lunes, 10 de agosto de 2020

Cuba: Sociedad civil, servidumbre voluntaria y "libertades acordadas"



Marcelo "Liberato" Salinas

«Los favoritos del tirano nunca pueden estar seguros de seguir siéndolo, porque ellos mismos le han demostrado que puede permitirse cualquier cosa y que ningún deber lo obliga a hacer nada (…) que ninguno de sus favoritos puede ser su amigo y que no le queda más remedio que convertirse en el amo de todo.»
Etienne de la Boétie. Discurso de la servidumbre voluntaria (1576)

I. Cuando era estudiante de Marxismo-Leninismo e Historia en el Instituto Pedagógico Enrique José Varona de La Habana, un importante funcionario del ámbito ideológico del Partido Comunista de Cuba vino a nuestras aulas para contarnos sobre las nuevas estrategias subversivas desarrolladas por el imperialismo estadounidense contra la revolución cubana de 1995.

En ese encuentro, esta persona dijo algo que hoy recuerdo muy bien, en estas circunstancias: “El problema, compañeros, es que los yanquis quieren traer la sociedad civil a Cuba y que nosotros los revolucionarios , en ningún caso podemos permitirlo”. Más de veinte años después, hoy tenemos, como si acabara de producirse un acto de conjuro impecablemente dominado, la sociedad civil socialista cubana entre nosotros, dinámica y activa y en abierta oposición a la afirmación de este responsable de la Partido Comunista de Cuba. Pero, ¿qué ha pasado desde esa fecha hasta hoy? Resulta que las palabras, con su magia, su poder y su burla, cambiaron la realidad de las cosas en Cuba ... Así que hoy, veinte años después, la sociedad cubana sigue igual.

Quienes en 1995 combatieron a la sociedad civil con el mismo fervor con que la defienden hoy, descubrieron que sin ningún esfuerzo tenían a mano, ¡qué grata sorpresa!, una sociedad civil disponible, dócil, disciplinada y sumisa. que pudo volver a realizar el milagro del pan y el pescado cubanos… Y fue un éxito.

Los funcionarios del Estado cubano y sus intelectuales orgánicos estaban descubriendo, tarde entre sus pares, lo que ya habían aprendido sus opositores y muchos de sus colegas alrededor del mundo: que la sociedad civil puede ser más que "una nueva amenaza externa del imperialism' y puede convertirse en un adorno decisivo para legitimar regímenes estatales de todo tipo, incluido el de Cuba.

Luego del vasto movimiento intelectual generado en Cuba a lo largo de la década de los noventa y principios de la de los dos mil, podemos considerar que la sociedad civil en Cuba, como en muchas regiones donde ha triunfado, ha sido solo un nombre elegante para describir el proceso de reproducción exponencial del propio Estado. Este Estado que, como un cáncer tenaz en un cuerpo enfermo, sin resistencia significativa a él, asume la apariencia de la sociedad misma, falseándola a su imagen y semejanza, a través de criaturas que, voluntariamente, e incluso con pasión interioriznr la lógica del régimen establecido como su única realidad posible.
La existencia y promoción de la llamada sociedad civil es un somnífero con patente internacional ampliamente difundido, que ahora está siendo redescubierta por la nueva clase burguesa cubana para presentarse como sociedad ante sus potenciales socios extranjeros.

Con la sociedad civil como escudo, los dirigentes cubanos se embarcan ahora, sin la presencia disciplinaria de los "jefes de mando", el embellecimiento y naturalización de los privilegios revolucionarios de su "sociedad política", que incluye: sus ganancias en millones de dólares a expensas de los médicos más sacrificados del mundo, sus hogares en las lujosas Atabey y Siboney, sus piscinas, sus yates, sus viajes y vacaciones de verano, sus propiedades en el extranjero, sus fuerzas de seguridad privada o su seguridad del Estado, sus intelectuales orgánicos que teorizan sobre la calidad de su forma de vida frente a la "sociedad civil", que no es otra cosa que este pueblo civilizado y amable, al que se da cada mañana a leer en el diario Granma las arias líricas del Estado como la del 6 de abril de 2015, que nos informaba que “[en Cuba] sociedad política como sociedad civil estamos unidas en la transición a una una sociedad mejor y más justa para todos”, firma la señora Thalía Fung, eminente doctora en “Ciencias Políticas del Sur”.

No tenemos una idea detallada del tema en otros países, pero en la Cuba que conocemos hoy, la invención del gobierno de una "sociedad civil socialista" es un nuevo y formidable espacio ganado para oportunistas de salón y calle, para el arribismo, para la parodia de las ideas y para el turismo de eventos subvencionados por los trabajadores cubanos, un avance triunfal en la recolonización de la sociedad cubana por parte del Estado, luego de su rotunda decadencia en la década de 1990.

