domingo, 3 de mayo de 2020

El extractivismo también devasta Europa: Un ejemplo en Extremadura



Agustín Franco

La Unión Europea es el bastión del neoliberalismo en el viejo continente. Y la sostenibilidad es hoy por hoy uno de sus ejes básicos para articular los procesos de expolio de los recursos naturales. Convertir el clima en una mercancía rentable es la función no declarada del Banco Europeo de Inversiones.

La prensa regional extremeña ha recogido recientemente la noticia del interés, contra viento y marea, contra virus y confinamientos, de la multinacional australiana Infinity Lithium por explotar la mina de litio de Cáceres, gracias a un preacuerdo con una entidad europea para canalizar fondos públicos hacia su negocio.

La plataforma ciudadana Salvemos La Montaña ha vuelto a plantarle cara, denunciando y recordando la ilegalidad del proyecto. Pero la empresa minera ahí sigue, sin aflojar el ritmo, dando pasos gracias al soporte europeo y saltándose las leyes, porque para el capital no hay ley que valga, salvo la suya.

Inma Elizalde, periodista de Diario16, publicaba un artículo el 05/09/2018 sobre los proyectos de minería a cielo abierto en Ávila, contextualizando el problema a nivel autonómico y estableciendo paralelismos con lo que ya ha ocurrido en América Latina, mostrando la verdadera cara oculta del extractivismo tras la propaganda verde de la sostenibilidad.

Cinco son las características o principios básicos de estos proyectos mineros en Latinoamérica y que ahora pululan por la geografía española desde los últimos años y que buscan principalmente un debilitamiento de la resistencia social para expoliar los recursos naturales al mínimo coste. Para ello utilizan las estrategias de consenso y coerción social que tan agudamente analizó y describió Antonio Gramsci.
- Implantación en zonas despobladas y envejecidas.
- Oferta de empleos bien remunerados e incentivos económicos a la población local.
- Exposición de la población local a mayores índices de contaminación y de enfermedades, así como a problemas nutricionales y de abastecimiento agroalimentario.
- Regulación laboral y medioambiental laxa y a medida de las multinacionales.
- Represión activa de la oposición social, atacando y eliminando a sus líderes ecologistas.

La estrategia de consenso abarca los tres primeros principios, sobre los que ya se ha escrito mucho y conocemos bastante, especialmente de la retahíla de los empleos. Hablemos de los dos últimos, de lo que está por venir, de los que integran la contención de la conflictividad mediante la estrategia de coerción social.

Respecto a la represión del movimiento ecologista cabe destacar, por ejemplo, el informe, poco conocido, de la organización Global Witness, el cual recoge el mapa de asesinatos de líderes ecologistas en todo el mundo durante la primera década del siglo XXI. Entre los países con más asesinados están singularmente los tres siguientes: Brasil, México y Tailandia. Los tres situados además entre las naciones con mayor competitividad turística según el Foro Económico Mundial (cuyo ranking global en los últimos años lo sigue liderando España).

En particular, entre 2002 y 2013, hubo casi un millar de asesinados en 35 países debido a disputas relacionadas con actividades extractivas y derechos de propiedad sobre la tierra. El 80% de los casos se dieron en Sudamérica. La mayoría de asesinados eran indígenas de menos de 40 años. El ranking de países por crímenes es el siguiente: Brasil (448), Honduras (109), Filipinas (67), Perú (58), Colombia (52), México (40), Guatemala (21) y Tailandia (16).

Y respecto a las presiones para impulsar una legislación a medida de las multinacionales, veamos lo ocurrido con otro ejemplo paradigmático en tierras extremeñas: Valdecañas.

Así, a raíz del fallido complejo hotelero de Valdecañas, los investigadores extremeños Salcedo y Campesino (2015: 187) denunciaban incomprensiblemente que “no es sostenible que un tercio de la superficie de Extremadura se encuentre afectada por alguna figura de protección de la naturaleza”, lo que calificaban no como un valor, sino curiosamente como “un lastre limitante para el desarrollo regional”. Añadiendo que la excesiva protección medioambiental había bloqueado “los nuevos usos industriales y turísticos del territorio”. ¿Qué usos? Subrayando que no es viable “tener bloqueado un tercio del suelo de Extremadura como zoológico sin fieras”. ¿Cómo?

No me quiero ni imaginar qué pensarán sobre lo que hay que hacer en el Amazonas. Lo lastimoso es que esta defensa ciega de los intereses capitalistas se hace supuestamente en beneficio de una visión sostenible del turismo.

En realidad, una vez esquilmado el litoral español, ahora se trata de colonizar las costas de interior, siendo Extremadura la región española con mayor número de kilómetros de costa de interior. Así Salcedo y Campesino (2015: 185) sostienen, en referencia al embalse de Valdecañas, que “de poco sirve contar con tales recursos de agua embalsada si el exceso de celo protector ambiental impide su conversión en productos turísticos y el desarrollo socioeconómico de los mini-municipios rurales en declive”. Como diría Moe, el de los Simpson, ¿queeeeeeeeé?

Extraña concepción del desarrollo y del medioambiente la que pretende convertir en camareros y mayordomos de los turistas ricos europeos a la población pobre y rural extremeña.

[Tomado de https://www.elsaltodiario.com/extractivismo/principios-basicos-expolio-minero-salvemos-montana-caceres.]

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