jueves, 19 de marzo de 2020

El coronavirus como muestra del fracaso civilizatorio



Humberto Decarli

Las informaciones promovidas por los medios de difusión masivos y las redes sociales sobre la pandemia del covit-19 han creado un estado de pánico y paranoia en la población mundial. Ha sido una manera de control y disciplina del poder mundial sobre la gente al crearles temor e inhibición al confinarlos en sus casas. Además, los cuerpos policiales y militares son los encargados de administrar la pusilanimidad de los hombres y las mujeres para hacerlos impotentes ante los designios de quienes dominan al planeta.

Origen del problema

Es del conocimiento público que el virus partió de la ciudad de Wuhan, en la provincia china de Hubei. La tesis más diseminada para explicar la expansión del contagio es que era una derivación de la venta de animales salvajes en sus mercados locales y las pésimas condiciones de salubridad de tal urbe.


Hay especulación acerca de su autoría pues algunos señalan a China como generadora del problema con fines de inundar a occidente y lograr negociaciones en la guerra comercial mantenida con los Estados Unidos. Otros responsabilizan a Washington de su creación para infectar a la antigua Cathay como es el caso de la opinión del presidente usurpador venezolano. Asimismo, existen quienes imputan a laboratorios de la industria farmacéutica para engendrar pánico y ventas aceleradas. También otros sectores sindican a causantes de experimentos para disminuir la población mundial. Podríamos enumerar otros señalamientos pero en todo caso hay que tener cuidado en no caer en tenebrosas teorías conspirativas.

Modelo civilizatorio


El actual esquema económico se fundamente en la obtención de beneficios haciendo abstracción de cualquier otra consideración ética, ideológica o ambiental. Se trata de lograr la mayor rentabilidad del capital, ora por China, ora Estados Unidos o Europa. Se desprecia a todo evento al astro en el cual vivimos y se han motorizado profundos daños al ambiente bajo el criterio de no desperdiciar la posibilidad de alcanzar dividendos.

Los tratados internacionales avenidos en Río de Janeiro, el protocolo de Kioto, el de Copenhague y París en 2015 no lo han cumplido quienes generan la mayor parte de la inmensa masa de gases invernaderos: China, Estados Unidos y Rusia. La necesidad de la explotación económica priva sobre las lesiones ecológicas y jefes de Estado como Xi Jinping y JairBolsonaro han pontificado sobre la valoración de las ganancias siendo las transgresiones ambientales secundarias. El colmo es el de Donald Trump, presidente de la nación más poderosa, quien descalifica a los pensadores e intelectuales defensores ecológicos a quien señala como fundamentalistas.

Sin embargo, la realidad le ha dado un mentís a esa lectura economicista porque es un hecho incontrovertible el cambio climático y los incendios acaecidos en Australia, que arrasó especies y sembradíos, los del Congo y la Amazonía, gracias a políticas erradas de los gobiernos de Bolsonaro en Brasil y Evo Morales en Bolivia, son efluvios de unas políticas equivocadas.

Ciertos ideólogos del establishment han preconizado tesis donde se aprecia haber llegado, con la derrota del estalinismo, al summum de la historia de la humanidad con la democracia representativa y la economía de mercado. Francis Fukuyama en su texto “El fin de la historia y el último hombre” plantea estos argumentos desacertados porque esas dos entidades políticas y económicas no eran panaceas para el devenir social sino estructuras en crisis. Asimismo, en su obra “Choque de civilizaciones”, Samuel Huntington nos señala al factor religioso como elemento esencial de las civilizaciones y con base en esa premisa indica la existencia de varias de ellas en conflicto en el mundo. Tampoco es una proposición válida para progresar porque detrás de la fe subyacen factores sociales determinantes de los desequilibrios internacionales.

La imperante es una visión crematística del mundo. Los americanos, europeos, chinos y rusos así como esos entes denominados transnacionales solo aspiran a crecer económicamente y las demás aristas humanas son secundarias. El consumo se estimula como parte de un concepto del poder llamado ciudadanía y rige la dinámica de ventas. Las obsolescenciasprogramadas eclipsan los adelantos tecnológicos de los aparatos domésticos como dispositivos para subir las ventas a corto plazo. La especulación financiera y bursátil es el eje de las actividades del sector terciario o de servicios.Ante tal óptica ajena al ser humano es propicia la ocurrencia de cualquier eventualidad como el nacimiento y distribución de un virus y sus secuelas horrendas en la economía.

