domingo, 8 de enero de 2017

Reflexiones para un mundo sin policía


Colectivo A World Without Police (U$A)

* Este post recoge la introducción y el epílogo del folleto de igual título, que en versión completa es accesible en https://vozcomoarma.noblogs.org/files/2016/11/Mundo-sin-maderos.pdf

«Desde el nacimiento del Estado-ciudad en Occidente, la “politeia” ha sido un mecanismo encargado del “ordenamiento jurídico” de la vida social, además de contribuir en las guerras de conquista por el territorio y las reservas de esclavos. Desprendiéndose de estos grandes ejércitos en todas las civilizaciones del mundo, la policía a través de sus diversas transformaciones no ha sido formada por la voluntad de los pueblos, sino por la subordinación directa de un grupo hacia otro que posee el poder político y la dictadura de la economía, justamente para defender su propiedad privada. Así, nacería la perpetuación de la propiedad privada, dividiendo a la humanidad en dos clases: la que posee las riquezas y la que las produce. Pocas veces algún pensador o escritor ha vivido en carne propia la detención, la extorsión, la intimidación o el asesinato del otro y de uno-mismo a manos de un policía. Es por esto, que se ha preferido, a través de varias generaciones, hacer crítica de las estructuras del poder político y no de la política aplicada en las calles a través del castigo en los toletes, armas o puños de la policía moderna. [...] La pregunta fundamental, la que todos los libros eluden siempre, dejándola al margen o tendiendo a confundir de modo más o menos eficaz, esta pregunta fundamental es: si la cárcel significa punición, castigo, pena, evidentemente, hace referencia a la transgresión de una determinada regla (de hecho, la punición interviene en el momento en que la regla se trasgrede, se viola). Ahora, la transgresión de la regla remite a su vez al concepto mismo de regla, es decir, a quién decide –y cómo– las reglas de una sociedad. Esta es la cuestión que los distintos operadores del sector, los expertos, no afrontan nunca. Esta es la cuestión que contiene todas las demás y que, si se desarrolla hasta el final, amenaza con derrumbar todo el edificio social y, con él, sus prisiones. ¿Quién decide, y cómo, las reglas de esta sociedad?»
                                                    La inutilidad de la policía (Demián Reyes)[1]

En la sociedad en la que vivimos, crecemos con la idea de que la p olicía es sinónimo de protección, seguridad y justicia. Desde que somos niñes, nos educan para aceptar a la policía como intermediaria, y como un cuerpo al que debemos recurrir para denunciar nuestros problemas y permitirles solucionarlos por nosotres, mientras nos enseñan, al mismo tiempo, que intentar abordar dichos problemas por nuestra cuenta, u organizarnos con nuestras amistades, seres queridos, afinidades, para buscar y poner en práctica alguna solución, es malo. Nadie debe buscar soluciones más allá de acudir a la policía y confiar en que elles hagan lo necesario.

Así, poco a poco, la policía ha ido cobrando un papel cada vez más importante en la vida de las personas, y asumiendo cada vez más funciones, hasta un punto en el que casi cualquier problema social, desde un vecino ruidoso hasta una persona que deja su basura fuera del cubo, un malentendido económico o una discusión en casa es solucionada llamando a la policía.

No obstante, ¿es realmente la policía un instrumento válido para resolver nuestros problemas? Si prestamos atención a la historia y hacemos un análisis de su trayectoria, vemos que desde sus inicios, la policía funcionó siempre como un mecanismo encargado de imponer las normas del poder en cada orden establecido, además de proteger los intereses y hacer cumplir los designios y la voluntad de cada figura de autoridad, tomando parte en guerras y manteniendo órdenes esclavistas, misóginos o fascistas sólo porque era “la Ley”, porque esas eran “las órdenes”. En las democracias modernas, donde se nos dice que ya somos libres y que ya todes gozamos de igualdad de condiciones y derechos (aunque ésto sea a todas luces falso), la policía se asume, una vez más, como guardiana e interlocutora del pueblo y de los valores morales correctos, de la justicia, del orden. Sin embargo, ¿qué pasa cuando el orden social y el sistema
social, económico, político y cultural al que la policía sirve y defiende, representa la mayor expresión de violencia? ¿qué pasa cuando la policía protege los privilegios de quienes aumentan sus fortunas bombardeando y asesinando cientos de personas en guerras por recursos? ¿qué pasa cuando la policía mantiene el mismo orden social que es origen de la mayoría de los delitos y problemas?

La policía no puede resolver nuestros problemas porque son parte de ellos. Además del hecho de que la propia policía infringe la Ley cuando le conviene a la hora de aplicar sus castigos y que sus agentes no están exentes de corrupción ni de delincuencia (hemos visto a policías violando mujeres detenidas o a sus propias compañeras[2], consumiendo y ocultando drogas[3], torturando personas en calles y comisarías[4], implicándose en tramas de trata de blancas[5], inventándose hechos para justificar detenciones...), hacemos hincapié en que a pesar de los discursos liberales que el Estado promueve y que tienden a desvincular al individuo de sus condiciones de existencia (lo que deja vía libre para culpabilizar al sujeto como “antisocial” y justificar cualquier medida de encierro además de extender la desconfianza a les demás), nuestros problemas no son casos aislados fruto del supuesto egoísmo presuntamente inherente al ser humano, sino consecuencias de una mala organización de la sociedad y del mundo, y de la existencia de jerarquías, desigualdades y de un sistema de dominación que se traduce en incontables abusos cometidos por les mismes que  gobiernan y que definen qué es lo correcto y lo incorrecto, lo legal y lo ilegal, lo moralmente aceptable y reprobable...

