viernes, 19 de octubre de 2018

Italia: Seminario “Pensamiento y acción” en homenaje a A. Bertolo y E. Colombo



Claudio Venza



El Seminario del Ateneo de Los Imperfectos de Marghera y del Centro Estudios Libertarios de Milán : “Pensamiento y acción: el anarquismo como comunidad militante y elección de vida” partía desde la experiencia de Amedeo Bertolo y de Eduardo Colombo. Por lo tanto, había sido planteado con dos partes distintas, pero conectadas: las biografías  de dos militantes muy activos, cada uno con su propia sensibilidad, que permitían una relevante reflexión sobre los problemas actuales y las perspectivas del movimiento en Italia, y no solo en Italia. En realidad, los promotores prefirieron el término “comunidad” ,en el cual, se pueden hallar los estilos de vida,  además del compromiso social.



El trabajo de los dos se despejó a 360 grados, a través de acciones llamativas y de la participación constante a las luchas antiautoritarias en Italia, Francia y Argentina.

En los últimos tiempos ellos habían invertido sus notables energíassobre todo en lo cultural y en las propuestas editoriales. Amedeo fue, juntos con Rossella di Leo, desde el 1986, el fundador y promotor de las Ediciones Eleuthera, mientras Eduardo estuvo, junto con Heloisa Castellanos, entre los animadores de la revista “Refraction”. Es importante subrayar que Amedeo y Eduardo entendían proponer un fuerte compromiso en el ámbito cultural en un sentido amplio y antopologico y no como mero ejerciciointelectual.



En realidad los dos, recientemente fallecidos (Amedeo en el 2016 y Eduardo hace pocos meses), contribuyeron con verdadera originalidad a la redefinición del pensamiento libertario contemporáneo en un sinnúmero de seminarios, convenios, y además con publicaciones de todo tipo, de historia, de economía, de estudios sociales. Los dos habían conseguidoestrechar relaciones con muchos anarquistas europeos, entre ellos varios que participaron almismo encuentro “Pensamiento y acción” de Marghera, como Tomas Ibáñez, español y experto de psicologia social, o Marianne Enckell, histórica animadora del Centre  de Recherches Anarquistas de Lausanne, Suiza. En el seminario estuvieron presentes numerosos participantes  desde Francia, Portugal, Grecia, Eslovenia.



Tomas Ibáñezdesarrolló una de la relaciones más significativas, analizando las “Convergencias y divergencias” entre los dos protagonistas. Muy rápidamentehabló de las convergencias, coincidiendo los dos en las cuestiones fundamentales: el papel de la cultura vinculada a la acción, la centralidad de lo imaginario y de lo simbólico(lugares privilegiados sea del podes sea de la revuelta), el encanto de la utopía sumado a la fuerza de voluntad. Decidió, en vez,  considerar más profusamente las discrepancias presentes y activas entre los  dos pensadores y militantes: para Amedeo, el anarquismo tendría que tener más en cuenta la extrema dificultad para pensar y actuar sus propios valores en la sociedad actual y tendría que buscarse una modalidad de “anarquismo posible” proponiendo soluciones libertarias para los problemas cotidianos. En este sentido se valoriza el pensamiento pragmático de Colin Ward y se consideran con perplejidad las modalidades insurreccionales que se originaron en el  ‘800, de la ruptura revolucionaria por mucho tiempo proclamada por los teóricos clásicos y aceptada como propia , hasta al presente, por diversas generaciones de activistas.



Según Eduardo no tiene sentido desvincular el concepto de revolución de lo anarquismo: sería un oxímoron, un hecho insostenibley con toda evidencia contradictorio. La visión tradicional de la necesidad de la insurrección, que expropie el Capital y de la abolición del Estado, mantiene, para él, substancialmente, su validez, aunque mediante correcciones adecuadas y  determinadas  por la situación actual. Las mismas experimentaciones propias del anarquismo se podrían realizar difusamente solo acabando inmediatamente con el sistema de explotación y opresión.



