miércoles, 18 de enero de 2017

México: El magonismo después de Ricardo Flores Magón


Carlos A. Silva R.

* Este post recoge parte de la ponencia titulada “Aspectos teóricos del magonismo y su influencia en los movimientos contemporáneo”, presentada ante el I Congreso de Investigadorxs sobre el Anarquismo, Buenos Aires, octubre 2016.

 “No soy magonista: soy anarquista. Un anarquista no tiene ídolos”
       Ricardo Flores Magón (18xx-19xx)

A la muerte de Ricardo, hubo entre sus antiguos compañeros quienes continuaron la lucha contra el nuevo gobierno emanado de la revolución, entre ellos el compañero de la prisión en que murió, Librado Rivera, quien demostró un fuerte carácter al recibir ofertas de antiguos compañeros del Partido Liberal Mexicano que entonces formaban parte del gobierno y a quienes llegó a llamar traidores.

La actitud de Librado Rivera ante el gobierno mexicano fue la más coherente con la propuesta magonista que se desarrolló durante los años de la lucha armada. Desde el ofrecimiento de indulto de parte del gobierno estadounidense a cambio de declarar y jurar respetar las leyes hasta el ofrecimiento del gobierno mexicano de apoyarlo para regresar a México, ya que considera traidores a sus antiguos compañeros, contra quienes continúa en guerra una vez en el país, poniendo en duda su administración y su capacidad e interés de resolver las problemáticas por las que se peleó la revolución, como el problema campesino, del cual, mientras que le argumentaban que las tierras ya se estaban repartiendo, el viejo magonista afirmaba que dicho problema sólo se resolvería cuando los campesinos tomaran las tierras por sí mismos.[26]

Si se estaban empezando a repartir las tierras, sería por la presión popular por el fruto de la larga lucha, más no por beneficiencia del nuevo poder. “El gobierno ha dotado de tierra a una media docena de pueblos, más bien con el fin de calmar los gritos de los miles de pueblos, rancherías y congregaciones ávidos de justicia”[27], argumenta Librado cuando un ex-magonista le reclama oponerse a las leyes revolucionarias.

Rivera, quizá el último magonista que continua la lucha es encarcelado una y otra vez por su agitación en contra del régimen revolucionario y sus diversas publicaciones anti-gobierno donde expresaba su opinión sobre él mismo de la siguiente manera, que narra parte de sus interrogatorio durante una de las
múltiples detenciones que sufrió:
«Siendo usted uno de los precursores de la revolución, hoy hecha gobierno, no respeta usted las leyes emanadas de esa revolución. -Ahí está el error, le repliqué, en creer que nosotros iniciamos la revolución para quitar al gobierno de Porfirio Díaz y poner otro en su lugar. Nuestra misión era otra y bien distinta; nosotros luchábamos por Tierra y Libertad... pero la intromisión de los políticos desde Madero, Carranza a Calles, desviaron ese hermoso movimiento, aprovechándose de nuestra impotencia en las prisiones norteamericanas.»[28]

Su discurso continúa demostrando una clara oposición a todo gobierno y a instaurar uno después de otro, incluso señala aquel lema tan interesante que mostró abiertamente el carácter libertario del magonismo, “Tierra y Libertad”, que buscaba albergar los anhelos y los saberes campesinos antes que cualquier otra cosa, lo cual argumentaron que ningún gobierno podría proporcionar y la actual situación lo demostraba.
«La clase revolucionaria en el poder asumió como suyas las demandas de los obreros y campesinos, para oficializar la idea de que todos los revolucionarios habían luchado por los mismos anhelos de libertad, justicia y soberanía nacional. De esta manera la clase revolucionaria en el poder “confiscó el imaginario del pueblo y recreó la imagen de un Estado omnipotente, asociándolo a la idea de un padre que otorga, protege y castiga, y el gobierno fue dotado de amplios poderes, porque era el único que podía restituir a su pueblo la riqueza usurpada por la oligarquía porfirista y los consorcios extranjeros, e impulsar el progreso económico y social del país».[29]

Los magonistas no pudieron admitir tal realidad en México, una nueva élite revolucionaria ejerciendo el poder, exterminando indígenas para arrebatarle sus tierras30, encarcelando a opositores políticos, censurando a la prensa liberaria, limitando el reparto agrario y adjudicandose la exclusividad para todo tipo de organización y administracion de los bienes que no le pertenecían al pueblo que había luchado, sino a un ente conceptualizado como aquella nación bajo la cual todas las subjetividades se consensaban en un mismo ideal de nación.

