domingo, 12 de agosto de 2018

Sobre esa izquierda furgón de cola del militarismo



Humberto Decarli

Muchos sectores de la izquierda en América Latina manifiestan recurrentemente sus simpatías por el régimen venezolano. Son expresiones de solidaridad automática en una disyuntiva donde se inclinan, a su juicio, por el mal menor. Experiencias nacionalistas enfrentadas a los Estados Unidosdeben ser apoyadas porque a fin de cuentas, ejercen la orientación de la siniestra del espectro político colegida del final de la guerra fría. Sucedáneo al browderismo se asumió la ocupación de un espacio dentro de la confrontación Este-oeste al lado del bloque soviético, haciendo abstracción de la naturaleza totalitaria del socialismo real.

La izquierda marxista ortodoxa en la región
 

Al concluir la segunda guerra hubo la distribución del poder en el mundo efectuado en la conferencia de Yalta. Stalin liderizó el sector socialista y su brazo ejecutor como lo fue el Kominform. Dirigió al movimiento comunista internacional desde Moscú y los partidos proletarios fueron un apéndice de las directrices soviéticas y auxiliares de sus embajadas en todo el mundo.

América Latina no fue la excepción, los comunistas cerraron filas con el estalinismo y el primero de enero de 1959 unos guerrilleros barbudos tomaron el poder en La Habana derrocando al dictador Fulgencio Baptista. Fue la oportunidad del bloque socialista de tener un país bajo su control en esta zona apenas a noventa millas de los Estados Unidos.



Sin embargo, los antillanos aspiraban elaborar proyectos propios y de allí la celebración de la Tricontinental con un organismo encargado de coordinar los movimientos guerrilleros de África, Asia y Latinoamérica, denominada OSPAAL. Promovieron la lucha armada para acceder al poder en casi todas las naciones excepto en Chile donde ganaron una elección posteriormente enervada por el golpe de Estado de septiembre de 1973. En general las insurgencias fueron derrotadas debido al foquismo y el vanguardismo, amén de la asesoría represiva de los Estados Unidos a través de la Escuela de las Américas y el auxilio financiero por intermedio del programa social denominado Alianza para el progreso, destinado a quebrar conflictos sociales existentes y potenciales.



El castrismo se consolidó como una referencia leninista así como el guevarismo. Fidel Castro y el Che Guevara fueron los líderes simbólicos de las formaciones armadas aunque el argentino fue sacrificado por los soviéticos y se inmoló en Bolivia. El resto de la izquierda, el trotskismo, el maoísmo y el anarquismo apenas si presentaron alguna figuración. Los seguidores de la IV Internacional estuvieron activos en Guatemala bajo el liderazgo de Yon Sosa, en Perú con Hugo Blanco y en el ERP argentino cuya cabeza fue Roberto Santucho. Los maoístas hicieron acto de presencia en Perú con Sendero Luminoso y en Colombia con el EPL. Hubo un denominador común en sus resultados: la represión militar y policial los derrotó y los barrió. En movimiento ácrata, aparte de su aporte en Argentina y Perú no tuvo una connotación e incluso en Cuba fueron perseguidos. Se vio influenciado por los exiliados de la revolución española y de otros europeos como los italianos.



El Foro de Sao Paulo



Finalizada la pugna significada por el combate Estados Unidos versus la Unión Soviéticaa muchos revolucionarios les ocurrió un blackout. Se les perdió el significante del martillo y la hoz y quedaron realmente huérfanos de ideología porque se había derrumbado sin disparar ningún tiro el país donde se materializó los postulados del marxismo, demostrando que un modelo económico, social y político basado en el autoritarismo era inviable. 



No obstante, en el hemisferio occidental los restos de esa izquierda a la deriva asumieron posiciones. Algunos, los influenciados por el eurocomunismo como el MAS de Venezuela, se dirigieron a actividades ya alcanzadas por la socialdemocracia hacía mucho tiempo cuando se produjo la división de la II Internacional. Grupos guerrilleros siguieron empleando la violencia como las FARC y el ELN en Colombia pero otros apelaron a la participación en los procesos electorales dado el fracaso de los partidos tradicionales en varias naciones.



Así se crea el Foro de Sao Paulo donde convergen quienes, aun sosteniendo tesis estalinistas, creían en salidas diferentes dando un tratamiento distinto al Estado y a las fuerzas armadas. El resultado fue exitoso comenzando por Venezuela, luego Bolivia, Ecuador, Brasil, El Salvador y Nicaragua con eco en Chile, Paraguay, Argentina y Uruguay.



El auge de esta clase de movimiento se da por varios motivos. Primero, la ineficacia de las organizaciones socialdemócratas y socialcristianas en la zona, generando un vacío a llenar; segundo, la expansión económica generada por la subida de los precios de las materias primas, producidas esencialmente en economías primarias como las nuestras; tercero, el clientelismo político nacional e internacional inferido de los precios petroleros y la minería; cuarto, el empleo de un discurso radical y de cambio, atractivo para las grandes mayorías para encubrir sus verdaderas finalidades.



