sábado, 1 de diciembre de 2018

La revista “Mujeres Libres” (1936-1938), histórico portavoz anarcofeminista



Esperanza Para Martínez

* Reseña emocionada recordando a esa publicación pionera a los 80 años de la aparición de su última edición,

[Nota previa de El Libertario: A quienes quieran recorrer las páginas de todas las 13 ediciones de esa imperecedera publicación en la que las mujeres anarquistas de España dejaron oir su voz en aquella época decisiva, los números estan disponibles vía Internet en http://cgt.org.es/noticias-cgt/noticias-cgt/revista-mujeres-libres.] 

El día 20 de mayo de 1936 se publica en Madrid la revista Mujeres Libres. Un primer número anunciado meses atrás en la prensa anarquista del que, avalado por mujeres bien conocidas en ese ámbito, se esperaría, sin duda, que fuera una digna cabecera más, dentro del amplio entramado de medios de difusión de La Idea que el movimiento libertario tenía desplegado.

Su aparición va más allá, es un “atrevimiento”. Un atrevimiento por el nombre -Mujeres Libres- con el que se pretende dar a la palabra mujeres un contenido que hasta entonces se había negado y, asociada al adjetivo libres, proclama su total independencia, busca “la reivindicación de un concepto —mujer libre- que hasta el momento se había llenado de interpretaciones equívocas..., como si ambos términos fueran incompatibles”.
 
El diseño de su cubierta a dos tintas, roja y negra, juega exclusivamente con los caracteres tipográficos de las dos palabras: unas grandes letras de trazo muy grueso algo superpuestas -mujeres- forman una gran mancha roja que cubre casi por completo el tercio superior mientras en el ángulo inferior izquierdo, también en rojo, unas letras más sencillas y de menor tamaño —libres— alargan sus rasgos altos hasta casi fundirse con la mancha superior, ¡toda una aspiración! Un acierto estético tan impactante como el propio nombre de la revista.

En su interior dieciséis páginas apretadas de texto, apenas ilustradas con un par de fotografías. En primer lugar, el editorial, una declaración de principios “feministas” y ácratas; el fin de la publicación es encauzar la acción social de la mujer con una visión nueva, lejos de los errores de la historia (errores masculinos puesto que la mujer no ha sido nunca actora) y hacer oír la voz propia de la mujer, la que nace de su naturaleza íntima para edificar una vida nueva, libre y digna. Sigue la carta de apoyo de Emma Goldman con un sutil repaso a la política europea del momento.

Las páginas centrales son las dedicadas al mundo laboral; en este primer número Lucía Sánchez Saornil hace un reportaje, cargado de crítica social, sobre el campo castellano en el que encuentra a una joven campesina dispuesta a cambiar su mundo. En las páginas siguientes, en una sección de internacional, quizá la misma autora bajo el seudónimo de Paz firma un profundo análisis acerca de la invasión italiana de Abisinia. Y más adelante, con un seudónimo más identificable, Eleese, un curioso artículo sobre el deporte.

Las mujeres que escriben en la revista poseen un elevado nivel intelectual pero están tan comprometidas con la difusión de sus conocimientos que no es extraño que, junto a sesudos artículos, aparezcan otros más livianos, que, junto al análisis de los grandes problemas de la humanidad, se traten los que cada mujer tiene que afrontar en su vida cotidiana. Lo vemos también en la forma de abordar la sanidad, tema prioritario en la revista del que se hará cargo, en buena medida, Amparo Poch; en el primer número, en la cuarta página, un título “Sanatorio de Optimismo” y una firma “Doctora Salud Alegre”, una forma jocosa, incluso divertida de transmitir cómo habría de ser la atención sanitaria. Páginas más adelante, minuciosamente y con todo el rigor médico, Amparo Poch se ocupa de los cuidados al recién nacido.

Mercedes Comaposada es la responsable de algunas secciones fijas, las de las últimas páginas: crítica de cine, libros y consejos prácticos acerca de la estética femenina. En este primer número es tan brillante en la crítica de “Tiempos Modernos”, recientemente estrenada, como mordaz en su valoración de la literatura picaresca. Se muestra, en cambio, mucho más sencilla y cercana en los consejos sobre el vestir. No parece arriesgado atribuirle también la autoría de otro artículo de gran enjundia, el firmado por Fons Veritas, acerca de La Ley, cómo se hace, se pervierte y se aleja de la vida; va contra la vida, entre otras cosas, porque no tiene en cuenta a las mujeres.

