martes, 9 de mayo de 2017

Cuando el desecho de nuestros cuerpos se convierte en nuestra última defensa


José Angel Quintero Weir


Un intelectual de “izquierda”, asombrado de las ahora ya conocidas “Puputov”, que los jóvenes manifestantes en Venezuela en contra del “Narco-estado” o “Pupu-gobierno”, usan para enfrentar el más indiscriminado uso de gases lacrimógenos que, en la ciudad de Valencia (¿o Maracay?), ha llegado a provocar la muerte de bebés recién nacidos, pues, la Policía Bolivariana y la Guardia Nacional, lanzan tantas bombas lacrimógenas en contra de la población que, a veces, he llegado a pensar que lo que quieren es acabar con la existencia de esas bombas que el Estado venezolano adquiría de España o Brasil, ambos países, dada la indiscriminada represión del Gobierno venezolano, decidieron no vender más al Estado venezolano sus productos represivos. Pero, la cosa es que este intelectual de “izquierda” (sólo porque es “chavista”), ha rebuscado en la internet las posibles enfermedades que puede provocar la mierda, y, según su lógica, el uso de la mierda convertido en bomba no incendiaria, constituye una acción terrorista.



Alguien, no sin sorna, le ha respondido que a partir de su aporte “intelectual”, todos somos sospechosos de ser terroristas, pues, todos cagamos mierda, sólo los fanáticos como él puede que caguen flores, aunque ciertamente, su solo planteamiento sea realmente una cagada.
Pero, no queremos irnos con la finta propuesta por este “intelectual” que, dicho sea de paso, su labor “revolucionaria” no ha sobrepasado la condición de “censor”, en tanto es uno de los tantos empleados dedicados a vigilar el pensar y el decir de la gente desde el Centro para la vigilancia del pensamiento y la palabra, mejor conocida como CONATEL. En todo caso, el uso de la mierda como arma de guerra fue utilizada de manera efectiva por la guerrilla vietnamita de Ho Chi Minh, para enfrentar al poderoso ejército invasor norteamericano.
Así, el Vietkon armaba trampas en la selva con ramos en punta de flecha cargadas de excremento que, ciertamente, no intentaban provocar la muerte del gringo herido, pero sí generaba una inmediata infección que obligaba a sacar al elemento del combate, para lo cual, por lo menos, se requerían de dos hombres; por lo que, de esa manera, el Vietkon lograba poner fuera de combate sin matar a nadie, a tres marines norteamericanos. Por lo que, en buena parte, la victoria de la guerrilla vietnamita contra el Ejército más poderoso del mundo, se debió al uso de su propio cuerpo y sus desechos como arma de guerra para la que no estaba preparado el ejercito invasor.

Hoy, en las calles de Venezuela, los jóvenes estudiantes que hasta ahora han puesto casi 80 muertos en lo que va de las protestas de 2014 y las de este año 2017. Unos 1200 presos, unos 700 sometidos a juicio, y actualmente, unos 120 sometidos a juicio  militar siendo civiles, han lanzado como respuesta cívico-militar, las bombas “puputov”, embases de mierda líquida con la que enfrentan las lacrimógenas de los represores.


Los represores no encuentran respuesta militar a esta forma de lucha, sus intelectuales solo rebuscan en la google sin comprender, pues, de lo que en verdad se trata, es que la lucha en las calles parece no tener regreso, y que los jóvenes han encontrado un armamento de inagotable munición, que es biodegradable y que no afecta al ambiente pero sí puede poner fuera de combate a los represores, y, finalmente, simbólicamente representa lo que merece un Estado-gobierno de mierda, como respuesta de un pueblo que se niega a vivir en el excremento y putrefacción de quienes, por ahora, insisten en permanecer en “su poder”.

    

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