domingo, 8 de marzo de 2020

Los anarquistas y la Revolución cubana: entre el júbilo y el desencanto (fragmentos)



Eduardo Rodríguez T.

*  Este artículo [del cual acá se presentan parrafos fundamentales] es una aproximación a la postura asumida por los anarquistas latinoamericanos ante el proceso revolucionario cubano. Se examina, por una parte, cómo el anarquismo interpretó la insurrección cubana; por otra, se profundiza en los debates, suscitados en el seno del movimiento libertario, en torno a las proyecciones y significados de la Revolución cubana para nuestra América; por último, se rescata la solidaridad de los ácratas del continente con sus compañeros isleños.

Introducción

Uno de los hitos en el devenir de América Latina fue el proceso revolucionario cubano. La insurrección pluriclasista contra Fulgencio Batista se convirtió en la antorcha de las clases subalternas, y donde, las diferentes corrientes del socialismo, cifraron sus esperanzas de modificar los sinos de los pueblos americanos; por tal, observaron con entusiasmo la heroica y tenaz lucha de los cubanos, en especial la de los combatientes parapetados en las serranías cubanas. Los anarquistas no fueron la excepción, estos arroparon a los guerrilleros y se solidarizaron con ellos, organizaron campañas de agitación e información, en su prensa dieron noticias de los logros y derrotas de los ‘barbudos’ e interpretaron, desde su prisma ideológico, lo acaecido en la mayor de las Antillas.

El objeto del presente es analizar cómo los anarquistas observaron la Revolución cubana, cómo la interpretaron y, ante todo, qué postura asumieron. El arco temporal del trabajo va de diciembre de 1956 a julio de 1963. Es pertinente, por ello, alertar que no debe confundirse el periodo armado con el régimen parido por la insurrección, se deben diferenciar esos dos momentos pues los anarquistas transitaron, en el espacio acotado, por tres etapas bien definidas. La primera, apoyo al movimiento insurreccional; segunda, defensa, con sus reservas, del triunfo revolucionario; y, tercera, su oposición, denuncia y condena del régimen encabezado por Fidel Castro.

Lo anterior nos lleva a puntualizar los canales de donde los anarquistas abrevaron información para explicarse, y explicar, lo acaecido en Cuba. La fuente primordial fue la prensa, los impresos ácratas más importantes de Cuba: Solidaridad Gastronómica y El Libertario eran recibidos por la totalidad del Movimiento Libertario (ML) de América; como segunda fuente, existió un contacto directo entre la Asociación Libertaria Cubana (ALC), la Federación Libertaria Argentina (FLA) y la Federación Anarquista Mexicana (FAM). Aunado a ello, exiliados españoles, republicanos y cenetistas radicados en Cuba estuvieron en contacto con los núcleos de México. En tal sentido, los anarquistas tenían información directa de la Isla, mas, se debe reconocer la lentitud en la circulación de la misma y la actitud de los propios cubanos, quienes solicitaron a sus compañeros del continente no publicar nada por temor a represalias o a ser confundidos con la reacción; por ello, como tercera fuente de información, se usó la prensa burguesa, para citar y referir los sucesos cubanos.

Este trabajo cobra relevancia por dos aspectos. El primero, es revisitar el proceso revolucionario cubano, a 60 años de su triunfo, desde la perspectiva ácrata. El segundo, es debatir con uno de los pocos trabajos dedicados a dilucidar cómo el anarquismo observó la Revolución, el de Frank Fernández (El anarquismo en Cuba, 2000); libro sintético adoptado como referente para adentrase a conocer el anarquismo cubano, tanto por la militancia anarquista como por investigadores académicos. Los primeros, han repetido la tesis de Fernández en torno a un supuesto abandono e insolidaridad, de parte del anarquismo internacional, hacia los libertarios cubanos, situación, argumenta Fernández, agudizada a partir de la circulación del llamado documento Gaona (fechado en noviembre de 1961).[1] Mas, lo anterior no es del todo certero; al contrario, al conocer la situación de persecución y represión hacia sus compañeros, los anarquistas emprendieron acciones de denuncia, recolectaron fondos para posibilitar su salida de Cuba, presionaron para libertarlos y abogaron por el respeto a sus derechos y a su integridad física. Sumado a ello, poco antes de declararse el carácter socialista de la Revolución, en los círculos anarquistas se cuestionaron las medidas adoptadas por el naciente régimen.

La postura anarquista del proceso armado

El inicio de la Revolución cubana en la prensa anarquista fue retratado con esperanza. De las plumas libertarias brotó tinta anhelante de un triunfo precoz de los jóvenes guerrilleros, haciendo votos por la instauración de un régimen liberal/democrático, donde las libertades fundamentales como la del pensamiento, prensa, reunión y asociación posibilitaran el resurgir de organizaciones populares capaces de defender las conquistas sociales alcanzadas con las armas. Esa posición fue asumida por la FAM, a través de su órgano de difusión, Regeneración, se dejó asentado que el movimiento armado tenía como mira implantar un nuevo estado de cosas capaz de satisfacer los deseos de sus habitantes, pero se cuestionaban: ¿qué se proponen hacer los revolucionarios al caer Batista del poder? ¿se establecerá una república socialista, democrática o un directorio civil o militar, como es costumbre en la América de habla española?[2]

Toda revolución, esgrimieron los anarquistas mexicanos, para caminar hacia un verdadero cambio y no derivar en una nueva opresión más humillante que la anterior, está obligada a aspirar a una mayor libertad como resultado del disfrute de derechos como la inviolabilidad del domicilio y la libertad de pensamiento, de palabra y de escritura, así como respetar el derecho de petición, reunión, huelga y el de protesta individual y colectiva. Por lo mismo abrigaban “un profundo deseo que en Cuba triunfara su magnífica gesta revolucionaria y forje un porvenir libertario en bien de todos los hijos del trabajo”.[3]

Este primer horizonte interpretativo, desde el anarquismo, se sustentó en la seguridad de que Estados Unidos (EE. UU.) no toleraría una amenaza a sus intereses; en consecuencia, no se podrían profundizar los cambios sociales. Esa apreciación del ML le llevó a considerar que con las libertades democráticas se posibilitaría el crecimiento y actuación de los sindicatos, las organizaciones populares y de los anarquistas y, en un futuro inmediato, empujar una agenda tendiente a mejorar la situación de los cubanos sin el temor a la imposición de una nueva dictadura patrocinada por EE. UU. Ejemplo de lo anterior fue la postura de la Conferencia Anarquista Americana, celebrada en Uruguay en 1957 con la asistencia de una delegación de la ALC. La Conferencia manifestó:
<> [4]

La Conferencia, en alusión a la insurrección cubana, expresó: “Cuba se ha levantado en armas contra la dictadura, los pueblos de América y el mundo contemplan con dolor y admiración la conducta heroica de un pueblo que sabe decir no a los tiranos, estudiantes y obreros se enfrentan a las fuerzas militares y policiacas de Batista, sacrificando sus vidas en gestos suicidas que únicamente pueden inspirar el amor a la libertad”.[5]

