viernes, 24 de abril de 2015

Opinión: Hay que arrecharse, no queda otra opción



Rubén Alexis Hernández

Días atrás quien esto escribe, estuvo a punto de pelear en una ‘cola’ para adquirir ciertos productos básicos, cuya presencia en los anaqueles no es cotidiana y para colmo a precios cada vez más elevados. Y mientras ocurren estos desafortunados enfrentamientos de pobres contra pobres en Venezuela, continúa pendiente la siembra del petróleo (prevalece el rentismo), el sector público es poco productivo, algunos “revolucionarios” de pacotilla se enriquecen mediante la corrupción, las empresas de propiedad social han recibido escaso apoyo del oficialismo, y la gran burguesía local (incluida la roja) y foránea sigue llenándose los bolsillos, ayudada en buena medida por el Gobierno “socialista” que, entre otras cosas, ha liberado exageradamente los precios, ha otorgado divisas preferenciales a granel y ha contribuido a reforzar el oligopolio. Es indudable que la “crisis” capitalista global está afectando de forma notable a Venezuela, específicamente a las masas, que para variar sufren las consecuencias de la codicia y egoísmo innatos de la minoría que concentra los medios de producción y el capital, y del obvio funcionamiento del Estado en favor de ésta.

Lo más triste de esta complicada situación, es que no se vislumbran siquiera algunas soluciones gubernamentales contundentes, y el desespero hace mella en la mayoría empobrecida, perjudicada día tras día por la prevalencia del Estado burgués y sus nefastos efectos socioeconómicos. De manera que no queda otra opción, para las clases baja y media baja en Venezuela, que arrecharse contra buena parte del Gobierno dizque revolucionario, contra la “oposición” de derecha por cómplice, y contra los capitalistas. Arrecharse porque:

1.-La escasa o nula producción de diversos rubros obliga a depender en buena parte de las importaciones, e incluso la tal soberanía alimentaria dista mucho de ser una realidad. Mientras el rentismo petrolero continúa caracterizando a la economía venezolana,  los grandes importadores se benefician y generan más y más dependencia y carestía. Irregularidades y problemas como la escasez, el acaparamiento y la elevación progresiva de los precios, se verían limitados si el Gobierno asumiera la soberanía como una acción económica factible, y no como simple eslogan político-electoral.

2.-No se estimula a las empresas de propiedad social, aún cuando se trata de una política que serviría de contrapeso a la gran empresa, y ayudaría a disminuir el alto costo de la vida y a superar la pobreza, el desempleo y la escasez periódica de algunos productos.

3.-Hay una escalada en los precios de distintos rubros y servicios, volviendo nada el miserable salario de millones de venezolanos. En medio de la actual injerencia estadounidense en Venezuela y otros asuntos que de cierta manera han sido elementos distractores (si bien son reales en la mayoría de los casos), el Gobierno “revolucionario” ha favorecido notablemente a los capitalistas locales y foráneos, protegiéndolos así de los efectos de la “crisis” global. Mientras la burguesía tradicional y la roja siguen viviendo muy bien en la Venezuela “socialista”, los pobres padecen por el continuo aumento del costo de alimentos, medicinas, artículos de higiene personal, servicios de telecomunicaciones, pasajes terrestres y pare de contar. ¿Qué pasará cuándo se aumente el precio de la gasolina?

4.-Hay una vinculación progresiva del Gobierno central con importantes empresas foráneas, factor que no sólo condiciona la soberanía política, sino que perjudica a la economía venezolana y a los trabajadores de dichas empresas; es bien sabido que las transnacionales siempre reciben los  mayores beneficios gracias, entre otras cosas, a las ventajas otorgadas por los gobiernos, a que no realizan inversiones sociales, o son mínimas, y al manejo laboral nada propicio para el bienestar económico de la mayoría de sus empleados.  Destáquese aquí la presencia de las Zonas Económicas Especiales, en las que tienen vía libre las apetencias del gran capital.

5.- El endeudamiento externo es cada día mayor, particularmente con China. Y  cada préstamo tiene serias consecuencias socioeconómicas para el pueblo venezolano, siendo más perjudicados los pobres, como siempre.

6.- Se ridiculiza y se criminaliza, por parte del Gobierno y de la “oposición” de derecha, la crítica y denuncia de la alianza sector público-gran capital, de la carestía creciente y de ciertas irregularidades y desaguisados en instituciones y organismos públicos. En este contexto se enmarca el secuestro del activista merideño Alcedo Mora, posiblemente a manos del SEBIN o de algún grupo parapolicial o paramilitar; a Mora le habrían pasado factura por denunciar corrupción en PDVSA, y su familia y amigos sólo esperan que aparezca sano y salvo. Parece que la política del Gobierno “revolucionario” es cada día más similar a la de la IV República, en lo que a represión a la izquierda combativa respecta, considerando que la impunidad reinante tras la desaparición y el homicidio de centenares de luchadores anticapitalistas, denota con claridad el interés de la Justicia en proteger a grupos poderosos, al más puro estilo cuartorepublicano.

7.- El Gobierno se muestra incompetente para castigar a funcionarios corruptos y a empresarios incursos en diversos delitos económicos, y por tanto incapaz de aliviar el sufrimiento de la mayoría cada vez más empobrecida. Recientemente Maduro advirtió que radicalizará la “revolución” y que de ser necesario, construirá una cárcel para meter presos a los oligarcas, pero con antecedentes como el de no haber encarcelado al ladrón burgués (redundancia) Miguel Cocchiola (acusado públicamente por funcionarios oficialistas), y el de restar importancia a la estafa de más de 20.000 millones de dólares a CADIVI, terminan por no ser creíbles las promesas del gobernante venezolano.

8.- No se destinan recursos suficientes para sectores prioritarios como la educación y la salud, y seguramente la situación se agudizará por los sucesivos ajustes capitalistas del Gobierno venezolano. En pleno siglo XXI los maestros y otros empleados del sistema educativo, por ejemplo, continúan siendo muy mal pagados, con mezquinos aumentos salariales cada cierto tiempo. Entonces queda demostrado, una vez más, que la inversión social es sinónimo de gasto social para el capitalismo, y la gran aspiración de la minoría adinerada es convertir a esos sectores en negocios en todo el sentido de la palabra, eliminando así la relativa gratuidad  a cargo del Estado.

9.- La estrecha alianza Gobierno-burguesía ha sepultado la promesa chavista del socialismo (durante el Gobierno de Chávez), y con ella el sueño de millones de librarse de la tiranía del capital (léase democracia burguesa.

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