viernes, 5 de diciembre de 2014

Debate (A): El anarquismo y la violencia


Antti Rautiainen

La venganza como importante derecho humano

Algunos afirman que el anarquismo se opone a la violencia, porque para los anarquistas los medios deben coincidir con los fines. Pero sólo la segunda declaración es correcta, no así la primera. Esto es porque en el anarquismo la violencia no es sólo un medio, pero en cierto sentido es un objetivo en sí misma.

Con esto no me refiero al lema infantil de colgar al último burgués de las tripas del último madero ni nada de eso. No considero que la represión de los enemigos de clase, aun menos de manera colectiva, sea de alguna manera un objetivo de la revolución. Como escribió Kropotkin, es difícil evitar actos individuales de venganza por parte de las personas más enfurecidas, pero el objetivo de los anarquistas es minimizarlos, ya que en la sociedad actual las personas son en primer lugar esclavas de sus roles.

Sin embargo, esto no significa que no haya responsabilidad individual.

En la base de todos los valores morales está la idea de que cada uno es responsable por sus malas acciones. Obviamente, esto no es un invento anarquista, sino un principio universal que es compartido por toda la humanidad. Hay enormes diferencias de opinión en que acciones están bien y cuales están mal y cómo el mal debe ser castigado, pero todas las personas están de acuerdo con el principio básico.

El perdón es noble, pero sólo si es voluntario. Y por último, quién puede perdonar por otra persona? Si alguien fue ofendido, golpeado, traicionado o violado, es su propia decisión perdonar o pedir castigo, de nadie más. Estoy seguro de que incluso Jesús estaría de acuerdo en esto.

Hay millones de argumentos prácticos que se pueden presentar en contra de la venganza. A veces, la venganza puede llevar a un ciclo de violencia sin fin, a veces la venganza puede dificultar que quien hizo mal pueda comprender sus errores y corregir su comportamiento, a veces la venganza puede llevar a problemas, no sólo para quien la realiza, sino también para sus compañeros. A veces, estos argumentos son una razón suficiente para evitarnos llevar a cabo la venganza. Pero aún así, la venganza es la base de toda justicia. Esto es porque la venganza puede existir sin perdonar, pero perdonar no puede existir sin venganza. Si no tienes la opción de la venganza, tu perdón vale de nada.

El gobierno y las normas morales que crea prohíben la venganza, y por lo tanto nos niegan el derecho a ser sujetos morales. Como compensación, el sistema nos ha donado las películas de acción y una interminable cantidad de otros tipos de entretenimiento, donde la cuestión de venganza tiene siempre un lugar central. Se nos ha dado el derecho a la venganza sólo en nuestras fantasías. Sólo en nuestros sueños se nos permite ser seres humanos.

La venganza es la base de toda la justicia en la tierra. Si esto es algo que la sociedad no puede comprender, a la mierda esta sociedad.

Tomemos como ejemplo el asesinato del presidente de Estados Unidos William McKinley, cometido por el anarquista Leon Czolgosz en el año 1901. El asesinato fue seguido por un enorme ola de represión contra los anarquistas y los socialistas. La legislación que se formó esos años, entre otras cosas prohibía que los anarquistas entrasen en Estados Unidos, y hoy todavía está en vigor (por suerte esta legislación hoy en día rara vez se utiliza).

La mayoría de los anarquistas contemporáneos (por ejemplo Johann Most) se distanciaron de Czolgosz, e incluso los pocos que lo defendieron (como Emma Goldman) hablaban por un compañero represaliado, no por su acción. Czolgosz no tenía allegados dentro del movimiento anarquista. Era, obviamente, un perdedor, tal vez también un trastornado. Muchos investigadores creen que nunca tuvo novia. Su acto no dio lugar a ninguna transformación positiva en la sociedad, no se le permitió siquiera explicar sus motivaciones. Fue condenado a toda prisa, y se le ejecutó apenas dos meses después del asesinato.

Pero a pesar de todo lo dicho anteriormente, el presidente McKinley merecía morir.