A pesar de las esperanzas depositadas en Cuba el ML receló, aún durante el periodo armado, de los alcances emancipatorios de la Revolución. Estas cuestiones quedaron evidenciadas durante un acto contra las tiranías organizado por las Juventudes Españolas Antifranquistas. Octavio Alberola, moderador del evento, rememoraría un hecho significativo y configurador de acontecimientos futuros:
<<... fue el enfrentamiento que tuve, en un acto organizado en 1958 en el Ateneo Español de México, con los miembros del Movimiento 26 de Julio que quisieron impedir que un joven negro, del Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE), que acababa de salir clandestinamente de la Isla, continuara su intervención tras haber denunciado el peligro de caudillismo en la lucha contra la dictadura de Batista. Como era yo quien presidía el acto, conseguí que el joven negro pudiera seguir con el micro y terminar su intervención. Fue una bronca que prefiguraba lo que sería la lucha por el poder tras la caída de Batista>> (Agencia de Noticias Anarquistas, 2010).[6]

La percepción, del autoritarismo y dirigismo emanado desde el núcleo guerrillero de Sierra Maestra, no fue exclusiva de los anarquistas. Ejemplo de ello fue una carta de Frank País a Fidel Castro, donde este:
<> 2007, págs. 236-237).

Del júbilo al desencanto

Los anarquistas, aún con titubeos, se congratularon y destacaron la forma como se alcanzó el triunfo en Cuba, el cual “no se realizó como consecuencia de negociaciones palaciegas, como ha ocurrido otras veces, sino en sangrienta lucha en la que un puñado de hombres (…) logró resistir el engranaje totalitario y destruirlo palmo a palmo en lucha armada”.[7] En Regeneración (Rege), se apuntó “el triunfo de la causa que lideró el joven guerrillero Fidel Castro Ruz (…) ha sido una lección para todos los dictadorzuelos de Iberoamérica y un ejemplo para las juventudes amantes de la libertad, que han visto objetivamente como a la tiranía sólo puede destruírsele con la violencia revolucionaria del pueblo”.[8] Tras el éxito de los cubanos, los anarquistas mexicanos se identificaron con el M26 por considerar justa la insurrección pese a sus limitadas finalidades sociales y económicas, pues sus aspiraciones estaban circunscritas a un cambio de gobierno y a una ligera reforma social, precisamente por eso apoyaron “porque en este terreno no recurrieron a la demagogia ni al engaño de ofrecer lo que no podían cumplir”.[9]

El fusilamiento de colaboradores de Batista, clérigos, capitalistas, militares, policías, etc., se convirtió en el tema más socorrido por la prensa mercantilista y quienes se oponían al triunfo revolucionario. Al contrario, la prensa anarquista los justificó. Ejemplo de ello fue La Protesta (LP), quien evocó los brutales métodos represivos de Batista contra todo opositor a su gobierno, la develación de los sistemas de tortura, así como los cementerios clandestinos de la dictadura. Esta situación sufrida los movió, aseguró LP, a saciar su sed de justicia popular y legitimó los juicios populares que culminaron con ajusticiamientos públicos, “la violencia desatada por la dictadura engendra inevitablemente nuevas violencias, y una guerra civil de años y miles de muertos, no son precisamente caldo de cultivo favorable para sensiblerías ni lamentaciones lacrimógenas”.[10] La postura de LP fue compartida por los mexicanos quienes aprobaron la pena de muerte contra los enemigos de la Revolución. Si los revolucionarios eran blanco de la ira de los conservadores, contrarrevolucionarios, reaccionarios y demócratas, se argumentó desde Rege, lo eran por el hecho de haber fusilado “decentemente a toda clase de criminales servidores de Batista”.[11] Esa violencia “popular” se extendería pronto a miembros del M26, a socialistas y anarquistas.

A pesar de concordar con las medidas de la Revolución, una carta de Casto Moscú, secretario de la ALC, a Andrés Cabona, permite observar el temor sembrado entre los anarquistas isleños y continentales sobre la deriva de la misma. En la misiva, Moscú relata cuestiones como el licenciamiento de las fuerzas armadas, esto lo considera acertado; mas cuestiona el despido de la burocracia media y baja la cual fue estigmatizada, por tal a esos hombres y mujeres se les negaba cualquier trabajo. Asimismo, explica el incremento de los atentados, las incursiones aéreas y la propaganda contra la Revolución, actos patrocinados por quienes perdieron sus privilegios, pero esto no le preocupa en demasía a Moscú, debido al indiscutible apoyo popular a la Revolución y a Castro. Pero, remarca:
<> [12]

A diferencia de otros grupos anarquistas, como Regeneración, los editores de La Protesta mostraron pronto su escepticismo hacia la Revolución. El impreso bonaerense, al entrevistar a una delegación de revolucionarios cubanos de visita en el país austral, y cuestionarles sobre el significado y alcance de la Revolución, aquella contestó que esta era un cambio en la forma de gobernar. La respuesta reflejaba, especuló LP, el sentido autoritario de la Revolución: “sobre la que nunca nos habíamos hecho grandes ilusiones”.[13] No obstante, valoraron la situación de los revolucionarios al reconocer las circunstancias del pequeño país, el cual había conseguido su independencia recién nacido el siglo y desde ese instante transitó entre el vasallaje a EE. UU., dictaduras y gobiernos más o menos democráticos caracterizados por la corrupción; por tal, comprendieron la necesidad de un cambio progresivo:
<> [14]

Los anarquistas mexicanos tacharían de ingenuidad el considerar que sólo con cambiar a los malos gobernantes por unos presentados como buenos, por ser revolucionarios, se remediarían los males del pueblo cubano. Sería, sostuvieron, desperdiciar toda la sangre de los jóvenes inmolados para finiquitar para siempre el peligro de futuras dictaduras, enarboladas en nombre de una u otra bandera. Pero, conocedores de las pocas probabilidades de profundizar el cambio social, consideraron:
<> [15]

Lo antes relatado estuvo en sintonía con un texto remitido por la ALC a la Comisión Internacional Anarquista, donde los cubanos manifestaron:
<> [16]