Ya hemos llegado al punto en que concluimos que la policía es un cuerpo represivo al servicio de los intereses de una élite que da lecciones de moralidad mientras que para mantener y aumentar sus privilegios llevan a cabo continuamente los mismos actos que condenan en sus hipócritas leyes. Bien, pero si la policía no nos protege y los problemas van a seguir surgiendo (tanto problemas serios con una raíz social como problemas más cotidianos, personales y nimios), ¿qué podemos hacer entonces? Creemos que para poder prescindir en la práctica de la policía necesitamos ir más allá del discurso, y antes de nada crear comunidades sólidas y sanas, basadas en principios de solidaridad, apoyo mutuo, confianza y respeto, frente a las lógicas de competencia, explotación, opresión e individualismo que fundamentan la sociedad vigente. Entendiendo que tanto lo personal como lo social son realidades políticas y necesitan tratarse desde lo político. Sólo así podremos empezar a tejer lazos fuertes y resistentes que permitan a su vez superar las relaciones viciadas y abusivas que esta sociedad enferma crea, reproduce y perpetúa. Necesitamos hacernos cargo de nuestras responsabilidades y revisar de dónde vienen todos los problemas que nos azotan diariamente, y entender el papel que la policía y el Estado juegan en la protección y manutención de un status-quo que lleva la injusticia por esencia y por bandera.

A ese objetivo apuntan los textos incluidos en esta publicación, y que fueron recogidos y traducidos del blog del colectivo estadounidense “A World Without Police” [6] (Un Mundo Sin Policía). No obstante, no creemos que las circunstancias a las que hace referencia se limiten geográfica o socialmente al contexto estadounidense. Por el contrario, nos parecen totalmente extrapolables a cualquier sociedad capitalista (y en general a cualquier sociedad autoritaria) del mundo, especialmente a las occidentales. Por eso, al editarlos en castellano pretendemos extender las ideas y propuestas planteadas y acercarnos un poquito más a un mundo donde la libertad no se confunda con la obediencia, donde el miedo no se confunda con la seguridad, y donde de verdad podamos contar con les demás y afirmar que no necesitamos a la policía ni a ninguna otra autoridad. Esperamos haber contribuido a crear ese mundo y a socavar las bases de éste.

Por un mundo sin policía, sin jaulas y sin autoridad.
Cuidemos de nuestres vecines, de nuestro barrio, de nuestra gente, y creemos comunidades contra la policía, el racismo, el sexismo, la LGTBfobia, y toda forma de autoridad.
Vivan la autodefensa y la acción directa. Muera el delegacionismo y les líderes e intermediaries.

Epílogo: Sobre el colectivo de autores originales

A World Without Police (un mundo sin policía) se mantiene por un colectivo de organizadores de todo EE.UU. y a nivel internacional. Trabajamos para conectar las luchas de la gente contra la violencia cotidiana de la policía, y para proporcionar herramientas prácticas, teóricas y organizativas para usar en nuestro movimiento.

Creemos que la violencia policial y la explotación no pueden terminar a través de reformas (un mejor entrenamiento, una mejor supervisión, policías más amigables) sino sólo con la abolición total de la policía como una institución. Como explicamos en la sección “El problema”, esto es así porque las fuerzas de policía mantienen las desigualdades de la sociedad capitalista, y continuarán siendo violentas y racistas mientras existan.

Al mismo tiempo, sabemos que la abolición de la policía sólo es posible como parte de un proyecto revolucionario más amplio para abolir el Estado en su totalidad, junto con el capitalismo, la supremacía blanca y el patriarcado. La lucha contra la policía no puede ser dividida del movimiento más amplio o tratada como una campaña parcial.

Esto es porque “la policía” es más que sólo un grupo de hombres y mujeres que llevan placa: es también un proyecto histórico de división, defendiendo un orden social donde las vidas de la gente negra y POC, de la gente pobre, de la gente  queer y trans están perdidas. Si sólo disolvemos los departamentos de policía, su rol podría ser reemplazado por guardas de seguridad no uniformados, milicias de supremacistas blancos y redes familiares patriarcales sin transformar fundamentalmente nuestras relaciones sociales. Un mundo sin policía – no simplemente sin policía como existe ahora, sino sin policía como una forma de división – requiere una revolución.

Por estas razones, construimos nuestro movimiento con la abolición de la policía como una meta, mientras reconocemos que nuestra lucha incluye la abolición total del Estado y del Capital. Las campañas locales pueden trabajar hacia esos fines degradando el poder y la eficacia de las fuerzas policiales en el terreno, y construyendo la capacidad de nuestras comunidades de gobernarse y mantenerse a salvo a sí mismas. En vez de proporcionarle a la policía nuevas herramientas y la legitimidad a través de las reformas, esta estrategia sienta las bases para una sociedad verdaderamente libre.

Contacta con nosotres:
Blog: aworldwithoutpolice.org
Twitter: @No_Cop_Zone
Facebook: @AworldWithoutPolice
Instagram: @AworldWithoutPolice
E-mail: aworldwithoutpolice@riseup.net

Notas








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