lunes, 28 de noviembre de 2016

Opinión: Narcocracia bolivariana



J. R. López Padrino

El término de narcoestado es un calificativo que se aplica a aquellos países cuyas instituciones se encuentran influenciadas o controladas por el narcotráfico, y cuyos dirigentes son tolerantes o están ligados a las redes del tráfico de drogas a nivel internacional, amparados por sus potestades legales. Son Estados forajidos en los cuales los gobiernos, per se, han tomado el control del narcotráfico no para erradicarlo, sino para patrocinarlo, ampararlo y desarrollarlo.

Un ejemplo emblemático de narcoestado es el Estado Venezolano (narcocracia bolivariana). La detención y posterior culpabilidad de Efraín Antonio Campo Flores y Francisco Flores de Freitas por el delito de conspirar para traficar con cocaína en los Estados Unidos han puesto en evidencia el verdadero rostro del narco-Estado venezolano. Ambos condenados confesaron en distintas grabaciones de la protección policial y militar con la que contaban para sus operaciones ilícitas, además de su experiencia en el mundo del narcotráfico tras varios años en el negocio de la cocaína. Al desnudo quedó que los narcos-sobrinos usaban pasaportes diplomáticos del gobierno venezolano para facilitar sus operaciones (inmunidad diplomática), que usaban el hangar de los aviones presidenciales del aeropuerto internacional Simón Bolívar en Maiquetía para el transporte de la droga, y que contaban con el apoyo de los organismos de seguridad del Estado para proteger sus narco-operaciones. Obviamente, estamos en presencia de una alianza “no santa”, entre el mundo narco y las instituciones del Estado venezolano.

Efraín y Francisco son unos buenos ejemplos del “hombre nuevo” que ha creado la barbarie fachobolivariana. Sujetos sin moral, oportunistas, quienes utilizan a la falaz revolución bolivariana como escudo para acumular dinero proveniente de la corrupción y el narcotráfico. Vale acotar que la defensa de los “angelitos Flores” estuvo en el orden de los 20 millones de dólares (6 abogados y 12 asistentes), honorarios que fueron canceladas por Wilmer Ruperti. Petro-estafador dueño de la compañía Global ShipManagement, vinculada comercialmente con Alex del Nogal quien purga condena en Italia por narcotráfico y con Rafael Ramírez ex ministro de Energía y Petróleo, ex presidente de PDVSA, y diplomático en la ONU recientemente investigado por cargos de corrupción por la Asamblea Nacional.

La narcocracia venezolana ha contado con la complicidad, no tan solo de altos jerarcas del régimen, sino además de la Fuerza Armada Nacional (FAN). Para nadie es un secreto de la existencia de un cartel conformado por miembros de la FAN, policias y dirigentes políticos de la nomenclatura bolivariana. Cartel “oficial” de drogas que opera en el Eje Arauca, Bolívar y Delta Amacuro, y ha desplazado a mentados carteles como los de La Guajira y la Costa colombiana. No hay que olvidar que más de la mitad de la cocaína que se produce en territorio colombiano pasa por Venezuela, para luego ser destinada a Estados Unidos, el principal mercado mundial de sustancias ilícitas, y a Europa. Prominentes figuras del mundo castrense han sido acusados de estar involucrados con ese cartel, entre muchos otros aparecen el general (R) Hugo Carvajal, exjefe de la Dirección General de Contrainteligencia Militar, el general (R) Henry Rangel Silva actual gobernador de Trujillo, el general (R) Luis Acosta Carlez exgobernador de Carabobo, el general Néstor Reverol actual ministro del Interior. Todos ellos han sido acusados de haber formado parte de la red de tráfico de cocaína dirigida por Walid Makled, vinculado al cartel mexicano de Sinaloa. Narcotraficante que también denunció que la Rampa 4 era el punto de salida “limpia” para los cargamentos de droga que llegó a hacer con anuencia de los militares que lo protegían. Igualmente, han sido asociados al narcotráfico Diosdado Cabello, José David Cabello y Tareck El Aissami. La llegada al poder del socialfascismo bolivariano, convirtió al Estado venezolano en el principal cartel de drogas del continente.

Llama la atención el mutismo presidencial luego de conocerse la condena de los narco-sobrinos y peor aún la complicidad del Ministerio Público, instancia que ha guardado un silencio sepulcral sobre el caso y no ha ordenado investigación alguna para que sean identificados, capturados y enjuiciados quienes estén vinculados a la narco-red de los Flores. No se le puede pedir peras al olmo.

Obviamente todas las narcocracias tienen sus amanuenses cómplices como el moderador de la narco-cloaca de La Hojilla, Mario Silva quien insiste al igual que Direct-TV Carreño, el chafarote Cabello y Héctor Rodríguez que los narcos sobrinos son unos “pobres e inocentes muchachos” que fueron víctimas de un secuestro y conspiración por parte del gobierno de la Casa Blanca. Poco les ha faltado a estos narcobandoleros declarar a estos hijos del comandante como “héroes de la revolución bolivariana” encarcelados en el “imperio mesmo”.

La Venezuela del siglo XXI se ha convertido en una narcocracia dirigida por una pestilente logia cívico-militar donde se trafica y comercializa la droga con total impunidad y con la complicidad de diversas instancias de poder. Venezuela es hoy el narco-paraíso del caribe.


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