jueves, 15 de noviembre de 2018

A cien años del horror belicista de la “Guerra que terminaría con todas las guerras”




Humberto Decarli

El 11 de noviembre se cumplió cien años del armisticio que dio por terminada la primera guerra mundial. Hubo el acuerdo para someter a los perdedores, Alemania entre ellos, a condiciones muy difíciles que comprometían el futuro tedesco y desaparecía el Imperio Austro-Húngaro. El tratado de Versalles fue la culminación de la rendición teutona incluyendo pesados gravámenes económicos, financieros y políticos y la pérdida de los territorios de Alsacia y Lorena, conquistado en la guerra franco-prusiana en 1870, un año antes de los episodios de la Comuna.

Fueron más de cuatro años de matanzas entre los pueblos europeos gracias al intento de expansión de los alemanes, italianos y los austro-húngaros. Guerra inmisericorde, de trincheras y de posiciones relativamente estáticas sin un claro triunfador. Entre 1914 y 1918 se labró el hito que dio comienzo a la pérdida de la idea de progreso. John Maynard Keynes había pronosticado la ineluctable solución de los problemas de la humanidad y auguraba un futuro brillante por la expansión industrial pero lamentablemente no fue así. Él mismo hubo de abdicar a la representación británica en Versalles por considerar muy fuertes las imposiciones a Alemania que presagiaban un revanchismo lamentablemente cumplido por Adolfo Hitler. Sigmund Freud también afirmó que esta horrenda conflagración dio por sentado la imposibilidad de llevar a un feliz desenvolvimiento a la humanidad.
 
La espita provocadora

El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo, la capital de la provincia de Bosnia-Herzegovina, por parte del nacionalista GavriloPrincip,  fue el subterfugio para dar rienda suelta a los aires belicista aunque fue exclusivamente la gota desbordadora de tantas pasiones.

Por un lado se alinearon en la Triple Entente, formada por el Reino Unido, Francia y Rusia; y la Triple Alianza por el otro, integrado por Alemania, el imperio Austro-Húngaro e Italia, posteriormente integrada al otro bando, Bulgaria y el imperio otomano. La expansión del complejo militar industrial fue la salida a la crisis económica reinante en uno de los ciclos críticos del capitalismo. El humanismo se perdió para incursionar en la confrontación en el viejo continente.
El canciller germano Bismarck junto a generales Ludendoff y Von Hindelburg, tomaron la iniciativa y declararon la guerra a sus contrapartes, quienes no dudaron en responder en la misma proporción. El centro norte y el este europeos fueron testigos de la muerte en todas sus formas.

Causas de esta conmoción

Existen varios motivos para haber ocurrido este enfrentamiento global porque su escenario fue Europa pero hubo la participación de Estados Unidos, Japón y países suramericanos. En el viejo continente había una rivalidad entre los imperialismos dominantes, expresada en varias circunstancias generadoras de esa confrontación.

El colonialismo en África fue desigual. El Reino Unido, Francia y Bélgica sacaron mayor provecho a la explotación de esos territorios. Alemania e Italia se sintieron desplazados. Igualmente había un sentimiento antialemán por parte de Francia secuela de la derrota en la guerra franco prusiana. Esa misma postura la tenían los ingleses así como los rusos predicaban un paneslavismo y por esa consideración apoyaron a los pueblos balcánicos de su misma etnia, idioma y religión y además,  no querían permitir la línea ferroviaria entre Berlín y Bagdad.

De igual manera, los intereses industriales y financieros entre el Reino Unido y Francia frente a los alemanes estimularon los aires de guerra. Los productos industriales alemanes estaban compitiendo favorablemente en toda Europa en detrimento de los galos y los británicos.

El horror de la violencia

Las trincheras fueron testimonio de las matanzas indiscriminadas entre los ejércitos rivales con una enorme cantidad de bajas sin un ganador en lo inmediato entre marchas y contramarchas con estela de muertos, heridos y prisioneros. En el Somme, Marne y Verdún se produjo una espantosa carnicería sin control de nadie. Británicos, franceses y alemanes se trenzaron en un combate inacabable y harto cruento, con los desastrosos resultados humanos ya conocidos. Hasta hubo el empleo de gases y armas químicas como instrumentos de destrucción. Las nuevas armas como las piezas nuevas de artillería, los tanques de guerra, los buques y submarinos avanzados así como los aviones y las ametralladoras, fueron protagonistas de esta manifestación de muerte.

Alemania se enfrentó al Reino Unido y Francia en Bélgica y atacó a Rusia en su avance hacia el este. Los partidos conservadores en cada nación se dieron a la tarea de aprobar en los presupuestos nacionales el ingente gasto de guerra así como la socialdemocracia lo hizo de la misma manera. La izquierda fue pacifista y en los parlamentos se negó a dar su voto para esta horripilante confrontación.