El discurso generado y apropiado por quienes quedaron en el poder dio a sí mismos la imagen del gobierno revolucionario, haciendo la distinción del México anterior y el posterior a la revolución. El anterior fue una dictadura ejercida por un gobierno autoritario, el post-revolucionario fue el fruto de la lucha contra la dictadura, una lucha de todos los oprimidos del país que entonces obtenían su
recompensa, un gobierno más sutil que atendía las demandas del pueblo, un gobierno que repartía la tierra a los campesinos, lo cual en gran medida calmó las demandas populares de un pueblo cansado después de varios años de lucha armada.

Buena parte de la herencia ideológica que dejó el magonismo quedó albergada en el zapatismo que tuvo un mayor impacto entre los campesinos principalmente a partir del asesinato de Emiliano Zapata, quién se convirtió en un héroe popular y de quien sus ideales de tierra y libertad, proveniente en gran medida del Partido Liberal siguieron vigentes en fieles seguidores de esa idea, de que la tierra debía estar en manos de quienes la trabajaran directamente, quienes continuaron la lucha bajo el mismo discurso después de que «surgieron sus nuevos enemigos: ya no fueron los hacendados azucareros sino gentes con capital que compraban las cosechas, practicaban el agio, controlaban el comercio y acaparaban tierras. Estos ricos tomaron alianzas con una multitud de políticos surgidos de la Revolución, para juntos dominar, además de la agricultura, el gobierno y la riqueza pública.»[31]

Dicha situación llevó a viejos zapatistas, volverse a levantar en armas durante las décadas de 1940, 1950 y 1960, entre quienes también surgieron líderes campesinos que lucharon por la consigna anarquista de Tierra y Libertad. En el Plan de Cerro Prieto publicado el 28 de noviembre de 1957 y firmado por Rubén Jaramillo, éste aclara que las “tierras, montes y aguas que hayan sido entregados o se entreguen en el futuro a los pueblos, se regiran por el sistema colectivo”.[32]

Es decir, los viejos zapatistas que se levantaban en armas varias décadas después del “fin de la revolución”, recogían los saberes ancestrales de la lucha por una forma de trabajo colectivo de la tierra, aquella forma de organización para el trabajo que Ricardo Flores Magón pudo distinguir en los pueblos indígenas, que tenía que ver con el apoyo mutuo en una especie de anarquismo comunitario natural.

Así, entre los zapatistas hubo como entre los magonistas quienes se resistieron a los intentos de cooptación de los revolucionarios para que se convirtieran en funcionarios gubernamentales con el fin de pacificar al pueblo. Rubén Jaramillo fue el ejemplo de los líderes campesinos que bajo una fuerte convicción por sus ideales de justicia siguieron reivindicando la lucha por la tierra hasta el final de sus vidas.

Así mismo, Tanalís Padilla hace referencia de la gran influencia que tuvo el magonismo en el movimiento encabezado por Rubén Jaramillo respecto a cuestiones de género, ya que las mujeres jugaron un papel importante en dichas luchas, de las cuáles se reinvindicó su capacidad de participación al igual que los hombres, y la historiadora remite un vínculo ideológico con el magonismo (Padilla, 237-239).

En su texto A la mujer, Ricardo Flores Magón, el periodista anarquista decía que ”la cadena no reconoce sexos; la infamia que avergüenza al hombre os infama de igual modo a vosotras. No podéis sustraeros a la vergüenza de la opresión: la misma garra que acogota al hombre os estrangula a vosotras”[33¨], y por ello, hombres y mujeres deben de luchar juntos contra los explotadores del pueblo.

Aunque el jaramillismo no parecía reinvindicar la propuesta magonista, dieron seguimiento a la propuesta libertaria através de la figura de Emiliano Zapata, quien sí representa un caso más emblemático en lo que refiere a las luchas por la tierra en México y quien a la vez, su lucha sí tuvo una relación directa con los magonistas, y que la conjunción de ambos, la pŕaxis campesina en el zapatismo y la teoría libertaria de una tradición en el magonismo generó un discurso que fue apropiado a lo largo de los años por los movimientos sociales que han luchado por la tierra.

Hasta la actualidad se sigue trayendo a colación el los discursos la consigna de Tierra y Libertad, aunque los movimientos campesinos en general no se pronuncien como magonistas, anarquistas o libertarios, sino como zapatistas. Es decir, parece ser que el legado del magonismo ha trascendido más por medio de la figura de Zapata y la lucha por la tierra que por el ideal anarquista directamente.

