Pedro Jérez
El gobierno decide reconstruir la historia, tapar sus
agujeros, coser sus heridas a partir de la redención o, mejor dicho, la
resucitación panfletaria e ideológica de mártires comunistas olvidados por la
historia reciente. Este es el caso de la decisión del ejecutivo de enaltecer
con los honores más altos al “mártir” de la revolución armada de Venezuela de
los años 60’s. Lo que sucedió con Fabricio Ojeda, fue lo que sucedió con toda
esa utopía armada que se levantó en consonancia con la influencia de la revolución
cubana en América Latina a mediados del siglo pasado. El fracaso estrepitoso,
la disolución y tortura de sus dirigentes y máximos exponentes. Pero la
calamidad a la que fue arrastrada la sucinta “guerra de guerrillas” de las FALN
(fuerzas armadas de liberación nacional) no descansa en el encarcelamiento y
represión violenta, no. Lo que acontece a estos movimientos es la falsa
idolatría, la conjura de sus líderes al estrato de héroes de la patria. Algo
que le sucede a este régimen despótico y militar, con sus directrices copiadas
al calco desde su cede de poder en Cuba, es manosear la historia a destajo, con
birrionda y desagradable suciedad y maltrato por la memoria colectiva de ese
pueblo que tanto se afinca en defender. De manera que, abriendo las cabezas del
pueblo (en sentido figurado), haciendo una cirugía, carente de sanidad y
previas maneras, ejecuta su criminal inducción mental, podrida, además,
adulterada, sí; de crear una realidad histórica totalmente nueva.
Las marchas son un fracaso a todas luces. En un gobierno
autoritario y despótico como el que se mantiene atornillado a la silla de
Miraflores, alzar la voz es un riesgo demasiado alto, que pocos tienen la
voluntad de ejecutar. Si bien es cierto, la protesta pacífica, sin más herramienta
que la propia palabra, la disidencia de pensamiento, la oposición que nace
desde las entrañas a toda autoridad, más que un derecho es una sinceridad como
ser humano responsable, de una persona consiente de que las calamidades no son
merecidas por nadie, ni en nombre de nada. La “oposición” apunta a la opción de
la protesta inútil. A la bailoterapia mental, a la enajenación de voluntad por
un trozo de esperanza momentánea. Se detiene en la demanda, bien infundada,
claro está, si este fuera un sistema político que goza de estado de derecho,
pero como no lo es carece de toda viabilidad. Exigir elecciones: transparentes,
directas y universales; para continuar la hegemonía representativa de la
democracia parasitaria y podrida. El pueblo vale su peso en votos, así lo han
entendido los políticos a lo largo de la historia política moderna reciente. Y
así lo han ejecutado. ¿Cuánto vale un voto? Un beso en la mejilla, adiós
promesas.
La historia es una rueda que no para de girar. Los
diferentes regímenes han hecho claudicar hasta al más valiente de los poetas.
Frente a un paredón de fusilamiento, la consigna siempre ha sido la misma
“libertad, para todas y todos por igual” porque nada se construye desde arriba,
las bases de este colectivo social se erigen desde abajo, y tendiendo al
horizonte. Lo vertical devuelto a su máxima expresión horizontal, allí el
propósito político, allí el camino coherente. Por ahí se debe caminar, de cara
al sol. El 23 de enero de 2017 se cumplen 59 años de la caída de la dictadura
Perezjimenista. Con esta evocación revolucionaria de rebeldía y levantamiento
social, se hace mandato recapacitar sobre la bota que nos oprime en la
actualidad y de la que tenemos que librarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.