En la circular, la cual tenía como fin establecer una ‘normativa’ “para las actividades y relaciones con el MLC”, se enumeran cuestiones ya antes expresadas a la prensa internacional, pero dando la razón del porqué; primero, alude a la abrumadora cantidad de cartas solicitando información; segundo, recrimina a “los militantes que comentan públicamente o inquieren datos en privado, incurriendo con demasiada frecuencia en inexactitudes e indiscreciones que pueden acarrear, si no se cortan de tajo, grandes contrariedades”.[18] Agregaron, los anarquistas nativos y españoles exiliados llevan las tareas de militancia con la mayor celeridad y exactitud posible, pero actuando en un ambiente cargado de peligros y zozobra. En consecuencia, hicieron las siguientes recomendaciones:
<<1 2="" 3="" 5="" a="" abiertas="" abrir="" acontecimientos="" arriba="" blica="" borrar="" brinde="" canales="" cantidad="" cartas="" casos="" citando="" compa="" comprobadas="" con="" concretos="" confidenciales="" conocer="" correspondencia="" cuba="" cubanos="" de="" debe="" deben="" deseen="" el="" en="" env="" eros="" esa="" ese="" exactamente="" falsedades="" forma="" fuente="" gran="" hacer="" hasta="" hecho="" hechos="" incurrir="" indicada="" informaci="" informaciones="" informativa="" informes="" la="" las="" libertad="" llegan="" lo="" los="" m="" militantes="" misma="" mismos.="" ml="" movimiento="" muchos="" n="" ni="" no="" ntima="" nuestro="" nuestros="" nunca="" o="" origen="" p="" pa="" para="" petici="" peticiones="" poder="" pone="" por="" preguntas="" previamente="" publicaci="" pues="" que="" raz="" redactada="" relaci="" respectan="" riesgo="" s="" se="" ser="" ses="" si="" simple="" sobre="" su="" tal="" todo="" todos="" van="" vida="" y="" ya="">> [19]

A seis meses del triunfo revolucionario LP elaboró un balance de los alcances y proyecciones de la Revolución. Entre sus cavilaciones encontramos el temor y la desconfianza a las demostraciones de adhesión popular, casi de devoción, hacia Fidel, en gran medida gracias a el reparto de tierras y a la frustración de levantamientos, e intentos de golpe de Estado, de corte anticomunista.[20] Esto los llevó a asegurar: “desde el mismo día del triunfo de la insurrección cubana contra la dictadura de Batista, y aún desde antes, la evidente intención de Fidel Castro, y sus seguidores, de hacer una revolución desde el poder nos hizo tomar las cosas con cierta prevención”.[21] En ello ahondarían con la información remitida por sus compañeros cubanos, donde les alertaban sobre la intervención de los comunistas en los sindicatos, violando la autonomía de los mismos e imponiendo a sus incondicionales a través de la coacción por medio de las llamadas milicias obreras.[22] El derrotero autoritario se les confirmó tras una nota aparecida en El Libertario, donde se criticó la vigencia del Código de Defensa Social como forma de control y represión. En el texto se asentó:
<
A pesar de los tintes despóticos perfilados dentro de la Revolución, los anarquistas seguían considerándola una insurrección popular por las conquistas en beneficio del pueblo cubano. Como eran las expropiaciones.[24] El camino revolucionario iniciado por la Isla, apuntaron los ácratas, era la llama de la esperanza de una vida mejor para todos los pueblos de América.[25] Lo expuesto por el Movimiento Libertario Cubano (MLC) les sería reiterado a los anarquistas del continente mediante una circular confidencial, sacada clandestinamente de la Isla y rubricada tanto por la ALC como por la CNT de España en Cuba. La manera en que la circular salió de Cuba, el contenido y la manera de informarlo era una señal de alerta para los anarquistas. En la nota precedente al comunicado, se dejó acotado: “la adjunta circular nos ha sido entregada a mano sacada de La Habana sin hacer uso del correo. Nuestro enlace, lo ha sido un estudiante que asistió a las fiestas de la celebración del II aniversario de la Revolución cubana (…), ofrece las máximas garantías, por las contraseñas que proceden de nuestro corresponsal en Cuba”.[17]

Pero esa esperanza y adhesión al proyecto cubano se fue desvaneciendo hasta convertirse en repulsa. Si las dudas se iban aclarando y, con ello, confirmando el perfil ‘dictatorial’ de la Revolución, un informe elaborado por Augustin Souchy, uno de los intelectuales anarquistas más reputados, sería el punto final de los titubeos y el momento en que muchos anarquistas adoptaron una postura firme. Souchy visitó Cuba en 1960, a petición del gobierno revolucionario, para elaborar un estudio sobre la reforma agraria y las cooperativas; en su trabajo, Souchy, delineó algunas de las consecuencias para América Latina a raíz del triunfo cubano. Primero, alude al problema de la libertad, de las ‘desviaciones’ y de los riesgos de llamar a todo quien no comulgara con el castrismo como “contrarrevolucionario y lacayo de los yanquis”. Segundo, ahonda sobre los antagonistas del proceso revolucionario quienes “dicen que Castro es un agente o aliado de Moscú” (1960, pág. 60). Souchy sintetizó:
<> (ibíd.).

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La Revolución a debate

En la segunda mitad del año de 1960 se constituyó en Nueva York el Movimiento Libertario Cubano en el Exilio (MLCE) conformado por un grupo de anarquistas cubanos exiliados. Sus tareas consistieron en dar a conocer las políticas autoritarias del nuevo régimen. Meses antes de la creación del MLCE en la prensa ácrata se habían inaugurado los debates en torno al significado y las proyecciones de la Revolución cubana en América Latina. El 20 de agosto de 1960 la Biblioteca Popular José Ingenieros [en Buenos Aires] celebró una mesa redonda sobre los anarquistas y la Revolución cubana. Los debates destacaron los aspectos positivos del nuevo régimen, se citó, la honradez administrativa y la decidida oposición al capitalismo internacional; lo anterior se contraponía con la dominación total de los resortes del poder por un grupo de individuos y la, cada vez más evidente, adhesión al bloque soviético en su política internacional.[36] Lorenzo de Vedia, uno de los partícipes, adujo: “desde nuestro punto de vista la Revolución cubana ha sido frustrada por el intento de realizarse desde la estructura del Estado”.[37] Luis Danussi habló sobre el entusiasmo reinante en el movimiento anarquista por las primeras medidas, como el ataque a la corrupción, al latifundio y la desarticulación del ejército, empero, acotó: “esa magnífica Revolución no va a ser frustrada, sino que ya ha sido canallescamente frustrada por un conjunto de factores. Más que estar en vías de ser, es ya un Estado típicamente policial y totalitario”.[38] Los logros de la Revolución no se hicieron desde abajo como corresponde a una revolución de impronta popular, subrayó Danussi, y lo ejemplificó con la reforma agraria, donde el naciente Estado se arrogó la potestad de repartir tierras, traduciéndose en una nueva forma de explotación, control y vigilancia.[39]

La polémica, suscitada en el continente, llegaría a la Isla y los ácratas cubanos entrarían a la misma con una nota aparecida en Solidaridad Gastronómica, difundida por la FLA en febrero de 1961; en ésta se aprueba la información aparecida en las publicaciones de México y Argentina, deslegitima la aparecida en Lucha Libertaria de Uruguay. En una circular interna de la FLA se expresa el desconcierto de los cubanos por la actitud de la prensa libertaria uruguaya, la cual les cuestionó no dar, ni tratar las noticias de mayor envergadura y actualidad referente al proceso cubano. Crítica la posición del impreso uruguayo, pero también a la FAU y su apoyo a Castro, manifestaron:
<Reconstruir
y Acción Libertaria, en el país del Plata, así como CNT en México [se refiere a Tierra y Libertad y Solidaridad Obrera]. Sus redactores demuestran estar atentos a las palpitaciones de Cuba y el continente con los pies sobre la tierra.>> [40]