Hay otras secciones que no faltan nunca en la revista, como la educación, que en este caso corre a cargo de Antonia Maymón. Otras relativas a los medios de vida, en el primer número, “La Vivienda”, sobre la que escribe Luisa Pérez.

De acuerdo con lo anunciado, a mitad de los meses siguientes se publican el número 2, en junio, y el número 3, en julio. Se mantiene el diseño de cubierta, el número de páginas y, en alguna medida, la distribución de contenidos en su interior al tiempo que se enriquece la ilustración: más fotografías, dibujos sencillos y otros dibujos con figuras de mujer llenas de fuerza en los que ya se ve la mano del que será el ilustrador habitual de la revista, Baltasar Lobo.

En un extenso artículo que ocupa las páginas centrales de ambos números, Lucía Sánchez, aunando calidad literaria y denuncia sindical, narra la vida laboral de una “señorita” telefonista; ¡de rigurosa actualidad! Asombra cómo se han perpetuado las formas de explotación en el sector.

En el número 2 se abre una nueva sección “Jornadas de lucha” en la que se informa de la acción en distintos territorios de las agrupaciones de mujeres. Paz orienta ahora su análisis internacional a Etiopía. Mercedes Comaposada sopesa el éxito cinematográfico de la actriz de moda, E. Bergner, critica la Feria del Libro de Madrid, elogia un libro, recién publicado, sobre El Greco y firma otro artículo de fuerte carga “anarcofeminista” titulado “La cuarta revolución”. La sección de educación, dedicada a coeducación, la escribe Julia M. Carrillo. Sigue Amparo Poch con sus distintas secciones sanitarias pero también Luisa Pérez aborda los problemas sanitarios en su defensa de la maternidad consciente.

El número 3 sigue sumando colaboradoras como Florentina que reafirma el editorial con “Delito de obediencia”, Fanny que, desde París, habla del papel de las mujeres en las recientes huelgas francesas, Mª Luisa Castellanos que ensalza los avances de la reforma educativa en México o Jeanne Humbert con un inconcluso alegato pacifista al tiempo que Mercedes Comaposada igual arremete contra Cervantes, en su crítica de libros, como ahonda en los problemas de las imposiciones estéticas a las mujeres y Amparo Poch escribe su afamado “Elogio del Amor Libre”.

Estos tres primeros números, tan distintos a lo que vendrá luego, son la plasmación de cómo habían ideado las promotoras, dentro de un plan más ambicioso, “lo más urgente”, “un órgano de propaganda que sistematizara la divulgación de nuestras ideas”. Son el fruto de la reflexión y el debate en tiempos de sosiego.

Cuando todo convulsiona, Mujeres Libres sigue publicando páginas, impresas en Barcelona o en Madrid, pero sin formato de revista, sin numeración,sin fecha..., la medida del tiempo la dan los días de Revolución Social vividos. En “32 días de la Revolución” el contundente diseño con un dibujo de mujeres armadas con gesto tenso es la forma de transmitir “lo más plásticamente posible” la dureza de lo que se está viviendo y el rotundo compromiso, muy a su pesar, con la lucha, “la lucha por la vida en plenitud de libertad”.

En “Día 65 de la Revolución”, las dramáticas figuras de mujer, ahora sin armas, reconcentran su pensamiento; en las ocho páginas interiores se reflexiona sobre la situación, se demandan mujeres para la retaguardia y hombres para el frente, se abordan todo tipo de problemas urgentes, especialmente la salvación de los niños o la desaparición de la prostitución. La misma angustia que transmite el homenaje a Madrid con ese tormentoso dibujo de la ciudad y al pie el poema de Lucía Sánchez Saornil; en su interior: los niños, los refugios, el heroísmo de la población madrileña, el reconocimiento a los combatientes internacionales y, cómo no, la muerte del compañero Durruti. Aún queda espacio para la reflexión más atemporal como la que se aborda en las páginas centrales acerca de la concepción del trabajo en la Revolución Social o, páginas más adelante, el artículo de Emma Goldman “Situación social de la mujer”.