Tomas afirmó que el compa de Milán se alejó mucho del anarquismo tradicional. Aunque mantenga  firmes sus puntos fundantes sea como ethos sea como logos. A eso se puede agregar que  Amedeo criticó a Nico Berti, autor de un replanteamiento teóricoy político en su controversial  “Libertad sin revolución”: el corazón esencial del movimiento está en la lucha en contra de cualquier forma de Dominio político y no solamente del Estado, que representa nada más que una forma históricamente determinada. Según Amedeo se necesita librarse de la obsesión de destruir el Estado como paso indispensable y urgente.



Al final de la cuenta, para el compañero español, los dos intentaron  renovar lasanálisis y enriquecer el movimiento. Es un plan encomiable y estimulante, pero ¿hasta  qué punto? Se pone, por lo tanto, el problema fundamental de definir lo que es inalienable y imprescindible en las ideas y en las prácticas, para que no se llegue a una metamorfosis radical, volviéndose algo muy diferente idealmente y políticamente.



De todos modos, según el compañero español, hay que tener en cuenta  una constataciónhistórica y actual: en los diferentes tiempos y lugares el anarquismo asumió facetas diversas eligiendo de privilegiar algunos componentes del logos común (pensamiento que se ha ido concretizando en diferentes praxis (acciones): Como pasa, por ejemplo, se puede agregar, con en el sindicalismo y  con el individualismo



En extrema síntesis: Amedeo hubiera querido no solamente cortar las ramas secas del árbol anárquico, pero también una parte del mismo tronco para proceder con proficuos injertos: Eduardo pensó, en vez, a fertilizar y abonar sus raíces, alertando sobre el peligro de intervenciones del “leñador neo-liberal”. Se pueden medir las diferencias también a través el estudio de las causas de crisis del movimiento: el milanéssubrayó la necesidad  con un espíritu autocritico unas actitudes como la “autoreferencialidad”, de otro lado, el franco-argentino, atribuye sustancialmente las dificultades a factores externos, o sea la pérdida de la centralidad obrera (y en esto coincide con Nico Berti). También en merito a los remedios que se tendrían que aportar  se pueden notar diferencias , mientras los dos compartan en la valorización de la vitalidad de las ideas y de los principios libertarios, delethos, aunque con pequeñas matices propias: “Hay vida másallá del anarquismo” , auspiciando una forma de mestizaje, de un lado, y “manteniendo una fuerte identidad” y intensificando las actividades específicas, del otro.



Tomas relevó, al final de la cuenta, que entre Amedeo y Eduardo, más allá de las confrontaciones teóricas y políticas existió un evidente “aire de familia” (como se dijo  también en el seminario de Marghera), fundada en  dos elementos esenciales: la actitud antiautoritaria en la vida cotidiana y la búsqueda honesta y sincera de coherencia extrema entre las palabras y los comportamientos. Citó también a Christian  Ferrer, activista e intelectual argentino, que nos recuerda como las ideas anarquistas no se “contagian” a través de los libros, pero sí con la manera de ser y de luchar. Importante  fue también su reflexión acerca de la “identidad”, que, según él no sería propia del anarquismo, que es más caracterizado por la “singularidad”, como conjunto de elementos caracterizantes.



El tema del “anarquismo positivo y respetable” fue al centro de la relación de Francesco Codello, que sostuvo que los compañeros no tendrían que limitarse a las teorías, pero sí enfrentarse a la sociedad actual y a sus problemáticas. En sustancia se trataría de ofrecer ejemplos concretos y soluciones practicables para que los que sufren  a causa de la sociedad autoritaria  escuchen y entiendan. Semillas de “anarquía posibles” ya se vislumbran, según Francesco, en muchos ámbitos: desde la autogestion de los consumos a través de los “Grupos de Compras Solidarias”, del ejercicio de créditos en bancos alternativos, y la gestión de “espacios liberados”, al reto en lo de la educación. Errico Malatesta ya afirmó que “la anarquia no se costruye con la fuerza” y no la hacen los militantes, pero sí la gente común cuando adquiere conciencia y desea realizar la libertad.