El desencanto de los anarquistas mexicanos, con el movimiento revolucionario cubano, nos lo ofrece un debate entablado en las columnas de Regeneración entre el militante Constante Álvarez y el columnista Tariaco, a este se le recriminó no ser ecuánime sobre los sucesos en Cuba y señalar la existencia de persecuciones, asesinatos políticos y terrorismo contra los opositores de Fidel Castro. Tariaco respondió:
<> [41]

A diferencia del anarquismo mexicano y argentino donde se tomó una postura clara respecto a Cuba, en Uruguay se suscitó un amargo debate que fragmentó a la FAU. La Protesta entró en polémica con esa federación y algunos impresos ácratas de Uruguay, como Lucha Libertaria. Para contextualizar el debate LP reprodujo “las partes sustanciales de un manifiesto” de la FAU, aparecido bajo el título de Al replantearse la Revolución cubana, en él la FAU enuncia las condiciones para mantener su apoyo a la Revolución, tales eran el fortalecimiento e independencia de cooperativas agrícolas e industriales, la entrega de tierras y armas a los campesinos, obreros y estudiantes para impedir el estancamiento de la Revolución, evitar la burocratización sin enredarse en la ‘democracia representativa’, apoyarla “en tanto garantice las libertades públicas, el derecho de acción y mientras profundizara sus postulados sociales de humanismo y libertad, sólo en esas vías la Revolución será más fuerte.[42]

A lo apuntado en el manifiesto se agregaron las posiciones asumidas durante una reunión informal entre militantes de la FAU y de la FLA, donde se querelló sobre la Revolución cubana. En la asamblea se evidenciaron las discrepancias entre las dos específicas, a ellas se sumaron las posturas de LP y del grupo editor de Reconstruir. En el ‘cónclave’, la FAU sostuvo el carácter positivo de la Revolución cubana a pesar del sesgo centralista adoptado y de la presencia activa de los comunistas, mientras los argentinos se mantuvieron firmes al considerar el proceso como una revolución frustrada al momento en que las conquistas sociales fueron dadas por el Estado y el “grupo encaramado al poder”. Las divergencias las divulgó LP, pues manifestó: “no ha vacilado en aceptar como cosa natural el derecho de otros compañeros de sostener públicamente opiniones discrepantes. En esta época en que se ha hecho un fetiche de la disciplina partidaria, del monolitismo de partido y de la razón de las mayorías, hemos afirmado una vez más nuestro concepto de la libertad indeclinable de cada uno a sostener sus propios puntos de vista”.[43]

Si bien las organizaciones orgánicas de México y Argentina advirtieron, a partir de 1960, el giro dado por la Revolución cubana, individualidades libertarias de ambos países no estaban muy seguras de ese vuelco; por tanto, la prensa ácrata abrió sus columnas a las diferencias con el objeto de demostrar la apertura del pensamiento libertario, negando con ello el monismo ideológico, a debates en torno a cuestiones de interés teórico/práctico. En LP apareció una carta dirigida al director del impreso, quien suscribía, L Ramírez, manifestó ser un viejo militante y que su posición no era privativa de él sino de un grupo numeroso de compañeros radicados en Argentina, Uruguay y Chile, quienes han identificado en el lenguaje de LP el mismo de la burguesía respecto a Cuba.[44]

Otro caso aún más álgido, de estos desacuerdos, se sucedieron a partir de una circular emitida por Carlos M. Rama, quien publicó un par de textos en Cenit[45] destacado los aspectos positivos de la Revolución. La circular de Rama motivó una reunión ampliada del grupo editor de La Protesta para discutir los logros ‘positivos’ de la Revolución, pero estos fueron pasados a revista crítica desde los principios anárquicos. Entre ellos se destacaron: la supresión del ejército y la creación de milicias populares, esto no lo consideraron un logro pues más allá del nombre eran un verdadero ejército organizado jerárquicamente; liquidación de la gran burguesía; desaparición de los cuerpos represivos, esto fue puesto en tela de juicio pues era conocida la existencia de un aparato policial y parapolicial bastante extendido como la Policía Nacional Revolucionaria, el Departamento Técnico de Investigación (DTI) y la Policía Política (G-2), además de los comités de vigilancia revolucionaria que, aún tildados de revolucionarios, no se les despojaba de su función represiva; la supresión de los ‘vicios sociales’; la disminución de la desocupación; el fin a la dependencia norteamericana; sobre el crecimiento económico y el aumento de la producción alegaron no se podía asegurar nada aún, por el lapso corto y por la escasez de fuentes fiables; el plan de vivienda y de alfabetización; el proceso de industrialización y la reforma agraria.[46]

El último punto es el más interesante pues un anarquista, Augustin Souchy, acudió a Cuba y elaboró un balance sobre la economía revolucionaria, las cooperativas, colectivizaciones y la reforma agraria, por tal los anarquistas tenían información de primera mano, así, al tratarse el tema sobre si existía una participación popular en los organismos públicos, políticos, económicos y sociales, señalaron “un compañero que estuvo en Cuba, estudiando el problema agrario, manifestó que no hay tal participación, aunque quedó con la impresión que existe la intención de hacer partícipe al pueblo dentro de ciertos límites. La demostración que esta apreciación es valedera, la constituyen las críticas que ha hecho el ‘Che’ Guevara contra la flojedad del entusiasmo de los cooperativistas”.[47]

El trabajo de Souchy consistió en hacer un balance sobre el estado de la agricultura cubana y cómo podía mejorarse a corto plazo. El modelo analítico utilizado fue el mismo empleado para estudiar los kibutz israelís, el ejido mexicano y las colectividades españolas durante la guerra civil. El análisis no agradó a las autoridades cubanas, el informe se vetó y se acusó a Souchy de contrarrevolucionario.[48] La obra de Souchy reflejó la posición libertaria respecto al proceso cubano, se destaca en él la abnegación del pueblo y la obra constructiva como la edificación de viviendas, escuelas, centros sanitarios y la reforma agraria. También subrayó la exigencia de justicia social, el cambio de estructura económica encaminada a suprimir los privilegios de unos cuantos a costa del sufrimiento de la mayoría, además destacó el repudio al imperialismo y a los monopolios como cuestiones arraigadas en las clases bajas y en los intelectuales de América Latina. Causas por las cuales la Revolución prendió tantas esperanzas, no obstante, reconoció que a año y medio del triunfo no todo era positivo, creador y auténticamente revolucionario.

