sábado, 25 de abril de 2020

Pandemia y ciberespacio: La red en el tiempo del gran miedo



Pepsy

Todos aquellos que actualmente usan una computadora, un teléfono móvil o una tablet para comunicarse con otros están participando voluntaria o involuntariamente en el mayor experimento de psicología social aplicada de la historia.

La pandemia en curso nos coloca en el centro de una situación de época no solo por el alcance global de lo que está sucediendo, sino también porque va acompañado de medidas de separación, contención y segregación física que no tienen precedentes modernos en términos de extensión geográfica y número de personas involucradas. Esta condición excepcional está teniendo y sin duda tendrá un impacto significativo tanto en el comportamiento individual como colectivo. No solo por lo que se refiere al uso de herramientas de comunicación.

El primer efecto fue que el uso de la red ha aumentado significativamente, especialmente en Italia y Europa. Desde los primeros días de la epidemia, algunos de los servicios comerciales más conocidos que transmiten videos, películas y series de televisión anunciaron que habían decidido limitar la calidad de las imágenes transmitidas para no contribuir al aumento del tráfico de datos. Y hay numerosos artículos que informan un aumento significativo en las videollamadas, tanto por razones comerciales como personales. Los más catastrófistas incluso temen un posible "colapso" de Internet.

En tal escenario, enfrentamos una situación de la que no cabe predecir la duración y las consecuencias, en la vida personal y también en la vida colectiva de los grupos, organizados o no, pues hasta ayer podíamos encontrarnos en la vida real y hoy no es posible hacerlo.

Simplificando al máximo, cada persona pertenece en este momento a una de estas categorías: aquellos que continúan saliendo diariamente por razones de trabajo, aquellos que se desplazan ocasionalmente y finalmente aquellos que permanecen encerrados en casa. Sin embargo, en los tres casos, las personas han aumentado el uso de la comunicación digital, porque incluso aquellos que salen de casa todos los días se ven obligados a usar esos métodos si quieren mantenerse en contacto con aquellos que tienen menos libertad de movimiento. Las reacciones de los individuos a esta compulsión cambian de acuerdo con las características de la personalidad y la relación que uno tuvo y tiene con la tecnología. Aquellos que antes usaron herramientas digitales habitualmente habrán tenido menos problemas, pero seguramente habrían tenido que enfrentar la "brecha digital" cuando intentaron interactuar con otros que no son tan buenos. Una parte de la gente seguramente adquirirá, por la fuerza de las circunstancias, una mayor capacidad para usar computadoras, pero también habrá personas condenadas a vivir en un aislamiento aún mayor, ya que no poseen o tienen problemas para usar ciertas herramientas.

Tal situación, algo diversificada y nunca ocurrida anteriormente, hace que sea difícil evaluar el impacto que tendrá a mediano y largo plazo en la relación entre las personas y la comunicación por computadora. Pero, sobre todo, el impacto que tendrá en las relaciones sociales en general. En otras palabras, sabremos el resultado del experimento en el que estamos viviendo, quizás solo en mucho tiempo.

Queriendo a toda costa buscar un aspecto positivo en esta situación, se podría argumentar que el uso forzado de las computadoras y la red aumentará el número de personas capaces de usarlas de una manera menos pasiva y, por lo tanto, permitirá disminuir la "brecha digital". Por otro lado, por otro lado, este momento podría considerarse el momento más favorable para el desarrollo de una mayor dependencia individual de los medios de comunicación que en casi todos los casos han sido creados y gestionados por organizaciones jerárquicas y basadas en la explotación. Herramientas cada vez más utilizadas para el control de la población y para la difusión generalizada de la ideología dominante. Probablemente ocurrirán ambos, y la prevalencia de un aspecto sobre el otro contribuirá en gran medida a determinar el resultado final.

Se sabe desde hace tiempo que las relaciones interpersonales que pasan exclusivamente a través de la comunicación mediada por computadora no son saludables a menos que se deban a situaciones particulares y específicas. Una cosa es una videollamada con alguien que está a miles de kilómetros de distancia y a quien no se puede contactar de otra manera, otra distinta es con alguien que vive a dos cuadras de distancia. Desafortunadamente, hoy el segundo caso se ha vuelto mucho más frecuente pero, debido a un evento excepcional, se experimenta como algo impredecible y sobre todo momentáneo. En realidad, existe un riesgo concreto de que ciertos métodos de interacción se conviertan en los más habituales, incluso cuando la emergencia haya terminado.