En la actualidad, son principalmente grupos juveniles quienes reivindican al magonismo como bandera de lucha, por lo que Ricardo Flores Magón se ha convertido en el primer referente del anarquismo en un país en el que esta corriente se ha puesto en auge como identidad dentro de los principales movimientos sociales, a pesar de la estigmatización como movimiento violento y desorganizado, los anarquistas han demostrado tener características valorativas positivas, principalmente desde que han desarrollado nuevas formas de organización y articulación con otros movimientos populares, apoyando de diferentes maneras los movimientos de resistencia de los pueblos que luchan por la tierra, una muestra clara de que el magonismo comunitario que visibilizaban los magonistas, se reproduce en un contexto social en donde la lucha por la tierra sigue vigente.

De esta forma, es posible observar que el magonismo y sus aportes teóricos y práctivos han perdurado en los movimientos contemporáneos de dos formas distintas: donde se le reinvindica directamente por agrupaciones anarquistas que difunden el ideal libertario con el referente de Ricardo Flores Magón como figura representativa, y por los movimientos campesinos que si bien en sus palabras nunca aparece el referente directo de Magón, sí lo hacen en sus prácticas de lucha por la vuelta a las formas tradicionales de trabajo con la tierra, por la defensa de la propiedad comunal y el trabajo colectivo.

El 1 de enero de 1994, se levantaba en armas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), quienes en su primera declaración expresaron que “somos producto de 500 años de luchas”[34], lo cual también indíca las prácticas discursivas que los movimientos sociales utilizan para traer a colación la memoria histórica de una cuestión que reconocen como parte de sus identidad, que en este caso sería la tradición de los pueblos que han luchado a través de la historia, y de los cuales son el producto de los procesos por los que esas luchas han pasado.

El EZLN que surgió como una guerrilla que declaró la guerra al gobierno mexicano, con el paso del tiempo y de las circunstancias, tranformó su métódo de lucha. Se convirtió en un movimiento indigenista que promueve la autonomía de las comunidades y destacan las formas ancestrales de vida indígena, y han logrado llevar a la práctica esta propuesta a través de la autorganización y del deslinde de todo tipo de apoyo gubernamental y de partidos políticos.

Muchos elementos del magonismo se encuentran en este y muchos otros movimientos sociales, que de una y otra manera van rescatando distintos saberes que nutren antiguas teorías, que recogen propuestas intelectuales, de luchadores sociales, de otros movimientos y hasta de las personas más comunes que hacen su vida cotidiana sin más reconocimiento que su propio y anónimo aporte.

En este sentido, parece ser que el magonismo ha trascendido más por esta parte de las prácticas de los movimientos zapatistas, ya que incluso los movimientos anarquistas son poco vinculados con el magonismo o los “precursores de la revolución” que apenas y son mencionados en la historia oficial del país. Más bien el anarquismo es relacionado con los disturbios generados durante las movilizaciones populares, principalmente en las grandes ciudades, mientras que en las zonas rurales donde tienen auge los movimientos indigenistas y campesinos, la práxis por la defensa de la tierra y la vida comunitaria da cuenta continuamente aquello que Flores Magón visivilizó de los saberes ancestrales de los indígenas, lo cual podríamos traducir como los precursores de teorías de emancipación latinoamericana, pensada desde y para los pueblos originarios de América.

Notas

[26] ITAM, “Librado, «precursor de la revolución», se enfrenta a los "gobiernos revolucionarios" al lado del movimiento anarquista”, Biblioteca Raúl Bailléres Jr., http://biblioteca.itam.mx/sitio/

[27] Rivera, Librado, “Arresto de Librado Rivera”, Antorcha, http://www.antorcha.net/

[28] Op. Cit., ITAM.

[29] Alcayaga Sasso, Aurora Mónica. Librado Rivera y los Hermanos Rojos en el Movimiento social y cultural Anarquista en Villa Cecilia y Tampico, Tamaulipas, 1915-1931, México D. F: Universidad Iberoamericana, 2006. p. 180.

[30] Librado Rivera condenó continuamente en sus publicaciones el intento de los gobierno revolucionarios por exterminar a los yaquis con el fin de quitarles las tierras que habían defendido durante años.

[31] Ravelo Lecuona, Renato. Los Jaramillistas, 2a Ed., Cuernavaca: Editorial la rana del sur, 2007. p. 14.

[32] Jaramillo, Rubén. “Plan de Cerro Prieto” en Ricardo Montejano, Félix Serdán Nájera, Memorias de un guerrillero jaramillista, 1a Ed., México: Desinformémonos ediciones, 2012. p. 274.

[33] Flores Magón, Ricardo. “A la mujer”, Antorcha, http://www.antorcha.net/, Julio 2016.

[34] Comandancia General del EZLN. “Primera Declaración de la Selva Lacandona”, Enlace Zapatista, http://enlacezapatista.ezln.org.mx, Julio 2016.



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