Los yerros observados por los anarquistas no iban encaminados, como Souchy apuntó, a los defectos y contradicciones manifiestos en toda revolución. Donde los anarquistas advirtieron el mayor peligro fue en la “idolización del movimiento a causa de las concepciones políticas, el espíritu y las tácticas que animaban a los ‘jefes’” (Souchy, 1960, pág. 7). Lejos de negar la existencia de una reacción poderosa y dispuesta a participar en una intervención con apoyo de EE. UU., los anarquistas, conscientes del peligro y amenazas cernidas sobre la Revolución, por quienes deseaban recuperar sus privilegios perdidos; mas, Souchy, acertó al señalar que los riesgos no se iban a obviar con la supresión de las libertades ni con la persecución de luchadores sociales de probada rectitud revolucionaria. Manifestó:
<<[Esos] Procedimientos totalitarios, que elimina todo principio de libertad y autodeterminación para los mismos trabajadores y campesinos a quienes se dice querer emancipar, es suficiente para revelar la orientación y finalidad de los actuales dirigentes cubanos. No hace falta para ello tener en cuenta el sentido de su política exterior, ligada sin la menor reserva al bloque llamado soviético. Basta con observar lo que pasa en el interior del país, donde todo marcha a una estatización galopante (…), donde todas las actividades están sometidas a la dirección de funcionarios, que responden a las consignas de un partido unitario>> (pág. 7).

A raíz del trabajo de Souchy los debates en torno a Cuba, en el seno del movimiento libertario, se agudizaron, en particular por la circular de Rama, pues esta tenía dedicatoria: Gastón Leval y Augustin Souchy. Leval se sintió en la obligación de responder a la circular de Rama; pues en la misma él apuntó: “en su enconada lucha contra el comunismo ruso se puede explicar que Gastón Leval, cante loas a la filantropía de los trust azucareros americanos, en la isla del Caribe, como Augustin Souchy lo ha hecho a la United Fruit”.[49] La respuesta de Leval comienza recriminando la tergiversación de su pensamiento y de sus escritos; primero, tanto él como Souchy, arguyó, nunca cantaron ni cantarían loas a los trust norteamericanos como consecuencia de su embate contra el totalitarismo; añadiendo: “de mis críticas no se infiere que combatir a este totalitarismo nos lleve fatalmente a defender el imperialismo norteamericano. Tampoco se desprende que no se debería combatir a ese totalitarismo so pena de hacer el juego a otro imperialismo. La afirmación no es original, la repiten los comunistas desde hace cuarenta años”.[50] Reiteró sus señalamientos, publicados en la prensa anarquista francesa, y afirmó que la crítica a un régimen no significaba apoyar al otro bando, sino como anarquistas ser consecuentes con los principios, además los datos evidenciados, tanto por Souchy como por él, eran del dominio público y no invenciones. Leval, sin embargo, le concedió razón a Rama cuando éste evidenció la crisis del anarquismo por su falta de dinamismo y realidad, pero eso no significaba, replicó Leval, adherirse o sentir simpatía por un régimen émulo del sistema soviético, pues la circular de Rama le reprocha a los anarquistas no adherirse al régimen “castro-comunista”, Leval respondió a ello augurando el refinamiento de las formas opresivas y represivas del régimen de Castro; y, como anarquistas, la responsabilidad era mantener los pilares del ideal acrático intactos: antiautoritarismo, antiestatismo y anticapitalismo, y, en derredor de ellos, construir nuevas propuestas, concluye Leval: “el anarquismo se ha anquilosado. Algunos reconocemos y procuramos aportar análisis, ideas nuevas y complementarias que orienten el pensamiento y la acción. Pero también hemos aprendido, desde 1917, es que las peores formas de esclavitud pueden aparecer envueltas en las más atrayentes promesas de liberación y que el mundo está hoy amenazado por ellas. Este es el combate más urgente”.[51]

A la circular de Carlos Rama, y la respuesta de Leval, se sumó un texto de Víctor García donde argumentó que para ningún anarquista escapaba “el giro peligroso” asumido por el régimen cubano, en particular porque para los anarquistas estaba proyectando “cada vez más insistentemente, un paralelismo muy significativo al giro que tomara la revolución rusa en 1917 y siguientes”,[52] refiere a las esperanzas que sembró el movimiento de 1917, cada nueva noticia era motivo de algarabiada y júbilo entre el proletariado del orbe; no obstante, los primeros trabajos evidenciando el destino de los soviets, la Majnovchina y Kronstadt, delataron las medidas adoptadas por los comunistas al eliminar el empuje de los trabajadores y burocratizar la revolución, llevándola a los cauces donde por fin terminó. Subrayó:
<
García ahonda en la polémica desatada en el seno del anarquismo a raíz del proceso cubano, reconociendo que en su mayoría fueron individualidades quienes apoyaban a Castro, a excepción de la FAU, única específica aliada de Castro y su régimen. Atribuyendo esa actitud a la falta de información verificable sobre la situación en Cuba, en su escrito apunta la confusión sembrada cuando se rumoró sobre un posible caso de censura contra los impresos El Libertario y Solidaridad Gastronómica; mas luego se indicó, a través de una circular de Solidaridad Gastronómica, los motivos de su supresión, éstos obedecieron al hecho de haber sido prohibida, por orden del régimen revolucionario, la publicidad de bebidas alcohólicas eliminando la fuente de ingresos de la publicación. La circular referida por García señala a Solidaridad, no a El Libertario, pero en otro comunicado confidencial se informa el cese del mensuario por problemas económicos.[54]

El informe de un delegado de la CNT de España en el exilio, comisionado a visitar la Isla, para conocer la situación de primera mano, vino ahondar las discrepancias sobre los anarquistas y la Revolución cubana. En el comunicado se desprenden varias objeciones en contra de la posición anarquista y otras se confirman; no obstante, quien recibió e informó al delegado cenetista fue Manuel Gaona, militante anarquista pasado al castrismo y quien difundió una Aclaración y declaración a los anarquistas (véase nota 1), deslegitimando y difamando a sus antiguos compañeros del MLC, en ese momento ya en el exilio. En el informe se destaca, primero, la poca cuantía de la ALC, pues antes del triunfo del 59 sus miembros no llegaban a cien, al momento de remitir el informe se encontraban una docena apoyando a Castro y otros cinco en otras actividades; además aseguraba no existía represión contra los anarquistas, la prensa circulaba sin problemas”.[55]

Algo sintomático en el informe del delegado de la CNT, es su similitud con los puntos del documento Gaona, por ejemplo, donde se apuntó: “es cierto que se cierne el grave peligro en contra de algunos compañeros. Ese peligro, no obstante, no es por sus actividades específicamente anarquistas, sino por su actuación a lado de los contrarrevolucionarios, o sea, partidarios del retorno al feudalismo de los potentados y por ende la esclavitud del pueblo cubano”. El informe comenta la acción de los comunistas de copar los sindicatos, pero duda logren opacar la figura de Castro, además añade el temor manifiesto, entre los anarquistas de la CNT, a ser perseguidos y encarcelados como en Rusia o en España, por ello desean salir de la Isla y, señala el delegado, “tienen la garantía de que, mediante lista, todos los compañeros que deseen salir podrán hacerlo, una embajada ha empeñado su palabra”. [56] A pesar de lo antes dicho, el mismo informe se contradice al asegurar en su punto quinto: “cierto es, que en los días de la invasión por parte de los elementos a sueldo de los yanquis, el secretario de la sección de la CNT y otros ocho compañeros españoles y nativos fueron detenidos (…), alega el delegado que eso es debido a la confusión reinante”,[57] la realidad, distó mucho de lo acotado en el informe, los presos fueron condenados a varias penas de prisión y un par de ellos fusilados. Finaliza el informe señalando que:
<> [58] Por lo acontecido después queda en evidencia la nulidad de dicho informe. La postura ácrata se mantuvo firme en su oposición a Castro, en parte por ser del común las afirmaciones del comunicado del delegado, además de la existencia de un segundo informante de nombre Antonio, quien les remitió bastante información desde Cuba al grupo anarquista Tierra y Libertad, adherido a la FAM. El cual desmintió, a través de sus escritos, lo señalado por el delegado de la CNT.