Regresión a la disciplina del poder

Foucault había distinguido entre el poder disciplinario, el expresado por Orwell en sus obras, y el de control, mejor narrado por AldousHuxley en “Un mundo feliz”. El primero se basaba en la coercibilidad tangible, directa, a través del derecho, los policías y los militares; y el segundo, con otros dispositivos más sutiles pero no menos eficaces, como el neolenguaje, las drogas, los medios de comunicación, el uso sesgado de las redes sociales y la manipulación de los planos de inmanencia de los pueblos.

El intelectual francés nos hablaba del panóptico global como metáfora para referirse a la cárcel diseñada por Bentham en el plano social y político. Byung-ChulHan nos refiere al panóptico global porque no es impulsado desde fuera del individuo sino del empleo hecho por el poder para penetrar a cada persona y desde ella misma contribuir a encarcelarse.

El coronavirus ha sido una ocasión propicia para flagelar directamente a la gente. En la mayoría de los países han tomado medidas autoritarias y severas para supuestamente combatir la prístina endemia. Aislar a las personas en sus casas, desvincularlas de su realidad familiar, social y laboral constituye un impacto de alta intensidad contribuyendo a la sumisión.

Es una manera de revivir la metódica de dominación directa bajo la amenaza del castigo y la represión. Ya no son suficientes los signos intangibles del poder, requieren recordarles a las personas la existencia del Big Brother como elemento de cohesión y no les importa caer en los excesos más pedestres. Por supuesto, en países como China no es nada nuevo porque la intimidación forma parte de la cotidianidad pero en Francia hubo reacción popular frente a la asfixia de los derechos como seres humanos.

Inmunidad del rebaño

El Reino Unido ha asumido una reacción distinta a la media europea, china o americana. No ha limitado a la libertad de tránsito ni frenado las actividades económicas, financieras y laborales. Ha apostado al desarrollo de los síntomas del virus para contrarrestarlos cuando fuese oportuno, generando una inmunidad en amplios sectores de la población con una respuesta sanitaria correspondiente. Se le ha criticado el riesgo de las personas mayores de ochenta años quienes pueden sucumbir ante la expansión del contagio y a tal efecto muchos científicos se han dirigido al gobierno de Boris Johnson para exigirle mayor rigidez en las medidas. Es una postura con una estrategia diferente a la tradicional, se aplica la flema británica y se incorporan a sendas con otra orientación.

Suecia ha compartido la propuesta inglesa y la aplica con tranquilidad utilizando otra forma de confrontar la pandemia. México, defendiendo su turismo como una de sus principales entrada de divisas, asume una conducta de aceptación del virus y vimos al presidente López Obrador en un video asistiendo sin tapabocas a actos públicos y masivos sin limitar la libertad de nadie. Incluso un jefe de Estado tan conservador como Bolsonaro habla de histeria de los gobernadores de Brasil en relación al tratamiento de este asunto.

Es importante acotar que el índice de mortalidad por el covit-19 es bajo y se cumple en personas mayores de ochenta años en Europa, razón por la cual el miedo generado es creado por los Estados con sus campañas de temor por el contagio para lograr el aislamiento de los seres humanos. Un hombre y una mujer separados de la sociedad no llegan a la categoría de humanos porque al no estar en sentimientos gregarios no hay comunicación ni lenguaje, condiciones sine qua non para lograr esa categoría.Mas no es tan deletérea la pandemia.

El COVIT-19 en Venezuela

La opinión oficial ha sido acelerada por considerarse tardía las terribles decisiones tomadas. Se obliga a la población a usar las mascarillas sin que el Estado provea su entrega, abriéndose a la especulación y con el consiguiente desabastecimiento. La Organización Mundial de la Salud solo recomienda su uso a las personas portadoras del virus o enfermas y a los trabajadores de la salud.

Se ha incrementado las medidas de aislamiento de la gente para reducirlas a nada, esto es, limitadas a sus casas al no permitir los traslados entre municipios, disminuir la circulación de vehículos en las autopistas y el cierre intempestivo de negocios sujeto solo a la discrecionalidad del funcionario policial. Las actividades laborales están suspendidas con lo cual se estimula la contracción del país. Asimismo, las bancarias también para aprovechar la carencia de efectivo. Incluso las pensiones, cuyo monto es mínimo, no se pagarán en dinero contante y sonante. Bajo el subterfugio de luchar contra la pandemia se incurre en un autoritarismo sin límites aprovechado por el gobierno para reducir la conflictividad social.