Desde un punto de vista colectivo, los efectos se amplifican y complican por el hecho de que los individuos también se encuentran interactuando en un contexto más amplio cuando participan, de manera más o menos activa, en una de las muchas funciones "sociales". Hoy en día todavía hay demasiadas empresas que utilizan herramientas de comunicación comercial como "FaceBook", "Twitter", "Instagram" o similares para su actividad social y política. Dejando a un lado todas las críticas hechas y que aún podrían hacerse a esta actitud, debe tenerse en cuenta que en este contexto, incluso las notorias "redes sociales" se han convertido en uno, pero ciertamente no el único posible, de los canales que se pueden utilizar para continuar manteniendo al menos un mínimo de conexión entre las realidades políticas organizadas y todos sus interlocutores. Pero seguiría siendo, como siempre, un simulacro de sociabilidad con respecto a los contactos personales que deberían tener lugar en el mundo real.

Reaccionar al aislamiento es la primera tarea que tenemos que darnos a nosotros mismos, tratando de sortear, aunque solo sea por unos momentos, las reglas que pretenden encerrarnos en casa las 24 horas del día o que nos obligan a salir solo para ir a trabajar o al consumo capitalista, tal vez en un contexto donde no se han tomado medidas de seguridad adecuadas. Pero, objetivamente, es difícil pensar en este momento, de una manera que no sea perjudicial para alguien, cómo volver a encontrarnos afuera. También por este motivo, como nunca antes, nos vemos obligados a usar computadoras y la red para comunicarnos.

Una forma de no experimentar pasivamente lo que está sucediendo y tratar de mitigar sus efectos negativos podría ser transformar los momentos de encarcelamiento y aislamiento social en una buena oportunidad para estudiar cómo usar los viejos y nuevos sistemas de comunicación. Comprender si es posible usar algunos de los existentes de una manera poco convencional y, sobre todo, pasar este tiempo trabajando en la creación de áreas de conexión que tengan características no jerárquicas y comerciales. Algo que puede servir no solo durante una emergencia, sino también cuando ha pasado.

No aprovechar esta oportunidad significa dar a las estructuras de explotación la mejor oportunidad posible para transformar a la mayoría de la población en individuos que dependen absoluta y acríticamente de ciertas herramientas y métodos de comunicación y de la propaganda que hoy pasa principalmente por el uso que los políticos y el gobierno hacen de las "redes sociales". Un buen ejemplo de este escenario y posibles futuros es el debate sobre el uso de aplicaciones que se instalarán en el teléfono móvil que pueden mantener todos los movimientos personales en la memoria. Hoy podrían usarse para controlar una pandemia, mañana por razones mucho menos saludables.

Muchos están convencidos de que quienes usan mucho Internet viven en una especie de "burbuja" ideológica personal donde están expuestos casi exclusivamente a la información filtrada en función de su perfil digital. Desde hace un mes, esta "burbuja" individual se ha ampliado dramáticamente, volviéndose algo colectiva, ya que no hay posibilidad de que nadie escape del único tema del día, un "tema de tendencia" capaz de filtrar completamente Todos los demás problemas existentes en una sociedad divididos en clases. Ya hoy, las comunicaciones oficiales logran penetrar mucho más ampliamente y en profundidad que ayer precisamente debido a la especificidad del momento y contrarrestar esta situación debería ser otra de las "tareas" que debemos entregarnos.

Uno de los mitos fundacionales dice que "Arpanet" fue creado para resistir un ataque nuclear y esto porque en esos años el gran temor tenía la apariencia de una guerra basada en bombas nucleares. Hoy los escenarios y los miedos colectivos son decididamente diferentes, al igual que la Red ha cambiado con los años y ahora el enemigo es invisible y común a todos. Probablemente, al final de esta crisis, lo que habrá cambiado será Internet.

[Artículo publicado en el semanario anarquista italiano Umanitá Nova, cuyo original es accesible en https://umanitanova.org/?p=11852. Traducido sl castellano por la Redacción de El Libertario.]

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