lunes, 3 de agosto de 2020

Debate A: Unas palabras sobre el feminismo



Anónim@

Para nosotras el feminismo es una idea ajena, no somos feministas ni falta que nos hace, nos parece una idea ciudadana que pide derechos, garantías, igualdad salarial, seguridad, leyes, todo esto lo pide al Estado. Lo hemos visto (para poner un ejemplo) en la pacífica y masiva “huelga” feminista del último ocho de marzo, (por cierto ultra promocionada por los medios que comen el tarro cada día a los buenos ciudadanos) reclamarle al Estado, a los políticos, empresarios, y un larguísimo etcétera de interlocutores que toma el feminismo para pretender que éstos les concedan algo. Es bastante paradójico estar exigiéndoles algo a unas estructuras que al menos desde el punto de vista anarquista, queremos destruir y pretendemos luchar contra ellas. No tener una postura frontalmente crítica con esto queda en un mar ambiguo que sitúa el anarcofeminismo en un limbo en el que no se entiende cuál es su lucha, para qué y contra quién están luchando.
 

Ya hace tiempo que desde un cierto anarquismo se trata de adoptar posturas, ideas y prácticas del izquierdismo que para nada nos pertenecen, la adopción del feminismo o su transformación en anarcofeminismo sería la enésima mezcla de valores e ideales que comulgan con ideas ciudadanas de reformas, derechos y roles de eternas víctimas oprimidas que piden igualdad. Para nada nos reconocemos en estas ideas y en estas prácticas feministas. Entendemos que en la anarquía o la lucha por ésta ya se engloba la crítica y la lucha contra la autoridad, venga de la policía, el gobierno, sus tribunales, del patriarcado, o de los tantos engranajes que el sistema tiene. El feminismo no nos parece ni una idea ni una práctica que esté subvirtiendo el orden establecido, ni vemos que tenga la voluntad de hacerlo. Más bien nos parece un entretenimiento que le interesa al Estado para que sus ciudadanos canalicen su descontento o su rabia hacia algún lugar que no vaya nunca a contradecir su existencia, como lo fue en su día el independentismo o su contrapartida con el nacionalismo español. Son luchas que no nos interesan, no pelean contra las estructuras garantes del poder y la autoridad y por contra, las fomentan, enseñando a quien lucha a hacerlo de una forma mediada a través siempre de demandas hacia quienes al final toman las decisiones: los políticos, las élites, etc. Lxs anarquistas luchamos para destruir el poder, no para que cambie de manos, teniendo, como punto de partida, la liberación de cualquier individualidad sin diferenciarnos por los roles que nos han impuesto.

Como mujeres, (esta palabra ya nos parece desgastada por el uso reiterado victimista que de ella se hace, sin embargo nos parece una pérdida de tiempo centrar la propia existencia en buscar otras maneras de autodefinirnos en base al género) no nos parece para nada interesante dejar a compañeros o amigos que son hombres fuera de espacios donde estamos compartiendo un concierto, una charla, unas birras, un debate, lo que sea, cuando leemos espacio no mixto, solo para mujeres, lesbianas y trans nos preguntamos qué pintamos ahí. Asumir una identidad en base a lo que la ciencia y la sociedad dicen que somos nosotrxs y las personas que nos puedan gustar o atraer nos parece absurdo y simplista desde una perspectiva anarkica. Nos parece que cae en la autocomplaciencia construir estos espacios de “seguridad” donde se están reproduciendo dinámicas de poder y de liderazgos que para nada acaban siendo diferentes de lo que critican fuera de ellos, no creemos que sean ninguna panacea por el hecho de no dejar entrar a los hombres. Y si tenemos un problema con un amigo, compañero, ligue, etcétera o alguien ajeno a nuestros espacios queremos poder responder por nosotras mismas, no necesitamos ni queremos una estructura que nos ampare como víctima, seguramente necesitaremos a nuestrxs amigxs, no un lugar donde se excluye a todo un género... Y para nada queremos acabar delegando el ataque hacia lo que rechazamos en una asamblea, colectivo o lo que sea para que luego instrumentalicen lo que haya pasado, y que actúa como un tribunal de la santa inquisición feminista. Si pretendemos vivir en espacios de lucha, y de alguna manera vivir la anarquía en el aquí y el ahora, es más interesante que las individualidades puedan responder por sí mismas en vez de esperar a la opinión del grupo que decida el momento y la manera de actuar.