II. Sin un gran ingenio retórico, las personas que visibilizaron a la sociedad civil socialista cubana en la Cumbre de las Américas en Ciudad de Panamá en 2015 pudieron decir con sano orgullo que son la encarnación de este nuevo hombre que trató de definir. aproximadamente el Che Guevara en 1965, porque la existencia nos muestra quién es el verdadero hombre nuevo, para ellos es el estadista (o la estadista). El feminismo aporta poco en esta área. El hombre nuevo habla en nombre de las mujeres y las representa por su propia voluntad, sobre la base de su propia autonomía reconocida por el poder, conquistada a costa de la valentía y los sacrificios sublimes (no se debe subestimar el altruismo sincero hacia los superiores que puede generar la servidumbre internalizada y voluntaria.)

Y uno de los aspectos más dañinos que tiene la sociedad civil, al menos en Cuba, es un artificio de producción de gobernabilidad: su organización y su existencia invitan y contribuyen a desplegar energías generosas, fraternales y espontáneas entre las personas. y las comunidades, que nacen condenadas a muerte por la autorregulación, la autocensura y otros pliegues vergonzosos, para ganarse el reconocimiento tóxico y amistoso del Estado. Ahí radica buena parte de la tragedia del último impulso comunicativo que vivimos en la sociedad cubana en los años noventa y que hoy prácticamente está muerto por el suicidio masivo.

El caso es que "la amistad del líder" hacia sus súbditos, además de ser una abstracción hoy, es ante todo, y como siempre lo ha sido, una contradicción, porque al ser líder ante todo y al no tener iguales, el líder se sitúa más allá de los límites de la amistad, que sólo surge sobre el suelo firme de la más perfecta igualdad. Y esto no es nada original, es una cita textual de un librito escrito, en francés antiguo, hacia 1576 cuyo título: _El discurso de la servidumbre voluntaria_, dio dignidad y respeto a su autor en el mundo de los indomables de su tiempo y nuestro tiempo, Etienne de la Boétie.

III. Volviendo a nuestro tiempo y a nuestro espacio, lamentablemente, desde los años 90, aquí en Cuba, como en otros lugares, el Estado ha aprendido más que la sociedad para garantizar su supervivencia y en esto, hoy, está avanzando a pasos de gigante. Hoy, los estados socialistas, antiimperialistas, revolucionarios, y demás como el cubanos son los protagonistas estratégicos de una transición indolora al capitalismo “normal” (tan apreciado por la opositora Yoany Sánchez) y con esa incorporación Cuba está en la lista de países susceptibles de ser totalmente saqueados por el gran capital multinacional, a cambio de la garantía de la superexistencia de este Estado garante revolucionario.

La derecha cubana anticastrista, que fue protagonista de un espectáculo mediático global en compañía de la sociedad civil socialista cubana durante la Cumbre de las Américas en Panamá, no quiso ver el nuevo y amistoso papel que juega el Estado cubano. jugando para ella. Y no lo quiso ver porque a esta derecha anticastrista no le interesa el éxito del capitalismo en Cuba (la economía es otro esclavo lascivo del Estado), solo les interesa el hecho ser enemigos íntimos y visibles de los actuales gobernantes cubanos para, a la menor oportunidad, liquidarlos por la espalda o, mejor aún, crear una sociedad anónima de ladrones, como hacen los buenos e inteligentes amigos del Estado.

Y esto puede explicar la lamentable y peligrosa coincidencia que existe entre el liderazgo cubano y sus opositores anticastristas, en cuanto a la importancia que ambos otorgan al desarrollo de una sociedad civil en Cuba. La oposición y el gobierno ya saben que el desarrollo de una sociedad civil en Cuba es una herramienta para gestionar, domesticar y neutralizar los impulsos antiestatales, anticapitalistas y antiautoritarios que se pueden generar en la transición cubana. a un país "normal". La sociedad civil es útil a la élite político-militar que hoy reina en Cuba, así como a los nuevos gobernantes de la posible Cuba que pronto nos deslumbrarán con su tóxica elegancia y buenos modales.

IV. Como resultado, la oposición y los líderes cubanos también coinciden para borrar la historia de la sociedad civil en Cuba, como si cada una de las partes estuviera dando vida a algo nuevo en la isla, enterrando en la tumba de amnesia colectiva, tan bien administrada por nuestros líderes, el rico material de experiencia y conocimiento que emana de la larga, heroica pero trágica existencia de la sociedad civil en Cuba, al menos desde la abolición de la esclavitud hasta hoy.

La sociedad civil ha sido un intenso movimiento asociativo centenario creado por los descendientes de esclavos desplazados de África a Cuba. Pero, salvo honrosas excepciones, no se encuentran entre los protagonistas de las luchas contra las tiranías y la colonización cultural en la Cuba republicana. De sus filas surgieron notables candidatos a la opresión, que afortunadamente en ocasiones fueron fuente de intentos desesperados.

El Partido Revolucionario Cubano fue una coalición diversa y horizontal de gente apasionada que formó una columna que jugó un papel decisivo en el derrocamiento del régimen colonial español en el Caribe y un ejemplo de organización transparente. Fue sociedad civil, pero no pudo evitar la deriva militarista de la revolución social, las maquinaciones del delegado Tomás Estrada Palma que disolvió al Partido Revolucionario Cubano, ni la degradación dictatorial y pro-imperialista de la república en 1902.