En 1889 el USS Maine explotó en frente de la ciudad de La Habana, por razones aún poco claras. En aquel entonces, Cuba era todavía una colonia española, que a menudo se había sublevado por la independencia. Después de la explosión del USS Maine, EE.UU. declaró la guerra a España. Como consecuencia de la guerra, Cuba obtuvo su independencia, y Puerto Rico y Filipinas se convirtieron en colonias de los Estados Unidos. Sin embargo, los habitantes de Filipinas no apreciaron a sus nuevos amos más que a los anteriores, y se puso en marcha una rebelión total por la plena independencia.

El presidente McKinley aplastó la rebelión con la misma brutalidad con la que las rebeliones son aplastadas siempre y en todas partes. Decenas de miles de personas fueron ejecutadas, violadas y saquedas, cientos de miles de personas murieron como consecuencia del hambre y las enfermedades que siguieron a la acción militar y la creación de campos de concentración. Nadie sabe el número exacto de muertos, pero durante estos años la población total de las islas se redujo en aproximadamente un millón.

El asesinato de McKinley no detuvo la guerra, que se prolongó durante más de un año después del asesinato. Es posible que la guerra y las atrocidades cometidas por el ejército de los Estados Unidos en Filipinas ni siquiera fueran la razón principal de Czolgosz para asesinar al presidente.

Pero, ¿quién no se alegraría por el hecho de que al menos un pedazo de mierda obtuviera lo que se merecía?

El factor clave del anarquismo reside en que siempre existe una oportunidad para la venganza

El gobierno ha monopolizado la violencia, ha usurpado el derecho exclusivo de determinar las cuestiopnes morales. El ciudadano ideal no interviene en las dinámicas del sistema judicial, sino que delega en los expertos. En la medida que cedemos nuestro derecho a la venganza, el estado, a cambio, nos libera de la necesidad de la violencia, y se compromete a hacerse cargo de ella por nosotros. Debo admitir, que a menudo el estado cumple con su promesa en consecuencia. Cuanto más rico es el país, más probable es que el sistema judicial castigue a quien te haya agraviado de una manera mucho más eficaz de lo que serías capaz de hacer por tí mismo.

Sin embargo, en el anarquismo cada individuo es una parte integral del gobierno, de sus tres ramas - legislativa, ejecutiva y judicial. Obviamente, esta interrelación aumenta el riesgo del linchamiento, pero incluso en sociedades primitivas y sociedades proanarquistas del Medievo tales como la de Islandia se tomaron medidas para crear la separación de poderes, al menos en cierta medida. Una posible solución es exigir a todas las personas que asuman responsabilidad en cada una de las ramas durante un período de tiempo limitado, de modo que nadie esté delegado en más de una rama a la vez. En realidad, la Islandia anarquista tenía un sistema legal bastante desarrollado y es obvio que en las condiciones de hoy en día el sistema legal anarquista sería aun mejor.

Muchos confunden la violencia, el poder y el autoritarismo, pero estas tres cosas son diferentes y las anarquistas sólo se oponen a la tercera. El autoritarismo es un privilegio que es institucional, formal, tradicional o carismático. El anarquismo no niega la autoridad de los expertos, con tal de que tenga unos límites razonables. Cualquier autoridad que se base en las opiniones de expertos debe ser re-evaluada de manera crítica y contínua, para abolirla completamente cuanto antes. Es decir, el anarquismo no intenta abolir el derecho para usar la violencia, sino para distribuir este derecho por igual a todo el mundo.

En este sentido, la diferencia fundamental no es si en el anarquismo hay más o menos delincuencia que en nuestra sociedad actual. La Islandia protoanarquista era una sociedad machista, donde se respondía habitualmente a un insulto con la espada. Pero el escenario islandés no es el único posible para el anarquismo. Es tan probable como que en el anarquismo haya personas que vivan como en las imágenes de la revista Atalaya, en la que los leones en la sabana están tumbados entre las personas y se alimentan de frutas. Pero incluso si nadie fuese asesinado en la sociedad anarquista (de hecho ha habido sociedades primitivas en las que el "asesinato" es un concepto desconocido), en la anarquía todo el mundo tiene la posibilidad potencial de dar una sentencia y castigar. Y ésto, por definición, es la violencia. Por lo tanto el anarquismo apoya la violencia.

[Tomado de http://adoquin.org/el-anarquismo-y-la-violencia.]


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