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¿Qué tienen en común un bombero inglés, un marinero holandés y un ciudadano colombiano? Todos ellos fueron asesinados en playas venezolanas. Se trata del británico Thomas Ossel, asesinado en la Posada Casa Rosa; el holandés Robert Sterenburg, asesinado en su bote a 500 metros de la costa en septiembre de 2013 y el colombiano Jorge Huaca, ultimado en la orilla de la playa Los Cocos.
Las playas venezolanas son elegidas anualmente por millones de turistas como destino vacacional y es un hecho que las diferentes problemáticas de los últimos años han hecho que el turismo en Venezuela se haya transformado en una aventura peligrosa. Esto representa una razón más que suficiente para que un extranjero se lo piense dos veces antes de venir a disfrutar sus vacaciones en el país petrolero.
Bitácora de un viaje turístico “o antónimo” a Venezuela
Para muchos turistas que han pasado por el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, la experiencia es inolvidable. Con la mejor disposición, el turista se enfrenta a los diferentes controles tratando de ser lo más amable posible. La primera bienvenida es una la “cola” de inmigración: Si bien es cierto que existen hasta unos 20 cubículos de atención para sellos de entrada, regularmente funcionan algo más de una decena.
Superados los diferentes controles (regulares en un aeropuerto), los turistas se dirigen a tomar un vuelo nacional probablemente hacia isla Margarita, la playa más cotizada por extranjeros. Es el momento que preguntan: ¿Disculpe el pasillo hacia la terminal nacional? Y la posible respuesta es: -Sí claro señor está por allí, por cierto… ¿ya cambió sus dólares? No es extraño, el control cambiario existente en Venezuela es un negocio que es aprovechado por muchos, tanto extranjeros como venezolanos. Los resultados del cambio de moneda traspasan una delgada línea entre lo legal y lo ilegal. Los turistas llegan a Venezuela y en menos de una hora ya han cometido un delito (el ilícito cambiario). La gran mayoría lo hace sin darse cuenta, otros despiertan su lado “corrupto” y ambicioso de multiplicar el dinero dispuesto para el viaje.
Hay quienes llegan sin problemas a su destino. Lo más probable es que en el hotel, Ud. reciba ciertas advertencias como “señor tenga cuidado con esa cámara o, no la tenga tan a la vista”. Estas frases y otras pueden salvarle la vida, literalmente. Ocultando la cámara, ocultando los euros o dólares y siendo precavido la mayoría puede pasar unas vacaciones relajadas, es cierto, pero también es real que muchos extranjeros no atienden las advertencias.
Encontrarse de frente con la delincuencia en uno de los países más peligrosos del mundo no es nada agradable. Puede ser la primera vez que le apunten con un arma, la primera vez que se quede sin dinero, ni tarjetas, ni pasaporte, porque le robaron. Y lo que resulta aún más peligroso: podría perder su vida si se resiste al robo.
En muchos casos, el último adiós que da Venezuela a turistas internacionales son militares registrando su equipaje, una y otra vez, buscando drogas. Cuando la faena termina, despegar es un suspiro de alivio, no porque le haya ido mal, si no por esa actitud de los uniformados: da miedo ser tratado como un narcotraficante.
Visitar Venezuela, una tarea complicada pero no imposible
En julio de 2013, el ministro de Turismo, Andrés Izarra, lanzó una campaña informativa a turistas extranjeros sobre la situación de seguridad del país, entregando “mapas con información”, limitando en cierta manera la exploración del turista, pero conservando su integridad. Según el ministerio del Turismo en 2012, Venezuela recibió unos 700 mil turistas extranjeros. A pesar de los esfuerzos del MinTUR (Ministerio de Turismo) por promocionar los tesoros turísticos, no hay grandes saldos positivos, algo reconocido por los mismos dirigentes encargados.
Pero Izarra no se da por vencido. Poco después lanzó el plan “Playas Chéveres”, un campaña ecológica que limpiará junto con personal voluntariado diferentes playas del país. Venezuela: un país de playas, montaña, llanos y selva; pero también de polarización, crimen y violencia. Algunos lo llaman “turismo de aventura” por sus implicaciones.
[Tomado de http://eltoque.com/texto/turismo-peligroso.]
