Tulio Toche Martínez
Los diversos trabajos que se han propuesto abordar la relación entre prensa y movimiento anarquista, así como las estrategias editoriales que articulan ambas categorías, han sido numerosos. De hecho, existe gran material disperso cuyas indagaciones, si bien no examina en concreto la vinculación entre intelectuales periodistas y movimiento anarquista, sí aportan valiosa documentación y referencia para acercarnos a nuestro objeto de estudio.
Los diversos trabajos que se han propuesto abordar la relación entre prensa y movimiento anarquista, así como las estrategias editoriales que articulan ambas categorías, han sido numerosos. De hecho, existe gran material disperso cuyas indagaciones, si bien no examina en concreto la vinculación entre intelectuales periodistas y movimiento anarquista, sí aportan valiosa documentación y referencia para acercarnos a nuestro objeto de estudio.
Caso emblemático de lo descrito líneas arriba lo podemos hallar en la situación actual de la academia argentina en lo referente a nuestro tema de investigación. Uno de los trabajos que ha servido de base importante para el desarrollo de nuestra investigación lo constituye sin duda el de Ana Lía Rey: “Periodismo y cultura anarquista en la Argentina de comienzos del siglo XX. Alberto Guiraldo en La Protesta y Martín Fierro”. Esta autora plantea, a través del abordaje de quien fuera un importante líder intelectual anarquista de la primera década del siglo XX argentino –Alberto Guiraldo-, un estudio de dos publicaciones centrales para el movimiento obrero en el referido país. Dicho estudio intenta identificar, además de describir algunas características de la personalidad de Guiraldo que fueron decisivas en su labor como periodista de vanguardia del movimiento anarquista, el contexto en el que los esfuerzos de la prensa ácrata se desplegaban, contexto marcado en especial por la ofensiva del aparato estatal que, a través de una maquinaria represiva altamente perfeccionada, respondía a las luchas sociales de los actores políticos principalmente a través de dos dispositivos: la Ley de Residencia, promulgada en 1902, y una política de excepción que suspendía las garantías constitucionales de los ciudadanos con el fin de frenar el avance del movimiento anarcosindicalista.
Dicho trabajo es interesante porque a partir de la descripción de tales circunstancias políticas, establece cuáles fueron las estrategias editoriales que los hacedores de dichas publicaciones ácratas se vieron obligados a trazar con el fin de hacer frente o sortear la arremetida gubernamental. Ese proceso de toma de decisiones bajo objetivos relacionados con la defensa de la lucha social resulta un proceso extremadamente inestable y oscilante, determinado por las condiciones que abrían las maniobras del gobierno argentino de la época, las mismas que obligaban a la dirección de las publicaciones a tomar radicales decisiones en cuanto a la circulación, difusión y publicación de las hojas políticas.
En el caso español, Francois Godicheau en su trabajo “Periódicos clandestinos anarquistas en 1937-1938: ¿las voces de la base militante?” narra las duras contradicciones en el seno mismo del anarquismo español y cómo estas marcaron los cambios dentro de las editoriales de los periódicos, lo cual incluía desde los manejos narrativos hasta los más claros virajes progobierno con el fin de no ser presa del cierre del medio.
Las principales organizaciones en pugna eran la Central Nacional de Trabajadores (CNT), el Frente Anarquista Internacional, los “Amigos de Durruti”, etc. Entre estas organizaciones hubo acusaciones mutuas de ser “serviles y colaboradores del gobierno”. Esto debido al tono de las informaciones y la defensa de los presos políticos.
Ante el estado de persecución de parte del gobierno, los anarcosindicalistas crearon medios clandestinos que solo se difundían en los denominados “círculos” que utilizaban para paliar la censura y atacar a sus enemigos políticos. Pero la estrategia editorial difería entre cada agrupación.
En el caso de la CNT los tonos de la información bajaron y las editoriales ya no solían ser tan críticos con el gobierno. Es más, ante el encarcelamiento de los detenidos políticos se creó la Comisión Jurídica Regional como una junta de abogados defensores. Esto fue duramente cuestionado por la agrupación “Amigos de Durruti” quienes acusaron a esta maniobra de “burocrática” y llamaban a través de su prensa al “asalto a las prisiones”.
Los anarcosindicalistas se caracterizaban -y esto se reflejaba en la prensa- por su rechazo a la lucha electoral, el parlamentarismo y el antipoliticismo. Sus editoriales eran evidencia y fiel reflejo de lo que acontecía en el movimiento, sus contradicciones y desarrollo de la lucha contra el gobierno. Por ello las estrategias elaboradas desde las redacciones varían un viraje según la consigna política del momento.
Mientras la CNT tenía una prensa más moderada y de una manera u otra buscaba caminos de normalización de relaciones con el gobierno y conquistar así espacios que de otra manera no se conseguirían, la organización de los “Amigos de Durruti”, en medio de su radicalización, se fue fraccionando en una lucha de facciones unas más radicales que otras y, de ese modo la diversificación de la prensa aumentaba, así como sus contradicciones.
Además de España, en donde la experiencia anarquista ha sido bastante enjundiosa durante los años previos a la Guerra Civil y durante el mismo conflicto bélico, quizá Argentina ha sido el país hispanoamericano en el que las organizaciones anarquistas lograron un elevado grado de desarrollo gracias a la constancia comunicación e influencia entre esta nación y la cultura occidental. Además de los textos citados anteriormente, destaca el trabajo “Prensa y estrategias editoriales del movimiento anarquista en la Argentina de entreguerras” de Luciana Anapios. Este trabajo nos acerca a algunos de los problemas que enfrentaba el movimiento anarquista entre las tres primeras décadas en la Argentina, época marcada por un gran fortalecimiento y expansión de los círculos libertarios en todo el país. Este proceso, a la vez que favoreció el trabajo de la prensa entre un público en constante crecimiento, gatilló el nacimiento de diferentes de corrientes internas que convivían al interior del anarquismo y que en ocasiones se expresaban a través de publicaciones editadas en forma paralela. Este hecho, a la vez que constituía un síntoma de la riqueza y vitalidad del movimiento, podía tornarse un factor de debilidad al impedir que las diversas tendencias se relacionaran entre sí a través de puntos de coincidencia a favor de editar un único periódico dirigido a las amplias masas obreras de la época.
Lo anterior no era un detalle menor: el movimiento no debía editar una multiplicidad de publicaciones sin correr el riesgo de desaparecer al poco tiempo, dada las escasas disponibilidades económicas del público lector. Aunque el texto de Anapios se enfoca centralmente en los sucesivos emprendimientos culturales de diversa índole llevados a cabo por el movimiento anarquista, tales como las revistas, folletines, novelas populares y demás material impreso, así como en la forma en que la industria cultural argentina fue apuntalada por los esfuerzos libertarios de un movimiento que apenas incursionaba en el mercado editorial gracias a la democratización de los recursos técnicos de impresión, publicación y difusión publicitaria, no deja de ser llamativo el modo en que el anarquismo argentino concebía la lucha política y en que construía un amplio tejido social a través de la importancia que le concedía a la actividad cultural y artística.
[Tomado de https://iberoamericasocial.com/la-prensa-anarquista-resumen-de-una-estrategia.]
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