Los espartaquistas fueron masacrados en Alemania y la brillante dirigencia de Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin y Carlos Liebknecht fueron víctimas de la represión llevada a cabo por las fuerzas armadas teutonas. La derrota rusa en el oriente europeo desmoralizó a su ejército y se generó una coyuntura en la cual emergió la revolución bolchevique. Por tal razón Alemania permitió el tránsito de Lenin por su territorio vía Rusia para incentivar la descomposición del régimen zarista. Asimismo, los bolcheviques firmaron la paz de Brest-Litov con Alemania para ganar tiempo en su emergencia como fuerza nueva en Moscú.

Luego de años de luto la intervención americana claramente inclinó la balanza hacia los británicos y franceses y generó la conclusión del conflicto finalizado por el tratado de Versalles, considerado como un diferimiento resuelto veinte años después con el nacimiento del gobierno nazi. Domingo Alberto Rangel, en su biografía de Alberto Adriani, comentaba el aprendizaje de ese brillante economista al estar presente como observador en las negociaciones efectuadas en la vecina ciudad de París, Versalles, y vio la conducta de Keynes quien señaló las debilidades de ese avenimiento impuesto por lo excesivo de las obligaciones generadas a Alemania  y prefirió renunciar antes que suscribirlo.

Consecuencias

La Gran Guerra, como también se le conoció, al finalizar generó secuelas impredecibles, Primero, Rusia experimentó la revolución bolchevique luego del derrocamiento del zar Nicolás Romanov y de la renuncia de Kerensky, un socialista revolucionario moderado. El fracaso del ejército zarista al demostrar incapacidad para contener a los teutones creó las condiciones para su desmoralización y la necesidad de un cambio de rumbo concluido con la salida del zar.
Segundo, iba a desaparecer el imperio Austro-Húngaro, un Estado nacional formado por las dos potencias del centro de Europa, con territorios hacia el este y en los Balcanes. Se extinguió tal formación política causando la separación de Hungría de Austria y el surgimiento de los Eslavos del sur, estructura previa a la posterior Yugoslavia, el Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos. Asimismo, Bulgaria quedó abatida.

Tercero, Alsacia y Lorena volvieron a la soberanía francesa. Cuarto, la ebullición económica, política y social se adueñó de la península ibérica, presagiando la guerra ulterior española entre 1936 y 1939. Quinto, se creó la Sociedad de las Naciones, con vida efímera pero constituyó el precedente de las actuales Naciones Unidas. Sexto, el imperio otomano se derrumba y la alianza anglo francesa se adueña del Oriente Próximo y se reparten el territorio en el posterior tratado Sikes-Picott.

La ausencia de regulación macroeconómica internacional ocasionó la retaliación alemana, resuelta después de segunda guerra con la fundación en Occidente de los organismos derivados del acuerdo de Bretton Wood, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y a posteriori, la Organización Mundial de Comercio. Asimismo, en la posguerra se estableció en Europa el Estado del Bienestar o Welfarestate, creando la seguridad social, mejores remuneraciones y consideración especial a los trabajadores para impedir conflictos. No haber atacado la crisis económica y social europea fue la razón de una nueva confrontación.

Valoración de la Gran Guerra

Esta espantosa expresión bélica demostró el impulso tanático de los seres humanos negador de la idea de progreso.La expansión de los bienes y servicios no estuvo al servicio de la sociedad sino de minorías usufructuadoras de esa rentabilidad. La idea de mejoras de la calidad de vida gracias al desarrollo de la industria en ese momento, no se materializó.

Fue un combate entre oligarquías de diferentes países como lo ilustró el egregio director de cine Stanley Kubrick en su filme Patrulla Infernal o Senderos de Gloria, culminado en el diálogo entre un coronel y oficial subalterno. Este último murmuró una frase de Samuel Johnson, “la patria es el lugar de los canallas”, cambiado por el guionista Arthur C. Clark, por “la patria es el lugar de los imbéciles”. El nacionalismo es el lugar común de las ideologías reaccionarias. Recientemente el poeta Rafael Cadenas al recibir el premio “Reina Sofía” de poesía dijo, en el discurso de recepción del mismo, que los nacionalismos generan odios. Es el patrioterismo ramplón propio del racismo.

Es un episodio depresivo provocado por élites políticas dominantes en distintas naciones, quienes a fin de cuentas pueden negociar y alcanzar acuerdos entre ellos. Mientras tanto, los muertos lo pone la gente obligada por la conscripción militar o el fanatismo en un sacrificio para beneficiara las cúpulas y sanedrines.

[Nota final de El Libertario: A quienes les interese particularmente este tema, les recomendamos también el artículo “Los anarquistas ante la "Gran Guerra" (1ª Guerra Mundial)”, en http://periodicoellibertario.blogspot.com/2014/09/los-anarquistas-ante-la-gran-guerra-1.html .]

 

 

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