¿Qué tienen en común un bombero inglés, un marinero holandés y un ciudadano colombiano? Todos ellos fueron asesinados en playas venezolanas. Se trata del británico Thomas Ossel, asesinado en la Posada Casa Rosa; el holandés Robert Sterenburg, asesinado en su bote a 500 metros de la costa en septiembre de 2013 y el colombiano Jorge Huaca, ultimado en la orilla de la playa Los Cocos.
Las playas venezolanas son elegidas anualmente por millones de turistas como destino vacacional y es un hecho que las diferentes problemáticas de los últimos años han hecho que el turismo en Venezuela se haya transformado en una aventura peligrosa. Esto representa una razón más que suficiente para que un extranjero se lo piense dos veces antes de venir a disfrutar sus vacaciones en el país petrolero.
Bitácora de un viaje turístico “o antónimo” a Venezuela
Para muchos turistas que han pasado por el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, la experiencia es inolvidable. Con la mejor disposición, el turista se enfrenta a los diferentes controles tratando de ser lo más amable posible. La primera bienvenida es una la “cola” de inmigración: Si bien es cierto que existen hasta unos 20 cubículos de atención para sellos de entrada, regularmente funcionan algo más de una decena.
Superados los diferentes controles (regulares en un aeropuerto), los turistas se dirigen a tomar un vuelo nacional probablemente hacia isla Margarita, la playa más cotizada por extranjeros. Es el momento que preguntan: ¿Disculpe el pasillo hacia la terminal nacional? Y la posible respuesta es: -Sí claro señor está por allí, por cierto… ¿ya cambió sus dólares? No es extraño, el control cambiario existente en Venezuela es un negocio que es aprovechado por muchos, tanto extranjeros como venezolanos. Los resultados del cambio de moneda traspasan una delgada línea entre lo legal y lo ilegal. Los turistas llegan a Venezuela y en menos de una hora ya han cometido un delito (el ilícito cambiario). La gran mayoría lo hace sin darse cuenta, otros despiertan su lado “corrupto” y ambicioso de multiplicar el dinero dispuesto para el viaje.
Hay quienes llegan sin problemas a su destino. Lo más probable es que en el hotel, Ud. reciba ciertas advertencias como “señor tenga cuidado con esa cámara o, no la tenga tan a la vista”. Estas frases y otras pueden salvarle la vida, literalmente. Ocultando la cámara, ocultando los euros o dólares y siendo precavido la mayoría puede pasar unas vacaciones relajadas, es cierto, pero también es real que muchos extranjeros no atienden las advertencias.
Encontrarse de frente con la delincuencia en uno de los países más peligrosos del mundo no es nada agradable. Puede ser la primera vez que le apunten con un arma, la primera vez que se quede sin dinero, ni tarjetas, ni pasaporte, porque le robaron. Y lo que resulta aún más peligroso: podría perder su vida si se resiste al robo.
En muchos casos, el último adiós que da Venezuela a turistas internacionales son militares registrando su equipaje, una y otra vez, buscando drogas. Cuando la faena termina, despegar es un suspiro de alivio, no porque le haya ido mal, si no por esa actitud de los uniformados: da miedo ser tratado como un narcotraficante.
Visitar Venezuela, una tarea complicada pero no imposible
En julio de 2013, el ministro de Turismo, Andrés Izarra, lanzó una campaña informativa a turistas extranjeros sobre la situación de seguridad del país, entregando “mapas con información”, limitando en cierta manera la exploración del turista, pero conservando su integridad. Según el ministerio del Turismo en 2012, Venezuela recibió unos 700 mil turistas extranjeros. A pesar de los esfuerzos del MinTUR (Ministerio de Turismo) por promocionar los tesoros turísticos, no hay grandes saldos positivos, algo reconocido por los mismos dirigentes encargados.
Pero Izarra no se da por vencido. Poco después lanzó el plan “Playas Chéveres”, un campaña ecológica que limpiará junto con personal voluntariado diferentes playas del país. Venezuela: un país de playas, montaña, llanos y selva; pero también de polarización, crimen y violencia. Algunos lo llaman “turismo de aventura” por sus implicaciones.
[Tomado de http://eltoque.com/texto/turismo-peligroso.]
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