El comodín de la agresión

Creemos que hay una gran diferencia entre algo que nos puede molestar y una agresión. Hemos llegado a un punto en que TODO lo que haga un hombre puede ser interpretado como una agresión, y por consiguiente, un tío que haya hecho algo que alguien considere agresión ya pasa a ser coreado por todo el mundillo feminista y la persona se convierte automáticamente en un agresor. No se contrastan las dos o varias versiones que puedan haber, basta con que una mujer diga que ha sufrido dicho episodio para que se convierta en la verdad absoluta e incuestionable. Se está defendiendo un discurso donde la versión de la “víctima” siempre tiene que prevalecer. No vemos por qué, no vemos por qué hay que creer ciegamente lo que nos diga alguien, sin escuchar lo que tenga que decir otra persona, y no entendemos que se crea más a alguien porque es mujer y directamente no se quiera escuchar a alguien por ser hombre. La gama “definida” por las feministas como agresión es actualmente tan grande y tan ambigua que como ya hemos señalado TODO puede ser considerado como tal. Esto ha dado una cierta impunidad a las feministas que ya se otorgan la autoridad de poder echar a quien no les interesa.

Nos parece obvio que hay que responder cuando se da una situación de mierda, pero creemos que ahora mismo hay una voluntad de buscar estas situaciones (incluso donde no las haya) y de crear víctimas que necesitan estar amparadas, cuidadas y asistidas por todo un movimiento detrás. Se está fomentando de esta manera una supercultura de la víctima que mucho se parece a la que nos pretende colocar el Estado y donde no podemos actuar si no tenemos detrás una estructura garante de nuestra seguridad. Alrededor de esta víctima hay todo un sistema que se encarga de la caza de brujas pertinente, con todas las larguísimas asambleas de gestión de conflictos que el “problema” conlleva. Y la consiguiente fijación de “castigos ejemplares” hacia quienes han sido señalados por las que hacen la acusación. No vemos nada anárquico en esta criminalización “por género” y en estos métodos de “autodefensa”. Parece que hay toda una estructura con jueces, que sentencian al “culpable” y dicha sentencia tiene que ser acatada por el resto de la “sociedad alternativa”. Todo este engranaje pretende excluir al supuesto agresor y en nuestra opinión, en la mayoría de estos casos ni siquiera se ha producido una agresión, sino que alguien se ha sentido incómodx o molestx con una situación o una acción que alguien hace, cosa que se resolvería, por lo que creemos, mucho más rápida y fácilmente si somos capaces de expresarnos en el momento con la persona que nos hace sentir dicha incomodidad, y esto permitiría que se hablara y se enfrentara la situación de manera más rápida. Aquí obviamente no estamos hablando de una violación o de cuando alguien fuerza a otra persona a hacer algo que ella no quiere, esto nos parece claramente algo asqueroso, que repudiamos y que merece nuestro total rechazo. Estamos hablando de situaciones como por ejemplo que una persona haga un gesto, tenga una actitud o diga algo que hace sentir incómoda a otra persona. Catalogar todas estas actitudes como agresiones está dando pie a un montón de situaciones autoritarias en que el tribunal feminista se otorga el poder de decidir quién puede o no moverse por los espacios alternativos, llegando a situaciones delirantes en que se echa a gente de conciertos por no bailar adecuadamente (¿será esto también una agresión?).

