viernes, 17 de abril de 2015

Origen y ruta del federalismo anarquista




















Federación Anarquista Local de Valdivia - FALV (Chile)

La palabra Federación, del latín “federare” (unión) es un concepto organizativo donde diversas entidades se unen conservando su autonomía. En el anarquismo, la federación ha sido un tema fundamental desde los tiempos de Proudhon. Y lo es precisamente porque ese tipo de organización es lo que va más de acuerdo con los conceptos de libertad de los que el anarquismo es la más fiel expresión.

En el seno de la Primera Internacional los partidarios de Bakunin solían autodenominarse «federalistas» (por oposición a los seguidores de Marx, a quienes llamaban «centralistas»). En tal contexto parece evidente que «federalista» se toma como sinónimo de «antiautoritario» y que el término «autoritario» es considerado, a su vez, como equivalente a «centralista». Estos adjetivos que, en primer término, marcaban diferentes posiciones frente a la organización de la Internacional obrera, sirvieron inmediatamente para señalar también diferentes modos de interpretar la organización de la futura sociedad socialista.

No fueron, sin embargo, Bakunin y sus discípulos quienes primero utilizaron el concepto de «federalismo». Ya Proudhon había elaborado una teoría de la federación como contrapartida de la teoría del Estado y, al mismo tiempo, de la economía política clásica. El «federalismo», tal como lo entienden los bakuninistas (y, posteriormente, Kropotkin, Malatesta, etc.), no debe confundirse, en modo alguno, con el federalismo puramente político o con la mera descentralización administrativa, que muchas veces ha sido postulada por ciertos sectores del liberalismo y otras ha servido inclusive como careta de la reacción aristocrática y clerical. «Federalismo» significa, para los anarquistas, una organización social basada en el libre acuerdo, que va desde la base local hacia los niveles intermedios de la región y de la nación y, por fin, hacia el plano universal de la humanidad. Así como los individuos se asocian libremente para formar comunas, las comunas se asocian libremente hasta constituir la federación local; las federaciones locales lo hacen, a su vez, para formar federaciones regionales o nacionales; éstas, por fin, se agrupan, siempre mediante pactos libremente concertados, en una federación universal. El principio federativo implica, pues, un movimiento contrario al principio estatal, que se realiza desde arriba hacia abajo. Y en este sentido sería totalmente erróneo (aun utilizando los recursos de un menguado y pueril estructuralismo) considerar que la federación defendida por el anarquismo no es sino otro modo de designar al Estado.

El anarquismo se compone, como ya sabemos, de 3 aspectos fundamentales:

1.- Económico. Vendrían a ser las propuestas en base a los aspectos de cómo se manejaría la producción en una sociedad anarquica. Actualmente se opta casi por completo por el comunismo anarquista, sin que ello signifique que no haya críticas a este modelo de producción ni que asombre que aún haya algún colectivista o quienes, como yo mismo, aunque aceptando el comunismo prefiero definirme como anarquista sin adjetivos. Dando de esta manera posibilidades a la experimentación económica.

2.- Político. Vendría a ser el hecho de carecer de gobierno, instituciones represivas y toda autoridad constituida.

3.- Social. Significa los hechos donde la libertad del individuo queda plasmada en el momento de organizarse y organizar sus vidas, trabajos, etc., sin coacción alguna.

Podríamos incluso añadir un cuarto punto: religión. Si bien la mayoría de los anarquistas son ateos, no se descarta la posibilidad del culto dentro de una sociedad anarquista, siempre y cuando este no sea una institución ni una obligación para nadie y se limite a ser una práctica individual. Habría, claro está, una fuerte propaganda científica (y por antonomasia antireligiosa), pues un pueblo que no conoce o que se autoengaña es un pueblo mentalmente esclavo. Ahora bien ¿cómo se organizan todos estos puntos? Tenemos conceptos económicos, políticos, sociales y hasta religiosos, pero hace falta el esqueleto que los haga moverse y funcionar. Ese esqueleto es la Federación.

Todas las ideas basadas en el Estado y la autoridad, desde la izquierda hasta la derecha, tiene como cuerpo esquelético el centralismo y la autoridad. Nosotros, no queriendo reproducir sus mismos errores tenemos uno mejor: el federalismo y la libertad. Es bastante claro que ante los ataques que el Estado ha dado a los anarquistas no ha habido ningún tipo de respuesta más allá de andar peleando por juntar el dinero para pagar fianzas para presos y búsqueda de compañeros en las distintas ciudades.

No ha habido en ningún momento una presión realmente fuerte del anarquismo hacia el Estado, y ello se debe a que si bien hay un apreciable número de colectivos y compañeros/as estos no han comprendido los beneficios de la federación y pretenden cada uno por su parte tener la razón y jalar a los demás a sus puntos de vista y formas de trabajo. No hay tampoco la propaganda de las ideas que podríamos conseguir (y con ello el acercamiento al pueblo) si los distintos grupos y colectivos esparcidos en todo el país estuvieran unidos y federados. La gente comun escucha de nosotros solo lo que les dice la TV, ya que nuestros periódicos y medios de difusión son bastante pobres (¡y separados aún más!), que apenas llegan a unos cuantos cientos de personas.

Es necesario y urgente, que los grupos anarquistas se federen y se organicen. En Chile las altas esferas del Estado están dando golpes bastantes duros al pueblo sin que haya ninguna respuesta que realmente los ponga contra las cuerdas.

Hay un descontento bastante visible del pueblo hacia los partidos, la policía y las instituciones del Estado, es decir, hay un terreno bastante fértil para el anarquismo… que estamos desaprovechando porque al no estar unidos somos débiles. Todo parece indicar que en los años siguientes las cosas pueden empeorar mucho más que en la actualidad, y si los anarquistas no sabemos aprovechar las circunstancias que tenemos a nuestro favor se sucederán acontecimientos donde el pueblo marchará a la conquista de sus libertades sin nuestro concurso, siendo quizá más fácil presa para los oportunistas que nunca faltan para llevar el descontento hacia sus urnas.

[Publicado originalmente en el periódico Acracia # 41, Valdivia, abril 2014. La edición completa está disponible en https://periodicoacracia.wordpress.com/2015/04/15/periodico-acracia-na41-abril-2015/.]

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