sábado, 27 de diciembre de 2014

Opinión: Renta petrolera fortaleció las desigualdades

Por Margarita López Maya

En 2013 Maduro anunció una emergencia nacional para luchar contra la corrupción que, según dijo, anidaba en la oposición. Había “una putrefacción total desde el punto de vista humano, espiritual, ético, de quienes dirigen la derecha venezolana”. Para eso pidió la Habilitante. 

Sin embargo, al Presidente no parece importarle el peculado de uso, una forma de corrupción que se refiere al aprovechamiento privado de los bienes del Estado. Una residencia, un carro o avión oficial son bienes del Estado, no pertenecen a los ministros u otros funcionarios, mucho menos a sus familiares. 

En democracia no son privilegios sino medios de trabajo. No son para facilitarle las vacaciones a la familia, o para llevar a las esposas al mercado o los niños a la escuela. Tampoco para llevar familiares a hospitales fuera del país, trabajadores domésticos incluidos. Para eso está el sueldo del funcionario. En Venezuela las clases dirigentes creen que el poder es un privilegio, y una parte de la sociedad parece darles la razón porque lo tolera. Hasta ahora ha incidido poco en las preferencias electorales. La renta petrolera ha fortalecido una cultura política patrimonialista de desigualdades entre nosotros. Quien llega al poder cree hacerse de un sustancioso botín para él, sus familiares y amigos. 

El año pasado escribí sobre el peculado de uso que hace la familia de Chávez en La Casona presidencial. Eso incluye al Vicepresidente, quien no tiene derecho a vivir allí, pues es la residencia del Presidente. Este año, informaciones revelan peculado de uso de los aviones del Estado por parte de ministros de Maduro y funcionarios de Pdvsa. Los usan para vacaciones en París, Honolulú o en estaciones de invierno en EEUU. Llevan y traen a suegras, esposas, familiares y amigos. Los prestan a políticos de otros países para que también hagan sus diligencias particulares. Millones de dólares. 

La corrupción por peculado de uso no es nueva en Venezuela. Pero la oferta del chavismo en la campaña de 1989 fue acabar con ella. No solo no lo hizo, sino que creó un régimen de desigualdades y privilegios que bajo el rótulo “socialista” se acerca a una monarquía medieval o un califato. Los venezolanos debemos repudiar y remediar esta lamentable situación.

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