jueves, 9 de agosto de 2018

Debate (A): El arte es arte libre si es arte libertario


Iñaki Arzoz

Hablamos de arte libre como de software libre pero no podemos combinar impunemente ‘arte’ y ‘libre’ para identificar simplemente un arte free (gratis), o un arte con alguna licencia copyleft.

Arte libre ha de significar algo más ya que si no, no tiene derecho a llamarse así, pues hablar de arte libre, de arte intrínsecamente libre es hablar de un arte libertario: un arte libre con conciencia política libertaria. Lo cual no significa una especie de arte excéntrico o delirante que hace-lo-que-quiere. Una obra surrealista de Dalí, una abstracción informalista o un performance callejero pueden ser pese a su libertad interior, arte no-libre, si en última instancia se hayan sometidas a las leyes del mercado del arte, de las instituciones museísticas y del comisariado espectacular.
 
Una forma de arte es libre si tiene conciencia política, que es autoconciencia de su papel político en la cultura y en el mundo contemporáneo, lo cual significa autoconciencia sobre el papel de la libertad en el arte y la cultura. Y ahí, en ese contexto, lo libre se ha de entender como vocación libertaria; lo libre como apuesta por la libertad y por la libertades, pero la libertades libertarias, aquellas que garantizan una genuina libertad de libertades. Por ejemplo, la libertad de expresión, la libertad de creación, la libertad de comunicación, etc., pero no esa libertad espúrea, ciertas libertades del liberalismo, ya que en el fondo, en cierto sentido, constituyen a menudo una anti-libertad. El liberalismo o el neo-liberalismo, aunque el concepto parte del concepto de libertad, nada tienen que ver con libertario o, habría que apuntar ya, lo neo-libertario. (Luego veremos cómo lo liberal es la libertad individual y lo libertario es la libertad con conciencia comunal universal. Al liberalismo le falta por tanto la conciencia del ámbito extendido -comunal- de la libertad total).



Así, desde nuestro enfoque el arte es arte libre -tiene derecho a llamarse arte libre-, porque es free o copyleft pero también, previamente, porque tiene conciencia libertaria y actúa en consecuencia. Tiene por tanto una proyección política libertaria, una estrategia libertaria a favor de la libertad y de lo libre como libertario.

No hay razones objetivas para defender el arte libre sino argumentos
políticos

Se han dado numerosas razones para defender el valor del arte o la cultura libre, todas bienintencionadas, para el consumo interno de sus partidarios, pero difíciles de demostrar y, poco eficaces para convencer a los indecisos. Podríamos destacar tres de las más usuales. A saber, la cultura libre -del software libre al arte libre- es mejor porque:
-estimula la creatividad general
-promueve un intercambio más justo e igualitario de la cultura
-es la forma cultural original e intrínseca de la humanidad

A pesar de los sugerentes que suenan a nuestros oídos, creemos, sinceramente, que no hay ni una sola que sea objetivamente convincente; no desde luego para un usuario o para un consumidor pasivo que puede aceptarlas en tanto en cuanto le benefician como tal (al descargar música de Napster, películas con el emule, etc.), mientras que actúa como un celoso propietario el resto del tiempo, pero tampoco para un artista, un creador, el primer eslabón de la cadena cultural.

Si a un artista plástico por ejemplo -el artista del hambre por excelencia-, sin conciencia ni información sobre el arte libre (como arte libertario), se le ofrece un beneficio o una promesa de beneficio a través de la producción y venta de su arte como arte con copyright o no-libre, lo aceptará, con toda seguridad. El régimen de precariedad y supervivencia en el que habitualmente vive se lo impone inexorablemente, aunque luego, excepto contadas excepciones, viva en la indigencia, ya que ese sistema garantiza la opulencia para unos pocos artistas-estrella y la hambruna para la mayoría de creadores...

La historia del arte, incluso del arte más vanguardista, subversivo, político o crítico es, de hecho, la historia de un arte no-libre sujeto al capricho de reyes, nobles, burgueses, clientes, marchantes, museos o comisarios; una historia bajo la amenaza constante del hambre y el sometimiento, en la que el artista, para conjurarlos, vende su propia libertad creativa.

Así, desde esta perspectiva ferozmente realista lo único que puede, incluso que debe convencer a un artista -a todos los artistas-, es un argumento definitiva y explícitamente político, acerca del modelo político del arte dentro de la injusta sociedad contemporánea y su economía neo-liberal. En este sentido, la razón supuestamente objetiva no es que el arte libre es mejor como tal arte que el arte no-libre, ni necesariamente es más beneficioso para uno (si no que se lo expliquen, por ejemplo, a Demien Hirst, caprichoso creador y multimillonario, uno de los artistas más ricos del mundo). El argumento es político: el arte libre es más necesario, más útil, más justo para uno mismo si se tiene conciencia política (libre y libertaria) y, por tanto, para todos.

