice en El Libertario # 72, hablan como Marx, gobiernan como Stalin y viven como Rockefeller tal como lo promovieron Fidel y Hugo.

Venezuela, desde los 60, siempre tuvo gobiernos socialistas (socialdemócratas o socialcristianos) y los partidos de derecha fueron inexistentes (lo más derecha fueron liberales) pero ahora, debido al abuso chavista y a quienes lo apoyan, decirse socialista genera burla o repudio. No hay un solo personaje del socialismo estatista que sea públicamente reconocido salvo la comparsa que acompaña a Chávez. Ni siquiera los defensores de la teología de la liberación, que los hubo con fuerza, hablan de socialismo. Los que lo hacen buscando el favor de Chávez, como E. Dussel o Ramonet, reciben suculentos premios por ello, lo que despierta las mismas fuertes sospechas de su honestidad intelectual que los socialistas estatistas chilenos, brasileros, franceses o españoles. Pareciera que disfrutar de las mieles del poder acentuó todas las contradicciones o borró toda convicción.

Carentes de ideas nuevas, los socialistas estatistas creyeron ver en Chávez su tabla de salvación (y de recursos). Pero han sido muchos los fracasos de los que siguen a esta izquierda que busca el poder del Estado, renegando de sus principios y escondidos detrás de cualquiera bandera sea el ecologismo, el multiculturalismo, la reivindicación indígena, el ambientalismo, la antitécnica, el tercermundismo, el populismo, la dependencia atacando al imperio. En Latinoamérica negados a reconocer al fracaso del castrismo, terminaron apoyando otro fracaso como el que se expresa, en este mundo que se concibe como una tecnoestructura resultado del saber y la inteligencia en el ministro de educación de Maduro, o en la represión despiadada de las FF.AA., todo por un puñado de dólares. Clavaron un clavo más en el ataúd del socialismo estatista. Brasil tiene tantas o más revueltas que Chile, Argentina se une a la UVA (Ucrania, Venezuela, Argentina) como los países de peor desempeño económico en el planeta, Cuba vive de la limosna venezolana y Venezuela arde en llamas de guarimbas y con una represión que no le envidia a la de Stroessner o Somoza.

Ayer, hoy y mañana

Quizás por eso, los anarquistas, que durante estos años hemos levantado nuestra críticas al chavismo desde el socialismo antiestatal, a pesar de que pocos obreros escucharon ni tampoco lo hicieron los habitantes de los barrios (los más perjudicados pero ahítos de promesas), ni los movimientos estudiantiles, ni los habitantes de la urbanizaciones sean una de las pocas opciones socialistas, sino la única, con propuestas y temas para discutir y con la dignidad para sostenerlas. Si algo hemos de agradecer al imperialismo cubano y a su colonia venezolana es que pusieron en evidencia lo que Bakunin decía hace más de siglo y medio atrás, y que está encerrado en la misma noción de Estado.

 La opción es enfrentar, debilitar, oponerse al Estado en cualquiera de sus formas hasta que desaparezca con su cohorte de inútiles, ladrones y opresores. Porque, pregunto, más de un mes de revueltas, mártires, presos, heridos, torturados  y sufriendo el salvajismo militar, ¿Pasaron, si es que pasa, para que se encumbren Capriles y la MUD, o un generalote, o cualquier otro a repetir la historia, como lo hizo Chávez en su momento? Porque lo seguro es que, cuando esto pase, si pasa, ellos estarán listos para recoger los frutos, como cuando se escondieron el 4F para aprovecharlo con Caldera primero y Miquelena-Rangel para montar al fracasado Chávez después.

No olvidar el hoy cuando se haga ayer si no queremos equivocarnos mañana.


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