En ese tiempo es difícil hablar de continuidad editorial, habría que referirse, más bien, al denodado esfuerzo de Mujeres Libres por no perder los cauces de comunicación con sus lectoras, transmitirles información o criterios de actuación e infundirles ánimos para continuar en el esfuerzo.

A partir de “VIII mes de la Revolución”, ya desde Barcelona, puede hablarse de una cierta recuperación editorial con tres números, de doce páginas cada uno, en los que vuelve a aparecer el Consejo de redacción con su domicilio y los nombres de sus titulares y la numeración, todavía no en el primero pero sí en los otros dos, a los que se le asignan los números 8 y 9 de la revista.

Se ha ganado en calidad artística con unas cubiertas de magníficos dibujos a todo color en los que se va evolucionando del dramatismo a la serenidad. En cuanto al formato del interior, sigue habiendo páginas, como las que proliferaron en meses anteriores, de diseño impactante, con superposiciones, manchas en triángulo y títulos de tipografía llamativa resaltada con el color, mientras en otras muchas se recupera la serenidad de las manchas rectangulares en ilustraciones y textos, más o menos destacados por los tamaños y tipos de letra.

En cuanto a los contenidos, se aprecia la misma dualidad; una parte sigue dedicada a las exigencias informativas de los tiempos de revolución y guerra: por supuesto, las actividades de las Agrupaciones de Mujeres o los logros de las mismas en su incorporación al trabajo, la continuidad de los trabajos en Aragón o el Congreso de Campesinos, la preocupación por los niños y su alejamiento de la guerra, la denuncia de los problemas de subsistencia, abastecimiento, higiene o vivienda, en algunos lugares, sobre todo Madrid o para colectivos como los refugiados, el reconocimiento a las víctimas o a quienes más se esfuerzan... Y junto a ello, como se explicita en el primer editorial, “¡Mujeres!”, se retoman con más fuerza, si cabe, los objetivos iniciales de la publicación; en cada número hay biografías de mujeres revolucionarias y artículos muy reflexivos sobre la especial problemática de la mujer, su falta de capacitación o la necesidad de solventar el conflicto social que mantiene la prostitución. El Sanatorio de Optimismo está ahora en una situación lamentable, de acuerdo con los tiempos que corren. Se reserva algún espacio para la poesía e, incluso, para la sátira en el “Proyecto para la creación de una fábrica de bodas en serie”.

Al número 10 de la revista, el que sale al cumplirse un año de Revolución, hay que calificarle como número especial. Su drástica cubierta solo pretende destacar la fecha: 19 de julio. En sus veintiocho páginas interiores se recopila lo que se ha logrado a lo largo del año: información y reportajes de los distintos territorios, de diferentes sectores, la evolución y los cambios. El mejor resumen está en la propia revista, en el amplio artículo de las primeras páginas con su debate interno entre el esfuerzo por seguir peleando hasta conseguir el triunfo de la revolución y el pesimismo de quien es consciente de lo que se va perdiendo.

Por último, hay otro bloque, de otros tres números, editados en poco más de un año, entre septiembre de 1937 y otoño de 1938. Se mantiene la línea editorial inicial, fuertemente enriquecida por las intensas experiencias de Mujeres Libres en sus veinte meses de existencia, pero, en lo formal, parece que se trata de una revista nueva: sus cubiertas están plenamente ocupadas por las figuras de mujer, ya sean trabajadoras, madres o dolorosas, la periodicidad mensual ha desaparecido y el número de páginas se ha extendido hasta 56, 40 o 34.

Desde esta visión general de la revista no es posible entrar a analizar el contenido de cada uno que, tanto por su amplitud como por su complejidad, requieren un estudio propio, como el que ahora va a hacerse del decimotercero, con ocasión de su octogésimo aniversario.

[Publicado originalmente en el periódico Rojo y Negro # 328, Madrid, noviembre 2018. Número completo accesible en http://rojoynegro.info/sites/default/files/rojoynegro%20328%20noviembre.pdf.] 


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