sábado, 11 de mayo de 2013

Debate - El socialismo como excusa


José Rafael López Padrino

Numerosos movimientos o partidos políticos en el ejercicio del poder, suelen autocalificarse de "socialistas". Sin embargo, en su gran mayoría sus praxis política o gestiones de gobierno son totalmente contrarias a los postulados que dicen representar. Obviamente, Venezuela no ha escapado a esta oleada falsificadora de principios e ideologías. Un excelente ejemplo lo constituye el proyecto facho bolivariano iniciado por el ya fallecido tte coronel y continuado hoy por el nuevo condottiero de Maduro, quienes han utilizado el vocablo socialista como careta filosófica en el mundo de las ideologías.

La propuesta del socialismo del siglo XXI, (entiéndase social-militarismo fascista) es una verdadera colcha de retazos ideológica en la cual se trata de integrar propuestas francamente antagónicas. Es un proyecto basado en la falacia y la manipulación aderezado con viejas y desactualizadas consignas. Las bases doctrinarias de esta nueva impostura ideológica no radican en aquellas ideas forjadas por Marx, y Engels, sino que provienen de Benito Mussolini y Giovanni Gentile, quienes realizaron una readaptación y superposición del antipositivismo de Benedetto Croce, con el personalismo voluntarista de Friedrich Nietzche, y el nacionalismo de Maurras y D´Annunzio.

El socialfascismo bolivariano suele engalanarse con una retórica antineoliberal pero han profundizado el modelo “neoliberal importador” (impuestos regresivos, precarización laboral, apertura petrolera, endeudamiento irresponsable, políticas antiobreras, destrucción de la pequeña y mediana empresa, protección al capital transnacional, etc.). Se autodefinen como antiimperialistas, sin embargo ello se reduce a una sarta de insultos contra funcionarios del gobierno de los Estado Unidos, aunque al mismo tiempo le entrega nuestra riqueza petrolera a las grandes corporaciones transnacionales vinculadas a los intereses del Imperio (empresas mixtas). Nos hablan de una soberanía energética y PDVSA ha sido hipotecada y destruida operacionalmente. Aunque el régimen afirma que producimos 3.100.000 barriles diarios, la OPEP lo desmiente y nos atribuye una producción cercana a los 2.300.000 b/d. Nuestras refinerías sufren constantes accidentes, incendios, explosiones y paradas provocadas por la impericia de quienes las operan. De 42.000 trabajadores la empresa pasó a tener en la actualidad más de 100.000. Las deudas financieras de la empresa pasaron de unos 5.000 millones de dólares en 1998 a cerca de 23.000 en la actualidad y los pasivos totales, incluyendo deudas a contratistas, proveedores y pasivos contingentes probablemente sean del orden de los 60.000 millones. Hay más de 20.000 pozos petroleros cerrados y la producción de gas se vino a pique. El PIB petrolero del país -con la sola excepción del 2004 y el 2008- ha venido cayendo de manera sostenida. Ya no está claro si PDVSA es una empresa petrolera, o el brazo financiero de la “robolución”. ¿Quién iba a pensar que nosotros un país petrolero importáramos gasolina y derivados?. Paradójicamente pasamos de ser exportadores a importadores de gasolina terminada y semiterminada desde los EEUU. En el año 2011 importamos 75 mil barriles diarios de gasolina, en el 2012 alcanzó 90 mil barriles diarios y en el curso de este año hemos alcanzando la cifra record de 113 mil barriles diarios, lo que representa una erogación de 16 millones de dólares diarios, unos 480 millones de dólares mensuales. Así marcha la soberanía energética bolivariana.

¿Cómo llamar a esta falsificación ideológica referida como “socialismo del siglo XXI”, cuando se ignoran los aportes más elementales de lo que significó y sigue significando la experiencia del socialismo en la historia? Esta superchería endógena se reduce a la imagen del ya fallecido tte coronel y los dislates mediáticos de su sucesor monárquico. En efecto, no hay una sola publicación que le dé un mínimo de sustento teórico a esta falsificación ideológica, más allá de los pasquines que le rinden culto a la figura del ya desaparecido comandante supremo y timonel del proceso. Lamentablemente esta perversidad política ha sido respaldada por una izquierda burocratizada, prostituida, cansada de luchar y que está ávida de disfrutar las mieles del capitalismo consumista. Que no sólo ha abdicado a la crítica por considerarla inoportuna e inconveniente, sino que ha llegado al extremo vergonzoso de contradecir sus posturas principistas al defender con gran vehemencia este militarismo pestilente, despreciable y ruin.

La llamada “revolución bolivariana” y su desconocido socialismo no son más que un total fracaso. Lo evidencia el sistemático agotamiento político y la progresiva pérdida del apoyo social. Los resultados del pasado 14 de Abril así lo confirman. Su hegemonía política es cosa del pasado. Los estertores que presagian su muerte como proyecto político victorioso ya son audibles.

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