miércoles, 26 de marzo de 2014

Opinión: ¿Cómo interpretar la violencia en Venezuela?

Enrique Contreras Ramírez

Los últimos acontecimientos acaecidos  en Venezuela, caracterizados por una violencia acumulada,  es el resultado de factores y variables que en el orden social, económico y político se veían venir y que de alguna manera veníamos anunciando, pues los mismos respondían a una contexto inocultable, originado  por los dos factores de poder que en la actualidad se disputan lo que queda de la renta petrolera, pues para nadie es un secreto que la misma está en manos del gran capital, expresada en las llamadas empresas mixtas, como nueva modalidad de explotación y saqueo de nuestros recursos naturales en ese paradigma de la economía denominada globalización.

Nadie ignora, que en éste país ser gobierno, significa manejar los recursos económicos de todos los venezolanos, al antojo de los que están ejerciendo el poder público. Es un mal que venimos arrastrando desde la misma colonia, con injerencia, el dominio y el patrocinio de los países que siempre han tenido vocación imperialista, con el visto bueno, complaciente y miserable de gobiernos que en el ayer y hoy, se han prestado para tales fines, traicionando de esta manera los ideales de los que, enarbolando las banderas de independencia, libertad y justicia, lo dieron todo, inclusive la vida.

UBICANDO EL PROBLEMA

Los factores publicitarios y propagandísticos, han enredado y entrampado a una población, que por un lado cree, que el actual régimen que opera en  éste país es comunista, bajo el patrocinio de los hermanos Castro Ruz y por el otro lado,  le han sembrado a otro sector de la población que lo que está viviendo Venezuela, es una revolución que favorece a las clases más desposeídas. Ambas falacias, son la expresión de intereses geopolíticos que operan en Venezuela, pues el hecho de tener petróleo, nos coloca en el huracán de ambiciones del imperio del gran capital.


El modelo capitalista de producción -llámese de estado o privado- tiene como fin último multiplicar sin miramiento de ninguna especie sus capitales, no importa a quien daña, a quien empobrece, a quien asesina, a quien tortura, a quien desinforma, a quien somete, a quien engaña, a quien encarcela y todo esto se hace y se esconde a nombre del llamado ESTADO, para preservar los intereses del gran capital, pues para éste lo importante es convertir el planeta en una mercancía.

Ambas corrientes, oposición y gobierno, han “radicalizado” sus conflictos por el poder. Unos por tratar de tomarlo y otros por no dejarse desalojar y ese es el centro de la disputa de lo que está ocurriendo en el país,  dentro del  mundo de las apariencias, no se trata de cambiar modelos, pues el capitalismo lo que ha hecho es consolidarse dentro del llamado ESTADO, pues ambas corrientes comparten, promocionan y han consolidado  esa figura jurídica, que sólo ha servido, para que a nombre de la mismo, tanto ayer como hoy, se cometan fechorías, donde inclusive se legitima el asesinato político, se atropella la condición humana, establece diferencias de clase, legitima las relaciones de poder, en fin, genera una cotidianidad que para las inmensas mayorías alienadas es normal y por lo tanto queda en el inconsciente la llamada resignación.

Así como en  Europa y Estados Unidos entro en crisis, América Latina comienza a sentir con gran intensidad las políticas económicas y sociales del neoliberalismo, impulsadas por la economía globalizada. Y esta crisis no es del capital -al contrario- con sus políticas neoliberales  reproducen el dinero de manera acelerada y para tales fines toman medidas que estrangulan la economía de los pueblos, llevando la peor parte los pobres tanto del campo como de la ciudad. Al respecto Edgar Morin nos indica: “Cuando un sistema no es capaz de resolver los problemas que encuentra, no tiene más que morir, o bien,  y es lo que sucede, crea un meta-sistema, un sistema más rico, más poderoso, mediante una suerte de metamorfosis”. (BAUDRILLARD, Jean y Edgar Morin. La Violencia del Mundo. Edit. Monte Ávila. Caracas 2007. pp28).

Esa metamorfosis, no es otra cosa, que el establecimiento de una economía globalizada, independientemente del sistema de gobierno que se tenga, llámese capitalismo o socialismo, allí ese nuevo paradigma se establece, sin resistencia alguna, de los gobiernos que se tengan.
La crisis es de los pueblos, ante la modernización de los sistemas de producción que reemplaza la fuerza del trabajo, fuga de capitales, generando un desempleo galopante, una inflación que ante los sueldos miserables de la gran mayoría (salario mínimo) coloca a la gran masa laboral en condiciones paupérrimas y podíamos seguir enumerando la realidad socio-económica que padecen los pueblos y donde los gobiernos llámense dictaduras, democracias, capitalismo, socialismo, se encuentran arrodillados frente al imperio del gran capital a costa del hambre y la miseria de sus gentes.