Sin embargo, el informe circuló en los medios anarquistas, sirviendo de base para quienes se posicionaron a favor del régimen de Castro. Por ejemplo, como parte de los debates sobre el proceso cubano LP publicitó la posición de la FAU respecto a Cuba, en abril de 1962 esta agrupación adoptó, en su pleno ordinario, el resolutivo de indeclinable adhesión al principio de autodeterminación de todos los pueblos, tuvieran el sistema social que tuvieran, frente a cualquier potencia -democrática o comunista-. En consecuencia, ratificaron su posición antiimperialista y de defensa de la Revolución la cual conquistó la democracia directa, erigió cooperativas, comités de empresa, milicias populares, practicidad de postulados humanistas y socialistas; mas, reconocieron que las declaraciones de Castro, del 1 de diciembre de 1961 sobre la creación del Partido Único, y el clima de intolerancia ideológica “constituyen una desviación de los postulados señalados. Dicho eso, esas desviaciones son un obstáculo para la construcción del socialismo”.[59]

El debate sobre Cuba y la posición anarquista llegó a un punto bastante violento en Uruguay, al grado de producirse la ruptura de la FAU. Surgiendo de la misma dos bloques, uno donde prevaleció la estructura orgánica de la FAU y otro, con el nombre de Alianza Libertaria Uruguaya (ALU), con Luce Fabbri como cabeza visible. Este grupo asumió la misma postura de la casi totalidad del anarquismo y emitió un manifiesto defendiendo la autodeterminación, entendida esta, en contra de la definición de la FAU, no sólo como una postura de los pueblos para decidir sobre sus sinos hacia afuera sino también para las relaciones internas…
<> [60]

Luce Fabbri, rememoraría la ruptura de la FAU y el áspero debate sobre la cuestión cubana…
<<… vino la Revolución cubana me parece que del 59... entonces, al principio, bueno, solidaridad con Cuba, yo estaba preocupada porque había hablado con Santillán, me fui a la Argentina en esos días, en los días de la Revolución cubana, cuando tomaron, la guerrilla bajó de la montaña y tomó la capital y triunfó la revolución, esos días yo estaba en la Argentina y hablaba con Santillán, dice: va todo muy bien con tal que no prevalezca Fidel Castro; dice: es un megalómano, muy peligroso, bueno así que, como prevaleció Fidel Castro... yo desde un principio estaba inquieta y muy pronto llegaron las noticias de persecuciones de los compañeros (…) después vino el golpe de Estado comunista, al principio… el 26 de Julio era…, el movimiento (...) tenía... [un] programa de amplia libertad, entonces todo bien pero en determinado momento Castro se declara comunista socialista leninista y el partido prevaleció en la Isla, dio un golpe de Estado en los sindicatos eliminando la comisión elegida por los obreros y sustituyéndola con todos comunistas y, en fin, empezaron las persecuciones ante todo contra los trotskistas y contra los anarquistas, empezaron a llegar noticias muy, muy feas y entonces propusimos (…) llegué a la reunión de la FAU y dije yo propongo que la FAU dé un mensaje de solidaridad, emita un mensaje de solidaridad con nuestros compañeros presos en Cuba..., se levantaron y dijeron cómo vamos hacer ello, perturbar el clima de la revolución, la unidad revolucionaria, entonces mi compañero [Ermacora] y yo nos retiramos, fui la primera, al mes se retiraron los demás que estaban en la línea libertaria (…) bueno a partir de entonces, que sería en el 61... el 62, tuvimos la FAU por un lado y ALU por otro.>> [61]

Como he puesto de manifiesto, fueron individualidades anarquistas, exceptuando a la FAU, quienes no concordaron con la posición ‘mayoritaria’ sobre la Revolución cubana. Por ejemplo, una carta remitida a LP por ‘un compañero’ donde les cuestiona su posición respecto a Cuba y dar cabida a noticias del MLCE, todas ellas negativas al proceso cubano como los casos de los anarquistas presos y fusilados, entre ellos un campesino de 17 años; eso, por un lado, por otro les cita el periódico Lucha Libertaria, donde se exponían comentarios a favor de la cuestión cubana y solicita publicarlos. Por último, se les reprocha no informar la condición de los fusilados en Cuba, llamados compañeros, mas trabajaban contra la Revolución en forma coordinada con grupos capitalistas;[62] LP replicaría enfatizando en la cuestión de los fusilamientos, pues al parecer ‘un compañero’ lo tomó a la ligera y acusó melodramatismo en la noticia de asesinar a un adolescente de 17 años.[63]

A la carta aparecida en LP le mereció la respuesta de Jacobo Prince. En su respuesta, Prince puntualizó el carácter revolucionario de los anarquistas frente a las tiranías, por ello su simpatía era con los ácratas cubanos contra el nuevo régimen cubano, ello no eludía, ni impedía ser objetivo:
<> [64]

Las columnas de los impresos mexicanos se destacaron por su posición intransigente contra el sistema encabezado por Castro. Para clarificar la cuestión y evitar “desviaciones”, como ocurrió con la FAU, el órgano de la FAM publicó una serie de textos del poeta José Muñoz Cota, uno de los críticos más conspicuos del régimen emanado de la insurrección cubana, quien desde su columna en Regeneración expresó su desencanto pero también planteó las posibles consecuencias para América Latina tras la injerencia imperialista de la URSS, tal como la agudización de las política represiva de EE. UU.,[65] aseveró Muñoz Cota:
<> [66]

Cosme Paules, cubano exiliado en Chile, se manifestó en ese mismo sentido:
<> [67]

También fue, Muñoz Cota, quien mejor analizó, de forma detallada, el desenvolvimiento del proceso cubano desde la perspectiva libertaria. En su artículo “Nuestra distancia con el régimen de Cuba”, denuncia la enemistad y rivalidad entre Castro Ruz y Batista surgida cuando Batista abandonó de su vida revolucionaria, inaugurada contra una dictadura; Batista se transformó en un dictador; por lo cual ningún hombre libre podía haber estado de acuerdo con él. Continuó acotando que Castro Ruz si bien no contó con la simpatía de EE. UU., sí con su beneplácito, gozó de adhesiones universales, el pueblo cubano albergaba esperanzas en él. Castro Ruz logró derribar a Batista sin grandes hechos de armas, además no se declaraba comunista o si lo era lo disimuló bien. Agregando, vino la luna de miel con EE. UU., enfriada cuando se discutió el punto de las cuotas de azúcar, los norteamericanos se equivocaron en su política internacional y menospreciaron, por falta de objetividad, a Castro Ruz. Esto benefició a:
<> [68]