La imposición de la enésima moda en espacios que se dicen liberados

Parece que se está imponiendo el feminismo entre lxs anarquistas/an-tiautoritarixs/libertarixs/okupas/lo que sea... Igual que nosotras no comulgamos con dichas ideas, habrá otra gente que tampoco, seguro que con diferentes intensidades y matices, o que estarán de acuerdo en algunas cosas y en desacuerdo con otras. Si alguien hace una crítica al feminismo o a alguna de sus prácticas, empiezan a circular criminali-zaciones o directamente cazas de brujas, ademas de una manera muy simplista tachándoles de machirulos, machistas, etc, pretendiendo así desacreditar por completo a dichas personas y por consiguiente a la crítica que hayan querido hacer.

Un ejemplo muy claro de la imposición del feminismo, en espacios que se dicen liberados, es lo que pasó en Girona cuando alguien que participaba en un centro social hizo un blog, “Feminismo 2030”, en el que se pretendía hacer una crítica al feminismo (hay que remarcar que desde el blog ni siquiera se criticaban todas las formas de feminismo, solo criticaba el feminismo institucional y la propia persona que hizo el blog se consideraba feminista). La noticia no fue bien recibida por las feministas de Barcelona que convencieron a las feministas de Girona para que echaran a su autor de los centros sociales en los que participaba. En cadena fueron expulsadas de las okupas en las que vivían las personas que cuestionaron esta expulsión.

Otro claro ejemplo ha sido la respuesta a un texto crítico en el que se cuestionaba el veto que se le hizo al Vaso. Automáticamente la gente que ha participado en dicho texto ha sido catalogada como machista. Se les ha dicho a quienes lo han hecho que lo retiraran inmediatamente e incluso que se disculparan por haberlo escrito.

La crítica y la autocrítica tendrían que ser inherentes a nuestra manera de pensar y de vivir. No entra en nuestra concepción de la anarquía que el feminismo tenga que poner unas normas de comportamiento y establecer un discurso que haya que repetir si no quieres ser linchadox por no estar de acuerdo. Y si esto ya ha pasado y está pasando es también por la pasividad y la permisividad de quien no haya estado de acuerdo y se haya callado por miedo a ser excluidx de estos lugares tan interesantes que son las okupas o las asambleas, por miedo de dejar de tener amigos, ya que tal vez el día en que te atrevas a cuestionar sus dogmas o a hacer un gesto que no les guste, dejarán de serlo tanto... La autocensura, la falta de crítica hacia los discursos hegemónicos dentro de los espacios que usamos, son hábitos que pueden convertirse en costumbres, que nos enseñan a mirar hacia otro lado cuando está pasando algo con lo que no estamos de acuerdo, todo esto lo entenderíamos si estuviéramos hablando del Partido Comunista pero no es el caso. Estamos hartas de actitudes autoritarias amparadas bajo el feminismo, de estructuras que están criminalizando la disidencia que las cuestiona y que fomentan una moral y una actitud del políticamente correcto y del amiguismo que nos son totalmente ajenas. Todo lo de la “gestión de las agresiones” está generando muchas situaciones donde vemos que está sirviendo, más que para combatir al patriarcado, para generar una cierta jerarquía y un poder, así como discursos que tienen que ser acatados y no cuestionados. Todo esto nada tiene que ver con las ideas de rechazo a la autoridad y de lucha contra la dominación que pretendemos llevar a la práctica. El poder y la autoridad son los puntales de este sistema de mierda en el que vivimos. Respetarlos o acatarlos es propio de ciudadanos que se asumen en la lógica de la sumisión.

Cuando vemos que algo se pudre a nuestro alrededor preferimos no quedarnos indiferentes. Evitar la confrontación, lavarnos las manos, o dar la espalda a lo que no nos gusta no forma parte de nuestra concepción de la anarquía. Aburrimos a quienes se acomodan a las modas del momento adaptándose a cada propuesta del poder e intentándolas imponer en supuestos espacios liberados.

[Tomado de la Introducción al Compilado de textos cintra el feminismo y por la anarquía, que en versión integral es accesible en https://mega.nz/file/R2RTGCLb#wpIhZ8auiDNtprhHLpswAdlhpVX153WKxxBVGz7pkXk.]


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.