viernes, 13 de enero de 2017

Cuentos para animar el velorio del "Bolívar Fuerte"



Dayrí Blanco (El Carabobeño)

Dos mil 257 bolívares. Esa es la cuenta que debe pagar José, Maritza o Arturo -no importa el nombre- por dos paquetes de galletas y un yogurt en el supermercado. 23 billetes como mínimo necesita, todos de 100. De vuelta recibe solo una unidad monetaria de 50 bolívares, “te debo tres, no tengo sencillo”, le dice la cajera. Es una práctica habitual en el país. Pero con el nuevo cono monetario no serán solo tres bolívares los que se perderán por compra. El monto podría llegar hasta cercanos los 100 bolívares como consecuencia del salto al pasado que dio el Gobierno con la nueva familia de billetes, que contradice todos los argumentos por los que se hizo la reconversión en 2008.

Las monedas en Venezuela son sinónimo de dinero sin valor, de un poder de compra mermado. La cultura de tenerlas siempre en los bolsillos o carteras no existe como en otros países del mundo. Siempre ha sido así. El “redondeo” tendrá más fuerza a partir de la incorporación de las nuevas unidades de 10, 50 y 100 bolívares que dejarán de ser monedas. Será más fácil cobrar, por ejemplo, dos mil 500 bolívares por una docena de huevos que dos mil 420 como marca en algunos establecimientos.

Ese será solo un efecto del fracaso de la reconversión instaurada el 1 de enero de 2008. En ese momento el Banco central de Venezuela (BCV) definió el proceso como un desafío de correr 400 metros con vallas. Pero lo que no estaba en los planes era un relevo. El testigo fue pasado en abril de 2013 a manos de Nicolás Maduro en medio de una crisis económica que aún permitía medidas de recuperación. Nada se hizo y el sistema monetario colapsó.

La familia de billetes y monedas en vigencia se convirtió en todo lo que era señalado como negativo desde marzo de 2007, cuando se comenzó a trabajar en la reconversión. El informe que el BCV publicó en diciembre de 2008 establece que en los años 60 y 70 el billete más grande era el de 100 bolívares, en los 80 el de 500 y para finales de los 90 el de 10 mil y 20 mil, mientras que en 2002 se introdujo el de 50 mil. “La moneda venezolana sumaba ceros pero perdía eficiencia como medio de pago: Los consumidores estaban obligados a cargar más efectivo y a realizar cálculos con cifras de muchos dígitos”. La historia se repite. El argumento se transformó en la realidad que padecen quienes viven en el país.

Insostenible con inflación

En ese momento la disminución del poder de compra fue la razón principal para implementar la medida. “Pero en el período 2015-2016 nos encontramos frente a la peor caída de los últimos 25 años”, advirtió el economista y socio director de la firma Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros. La crisis en los bolsillos de los venezolanos es incluso peor que las sufridas en 1990 por la aplicación del “Gran Viraje” y el desmontaje del control cambiario del Régimen de Cambio Diferencial (Recadi), la de 1996 con la “Agenda Venezuela” y el desmontaje de la “Oficina Técnica de Administración Cambiaria” (OTAC) y la de 2003 con el paro petrolero, la cual alcanzó una caída de 17,3%, una diferencia de 15,1 puntos porcentuales con respecto a lo alcanzado en 2015. “Es decir, el venezolano cada vez tiene menor capacidad de adquisición de productos, incluso dentro de la gama de bienes de primera necesidad”.

Pero la decisión de emitir billetes de mayor denominación no es mala. Por el contrario, se ajusta a la realidad aunque esté contra los principios del sistema socialista que ha intentado ser instaurado. Lo negativo, de acuerdo a Oliveros, es que ese cono monetario durará lo mismo o menos que el establecido en la reconversión de 2008 sino se ataca la raíz del problema, sino se corrigen los factores inflacionarios de la economía. “Si eso no se hace en poco tiempo el billete de 20 mil bolívares, el de mayor denominación a partir del 15 de diciembre, no tendrá poder de compra”.

También es cuestionable la tardanza con la que se implementó la medida. Los problemas de escasez de efectivo son principalmente responsabilidad de la variación de los precios. El Gobierno debió haber emitido billetes de nueva denominación antes. En el primer trimestre de 2016 ya era urgente hacerlo si hubiese seguido su línea de acción de 2008 frente a las distorsiones observadas en la economía durante ese año. “No lo hizo a tiempo porque eso implica reconocer los altos niveles de inflación y el riesgo latente de hiperinflación”. Al darse el cambio de 100 a 20 mil bolívares como billete de mayor denominación, el salto es de 19.900%.

Improvisación en vivo

El directorio en pleno del BCV estaba sentado frente a los periodistas. Algunos de medios nacionales, otros internacionales. Había transmisiones en vivo. Todos esperaban la explicación en detalle del nuevo cono monetario que se implementará en el país desde el 15 de diciembre.

Pero la improvisación se impuso. Nelson Merentes, presidente de la máxima institución financiera en Venezuela, lideró la cita. En su discurso tuvo que consultar a sus compañeros en varias oportunidades para tener la certeza de datos elementales: “Ahora para tener 100 mil bolívares basta con cua.. o cinco billetes de 20 mil, ¿no?”. A su lado todos asintieron. Él continuó: “Entonces son solo cinco billeticos de 20 que serán de fácil acceso”.

Más de 50% de los 37 minutos de alocución que estuvo Merentes al aire los dedicó a explicar las bondades de los sitios naturales y turísticos reflejados en imágenes en los seis nuevos billetes. Habló de las bellezas de los Médanos de Coro, invitó a los venezolanos a ir al teleférico de Mérida y hasta habló de la historia de cada prócer que identifica los billetes. “A los muchachitos que me están viendo les explico que Francisco de Mirando fue un gran precursor de nuestras libertades… Y les recomiendo que al cachicamo hay que cuidarlo, en algunos casos se usa para contrarrestar alguna enfermedad. Hay que tener cuidado a la hora de ingerirlo, yo recomiendo a la gente que los deje tranquilos”.

El presidente del BCV no dio precisión de la entrada en circulación de la nueva familia de monedas. Solo dijo que serán de 10, 50 y 100 bolívares. Tampoco explicó la manera en la que convivirán los antiguos y los nuevos billetes, ni hasta cuándo serán usados los que están en vigencia desde 2008. Todo indica que la desinformación se impondrá cuando José, Maritza o Arturo -no importa el nombre- esté frente a la caja registradora para cancelar dos paquetes de galletas y un yogurt o cualquier otro producto.

[Tomado de http://www.el-carabobeno.com/fracaso-la-reconversion-2008-billete.]


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