Notas:

[1] En dicho documento, quienes lo suscriben -a decir de Fernández-, lo hicieron bajo coacción, se desconocen las persecuciones o aprehensión de libertarios, afirma que la campaña pro presos cubanos es una insidiosa cruzada, pues “no existe en toda la república, un sólo compañero detenido o perseguido por sus ideas, por lo que se hace imperativo aclarar de qué fuentes parten las informaciones que afirman lo contrario y qué destino se dará a los dineros colectados en México para esos imaginarios presos y perseguidos”, en un segundo punto se niega categóricamente la existencia de persecuciones políticas, ideológicas o religiosas; asegurando que los únicos presos son los mercenarios de playa Girón; afirma que la totalidad de la militancia libertaria de Cuba está integrada en los distintos organismos de las Milicias Nacionales Revolucionarias, finaliza el documento alertando a “los compañeros del Movimiento Libertario de México, de América Latina y del Mundo, y a los compañeros españoles exilados en América, para que no sean sorprendidos por las mal intencionadas y mentirosas informaciones que reciban de quien o quienes, al servicio, consciente o inconscientes, de la contrarrevolución cubana, se empeñan en mantenerse sordos y ciegos ante las realidades y realizaciones de la más progresista, democrática y humanista de las revoluciones de nuestro continente” (Gaona Sousa, 1961)..

[2] Rodolfo Aguirre, “La rebelión cubana”, Regeneración (México), julio de 1957.

[3] Ibíd.

[4] “Conferencia Anarquista Americana”, Solidaridad Obrera (París), 15 de agosto de 1957.

[5] “Conferencia Anarquista Americana”, Solidaridad Obrera (París), 12 de septiembre de 1957.

[6] Quizá por el tiempo transcurrido, Alberola traslapa las fechas. El único evento de tales características, retratado por la prensa anarquista, fue el realizado por las Juventudes Antifranquistas en abril de 1957, celebrado en el Sindicato Mexicano de Electricistas. En este participó el estudiante cubano, miembro del M26, David Díaz de la Rocha quien “pidió ayuda para los estudiantes de Cuba que, fieles a los ideales de José Martí, son masacrados por los esbirros de Batista”, “Mitin por la Libertad…”, Solidaridad Obrera (París), 16 de mayo de 1957; En otra crónica se destacó: “David Díaz, con la fogosidad de esa juventud obrera y estudiantil de la Cuba alegre y rebelde que muere con la sonrisa en los labios, de esa juventud que derrotó al tirano Machado y que hoy resquebraja con sus acometidas el poder de Batista, trajo al mitin un hálito de la tragedia y de heroísmo en que viven los rebeldes cubanos. Rindió homenaje a las guerrillas de Fidel Castro Ruz (…). Rindió homenaje a los estudiantes muertos en La Habana y dijo que el ‘problema cubano sólo una revolución puede solucionarlo pues las elecciones que ciertos elementos están propiciando -y que EE. UU. verían con beneplácito, bajo ciertas condiciones-, es la fórmula elegida para salvaguardar los intereses creados, aborígenes y extranjeros’. Relató crímenes espeluznantes, llenos de sadismo y crueldad, cometidos hace unos días y terminó jurando: ‘Cuba será libre o moriremos todos’”, Ocaña Sánchez, “La juventud contra las dictaduras”, Tierra y Libertad (México), 30 de mayo de 1957.

[7] “Gobierno y revolución en Cuba”, La Protesta (Buenos Aires), 2da quincena de enero de 1959.

[8] “El ocaso de las dictaduras”, Regeneración (México), enero de 1959.

[9] Ibíd.

[10] “Los fusilamientos”, La Protesta (Buenos Aires), 2da quincena de enero de 1959.

[11] Tariaco, “Cosas que suceden”, Regeneración (México), septiembre de 1959.

[12] “Carta de Casto Moscú a Andrés Cabona”, 3 de noviembre de 1959, Fondo Luis Danussi/Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (en adelante Cedinci).

[13] GA, “En Cuba revolución o no”, La Protesta (Buenos Aires), 2da quincena de abril de 1959.

[14] Ibíd.

[15] “El ocaso de las dictaduras”, Regeneración (México), enero de 1959.

[16] “Así opinan los compañeros cubanos”, La Protesta (Buenos Aires), agosto de 1960.

[17] “Circular confidencial”, La Habana, 15 de enero de 1961, Fondo Cuba/ Centro de Documentación Libertaria Jacobo Prince/Federación Libertaria Argentina (en adelante CDLJP-FLA).

    °-°-°-°-°

[36] “Los anarquistas y la Revolución cubana”, La Protesta (Buenos Aires), septiembre de 1960.

[37] Ibíd.

[38] Ibíd.

[39] Ibíd.

[40] “Ojeando la prensa extranjera”, Federación Libertaria Argentina, febrero de 1961, Fondo Cuba/ CDLJP-FLA.

[41] Tariaco, “Cosas que suceden”, Regeneración (México), julio-agosto de 1960.

[42] “Al replantearse la Revolución cubana”, FAU, s/f, Fondo Cuba/ CDLJP-FLA; “Posición de la FAU ante la Revolución cubana”, La Protesta (Buenos Aires), septiembre de 1960 y “Desarrollo sobre el debate sobre Cuba”, s/f, Fondo Cuba/ CDLJP-FLA.

[43] “Discrepancia sobre Cuba”, La Protesta (Buenos Aires), septiembre de 1960.

[44] “No está de acuerdo con nosotros…”, La Protesta (Buenos Aires), diciembre de 1960

[45] Carlos M. Rama, “La obra cultural de la Revolución cubana”, Cenit (Toulouse), abril de 1961; Carlos M. Rama, “Nacionalización de la cultura cubana”, Cenit (Toulouse), mayo de 1961 y Carlos M. Rama, “Paralelo entre la revolución española y la Revolución cubana”, Cenit (Toulouse), octubre de 1961.

[46] Cronista, “La Revolución cubana ¿Aspectos positivos?”, La Protesta (Buenos Aires), julio de 1961. Estos aspectos positivos fueron defendidos por la mayoría de los anarquistas, la FAIC dejó asentado en su manifiesto: “reconocemos que han sido valiosas las conquistas de esa Revolución, algunas acciones como: la Reforma Agraria en marcha, la expropiación de ciertas propiedades norteamericanas, el confiscamiento de la industria petrolera, la desarticulación del ejército estatal mercenario y la lucha abierta contra el imperialismo norteamericano que avasalla la economía cubana” (FAIC, 1960, pág. 1).

[47] Cronista, “La Revolución cubana ¿Aspectos positivos?”, La Protesta (Buenos Aires), julio de 1961.