Desde una concepción ética, de acuerdo con un cierto ‘principio de responsabilidad’ sobre el futuro del arte, del planeta, etc., el arte libre/libertario es la única opción. Esto es, un argumento político para la polis y para la República que no por ello tiene que ver con la política en el sentido partidario, pues estamos hablando, aunque no lo parezca, sobre argumentos como razones políticas básicas de la democracia como pueden ser los derechos humanos. Derechos humanos que con el tiempo abarcarán al menos alguna forma de derecho de acceso a la cultura libre...

El modelo político del arte libre es el comunalismo

Se habla en los últimos tiempos del procomún (del pro-vecho de los bienes comunes) y más o menos entendemos de qué se habla en el contexto de la cultura libre.

Pero nosotros preferimos hablar del comunal, pues pro-común suena raro en castellano, parece incluso una extraña traducción del inglés commons, cuando lo que queremos decir es comunal y comunal hemos utilizado siempre, los que hemos conocido o participado del comunal en nuestra tierra.

Un comunal es el terreno de todos, del que todos nos servimos pero que todos cuidamos para que pueda servirnos siempre, durante generaciones.

Un comunal es también el trabajo en el que todos arrimamos el hombro para construir o mejorar las cosas comunes a todos.

Un comunal es un bien común, de provecho común pero también de obligación común, que está vivo y vive de un flujo dinámico de derechos y deberes comunes, de habilidades y actividades de la comunidad.

El comunal es básico para la supervivencia de la comunidad y para mantenerlo en buen estado es precisa una conciencia comunal, más allá del egoísmo o acaso como un egoísmo bien entendido.

El comunal no es una antigualla vernácula, es un concepto que sigue vigente y fructifica en nuestro tiempo, en múltiples niveles y formas. Por ejemplo: el software libre es un comunal digital, el mayor comunal tecnológico de los tiempos modernos, la reinstauración del comunal a una escala universal. Cierto que no es todavía un comunal absolutamente universal, accesible a todos, dada la hondura de la brecha digital, pero esa es su vocación y su sentido final. Nada hay nuevo bajo el sol, como señala el Eclesiastés, tan sólo formas diferentes de lo mismo. El comunal digital del software libre es la forma contemporánea de una antiquísima y universal cultura comunal, gracias a una mutación trans-vernácula que ha adaptado la idea del comunal a los nuevos tiempos tecnológicos.

Pero comunal no es todavía comunalismo.

El arte libre, el software libre, el conocimiento libre y la cultura libre indican un dirección ciertamente hacia el pro-comun(al) pero les falta todavía el horizonte político y estratégico, de una revolución política no partidista,  aunque suene a izquierda alternativa, esta revolución no es finalmente ni de izquierda ni derechas sino de puro sentido comun(al).

La cultura libre no sirve ni tiene sentido en el mundo del turbocapitalismo neo-liberal, pero tampoco en el escenario del obsoleto comunismo real (el comunalismo en todo caso sería el comunismo posibilista). La buena o mala noticia es que comunalismo es compatible con el capitalismo pero sólo en conflicto y en lucha (no violenta) contra este, sobre todo con las manifestaciones más depredadoras del “propietariado” (U. K. Le Guin). Por otra parte, pretender la cultura libre sin más es como predicar que todos seamos buenos porque sí, el ‘buenismo’, es simplemente hozar en el terreno baldío del altruismo y la caridad, sin conciencia política (un arma en manos de los estados y las empresas, del sistema capitalista y los propietarios). Es decir, apenas una confusa ideología, embrionaria,valiosa sí, pero ineficaz, desorientada y desorientadora, manipulable como el movimiento del voluntariado y cierto ‘oenegismo’ complaciente.

Pero, sin embargo, pretender la cultura libre como parte de un modelo comunalista de la política, la sociedad y la economía, sí es tener un propósito y un sentido real, imperfecto acaso, pero sobre el que se puede avanzar vitalmente, se puede investigar científicamente y se puede actuar políticamente de acuerdo con una estrategia clara. Adoptar una visión comunalista es saber lo que se quiere: el pro-común sólo si es pro-comun(al), lo que deviene inexorablemente en comunalismo...

Pero entonces ¿qué es comunalismo?, nos pueden preguntar con toda legitimidad, aunque ya hemos advertido que no venimos a ofrecer teorías sino en  todo caso a proponer teorías para articularlas comunalmente y, por tanto, el comunalismo, esta nueva forma de comunalismo será lo que decida el think tank comunal. No obstante, el comunalismo en la constelación de conceptos afines (comunismo, comunitarismo, etc.) no es un concepto inédito. Comunalismo es una filosofía política, más allá de alguna formulación actual (por ejemplo, el municipalismo libertario que viene del ecologismo y propone Murray Bookchin), que pretende reconstruir la sociedad sobre lo comunal. No es comunismo, esto es, no es ese modelo estatalista en el cual no hay propiedad privada porque todo es del Estado (pero por ello tampoco pueda haber comunal). En todo caso sería comunismo originario, el de las tribus indígenas cuando no había Estado y las diversas comunidades podían organizarse autónomanente, viviendo de ese gran comunal que es la naturaleza.

