jueves, 23 de febrero de 2017

El Salvador: Trata de personas





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El Salvador no es uno de los países que dé las condiciones adecuadas de subsistencia para todxs, menos a la clase proletaria y de bajos recursos económicos, no todxs pueden asistir a un centro educativo a recibir “educación” y si tienen la oportunidad, lo hacen con muchas dificultades como la carencia de una alimentación que les mantenga saludables, ropa, zapatos y material didáctico necesario para hacer del proceso de aprendizaje algo enriquecedor, además del acecho a su seguridad de parte de los grupos delincuenciales; todo esto es el ambiente común en el que viven muchas niñas y adolescentes, expuestas vulnerablemente a la pobreza y obligadas a contribuir económicamente a sus hogares.

Expuesta ya la situación a la que a diario se enfrentan niñas, adolescentes y mujeres, debemos tener en cuenta también el sistema patriarcal al que todxs estamos sometidxs, en donde el género femenino lleva las de perder, mientras que el género masculino tiene que estar reafirmándose constantemente bajo roles violentos que no precisamente responden a las conductas naturales del ser humanx.

Recientemente se dio a conocer a través de los medios de comunicación el caso sobre una red de trata de personas, esto quiere decir que operaban en distintas zonas del país. Entre los clientes y por lo tanto impulsadores de esta red se encuentran dos personajes pertenecientes a los medios y un burgués del ámbito empresarial, pagaban por tener relaciones sexuales con niñas y adolescentes menores de 18 años, a las que la ley considera como menor incapaz y por lo tanto no tienen la potestad de ejercer consentimiento.

La trata de personas consiste en la utilización de seres humanxs como mercancía para propósitos de esclavitud laboral, sexual, mental, extracción de sus órganos y así obtener lucro de dichas actividades. Es la expresión moderna de la esclavitud, donde se demuestra una vez más la corrupción del poder que da la clase y el género, además de darnos una prueba de que el estado no funciona, puesto que es capaz de violar sus mismas leyes para proteger a lxs poderosxs, tanto así que a los infractores de la ley que prohíbe relaciones sexuales con menores de edad se les impuso un delito no existente.

Ahora bien, las reacciones de la sociedad no se hicieron esperar, como siempre culparon a las víctimas de lo sucedido; que por qué aceptaron, que ya sabían a lo que iban, que si mantienen relaciones sexuales ya no son más unas niñas. Se les olvidó completamente que la cosa era un delito, no pensaron en que estas redes engañan no solo a niñas, también a mujeres, ofreciendo trabajos que no existen para llevarlas a lugares de donde posteriormente no podrán escapar, además obligadas ante la necesidad de mantenerse a sí  ismas y a su familia acceden a ejercer el trabajo sexual, no es que les encante, que estén emancipadas y cómodas con su sexualidad, es que no tienen ni siquiera su bachillerato terminado para tener un trabajo que pague la remuneración mínima, no tienen familia, un hogar al que regresar y recibir la calidez de un: ‘’buenas tardes hija, ¿Cómo estuvo tu día en el instituto?, aquí está la comida’’, es una realidad cruel y dura que muchas mujeres no pueden ver desde su burbuja de comodidad, que muchos hombres desde su apática actitud machista no comprenden y justifican estas y otras violaciones a nuestros derechos humanos.

Si bien un documento y la edad no deben ser impedimentos para tomar nuestras propias decisiones como seres individuales, debemos ver estas situaciones como la consecuencia de un sistema patriarcal que no permite que los y las niñas tengan acceso a una educación integral que a su vez les permita conocer sus derechos sexuales y reproductivos, las formas en que pueden proteger sus cuerpos y no tener que verse en la necesidad de utilizarlo como herramienta de un trabajo que no desean ejercer; como consecuencia de un sistema capitalista que valora a las personas según lo que tienen y según lo que ganan, que tiene que obligarnos a ser esclavxs de trabajos muy mal pagados para poder tener acceso a los bienes que deberían ser de todxs.

El Estado a través de sus instituciones promueve todas estas prácticas patriarcales, no es ninguna casualidad que los puestos de poder sean ocupados
mayormente por hombres y de sobra sabemos que el hecho de que una mujer llegue al poder no es sinónimo de la búsqueda de equidad y amparos que, lastimosamente, son necesarios para nosotras bajo este sistema, aunque nuestro objetivo es y debe ser destruirlo.

¡Muerte al Estado y al patriarcado!

[Publicado originalmente en la revista Aurora # 10, San Salvador, enero 2017. Número completo accesible en https://concienciaanarquista.noblogs.org/files/2017/02/RevAuroraN10.pdf.]


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