[48] En el verano de 1960 se publicaron en La Habana dos colecciones populares de diez libros en la editorial Lex. Uno de ellos: Cooperativismo y Colectivismo, con tres colaboraciones. La primera abordó a los precursores de la doctrina cooperativa; la segunda, del director ejecutivo del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) A. Núñez Jiménez, “Las cooperativas del Instituto Nacional de Reforma Agraria”, y otra bajo el título de “Estudios sobre Cooperativas y Colectivización en México, Israel, España y Cuba” de Souchy. A este se le invitó por su experiencia en la URSS (1919), en España (1936-39), México (1942-1955) e Israel, donde elaboró programas sobre cooperativismo y colectivización; Souchy permaneció en Cuba los meses de abril, mayo y junio de 1960, tiempo en que recorrió la Isla conociendo de primera mano la etapa constructiva de la Revolución. La obra de Souchy fue censurada y destruida, sin embargo, éste envió su escrito a la FLA, que la publicó el mes de diciembre de 1960. Según Frank Fernández “tres días después de marcharse de Cuba, la edición total de dicho trabajo fue intervenida por el gobierno castrista por sugerencias de la Dirección del PCC y destruida en su totalidad. Por suerte para la Historia, la editorial Reconstruir en Buenos Aires reprodujo la versión original de Souchy, con un excelente prólogo de Jacobo Prince” (Fernández, 2000, pág. 93).

[49] Gastón Leval, “A propósito de los anarquistas y la Revolución cubana”, La Protesta (Buenos Aires), agosto de 1961.

[50] Ibíd.

[51] Ibíd.

[52] Víctor García, “Consecuencia ante la Revolución cubana”, La Protesta (Buenos Aires), octubre de 1961. Víctor García no sólo cuestionaría la Revolución desde la prensa, en 1961 junto con Octavio Alberola emprendieron una gira de reafirmación y clarificación ideológica, Alberola rememoró… “el movimiento anarquista, en tanto que tal, comenzó muy pronto a tomar distancias, y a medida que la deriva caudillista de Fidel se iba poniendo en evidencia, el movimiento lo denunció ampliamente. En 1961, con Víctor García [Germinal Gracia], participé en una gira de conferencias en los medios anarquistas españoles exiliados en Francia e Inglaterra para denunciar la deriva totalitaria de la ‘Revolución cubana’. La cuestión entonces era que aún se confiaba en la capacidad del movimiento popular para reaccionar e impedir la total confiscación de la revolución por el castrismo. Pero muy rápidamente se vio la realidad del alineamiento castrista con el comunismo totalitario soviético y se supo de la persecución de la que eran víctimas los anarcosindicalistas cubanos”, Octavio Alberola, “Hay que recuperar la memoria que el castrismo ha desvirtuado”, El Libertario (Venezuela), agosto-septiembre de 2004.

[53] Víctor García, “Consecuencia ante la Revolución cubana”, La Protesta (Buenos Aires), octubre de 1961.

[54] “Circular”, Grupo libertario gastronómico, La Habana, 20 de marzo de 1961, Fondo Cuba/ CDLJP-FLA. García rompe, también, con la falsa dicotomía de decantarse por alguno de los dos imperialismos al señalar que el anti comunismo anarquista no elude denunciar la injerencia norteamericana y su participación en la invasión de playa Girón, reiterando que “el anarquismo denunció ese intento de romper el proceso cubano, contra el cual están, pero si alguien está en legitimidad para cuestionarlo y combatirlo son los cubanos no el imperialismo norteamericano. Poniendo énfasis en que después de la fallida intervención se detuvo a decenas de anarquistas, junto a cientos más de militantes de izquierda, acusados de contrarrevolucionarios”. Tal título mereció el editor Mariano Sánchez Roca, fundador de la editorial Lex. Este fue uno de los encargados de transmitir información de lo acontecido en Cuba a la militancia anarquista, en particular a la CNT en el exilio en México y Venezuela, país al que llegó cuando su editorial fue intervenida por publicar el trabajo de Souchy. Víctor García, “Consecuencia ante la Revolución cubana”, La Protesta (Buenos Aires), octubre de 1961. En el mismo número donde Germinal Gracia rectifica su postura respecto a Cuba apareció la primera noticia de la detención de un anarquista conocido en el ML: Luis Miguel Linsuaín. Su detención obedeció a una acusación de complotar contra la vida del ministro de guerra, Raúl Castro. Linsuaín, señala la nota, era representante del sindicato gastronómico, del cual fue echado por su crítica contra el giro dado por la revolución, por lo mismo se inició una campaña para difamarlo y culminó con su detención por el G-2 en julio de 1961, “El anarquista Linsuaín”, La Protesta (Buenos Aires), octubre de 1961.

[55] “S/N”, México, agosto 23 de 1961, Fondo Cuba/ CDLJP-FLA.

[56] Ibíd.

[57] Ibíd.

[58] Ibíd.

[59] “Posición de la FAU sobre Cuba”, La Protesta (Buenos Aires), marzo de 1963.

[60] “Manifiesto”, La Protesta (Buenos Aires), febrero de 1963.

[61] “Entrevista a Luce Fabbri realizada por Margaret Rago”, Entrevista a Luce Fabbri, sesión 12, cassette 12, 1996, Colección Luce Fabbri/Cedinci.

[62] “Carta a La Protesta”, La Protesta (Buenos Aires), marzo de 1963.

[63] “Nuestra contestación”, La Protesta (Buenos Aires), marzo de 1963.

[64] “La represión antilibertaria en Cuba”, La Protesta (Buenos Aires), mayo de 1963.

[65] O como el historiador cubano Frank Fernández, a distancia, reflexionó: “…de acuerdo con su política de liberación nacional se creó en todo el continente americano una fuerza guerrillera -urbana y serrana- que haría cambiar el sistema político en casi todos los países al sur del Río Grande. La guerra de guerrillas propuesta por el dúo Guevara-Castro dejó ensangrentado el continente, además de provocar la toma del poder como respuesta por una gavilla de gorilas uniformados, creando en muy poco tiempo una colección de dictaduras militares que se dedicaron al secuestro, el crimen y el robo, además de dedicarse a hacer desaparecer tanto a enemigos como a inocentes ciudadanos. Esto aconteció en países civilizados, con una larga tradición de derechos civiles y respeto a la vida humana, como represalia militar a la violencia planeada, financiada y apoyada desde La Habana por el gobierno socialista cubano” (Fernández, 2000, pág. 126).

[66] “Panorámicas”, Regeneración (México), mayo-junio de 1962.

[67] Cosme Paules, “Buscando el número”, Regeneración (México), noviembre de 1962.

[68] José Muñoz Cota, “Nuestra distancia con el régimen de Cuba”, Regeneración (México), septiembre de 1962.

[El texto completo de este artículo está disponible en http://pacarinadelsur.com/home/oleajes/1848-los-anarquistas-y-la-revolucion-cubana-entre-el-jubilo-y-el-desencanto.]

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