Al frente del tratamiento del problema no se buscaron a expertos de la salud sino a militares, quienes obviamente no están formados para esta clase de tareas sino para la guerra. Adicionalmente, el gobierno solicitó un préstamo al Fondo Monetario Internacional cuando siempre lo satanizó como personero del capital internacional y rechazaba cualquier vinculación financiera con el organismo multilateral, el cual fue negado por no tener legitimidad a su juicio. Unas finanzas a la baja en medio de una hiperinflación y una depresión ocasionaron este pedimento.

La mayoría de la población activa se ubica en la economía informal y con los óbices en el tránsito personal se ahorca a estos comerciantes y se les lanza al hambre y la desesperación. No existe sueldo en Venezuela para afrontar la hiperinflación y de allí el desplazamiento de los trabajadores hacia el buhonerismo. La nación arranca con una ingente desventaja para atender al virus. Una, la desnutrición de la mayoría de los venezolanos; dos, el estado paupérrimo en que se encuentra la organización pública de salud;tres, el aumento de la pobreza, como lo expresa el estudio Encovi, es otra debilidad social; cuatro, hay escasez y desabastecimientos de medicinas.Implican severas consecuencias para la vida y el estado saludable. Las perspectivas son aciagas dadas la caracterización de la coyuntura atravesada.

Colofón

Nos encontramos en un mundo oscuro, decadente y en crisis. Paradójicamente la expansión tecnológica de la Cuarta Revolución Industrial se encuentra cuestionada por un virus que genera unas lesiones descomunales en la economía y las finanzas mundiales. Se calcula que la caída de la producción de bienes y servicios supera ya el dos por ciento y el declive de las bolsas es patético. 

El paradigma vigente en materia económica, financiera, social y cultural demuestra, a pesar de su aplicabilidad exitosa, ser fallida en cuanto a reivindicar al ser humano y muestra elementos de ostensible vulnerabilidad cuando una proteína pone en jaque al mundo. Las anomalías climáticas, ambientales, de desigualdad social, las guerras y los genocidios, demuestran lo inicuo del modelo de civilización actual.

Hemos resaltado las pésimas manifestaciones de la naturaleza respecto al clima pues cada día se produce más gases invernaderos y hay una tendencia al recalentamiento global con sus deshielos en los casquetes polares. La presa de las Tres Gargantas en China fue una evidencia de transgresión ecológica; el desastre de Chernóbil y la disminución del mar Caspio en la extinta Unión Soviética; el episodio de ThreeRivers en los Estados Unidos así como el empleo del método de la fractura hidráulica para obtener más petróleo y gas; la explotación inmisericorde de la Amazonía en América del Sur; y en el caso venezolano, la de carbón en minas a cielo abierto en el Zulia, la extracción de la plataforma deltana y la hecatombe del Arco Minero, son algunas muestras de las violaciones del equilibrio del planeta.

La desigualdad se ha puesto de manifiesto en países como Chile, Ecuador y Colombia, sorprendiendo al mundo por su quizá reacción tardía pero contundente e incluso en áreas de los Estados Unidos, Francia, el Reino Unido e Italia se presenta también increíblemente. Las confrontaciones bélicas están presentes en África y Asia. Yemen es un teatro de operaciones entre Arabia Saudita e Irán; Siria es una prueba de las consecuencias de las armas; Afganistán continúa sin descanso su guerra intestina; Cachemira es un lugar donde India y Pakistán dirimen sus diferencias ancestrales; Somalia sigue, al igual que Libia, un enfrentamiento sin límites entre sus propias poblaciones.

Los genocidios están a la orden del día. La etnia Rohinyá ha sido expulsada de Myanmar previa su aniquilación y con el apoyo de la premio Nobel de la paz Aung San Su Kiy, los uigures son perseguidos en el Sin Kiang por Beijing incluyendo campos de concentración para su reeducación. La migración venezolana al exterior es consecuencia de las dificultades para vivir por la hiperinflación y la depresión y nada se ha hecho para detener estos fenómenos por lo cual se habla de un genocidio sistemático.

En fin, se trata de esquemas frustrados porque no tienen como su cometido el ser humano. El estalinismo es un fracaso en todos los órdenes menos en el ejercicio abusivo del poder; el neoliberalismo tampoco responde a las necesidades de los seres humanos sino a la mano invisible del mercado. No hay ideología sustentable a la hora de enfocarla hacia los hombres y las mujeres. Ahora más que nunca es pertinente el ejercicio de ideas libertarias para superar el terrible momento en el cual vivimos.     

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