La sociedad civil fue el origen de una larga, masiva y espontánea huelga general promovida por el movimiento obrero. Fue ella quien derrocó, sin autoridades superiores, la tiranía de Machado y el monopolio dañino de los caudillos mambises sobre Cuba, pero no logró evitar el surgimiento de la triste Central de Trabajadores de Cuba (CTC) , que durante casi 80 años ha logrado ser el vehículo oficial de casi todos los impulsos contrarrevolucionarios hacia la clase obrera cubana, manteniéndola como coto de caza para todos los opresores que han sometido a Cuba desde 1939 hasta hasta hoy.

El movimiento asociativo cívico de la década de 1950 en Cuba, que se hizo cargo de todos los asuntos cotidianos que el Estado corrupto y sanguinario de la época no consideraba importantes, contribuyó decisivamente a la amnistía obtenida por los atacantes del cuartel Moncada. Brindó a estos asaltantes un apoyo logístico decisivo durante la lucha clandestina en los pueblos y en la montaña. Este movimiento era la sociedad civil de la época, pero esto no impidió el desarrollo en 1959 de un nuevo estatismo inusualmente vigilante, cada vez más autocrático, que derivó en abusos como las temidas Unidades de Apoyo Militar para la Producción (UMAP), los últimos minutos del Congreso de Educación y Cultura de 1971 o el éxodo masivo vía Mariel, no de la burguesía, ni de los aristócratas, sino de gente corriente abatida por la nueva militarización diaria.

La creatividad, la solidaridad y la capacidad de adaptación al “período especial” de la década de los noventa en Cuba, una de las crisis más dramáticas padecidas en Latinoamérica, fueron obra de la sociedad civil cubana, y no del Estado, que tuvo que pasar de un "plan único de desarrollo económico", de acuerdo con la Constitución de 1976, a un "plan que garantice el desarrollo programado del país", con la Constitución de 1992, frente a la evaporación material del Estado. La sociedad cubana ha desarrollado espacios de autonomía y autogestión en menos de 15 años, con entusiasmo popular acrítico que no ha impedido la recuperación de muchos de los impulsos del viejo estatismo centralizador, el mismo que nos llevó al colapso de 1991-1998.

Todo lo anterior ha sido condenado al olvido por la dirección cubana, por la oposición anticastrista y por la propia sociedad cubana. Al gobierno le interesa este descuido para mantener a la sociedad en un grado óptimo de incapacidad, para seguir gobernándola, sin el impedimento de una memoria crítica que ilumine el futuro. La oposición anticastrista quiere ver que se mantenga esta persistente incapacidad de la sociedad civil en Cuba, porque evita, con lo que ha sido una limitación crónica de la sociedad cubana, el impulso a ir por un rumbo nuevo. En otras palabras, la promoción de la sociedad civil en Cuba por parte de los líderes cubanos y sus opositores es la suma cero de los opresores, quienes tienen necesidades comunes de gobernabilidad: mantener impotente a la sociedad cubana y alucinar con palabras vacías que garantizen esa impotencia.

V. No he vuelto a ver a ese funcionario de gobierno que, en 1995, nos dijo que los revolucionarios cubanos teníamos que impedir que "la sociedad civil entrara en Cuba". Encontrarlo y recordarle esta anécdota probablemente le causaría vergüenza. Repetir esas palabras hoy me recuerda la urgencia de una postura antiautoritaria coherente sobre estos temas.

Si es cierto que algunas buenas preguntas ya presagian buenas respuestas, entonces me pregunto ¿cómo podemos organizarnos para evitar el orden y el mando, el chantaje emocional sobre la salud y la educación en manos de los Estado (para nosotros sin nosotros), autocensura, disciplina hipócrita, falta de solidaridad popular, admiración servil por los delincuentes para que no nos engañen más, consumismo incontenible y la indolencia colectiva, son los factores. que dan estabilidad a esta sociedad?

¿Qué se puede hacer para que los nuevos políticos, arcángeles de la democracia que ya se anuncian, de derecha e izquierda, especialistas en ilusorios rescates masivos, no utilicen el anzuelo de la sociedad civil para inducir sus sistemas multipartidistas y ¿Sus constituciones democráticas, ya incineradas en los fogones de esta república azucarera que, en 100 años, ha intentado todo tipo de libertades concedidas?

Estas son algunas de las preguntas que los promotores de la sociedad civil en Cuba no querrían que respondamos, quizás ni siquiera nos hagamos ... Por eso, ante las disputas por la sociedad civil en Cuba, debemos mantener la misma actitud del zorro ante la invitación del león enfermo a visitarlo en su cueva, relato del famoso Jean de la Fontaine, a lo que el zorro respondió: "Con mucho gusto vendría a verte en tu madriguera, pero veo mucho rastros de animales entrando y ninguno saliendo… ”.

[Publicado en fránces en http://www.polemicacubana.fr/?p=14743#more-14743. Traducido por la Redacción de El Libertario.]


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