¿Qué país de nuestro continente no tiene problemas con la deuda externa, vivienda, empleo, educación, servicios hospitalarios, dependencia, desorden fiscal, narcotráfico, paramilitarismo, represión, salarios de hambre, escases de alimentos, devaluación de la moneda acompañada de una inflación galopante, servicios públicos inexistentes o deteriorados, inseguridad, pobreza, corrupción de las elites en el poder y donde la estructura jurídica y política del ESTADO, es refugio de mafias organizadas que junto a los grandes conglomerados negocian y entregan la soberanía de los pueblos?.

VENEZUELA EN LA ENCRUCIJADA

En los actuales momentos, en éste país se siente realmente un vacío de poder que está conduciendo necesariamente a un reacomodo de ambas derechas, tanto del gobierno como de la oposición, ese famoso dialogo para la llamada paz, no es otra cosa que un nuevo acuerdo que muchos analistas políticos han llamado la continuidad del Pacto de Punto fijo, para salvar los intereses de los sectores en pugna y del Sistema para evitar que las muchedumbres en la calle le puedan dar un viraje a éste escenario que pueda conducir a una Constituyente Originaria.

Muchos sectores honestos de la sociedad venezolana, de ambos grupos, se viene dando cuenta que la diligencia administrativa nacional está convertida en la asistencia indigna a nuevos  y modernas ataduras imperialistas, ubicándonos en un país de grandes obligaciones insanables en el futuro próximo, afinándose nuestro carácter dependiente y deudor, colándose el rentismo y elevando la condición trasnacional al más fino grado de asociación estratégica con las –Empresas Mixtas- (Entrega de la soberanía) y endeudamiento a corto, mediano y largo plazo (chino, ruso y norteamericano). Esta situación coloca a las generaciones por venir en condiciones de desesperanza, ante un país que de manera acelerada se lo está comiendo el gran capital, responsable real de la situación que vivimos en alianza con la clase política de ambos sectores.

Ante esta realidad, que muchos analistas políticos reconocen y que cada quien describe a su manera, se nos presenta no como una coyuntura política, sino como una gran encrucijada que ha de definir el rumbo que ha de tomar el país en los próximos años.

O dejamos que los modelos de dominación, conocidos hasta ahora sigan convirtiendo a nuestros pueblos en desiertos de hambre y miseria o le cambiamos el rumbo al país a través de una Constituyente Originaria, donde queden atrás los viejos esquemas jurídicos, políticos y económicos, para darle cabida  a un nuevo poder donde la verticalidad del mismo quede aplastada de manera definitoria y se abra la posibilidad de una nueva concepción de nación, donde la horizontalidad del nuevo poder elimine la figura presidencial, para darle paso a una junta de buen mandato o como se le quiera llamar y donde los partidos políticos desaparezcan para que el pueblo asuma su verdadera responsabilidad de poder elegir y no de que se le ponga a votar por imposiciones partidistas.

Una Constituyente Originaria, donde el nuevo parlamento popular elegido por el pueblo de manera uninominal, pueda ejercer sus funciones legislativas sin privilegios económicos y políticos, para que sean expresión de los verdaderos intereses del soberano.

Estos y otros ejemplos, podrían ser, una referencia- entre muchas- para devolverle al pueblo su poder, para que este defina el nuevo rumbo que ha de tomar el país.

Para tales fines, se requiere la verdadera participación de sectores patrióticos, nacionalistas y revolucionarios de los sectores civiles, militares y religiosos y poder así crear la nueva referencia, alejada totalmente  de los dos sectores que en la actualidad se disputan el poder y que al final se pondrán de acuerdo para proteger sus intereses.

Allí está la gran tarea que muchos sectores revolucionarios todavía no han podido entender, pues pareciera “que el árbol les ha impedido ver el bosque” y a otros el dinero les impide ver la realidad.

En esta encrucijada, que ya está presente, es donde se va a definir el verdadero carácter de la revolución venezolana, ¿por la vía pacífica O por la vía violenta?; dejemos que sea nuestra propia historia que le dé  la respuesta.

MARZO 2014


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