Una de las aportaciones originales e importantes de Amedeo fue subrayada por Nico Berti: la distinción entre Poder, Autoridad y Dominio permite orientarse  en la terminología corriente. Las diferencias entre los tres conceptos se miden con el diferente grado de imposición y, en último análisis, el milanés define el Dominio como la estructura jerárquica que hay que abatir, mientras el Poder y la Autoridad podrían tener alguna relevancia positiva: el primero como potencialidad de hacer y la segunda como expresión de la sabiduría que algunos lograron alcanzar y que pueden poner al servicio de todos. Nico quiso recordar otro discurso a él congenial: el anarquismo, según él, no es antitético a la democracia pero sí la supera. De todo modo, la libertad en el ámbito anárquico aparece potenciada y no limitada, teóricamente y prácticamente, como, en vez es lo que pasa con el liberalismo.



En total participaron al seminario como 80 personas y más de 20 tomaron la palabra, entre relaciones y debate. Muchísimos fueron los temas ventilados, de los cuales aquí se puede solo delinear el argumento: el común inicial “mazzinianismo” (Lorenzo Pezzica); la valorización de los singulares imaginarios tramite las entrevistas (Mimmo Pucciarelli); el cambio generacional interior a un movimiento que se debe renovar, sin renunciar a la coherencia ética (Antonio Senta); las posibilidades de experimentar formas aplicadas, aunque parciales, de método libertario en la sociedad actual (Francesco Codello); el papel del Estado como detentor solo parcial y ya declinante del Dominio (Andrea Papi); el rápido cambio politico y social en acto que como sea abre muevas contradicciones entre explotados y explotadores también a nivel mundial (Massimo Varengo): el entusiasmo de muchos de nosotros nacidos políticamente juntos con el ’68 y por eso crecidos a lado de militantes de antigua cepa (Rossella Di Leo, hablando de Pio Turroni y de Louis Mercier Vega, dos manantiales de emociones y pathos); la reflexión sobre el clásico debate acerca de los modelos de organización (Claudio Venza); la propuesta de un próximo convenio ad hoc (Giampiero Landi).

                                                                         

Uno espacio importante se dedicó a una serie de experiencias en acto en diferentes sectores: en la pedagogía (Tea Venturelli de la escuela abierta de Urupia, Giulio Spiazzi con la red de escuelas libertarias y democráticas, Pierpaolo Casarin con su filosofía  de niños y para niños); en la actividad social se reportó la experiencia de Exarchia, colectivo libertario presente en los espacios ocupados en Bologna; y la puesta en actividad de nuevos puntos de comunicaciones que saben llamar la atención, y solicitar los intereses culturales entre los jóvenes (Edicola 518, ahora librería, en Perugia).



Elis Fraccaro, de los organizadores del convenio (con muchos compañeros de Dolo), concluyó, evocando una preciosa indicación de Amedeo (“dejemos el pesimismo para tiempos mejores”). Admitió, pero, de tener ataques de pesimismo sobre todo en  enfrentarse al difuso cambio antropológico respeto a sus primeros años de militancia.  Según él, parece prevaler, en el momento actual, alrededor de nosotros, una manera de pensar xenófoba que no se podía imaginar hace solo pocos años atrás. Al final estamos circundados por muchas preguntas y pocas respuestas. En frente al clásico problema “¿qué hacer?” se necesita una actitud humilde, buscando soluciones juntos a la sociedad entera en que estamos, a pesar de todo, condicionados casi cotidianamente. De mi parte agregaría, en fin, que deseamos cambiar con decisión  y profundamente.



[Traducción de Massimo Serini.]




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