Comunalismo es, puede ser, un movimiento que propone el concepto de comunal como modelo de producción y participación social, económica, cultural (y cognitiva).

En este modelo comunalista hay propiedad privada pero y, he aquí la novedad, también hay propiedad comunal reconocida. Al menos en un estado transitorio, un sistema de doble propiedad, privada y comunal. Pero tampoco confundamos lo público del Estado, con lo comunal de todos, aunque la ‘cosa pública’ sea una particular forma de comunal. Pues hay ciertos bienes públicos y comunes que han de ser comunales más allá del Estado y los estados.

Un comunal que como el lenguaje o el aire sea de todos y de nadie, participado por todos, recreado por todos. Un comunal posible que nunca se convierta en una utopía, sino en una forma de resistencia pues, creemos sinceramente, la supervivencia de la humanidad necesita del comunalismo como una genuina filosofía de lo sostenible en tiempos de la amenaza bélica o medioambiental. Por ello el primer gran comunal que necesitamos instaurar es el de la cultura y el conocimiento libres, con activa conciencia política libertaria, del cual, en buena lógica, derivarían todas las demás formas de comunal. La ciencia, las tecnologías, las artes, la filosofía, la información, el conocimiento libre en su totalidad como proceso de autorregulación comunal y comunalista ha de ser nuestro primer objetivo estratégico.

Sin embargo, el comunalismo como proyección total, para tener sentido, ha de abarcar finalmente todos los ámbitos, redefiniendo y absorbiendo básicamente lo público como comunal; el transporte público, la educación pública, la vivienda, la salud, etc., todos los bienes básicos materiales o inmateriales recreados como bienes comunales.

Y es en este proceso cuando todo nuestro complejo activismo libre y comunalista puede articularse, pieza a pieza, hasta abarcar la naturaleza como primer comunal universal y más aún, hasta la propia humanidad como comunal de supervivencia.

El comunalismo aparece entonces como una filosofía comunitarista, al servicio de la comunidad humana y de su estructura en una red de comunidades y el arte libre se abre el horizonte libertario del comunalismo, participando de la gran tarea comunal del porvenir.

El mejor arte libre es el arte comunalista

El arte libre puede ser comunalista si el artista lo es, tiene conciencia comunalista en su vida cotidiana o como ciudadano. Pero aún es mejor el arte libre y comunalista cuando es gestado como creación comunal, el arte libertario de una comuna o comunidad creadora. Un arte comunal que practica lo que predica, en alguna de sus múltiples vías estéticas, pues la libertad libertaria es una inagotable fuente.

Existen en la actualidad numerosos y atractivos proyectos de arte colectivo, pero todavía no son arte comunal, aunque puedan constituir su heraldo, por lo que es preciso aclarar que es o que puede ser ese arte comunal a través de una serie de características.

A saber, como proposición al comunal del arte libre, proponemos que el arte comunal es:
-un arte proyectual y procesual, como proyecto vivo
-creado por varios, por muchos, por una multitud, potencialmente por todos
-creado en una red horizontal sin jerarquías, solo nodos de trabajo y distribución
-donde todos participan cogiendo algo y aportando algo, mejorando y haciendo evolucionar el comunal artístico
-donde todos aportan no meras adicciones a un conglomerado caótico, sino coordinadamente, según una forma, un propósito o una estrategia comunes
-donde cada cual aporta según sus habilidades y en la medida de sus posibilidades
-un arte abierto, work in progress, sine die, hasta que ese proyecto ha dado todo de si o de manera indefinida, al albur de los tiempos
-un arte lo más accesible posible técnica y tecnológicamente, sin renunciar a la tecnología útil
-un arte con conciencia libertaria y comunalista implícita y explícita, estratégica
-por supuesto, un arte gratuito (en la medida de lo posible) y copyleft, con alguna licencia.

A modo de ejemplos de creaciones comunales (imperfectas) podemos proponer algunas que Cibergolem ha estudiado o en las que ha participado. Por ejemplo:
-El arte vernáculo de la arquitectura popular
-el proyecto TESTER: www.e-tester.net
-la exposición virtual ZONA O: www.artamugarriak.org
-la plataforma de Defensa del Patrimonio de Navarra (en Altafaylla KulturTaldea): www.nabarralde.org
-la hiperfilosofía, propuesta en el libro y proyecto de La Nueva Ciudad de Dios: www.siruela.com/ncd

[Fragmento tomado del artículo “Creación comunal. Del arte libre al arte libertario”, que en versión original completa es accesible en https://anarkobiblioteka.files.wordpress.com/2016/08/creacic3b3n_comunal-_del_arte_libre_al-arte_libertario_-_ic3b1aki_arzoz.pdf.]


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