El fracaso



El apogeo de la izquierda monitoreada por Cuba se ha estancado e incluso es regresiva. La defenestración de Lula por negocios indebidos, la derrota electoral de la FARC y Gustavo Petro en Colombia, el surgimiento de Lenin Moreno en Ecuador liquidando a Correa, la victoria de Sebastián Piñera en Chile, el triunfo de Abdo Benítez en Paraguay, constituyen entre otros casos, la debacle del Foro de Sao Paulo. Apenas si en México el pragmático López Obrador y Tabaré Vásquez en Uruguay se han sumado, con ciertas resistencias, a tal sitio de confluencia.



El régimen atávico cubano, El Salvador, Nicaragua y Bolivia, son quienes se mantienen gobernando con el estilo izquierdoso. Pero la crisis económica deducida de la baja de los precios de las materias primas, el desastre petrolero venezolano que ejercía el subsidio clientelar con su chequera y la desbandada moral de Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Chile, son los factores que determinan la caída de esta clase de gobierno.



Estas experiencias tienen un basamento ideológico bien abigarrado. Ante el descenso del marxismo en todas sus variantes (castrismo, guevarismo, estalinismo, leninismo, trotskismo, pro albaneses y maoísmo), emergen transversalmente ideas nacionalistas, étnicas, religiosas e históricas como reemplazos. Esos espacios deteriorados por el fracaso se pueden llenar con planteamientos de esas etiquetas. Y eso es lo ocurrido en la izquierda de América Latina, especialmente en Venezuela.



El chavismo es un pastiche ideológico donde convergen una mirada reaccionaria, mítica y épica de la historia venezolana, un culto a la personalidad del líder, el estímulo del concepto de patria, el empleo de ideas de Marx, Lenin, el Che Guevara y Fidel Castro mezcladas con el peronismo, el nacionalismo militarista y el neofascismo, el incentivo del resentimiento social, la promoción de valores conservadores propios de nuestros planos de inmanencia, el autoritarismo acompañado de un neolenguaje limitado para racionalizar contenidos, y en general, una concepción muy pedestre del mundo contemporáneo.



Una mirada detenida en la historia



El llamado “proceso” venezolano no es otra cosa que un conjunto de pasos del populismo con soporte financiero llegando a su fin por la baja de los precios del crudo además de la escasa producción de PDVSA y la ausencia de liderazgo después del fallecimiento de Chávez. En todos los órdenes ha habido una verdadera regresión hacia estadios lejanos convirtiendo a Venezuela en un erial llenado con aguas de sentinas de la corrupción, del narcotráfico, de actividades delictivas internacionales y de vinculación con regímenes dictatoriales. Es una de las tantas especies del totalitarismo con una ingente capacidad destructiva, quizá mayor a la de los Jemeres rojos en Camboya, lo cual es bastante decir.

Esa izquierda huérfana de ideas y de identidad cuyo paraíso se desmoronó con la caída del muro de Berlín consiguió en la trayectoria militarista autoritaria de la región su señal de salvación. Además, el pasado de lucha se trata de mimetizar con la gestión madurista para darle un soporte racionalizador al despotismo implícito en las políticas del Estado venezolano.



Existen distintas orientaciones de los llamados revolucionarios de respaldo al bolivarianismo. Por supuestos, todas las versiones del estalinismo y el marxismo leninismo. Asimismo, sectores sobrevivientes del maoísmo y algunas ramas del fraccionado trotskismo, al nivel internacional con la fuerza dirigida por el británico Alan Wood y en lo interno los representantes de esa tendencia, amén de que Marea Socialista y el portal Aporrea se declaran chavistas no maduristas. Incluso, grupos plataformistas en Colombia, Chile, Perú y Uruguay, no tienen empachos en defender la administración venezolana. Igualmente algunos intelectuales europeos todavía se identifican con el régimen, como Ignacio Ramonet y Eric Toussaint y de esta zona Atilio Borón, Adolfo Pérez Esquivel, Teothonio Dos Santos y Frei Betto, sempiternos defensores incondicionales de esa expresión política.



Panorámica general



El dogmatismo es la explicación del por qué todavía existan fuerzas, autodenominadas de izquierda, apoyando a un esquema político oprobioso como el venezolano. Es autoritario, militarista, ineficaz, violador de los derechos humanos, practicante de un genocidio sistemático contra la población, con políticas económicas y sociales generadoras de pobreza, hiperinflación, recesión, escasez, desabastecimiento, hambre, desempleo y múltiples asuntos donde se ha involucionado al país. Conforma una postura conservadora de la sociedad tendiente, en el caso venezolano, a seguir la saga del militarismo iniciada con el proceso de independencia, refundada en el siglo veinte por Juan Vicente Gómez y apuntalada por el mesianismo militar de inicios del actual siglo.



Son atributos bien conocidos y probados que delatan al chavomadurismo como una manifestación dictatorial sin lugar a dudas y además, es un cartabón conservador en materia política, social, económica y cultural. Asimismo, la otrora chequera petrolera era algo muy atractivo para quienes les gusta la praxis clientelar de la política. Ahora que se encuentra al descubierto y en una fase de implosión por el agujero negro donde se encuentra el país, aún existen sectores cercanos al chavismo haciendo tangible actos de fe propios de convicciones y no de razones. Son las paradojas que manifiestan la asimetría en la cual se desenvuelve el devenir político de la región. Pero hay algo rigurosamente cierto: ante la frustración de la caída del muro de Berlín la izquierda no le ha quedado otra opción que seguir los lineamientos de un modelo autoritario donde se absolutiza el poder en manos de una cúpula aberrante.



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